Gandhi, Mahatma "¡Salgan de la India!"
Discurso de Gandhi el 8 de Agosto de 1942.
"He conocido la humanidad. He estudiado algo de
psicología. Aunque sé con exactitud qué es, no sé cómo describirlo. Esa voz
dentro de mi me dice, «tienes que oponerte al mundo con firmeza aunque te
quedes solo. Debes mirar a la cara a todo el mundo aunque el mundo te mire con
ojos inyectados en sangre. No temas»..."
"¡Ha llevado tanto tiempo revelar lo que
inquietaba mi alma a aquellos a los que ahora tengo el honor de servir! Me han
llamado su líder o, en lenguaje militar, su comandante. Pero no veo yo mi
posición de ese modo. No tengo otra arma salvo el amor con el que ejercer mi
autoridad sobre cualquiera. Llevo, es cierto, un bastón, pero lo podéis romper
en pedazos sin el menor esfuerzo.
Es sólo el báculo con el que me ayudo para caminar. Un
tullido como yo no se siente eufórico cuando ha sido invitado a llevar la carga
más pesada. Podéis compartir esa carga sólo si ante vosotros me presento no
como vuestro comandante, sino como un humilde servidor.
Y aquel que mejor sirve es el primero entre los iguales.
De ahí que me sienta obligado a compartir con
vosotros estos pensamientos que invaden mi pecho y deciros, de forma tan breve
como me sea posible, lo que espero que hagáis como primer paso.
De entrada, dejadme que os diga que la lucha real no
comienza hoy. Como siempre, voy a tener que dar muchos rodeos. La carga, lo
confieso, será casi insoportable. Debo seguir razonando en aquellos círculos
en los que he perdido mi crédito y ya no confían en mí. Sé que en el curso de
las últimas semanas, he perdido mi crédito ante un amplio número de amigos,
tanto es así, que han empezado a dudar no sólo de mi saber, sino también de mi
honestidad.
Si bien no considero que mi saber sea un tesoro tal
que no pueda permitirme perderlo, en cambio, mi honestidad sí es un tesoro muy
preciado para mí y no puedo permitirme perderlo. Y, sin embargo, me parece que,
de momento, lo he perdido.
Ocasiones así surgen en la vida de un hombre que sólo
busca la verdad y que trata deservir a la humanidad y a su país según su mejor
entender, sin miedo ni hipocresía. Durante los últimos 50 años no he conocido
otro modo de hacerlo. He sido un humilde servidor de la humanidad, y en más de
una ocasión he prestado tantos servicios como me fue posible al Imperio, pero,
y dejadme que aquí, sin temor a que nadie lo ponga en entredicho, diga bien
alto que a lo largo de toda mi carrera nunca he pedido ningún favor personal.
He disfrutado del honor de la amistad como la que hoy disfruto con lord
Linlithgow.
Se trata de una amistad que ha dejado atrás la
relación oficial. No sé si lord Linlithgow confirmará mis palabras, pero entre
él y yo existe un vínculo personal (...).
Si me tomo la libertad de hacer públicas estas cosas
personales y sagradas es sólo para daros una prueba de que el vínculo personal
nunca interferirá en la tenaz lucha que si asilo quiere mi suerte tal vez deba
entablar contra lord Linlithgow como representante del Imperio.
Tendré que resistirme al poder de ese Imperio con el
poder de los millones de seres sin voz, sin tener más límite que la no
violencia como línea política para esta lucha. Es una tarea espantosa tener que
ofrecer resistencia a un virrey con quien disfruto de una relación así. En más
de una ocasión él ha escuchado mis palabras sobre mi pueblo. Me encantaría
repetir esa experiencia, dicho sea en su honor. Y lo digo con gran orgullo y
placer.
Lo digo como muestra de mi deseo de seguir siendo fiel
al Imperio cuando ese Imperio perdió mi confianza y el inglés que era su virrey
lo supo.
También me invade el sagrado recuerdo de Charlie
Andrews. En este momento, siento el espíritu de Andrews a mi lado. Para mí, él
resume las tradiciones más brillantes de la cultura inglesa. Con él disfrutaba
de una relación mucho más íntima que con la mayoría de los indios. Disfrutaba
de su confianza. Entre nosotros no había secretos. Cada día sincerábamos
nuestros corazones.
Lo que hubiera en su corazón, lo decía sin el menor
titubeo ni reserva. Es cierto que era amigo de Gurudev, pero Andrews le miraba
con un respeto reverencial. Tenía aquella humildad peculiar. Pero conmigo
llegó a hacerse un amigo muy íntimo. Hace años, vino a verme con una carta de
presentación de Gokhale. Pearson y él eran especímenes ingleses de primera
categoría. Sé que su espíritu me escucha. Entonces recibí una cálida carta de
felicitación enviada por el metropolitano de Calcuta.
Le considero un hombre de Dios que hoy, no obstante,
lucha contra mí.
Con todo estos antecedentes, quiero declarar ante el
mundo aunque tal vez haya perdido la consideración de muchos amigos en
Occidente y deba llevar muy baja la cabeza, pero ni tan sólo por su amistad o
por su amor y aprecio debo acallar la voz de la conciencia hoy quiero hacer
pública mi naturaleza interior esencial. Hay algo dentro de mí que me impele a
expresar en voz alta mi dolor.
He conocido la humanidad. He estudiado algo de
psicología. Aunque sé con exactitud qué es, no sé cómo describirlo. Esa voz
dentro de mi me dice, «tienes que oponerte al mundo con firmeza aunque te
quedes solo. Debes mirar a la cara a todo el mundo aunque el mundo te mire con
ojos inyectados en sangre. No temas».
Confiad en esta vocecita que reside en el interior de
vuestro corazón. Y dice. «Renuncia a tus amigos, a tu esposa y a todo, y da
testimonio de aquello por lo que has vivido y por lo que has de morir».
Quiero vivir todo lo que me quede de vida. Y si por mí
fuese haría que la duración de esa vida fuera 120 años. Por entonces, la India
sería ya libre, el mundo sería libre.
Dejad que os diga que no considero a Inglaterra ni, en
realidad, tampoco a Estados Unidos, países libres. Son libres a su manera,
libres de mantener esclavizadas a las razas de color de la tierra. ¿Inglaterra
o Estados Unidos luchan hoy por la libertad de estas razas? Si no es así, no
me pidan que espere hasta que la guerra haya terminado. No limiten mi concepto
de libertad.
Los maestros ingleses y norteamericanos, su historia,
su magnífica poesía, no dijeron nunca que no se debiera ampliar la
interpretación de la libertad. Y de acuerdo con aquella interpretación de la
libertad, me veo en la obligación de decir que son ajenos a esa misma libertad
que sus maestros y poetas describieron.
Si quisieran conocer la libertad real, deberían venir
a la India.Tienen que venir, no con orgullo o arrogancia, sino con el espíritu
de quienes buscan la verdad con sinceridad y tenacidad. Se trata de una verdad
fundamental cuya experiencia ha venido haciendo la India a lo largo de 22
años.
De forma inconsciente desde su misma fundación hace ya
mucho tiempo, el Partido del Congreso ha venido basándose en la no violencia,
en los métodos que llaman constitucionales.
Dadabhai y Pherozeshah, que tuvieron el Partido del
Congreso de la India en la palma de sus manos, acabaron siendo rebeldes.
Amaban al Partido del Congreso. Ellos eran quienes mandaban, pero ante todo,
eran sus auténticos servidores.
Nunca toleraré el asesinato, ni el secretismo ni cosas
similares. Confieso que entre nosotros, hombres del Partido del Congreso, hay
muchas ovejas negras. Pero confío en que toda la India emprenda hoy una lucha
no violenta.
Y confío porque mi carácter me lleva a confiaren la
bondad innata de la naturaleza humana,que percibe la verdad y se impone casi
por instinto en los momentos de crisis. Pero aun en el caso de que pueda estar
engañado en esto, no cejaré.
No vacilaré. Desde su creación, el Partido del
Congreso basó su política en métodos pacíficos, entre ellos la Swaraj, y
generaciones posteriores añadieron la no violencia.
Cuando Dadabhai entró en el Parlamento británico,
Salisbury le apodó el hombre negro pero el pueblo inglés desbancó a Salisburyy
Dadabhai entró en el Parlamento gracias a aquellos votos. La India enloqueció
de alegría. Estas cosas, no obstante, a la India ya se ie han quedado
pequeñas.
Con todas estas cosas como telón de fondo, quisiera,
no obstante, que ingleses, europeos y todas las Naciones Unidas examinaran en
sus corazones qué crimen ha cometido la India al exigir la independencia.
Y les pregunto ¿hacen bien en desconfiar de una
organización (como el Partido del Congreso), con toda su experiencia, tradición
y logros durante más de medio sigloy en tergiversar sus esfuerzos ante todo el
mundo con los instrumentos que tienen a su disposición? ¿Está bien que, por
las buenas o por las malas, con la ayuda de la prensa extranjera, con la ayuda
del presidente de Estados Unidos de América o incluso del generalísimo de
China que aún no se ha ganado los laureles, presenten la lucha de la India
como una espantosa caricatura?
Me reuní con el generalísimo (Chiang-kai-Shek) al que
conocí gracias a la señora Shek que fue mi intérprete. Aunque él me pareció un
ser inescrutable, no sucedió así con la señora Shek,y él me permitió adivinar
sus pensamientos a través de ella.
Han orquestado un coro de desaprobación y justificada
protesta en todo el mundo contra nosotros. Dicen que nos equivocamos, que el
paso que estamos dando es inoportuno.Tengo en muy alta consideración a la
diplomacia de los británicos que durante tanto tiempo les ha permitido
conservar el Imperio. Pero ahora percibo su tufillo en mi nariz, y proviene de
otros que la han estudiado a fondo y ahora la están poniendo en práctica.
Puede que consigan, mediante estos métodos, hacer que
por un tiempo la opinión internacional se decante a su favor, pero la India
hablará contra esa opinión internacional.
Alzará su voz contra toda esa propaganda organizada.
Yo la denunciaré, aunque tenga en contra a las Naciones Unidas en pleno, aunque
toda la India me abandone, les diré «están equivocados. Con la no violencia,
la India arrancará la libertad de las manos de quienes no están dispuestos a
dársela».
Seguiré adelante no sólo por la India, sino por el
bien de todo el mundo. Aun en el caso de que mis ojos se cierren antes de que
haya libertad, la no violencia no terminará. Asestarán un golpe mortal a China
o a Rusia si se oponen a la libertad que la India de la no violencia suplica
postrada de rodillas para que se salde una deuda que, desde hace ya mucho
tiempo, ha vencido.
¿Alguna vez un acreedor se ha presentado de este modo
ante su deudor? Y aun así, cuando la India se enfrenta a una oposición tan
enconada, dice «no vamos a dar ningún golpe bajo, hemos aprendido nobleza de
sobra. Hemos hecho un juramento de no violencia».
He sido el artífice de la política de evitar
situaciones violentas seguida por el Partido del Congreso y, sin embargo, hoy
os hablo con palabras contundentes. Hacerlo es coherente con nuestro honor. Si
un hombre me agarrara del cuello y quisiera ahogarme, ¿acaso no iba a luchar
por liberarme de inmediato? En lo que hoy proponemos no hay inconsecuencia
alguna.
Aquí se han congregado hoy representantes de la prensa
extranjera. A través de ellos quisiera decirle al mundo que las potencias
aliadas que, de un modo u otro, afirman necesitara la India, tienen ahora la
ocasión de proclamar la libertad de la India y demostrar su buena fe. Si dejan
pasar esta ocasión, dejarán escapar la oportunidad de su vida, y la historia levantará
acta de que no liberaron a tiempo de sus obligaciones a la India, y que
perdieron la batalla.
Necesito la aprobación del mundo entero para que
pueda conseguir lo con ellos. No quiero que las potencias aliadas vayan más
allá de sus evidentes limitaciones. No quiero que abracen la no violencia y
que, hoy mismo, se desarmen. No. Hay una diferencia fundamental entre el
fascismo y este imperialismo contra el que lucho.
Aquí se trata de hacer que los británicos se vayan de
la India que tienen esclavizada. Imaginemos lo diferente que sería si la India
participara [en la guerra] como un aliado libre. La libertad, si ha de llegar,
debe hacerlo hoy mismo.
De esto no quedará nada si ustedes, que tienen la
capacidad de ayudar, no la ejercen hoy. Pero si la ejercen, el fulgor de una
libertad que hoy parece imposible, será posible mañana. Si la India goza de
esa libertad, exigirá esa misma libertad para China. Se abrirá el camino para
correr en ayuda de Rusia.
En la península Malaya o en las tierras de Birmania
no morían los ingleses. ¿Qué nos permitirá salvar la situación? ¿Adonde iré,
adonde llevaré los 40 crores de la India? Esta inmensa masa de humanidad no
brillará en la causa de la liberación del mundo, a menos que palpe y hasta que
haya sentido la libertad.
Hoy no les queda pizca de vida. Les ha sido aplastada.
Es preciso devolver el brillo a sus ojos, la libertad debe llegar hoy mismo, no
mañana. Hacerlo o morir.
He comprometido al Partido del Congreso y el Partido
del Congreso lo hará o morirá."
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