viernes, 25 de octubre de 2019

GENIAL discurso de Evo Morales sobre la verdadera deuda externa

GENIAL discurso de Evo Morales sobre la verdadera deuda externa


GENIAL discurso de Evo Morales sobre la verdadera deuda externa

Exposición del Presidente Evo Morales ante la 

reunión de Jefes de Estado de la Comunidad 

Europea (06/30/2013).




Aquí pues yo, Evo Morales, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.

Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.

El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!

¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Evo Morales, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.

Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan ‘MARSHALLTESUMA”, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?Deploramos decir que no.

En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.

En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestro hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.

Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.

Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.

Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica.

viernes, 18 de octubre de 2019

Che Guevara Discurso en la concentración ante al Palacio Presidencial

Che Guevara

Che Guevara Discurso en la concentración ante al Palacio Presidencial

Discurso en la concentración ante al Palacio Presidencial

26 de octubre de 1959



Nos hemos reunido aquí, en este Palacio de Gobierno, para responder conjuntamente a la gran interrogación que se ha formulado. ¿Es que este Gobierno Revolucionario y este pueblo que está aquí cederá ante las presiones extranjeras? ¿Claudicará? (Gritos: ¡No!, ¡no!) ¿Dejará que poco a poco se vayan marchitando sus leyes revolucionarias? ¿Y logrará así la benevolencia que están ofreciendo en la otra mano, la que no empuña el garrote, o bien este pueblo y este Gobierno unidos se levantarán como un solo hombre frente a la agresión y harán coraza de sus pechos para defender lo que tanta sangre y tanto sacrificio ha costado? La propia presencia multitudinaria de hoy es la respuesta que todos conocíamos. El pueblo de Cuba frente a la agresión sabe elegir su camino de sacrificio, de sangre, de dolor, pero de victoria. Una vez más se plantará frente a los traidores, se plantará frente a la agresión y dará un paso adelante, otro más, lo que le sitúa bien al frente de todos los países de América. En esta lucha que estamos todos realizando para salvarnos de las cadenas coloniales. Hoy aquí con esta respuesta de ustedes se está defendiendo más que una causa nacional, más aún que la causa del pueblo de Cuba y lo noble que es esta causa, se está defendiendo la causa entera de América, se está mostrando a los pueblos de todo el Continente lo que puede hacer un pueblo cuando está unido. Nuestra respuesta, compañeros, es histórica... frente a la traición, a la ignominia, frente a la fuerza bruta, al ametrallamiento brutal, respondemos una vez más con un paso al frente, respondemos que seguiremos en nuestro camino revolucionario y que no habrá invasiones de tiranuelos de América ni traidores a sueldo que logren doblegar a la Nación cubana. Pero, ¿por qué se ha producido todo esto y por qué necesitamos una vez más reunirnos aquí? Todos lo sabemos, es decir: estamos dispuestos a seguir en nuestro camino revolucionario. Se ha producido porque esta Revolución, que nunca mató un prisionero de guerra, que nunca tomó la menor medida contra ningún periódico insolente, que permitió los más desaforados e ignominiosos insultos, fue demasiado clemente porque ha permitido que los enemigos de dentro y de fuera desarrollaran sus campañas. Estábamos ciertos, como lo estamos ahora, y ahora más que nunca, que el pueblo no iba a ser engañado, pero ellos sabían también que jugar a la Revolución y al terrorismo era una tarea sencilla y sin riesgo, que estos señores podían venir en aviones y entregarse al primer tiro y podían obtener la clemencia, la benevolencia del Gobierno Revolucionario. Tan es así, que han venido en días pasados a cometer el más extraordinario crimen que recuerda la América contra un pueblo pacífico, desde la más grande potencia de todo el Continente, con la anuencia interesada de uno de los Estados mayores y más fuerte de América, de donde vinieron aviones asesinos, violaron el cielo cubano y sembraron de víctimas la Capital de nuestra República. Después vienen las quejas hipócritas, después los periódicos hablan no del terror que implantó Pedro Díaz Lanz con su «hazaña» (gritos de: «fuera, fuera»)... nada de la traición, nada del ametrallamiento, sino del peligro del comunismo que hay aquí. Ellos no han tenido una palabra de reproche para el asesino, sino palabras de condenación para los que defienden la Revolución, para los que defienden a todo el pueblo de Cuba, y por eso estamos aquí reunidos. Curiosamente, el mismo día en que se perpetra la agresión contra Cuba desde bases extranjeras, un comandante de nuestro Ejército inicia también el camino de la traición (gritos de: «fuera») y se viste esa traición con el mismo manto que todos los hipócritas y todos los traidores, con el ropaje del anticomunismo que usa Jules Dubois, que usa el Time y que usan los monopolios extranjeros, que usa el periódico Avance y que usa el Diario de la Marina. Y al amparo de la libertad que hay en este pueblo, publicaban sus cartas de renuncias insidiosas, y la señora de Hubert Matos se permitía dudar, en carta pública, que su marido fueras asesinado en una celda. Nosotros, que hemos muerto a quienes teníamos que matar, de frente a la opinión pública de América entera y mostrando la verdad de nuestra causa, que nunca hemos asesinado, que nunca hemos maltratado un solo prisionero de guerra en los momentos más difíciles, ahora estábamos acusados de intento de asesinato en una celda, de intento de asesinato a quien podíamos llevar al paredón por traidor a la Revolución. (Gritos y aplausos.) Lo que no saben esos traidores de aquí dentro y lo que no saben los agresores de afuera es que aún siendo inmenso el poder de este pueblo, no está solo; que no tendrán que agredir solamente a la isla de Cuba, situada en el mar Caribe, de seis millones de habitantes y ciento diez mil kilómetros cuadrados. Ellos no saben que tendrán que agredir también a un continente que empieza en el Río Bravo y acaba en el mismo Polo Sur, de 160 millones de habitantes y veintitantos millones de kilómetros cuadrados. Y parece que no saben tampoco que más allá de los mares, la fuerza incontenible del movimiento revolucionario ha sacudido los pilares coloniales en el Asia y en el Africa y que hay más de mil seiscientos millones más de seres que nos apoyan con todas sus fuerzas. Lo que ellos ignoran es que están solos, lo que ignoran es que son el pasado en la Historia que avanza siempre y que no se repite y por eso, porque no se repite, nosotros no seremos Guatemala, nosotros somos Cuba, la que se yergue hoy a la cabeza de América, la que muestra a sus hermanos de Latinoamérica cuál es el camino de la liberación y la que responde a cada agresión y a cada golpe con un nuevo paso, con una nueva Ley Revolucionaria, con una más encendida fe del pueblo en los altos destinos de nuestra nacionalidad. (Aplausos.)

jueves, 17 de octubre de 2019

Gandhi, Mahatma "¡Salgan de la India!"

Gandhi, Mahatma  "¡Salgan de la India!"


 
Gandhi, Mahatma  "¡Salgan de la India!"

Discurso de Gandhi el 8 de Agosto de 1942.


"He conocido la humanidad. He estudiado algo de psicología. Aunque sé con exactitud qué es, no sé cómo describirlo. Esa voz dentro de mi me dice, «tienes que oponerte al mundo con firmeza aunque te quedes solo. Debes mirar a la cara a todo el mundo aunque el mundo te mire con ojos inyectados en sangre. No temas»..."

"¡Ha llevado tanto tiempo revelar lo que inquietaba mi alma a aquellos a los que ahora tengo el honor de servir! Me han llamado su líder o, en lenguaje militar, su comandante. Pero no veo yo mi posición de ese modo. No tengo otra arma salvo el amor con el que ejercer mi autoridad sobre cualquiera. Llevo, es cierto, un bastón, pero lo podéis romper en pedazos sin el menor esfuer­zo.

Es sólo el báculo con el que me ayudo para caminar. Un tullido como yo no se siente eufórico cuando ha sido invitado a llevar la carga más pesada. Podéis compartir esa carga sólo si ante vosotros me presento no como vuestro comandante, sino como un humilde servidor.

Y aquel que mejor sirve es el primero entre los iguales.

De ahí que me sienta obligado a compartir con vos­otros estos pensamientos que invaden mi pecho y deciros, de forma tan breve como me sea posible, lo que espero que hagáis como primer paso.

De entrada, dejadme que os diga que la lucha real no comienza hoy. Como siempre, voy a tener que dar muchos rodeos. La carga, lo confieso, será casi insopor­table. Debo seguir razonando en aquellos círculos en los que he perdido mi crédito y ya no confían en mí. Sé que en el curso de las últimas semanas, he perdido mi crédito ante un amplio número de amigos, tanto es así, que han empezado a dudar no sólo de mi saber, sino también de mi honestidad.

Si bien no considero que mi saber sea un tesoro tal que no pueda permitirme perderlo, en cambio, mi honestidad sí es un tesoro muy preciado para mí y no puedo permitirme perderlo. Y, sin embargo, me parece que, de momento, lo he perdido.

Ocasiones así surgen en la vida de un hombre que sólo busca la verdad y que trata deservir a la humani­dad y a su país según su mejor entender, sin miedo ni hipocresía. Durante los últimos 50 años no he conoci­do otro modo de hacerlo. He sido un humilde servidor de la humanidad, y en más de una ocasión he presta­do tantos servicios como me fue posible al Imperio, pero, y dejadme que aquí, sin temor a que nadie lo pon­ga en entredicho, diga bien alto que a lo largo de toda mi carrera nunca he pedido ningún favor personal. He disfrutado del honor de la amistad como la que hoy disfruto con lord Linlithgow.

Se trata de una amistad que ha dejado atrás la relación oficial. No sé si lord Linlithgow confirmará mis palabras, pero entre él y yo existe un vínculo personal (...).

Si me tomo la libertad de hacer públicas estas cosas personales y sagradas es sólo para daros una prueba de que el vínculo per­sonal nunca interferirá en la tenaz lucha que si asilo quiere mi suerte tal vez deba entablar contra lord Lin­lithgow como representante del Imperio.

Tendré que resistirme al poder de ese Imperio con el poder de los millones de seres sin voz, sin tener más límite que la no violencia como línea política para esta lucha. Es una tarea espantosa tener que ofrecer resis­tencia a un virrey con quien disfruto de una relación así. En más de una ocasión él ha escuchado mis pala­bras sobre mi pueblo. Me encantaría repetir esa expe­riencia, dicho sea en su honor. Y lo digo con gran orgullo y placer.

Lo digo como muestra de mi deseo de seguir siendo fiel al Imperio cuando ese Imperio perdió mi confianza y el inglés que era su virrey lo supo.

También me invade el sagrado recuerdo de Charlie Andrews. En este momento, siento el espíritu de Andrews a mi lado. Para mí, él resume las tradiciones más brillantes de la cultura inglesa. Con él disfrutaba de una relación mucho más íntima que con la mayo­ría de los indios. Disfrutaba de su confianza. Entre no­sotros no había secretos. Cada día sincerábamos nues­tros corazones.

Lo que hubiera en su corazón, lo decía sin el menor titubeo ni reserva. Es cierto que era ami­go de Gurudev, pero Andrews le miraba con un respe­to reverencial. Tenía aquella humildad peculiar. Pero conmigo llegó a hacerse un amigo muy íntimo. Hace años, vino a verme con una carta de presentación de Gokhale. Pearson y él eran especímenes ingleses de primera categoría. Sé que su espíritu me escucha. Entonces recibí una cálida carta de felicitación envia­da por el metropolitano de Calcuta.

Le considero un hombre de Dios que hoy, no obstante, lucha contra mí.

Con todo estos antecedentes, quiero declarar ante el mundo aunque tal vez haya perdido la considera­ción de muchos amigos en Occidente y deba llevar muy baja la cabeza, pero ni tan sólo por su amistad o por su amor y aprecio debo acallar la voz de la conciencia hoy quiero hacer pública mi naturaleza interior esen­cial. Hay algo dentro de mí que me impele a expresar en voz alta mi dolor.

He conocido la humanidad. He estudiado algo de psicología. Aunque sé con exactitud qué es, no sé cómo describirlo. Esa voz dentro de mi me dice, «tienes que oponerte al mundo con firmeza aunque te quedes solo. Debes mirar a la cara a todo el mundo aunque el mundo te mire con ojos inyectados en sangre. No temas».

Confiad en esta vocecita que reside en el interior de vuestro corazón. Y dice. «Renun­cia a tus amigos, a tu esposa y a todo, y da testimonio de aquello por lo que has vivido y por lo que has de morir».

Quiero vivir todo lo que me quede de vida. Y si por mí fuese haría que la duración de esa vida fuera 120 años. Por entonces, la India sería ya libre, el mun­do sería libre.

Dejad que os diga que no considero a Inglaterra ni, en realidad, tampoco a Estados Unidos, países libres. Son libres a su manera, libres de mantener esclaviza­das a las razas de color de la tierra. ¿Inglaterra o Esta­dos Unidos luchan hoy por la libertad de estas razas? Si no es así, no me pidan que espere hasta que la gue­rra haya terminado. No limiten mi concepto de liber­tad.

Los maestros ingleses y norteamericanos, su his­toria, su magnífica poesía, no dijeron nunca que no se debiera ampliar la interpretación de la libertad. Y de acuerdo con aquella interpretación de la libertad, me veo en la obligación de decir que son ajenos a esa mis­ma libertad que sus maestros y poetas describieron.

Si quisieran conocer la libertad real, deberían venir a la India.Tienen que venir, no con orgullo o arrogancia, sino con el espíritu de quienes buscan la verdad con sinceridad y tenacidad. Se trata de una verdad funda­mental cuya experiencia ha venido haciendo la India a lo largo de 22 años.

De forma inconsciente desde su misma fundación hace ya mucho tiempo, el Partido del Congreso ha veni­do basándose en la no violencia, en los métodos que llaman constitucionales.

Dadabhai y Pherozeshah, que tuvieron el Partido del Congreso de la India en la pal­ma de sus manos, acabaron siendo rebeldes. Amaban al Partido del Congreso. Ellos eran quienes mandaban, pero ante todo, eran sus auténticos servidores.

Nunca toleraré el asesinato, ni el secretismo ni cosas similares. Confieso que entre nosotros, hombres del Partido del Congreso, hay muchas ovejas negras. Pero confío en que toda la India emprenda hoy una lucha no violenta.

Y confío porque mi carácter me lleva a confiaren la bondad innata de la naturaleza humana,que percibe la verdad y se impone casi por instinto en los momentos de crisis. Pero aun en el caso de que pueda estar engañado en esto, no cejaré.

No vacilaré. Desde su creación, el Partido del Congreso basó su política en métodos pacíficos, entre ellos la Swaraj, y generacio­nes posteriores añadieron la no violencia.

Cuando Dadabhai entró en el Parlamento británico, Salisbury le apodó el hombre negro pero el pueblo inglés desbancó a Salisburyy Dadabhai entró en el Parlamento gracias a aquellos votos. La India enloqueció de ale­gría. Estas cosas, no obstante, a la India ya se ie han quedado pequeñas.

Con todas estas cosas como telón de fondo, quisie­ra, no obstante, que ingleses, europeos y todas las Naciones Unidas examinaran en sus corazones qué crimen ha cometido la India al exigir la independen­cia.

Y les pregunto ¿hacen bien en desconfiar de una organización (como el Partido del Congreso), con toda su experiencia, tradición y logros durante más de medio sigloy en tergiversar sus esfuerzos ante todo el mun­do con los instrumentos que tienen a su disposición? ¿Está bien que, por las buenas o por las malas, con la ayuda de la prensa extranjera, con la ayuda del presi­dente de Estados Unidos de América o incluso del gene­ralísimo de China que aún no se ha ganado los laure­les, presenten la lucha de la India como una espantosa caricatura?

Me reuní con el generalísimo (Chiang-kai-Shek) al que conocí gracias a la señora Shek que fue mi intér­prete. Aunque él me pareció un ser inescrutable, no sucedió así con la señora Shek,y él me permitió adivi­nar sus pensamientos a través de ella.

Han orquestado un coro de desaprobación y justi­ficada protesta en todo el mundo contra nosotros. Dicen que nos equivocamos, que el paso que estamos dando es inoportuno.Tengo en muy alta considera­ción a la diplomacia de los británicos que durante tan­to tiempo les ha permitido conservar el Imperio. Pero ahora percibo su tufillo en mi nariz, y proviene de otros que la han estudiado a fondo y ahora la están ponien­do en práctica.

Puede que consigan, mediante estos métodos, hacer que por un tiempo la opinión interna­cional se decante a su favor, pero la India hablará con­tra esa opinión internacional.
Alzará su voz contra toda esa propaganda organizada. Yo la denunciaré, aunque tenga en contra a las Naciones Unidas en pleno, aun­que toda la India me abandone, les diré «están equi­vocados. Con la no violencia, la India arrancará la liber­tad de las manos de quienes no están dispuestos a dársela».

Seguiré adelante no sólo por la India, sino por el bien de todo el mundo. Aun en el caso de que mis ojos se cierren antes de que haya libertad, la no violen­cia no terminará. Asestarán un golpe mortal a China o a Rusia si se oponen a la libertad que la India de la no violencia suplica postrada de rodillas para que se salde una deuda que, desde hace ya mucho tiempo, ha vencido.

¿Alguna vez un acreedor se ha presentado de este modo ante su deudor? Y aun así, cuando la India se enfrenta a una oposición tan enconada, dice «no vamos a dar ningún golpe bajo, hemos aprendido nobleza de sobra. Hemos hecho un juramento de no violencia».

He sido el artífice de la política de evitar situaciones violentas seguida por el Partido del Con­greso y, sin embargo, hoy os hablo con palabras contundentes. Hacerlo es coherente con nuestro honor. Si un hombre me agarrara del cuello y quisiera ahogarme, ¿acaso no iba a luchar por liberarme de inmedia­to? En lo que hoy proponemos no hay inconsecuencia alguna.

Aquí se han congregado hoy representantes de la prensa extranjera. A través de ellos quisiera decirle al mundo que las potencias aliadas que, de un modo u otro, afirman necesitara la India, tienen ahora la oca­sión de proclamar la libertad de la India y demostrar su buena fe. Si dejan pasar esta ocasión, dejarán esca­par la oportunidad de su vida, y la historia levantará acta de que no liberaron a tiempo de sus obligaciones a la India, y que perdieron la batalla.

Necesito la apro­bación del mundo entero para que pueda conseguir ­lo con ellos. No quiero que las potencias aliadas vayan más allá de sus evidentes limitaciones. No quiero que abracen la no violencia y que, hoy mismo, se desarmen. No. Hay una diferencia fundamental entre el fascismo y este imperialismo contra el que lucho.

Aquí se trata de hacer que los británicos se vayan de la India que tie­nen esclavizada. Imaginemos lo diferente que sería si la India participara [en la guerra] como un aliado libre. La libertad, si ha de llegar, debe hacerlo hoy mismo.

De esto no quedará nada si ustedes, que tienen la capacidad de ayudar, no la ejercen hoy. Pero si la ejer­cen, el fulgor de una libertad que hoy parece imposi­ble, será posible mañana. Si la India goza de esa liber­tad, exigirá esa misma libertad para China. Se abrirá el camino para correr en ayuda de Rusia.

En la penín­sula Malaya o en las tierras de Birmania no morían los ingleses. ¿Qué nos permitirá salvar la situación? ¿Adon­de iré, adonde llevaré los 40 crores de la India? Esta inmensa masa de humanidad no brillará en la causa de la liberación del mundo, a menos que palpe y has­ta que haya sentido la libertad.

Hoy no les queda pizca de vida. Les ha sido aplastada. Es preciso devolver el brillo a sus ojos, la libertad debe llegar hoy mismo, no mañana. Hacerlo o morir.

He comprometido al Partido del Congreso y el Partido del Congreso lo hará o morirá."

Fuente: https://www.retoricas.com/2011/05/salgan-de-la-ind