miércoles, 25 de noviembre de 2015

RAÚL CASTRO RUZ “las grandes potencias violan el Derecho Internacional, ejercen su dominación mediante el uso de la fuerza y agreden a naciones soberanas al amparo de pretextos y manipulaciones”

RAÚL CASTRO RUZ
las grandes potencias violan el Derecho Internacional, ejercen su dominación mediante el uso de la fuerza y agreden a naciones soberanas al amparo de pretextos y manipulaciones”


raul castro


DISCURSO DEL PRESIDENTE DE CUBA, EN LA APERTURA DE LA III CUMBRE DE JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CELAC), CELEBRADA EN CARACAS, VENEZUELA, 2 de Diciembre de 2011

Compañero Hugo Chávez Frías, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela;
Estimados Presidentes, Primeros Ministros y Jefes de delegaciones:
Saludamos, en primer lugar, al hermano pueblo venezolano y a la Revolución bolivariana. Venezuela nos recibe hoy hospitalaria y orgullosa, en el año que celebra el bicentenario de su independencia y nos ofrece la oportunidad de reunir a los gobiernos de toda América Latina y el Caribe.
Tenemos el privilegio de asistir a un acto fundacional de carácter trascendental. Con las decisiones que aquí adoptamos y el trabajo conjunto de los últimos tres años, reivindicamos más de dos siglos de luchas y esperanzas. Llegar tan lejos nos ha costado esfuerzo, pero también sangre y sacrificio.
Las metrópolis coloniales de antaño y las potencias imperiales de hoy han sido enemigas de este empeño. Han intentado desafiar el ideario de Simón Bolívar quien, con larga visión, sentenció: “La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino”.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es nuestra obra más preciada. Simbólicamente, consolida el concepto de una región unida y soberana, comprometida con un destino común.
En términos estratégicos, nos brinda el instrumento político requerido para aunar voluntades, respetar la diversidad, resolver diferencias, cooperar por el bien de nuestros pueblos y solidarizarnos los unos con los otros. Su éxito dependerá del carácter y la sabiduría de sus miembros, que somos las 33 naciones independientes situadas entre el Río Bravo y la Patagonia.
En la unidad en torno a la soberanía, el desarrollo y la equidad estará nuestra fuerza y de ella dependerá la prosperidad con justicia de los ciudadanos de esta vasta y rica región. No tenemos un ideario plenamente homogéneo, ni coincidimos en todas las posiciones políticas. Esa es parte de la realidad y con ella debemos trabajar en un clima de respeto y cooperación.
Vivimos en una zona libre de armas nucleares, privilegio que disfrutan muy pocas regiones del mundo. Es una contribución fundamental a la causa de la humanidad por la eliminación total de esta amenaza, que pone en peligro la supervivencia humana.
Debemos aspirar a declararnos también, un día no muy lejano, territorio libre de bases militares extranjeras, como aporte adicional a la identidad regional.
El patrimonio común de nuestras tierras y mares atesora una riqueza natural extraordinaria que, utilizada de forma sostenible, con responsabilidad y solidaridad, ofrece a las futuras generaciones las bases de un porvenir de prosperidad y justicia. Contamos con una cultura diversa e interrelacionada, con valores ancestrales autóctonos. Existe un potencial técnico y científico de alto calibre e insuficientemente aprovechado.
A pesar de todo esto y de índices de crecimiento económico no despreciables, América Latina y el Caribe, con más de 20 millones de kilómetros cuadrados de extensión territorial y más de 580 millones de habitantes, avanza lentamente y no logra superar las deformaciones que obstaculizan su desarrollo.
Habitamos en la que se considera la región del mundo con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza. Junto al reconocimiento de que hemos sobrellevado en mejores condiciones los efectos de la crisis económica global, está la gran brecha que significa la extrema concentración de la riqueza en pocas manos frente a la inmensa pobreza de las mayorías.
La prosperidad de nuestra región depende de la solución de este problema. Actualmente hay 180 millones de latinoamericanos y caribeños pobres y, de ellos, 72 millones en extrema pobreza. Es una tragedia que no tendrá solución incluso si cumpliéramos todos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos por las Naciones Unidas.
Hoy, la pobreza afecta a 81 millones de nuestros niños y unos 13 millones de ellos ni siquiera pueden acceder a una alimentación adecuada, en una región que produce más nutrientes de los que necesita. Esos niños son los acreedores del futuro de esta región. Nosotros, sus deudores.
La reciente evolución económica de América Latina y el Caribe muestra que, a pesar de la profunda crisis global, han crecido los ingresos por exportaciones, principalmente de productos básicos; que la carga de la deuda externa, aunque injusta y agobiante, ha sido menor, y que se ha incrementado la acumulación de reservas. Este escenario nos brinda una oportunidad si actuamos con responsabilidad y verdadero espíritu solidario.
Y es con ese espíritu que debemos encarar la situación en Haití, que representa una prueba para todos nosotros. América Latina y el Caribe tienen una responsabilidad histórica y ética con esa república hermana, la primera en independizarse del yugo colonial en nuestra región, donde se produjo, dirigida por esclavos, la primera revolución victoriosa en la historia de la humanidad. Haití requiere y merece que nos esforcemos para contribuir, con aportes más sustantivos, a su reconstrucción y desarrollo, y con estricto apego a la voluntad de su gobierno y a las necesidades de su pueblo.
En nuestro caso, ya lo expresamos en la pasada Cumbre de Cancún, en febrero del 2010, y lo ratificamos hoy: “la colaboración cubana y su modesto esfuerzo permanecerán en Haití los años que sean necesarios, si el Gobierno de esa nación así lo dispone. A nuestro país, férreamente bloqueado, no le sobra ningún recurso, más bien le falta de todo, pero está dispuesto a compartir su pobreza con los que tienen menos, en primer lugar con quien hoy más lo necesita en el continente”.
Yo recuerdo en una ocasión que visité Ecuador, en una de esas tantas reuniones internacionales en que hemos coincidido, que aproveché y visité la Capilla del Hombre, fundada por ese magnífico pintor del continente, Osvaldo Guayasamín, y me impresionó un letrero de un pensamiento que no era de él -según me explicó su hijo mayor- y que estaba en una de las paredes de tan importantísimo centro cultural e histórico. Decía el letrero: “Cuando era niño, lloraba porque no tenía zapatos, hasta que un día vi un niño que no tenía pies”. Quiere decir que siempre, por muy difícil que sea la situación de un país, por muy compleja y grande que sea nuestra pobreza, siempre hay alguien más pobre que nosotros, siempre hay un niño sin pies y que no necesita zapatos.
Estimados colegas:
Hemos asumido el compromiso de oponernos con firmeza a todo intento de desestabilización del orden constitucional en nuestros países.
No es una manifestación fortuita, sino de genuina respuesta al golpe de Estado contra Venezuela del 2002 y luego la asonada petrolera, la sedición en Santa Cruz en Bolivia, el golpe militar perpetrado en Honduras, el intento de golpe en Ecuador y las constantes acciones de desestabilización contra gobiernos legítimamente constituidos, firmemente comprometidos con los reclamos de justicia social de sus pueblos, defensores de la soberanía de sus países y expresiones de la más limpia y efectiva democracia.
Se conoce la naturaleza y las motivaciones de quienes impulsan estos ataques a la institucionalidad soberana y contra los derechos constitucionales de los pueblos. Se sabe también que reciben el apoyo de Estados Unidos y de algunos gobiernos europeos, así como la complicidad de poderosas organizaciones privadas de la industria de la información y la publicidad.
Recuerdo que en una reunión que sostuvimos en Nicaragua, en la capital Managua, por los acontecimientos recientes similares sucedidos en América Central, llamé la atención cuando hice uso de la palabra: ¡Qué casualidad que todos esos intentos han sido contra países del ALBA!, y me viré para el presidente Correa, que estaba a mi izquierda, y le dije: “El próximo serás tú”. Me puso cara de sorpresa, como diciendo: “¿Pero por qué?”. Él mismo y todos ustedes conocen por qué.
Es la pugna entre mezquinos intereses oligárquicos, con apoyo del capital transnacional y los derechos legítimos de los pueblos. Sería un grave error desconocer que América Latina y el Caribe han cambiado, que no se nos puede tratar como en el pasado. Nos ha costado trabajo enfrentar el lastre del colonialismo y el neocolonialismo y debe esperarse una firme determinación regional de defender la independencia duramente alcanzada. La Carta Bicentenaria que hoy adoptamos debe asumirse como expresión de esa realidad.
Más allá de nuestro entorno regional, compartimos un mundo complejo y convulso, en el que los pueblos se rebelan contra las injusticias -lo que vemos en Europa, en otras regiones del mundo y en el propio Estados Unidos con la población norteamericana lo demuestra-, las políticas imperialistas de saqueo, la concentración de la riqueza, la corrupción y el abuso del poder. Se trata de un fenómeno expresado particularmente en el Norte de África, el Medio Oriente, casi toda Europa y Norteamérica. Es expresión del colapso de despiadados modelos económicos neoliberales ya conocidos y repudiados en nuestra región.
Es también un mundo en el que las grandes potencias violan el Derecho Internacional, ejercen su dominación mediante el uso de la fuerza y agreden a naciones soberanas al amparo de pretextos y manipulaciones.
En Libia, la OTAN ha cometido un crimen internacional que ahora amenaza convertirse en modelo. (Se escuchan explosiones de fuegos artificiales).
Esa es la guerra que está echando Chávez contra los mosquitos o no sé contra qué (Chávez le dice que es un cohetazo en Caracas en homenaje a la CELAC).
Para vergüenza de las Naciones Unidas, se ha bombardeado durante ocho meses consecutivos a ciudades indefensas, masacrando civiles, destruyendo servicios sociales, mutilando la infraestructura y llevando a la condición de desplazados y refugiados a cientos de miles de personas.
Para Cuba, no es noticia la actitud de Estados Unidos. Es la misma de siempre. Llevamos enfrentando más de cinco décadas de hostilidad y agresión. Sufrimos el bloqueo económico, comercial y financiero más abarcador y duradero que se haya impuesto a país alguno. Nuestra región lo sabe y no ha dejado de pronunciarse con firmeza, lo cual los cubanos agradecemos a todos ustedes.
Voy a terminar leyendo un párrafo que lo puse, después lo quité, pero después de lo dicho por Chávez lo leeré.
Deseo agradecer a la reunión de Cancilleres del día de ayer, sus generosos planteamientos sobre Cuba y la recomendación de una futura presidencia cubana de la CELAC en el 2013. Iba a dejarlo para mañana o después que ustedes, presidentes, primeros ministros y jefes de delegaciones se manifestaran; pero Chávez, el presidente de Venezuela, el país sede, aquí sacó acuerdos, me hizo votar a mí, yo estuve de acuerdo, voté, y ahora interpreto… ya le pregunté a Correa si está de acuerdo con ese tipo de votación, si se le cede a Cuba la celebración de la próxima CELAC, después de Chile.
Les doy las gracias además, en este caso, no solo a los cancilleres sino a todos los presidentes, primeros ministros y jefes de delegaciones presentes.
Por fin, ¿cómo queda la cosa, Correa? Está de acuerdo, como diría Chávez, ¿no?
¿Están de acuerdo todos o retiro este párrafo? No quiero dar las gracias y que después uno levante la mano y diga: no, no estoy de acuerdo.
(Chávez afirma que estarán en Cuba en el 2013).
Bien, entonces lo mantenemos.
Muchas gracias a todos (Aplausos).
Reconocemos a Venezuela el inmenso esfuerzo desplegado para crear las bases y organizar esta Cumbre, así como al liderazgo del presidente Hugo Chávez Frías al conducirnos hasta aquí, hacia resultados tan prometedores para el futuro de la región y su aporte a favor de la integración y la unidad de América Latina y el Caribe.
En la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Cuba trabajará con dedicación, altruismo y compromiso por la unidad de nuestros pueblos, por un futuro de paz y justicia social, y por el empeño irrenunciable de consolidar la plena independencia de lo que José Martí definió para el porvenir como “Nuestra América”.
Muchas gracias (Aplausos).
RAÚL CASTRO RUZ


FELIPE CALDERÓN HINOJOSA “Nuestros héroes insurgentes derrotaron a ejércitos profesionales y mayores en número. Atravesaron montañas inexpugnables, y recorrieron largas distancias, animados, en todo momento, por los ideales de libertad, igualdad y justicia.”

FELIPE CALDERÓN HINOJOSA
Nuestros héroes insurgentes derrotaron a ejércitos profesionales y mayores en número. Atravesaron montañas inexpugnables, y recorrieron largas distancias, animados, en todo momento, por los ideales de libertad, igualdad y justicia.”


felipe calderon


DISCURSO DEL PRESIDENTE DE MEXICO, EN LA APERTURA DE LA III CUMBRE DE JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CELAC), CELEBRADA EN CARACAS, VENEZUELA, 2 de Diciembre de 2011

Excelentísimo señor Hugo Chávez Frías, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Muy estimadas señoras y señores Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe.
Señoras y señores.
Amigas y amigos:
Agradezco la generosa hospitalidad de las venezolanas y los venezolanos.
Y, a nombre de todos los mexicanos, les extiendo nuestra mayor felicitación, Presidente, por el Bicentenario de la Independencia de Venezuela.
Saludo, desde luego, al Presidente Hugo Chávez, a sus distinguidas hijas y nieta. Le agradezco el enorme esfuerzo por organizar esta Cumbre y, también, le transmito, a nombre de los mexicanos, el mejor deseo y expresión de solidaridad para el pleno y pronto restablecimiento integral de su salud. Estamos con usted en eso, Presidente. Como decíamos hace rato: Ay, Jalisco, no te rajes.
Saludo con aprecio, igualmente, a las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, y me alegra que nos hayamos reunido para trabajar en favor de la unidad y la prosperidad de nuestra gran región.
Como Presidente de México, me es muy grato participar, además, en esta Inauguración de la III Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, que será, como sabemos, de enorme trascendencia para la vida institucional de nuestra región.
Hace dos siglos, nuestros pueblos lucharon por su independencia. Simón Bolívar, Miguel Hidalgo, José María Morelos, José de San Martín, Vicente Guerrero, Bernardo O`Higgins, Ignacio Aldama, Antonio José Sucre y muchas mujeres y muchos hombres más, tuvieron el sueño de ver libres a los americanos y se lanzaron a conquistar ese sueño.
En toda América Latina, en todo el Caribe, se escribieron hazañas inmortales. Nuestros ancestros se arrojaron a la formidable aventura de enfrentar a reinos poderosos, y romper las cadenas del oprobio y de la sujeción, que ataban a los habitantes de nuestro continente.
Nuestros héroes insurgentes derrotaron a ejércitos profesionales y mayores en número. Atravesaron montañas inexpugnables, y recorrieron largas distancias, animados, en todo momento, por los ideales de libertad, igualdad y justicia.
Casi todos los caudillos de la Independencia latinoamericana, escribe nuestro José Vasconcelos, se sintieron animados de un sentimiento humano universal, que coincide con el destino que hoy asignamos al Continente Iberoamericano.
Todos se preocuparon de liberar a sus esclavos, de declarar la igualdad de los hombres, por derecho natural, la igualdad social y cívica de los blancos, negros e indios.
Se ha dicho, muchas veces, que América es el Continente de la utopía, de la raza cósmica, como dijera el propio Vasconcelos, en donde se ha intentado construir sociedades más humanas y mejor desarrolladas.
Y ello fue, precisamente, refrendado por nuestros libertadores, que buscaron crear naciones más justas, en donde todos fuesen ciudadanos de pleno derecho y ya no súbditos; ciudadanos y no súbditos, ni esclavos.
Así lo dijera, también, el gran José María Morelos y Pavón en México, al expedir la primera Constitución para la Libertad de la América Mexicana, buscando que las leyes moderaran la opulencia y la miseria, y quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud.
Al sueño, hecho realidad, de la Independencia, lo acompañaron nuevos anhelos: el progreso de todos los habitantes del Continente, la democracia y la República, como las mejores formas de organización política para los países que nacían, y la unión de todas nuestras naciones en una sola y gran Confederación.
En la Carta de Jamaica, el gran Simón Bolívar escribía: Qué idea más grandiosa la de moldear al nuevo mundo en una gran nación, enlazada por un solo y gran vínculo. Y hoy, dos siglos después, el ideal de Bolívar sigue vigente y nos es común a todos los latinoamericanos y caribeños.
La integración y la unidad política, económica, social y cultural de nuestra región es una aspiración viva y fundamental de nuestros pueblos. Por eso estamos aquí. Y por eso México organizó en febrero del año pasado, 2010, la Cumbre de la Unidad. En ella propusimos hacer converger nuestros mecanismos de diálogo político y cooperación regionales, en uno solo. Y fundamos así, en aquel febrero inolvidable de 2010, en la esplendorosa riviera caribeña de los mayas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
La Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe y, en particular, su Declaración, suscrita por todos los países ahí asistentes, fueron el inicio de esta nueva etapa hacia la integración regional.
Esta Comunidad será el eje de la unión a la que aspiramos todos los habitantes, estoy seguro, de la América y el Caribe nuestro.
Unión para qué.
Unión para defender la democracia en nuestra región y promover la paz. La democracia y la paz, los derechos humanos y su respeto, son valores intrínsecos al nacimiento de nuestros países, y son de los mayores patrimonios y activos de nuestra región.
Y, por ello, la unión que hoy refrendamos nos obliga a procurarlos y preservarlos a toda costa, porque de lo que se trata no es sólo de sumar pueblos y, menos aún, sólo personas, que nos ha tocado el privilegio de encabezarlos, sino, sobre todo, congregar a latinoamericanos y caribeños, en torno a principios, a ideas y a valores, que nos legaron quienes dieron su vida por nuestra libertad e independencia.
Tales principios de justicia, de libertad, de democracia y de derechos de las personas son, y deben serlo, la simiente fecunda de nuestra organización.
Unión para qué.
Unión para impulsar el progreso de nuestros pueblos y, en particular, la prosperidad y la competitividad de América Latina y el Caribe. Particularmente hoy, en estos momentos en que la economía mundial navega por aguas de tormenta, las naciones de Asia y de nuestra América Latina, en particular, son las que han logrado mantener mayores tasas de crecimiento y generación de empleo en la adversidad.
Estoy convencido, señoras y señores, que ésta es la hora y ésta es la década de América Latina. Y por ello, debemos apresurar el paso hacia la integración, no sólo a la integración en el ánimo y en la alegría, sino en la integración, que es la que da de comer y permite avanzar hacia la prosperidad y a un mayor ingreso y desarrollo a nuestros pueblos: la integración económica.
Mientras más integrados estemos entre nosotros, tendremos y compartiremos más nuestro crecimiento y nuestra prosperidad.
Por eso, necesitamos integración, no sólo en palabras, sino en una realidad que nos ayude a convertir ese intercambio entre latinoamericanos y caribeños en signos de prosperidad y de crecimiento. Y esto se logra a través del intercambio, del intercambio seguro, del intercambio fluido de los bienes, de los servicios, de las personas y de las inversiones en nuestro Continente.
Hoy, como hace 200 años, como fue el sueño de Bolívar, el futuro está en el nuevo mundo. Así que vayamos adelante, hacia la integración latinoamericana y caribeña.
Unión para qué.
Unión, también, y fundamentalmente, para acabar con la pobreza y la desigualdad.
En un mundo severamente marcado por la inequidad, es necesario abrir las puertas y el acceso a la alimentación, a la salud, a la educación y al desarrollo de todos los habitantes de la región.
En nuestro México estamos logrando la cobertura universal de salud: médico, medicinas, tratamiento y hospital para cualquier mexicana y cualquier mexicano que lo necesite. Y esto lo podemos lograr en nuestra América Latina y el Caribe, si nos lo proponemos.
Igualar las oportunidades de nuestra gente permitirá a todos nuestros ciudadanos salir adelante por su propio esfuerzo y por su propio pie.
Unión, también, para proteger nuestro medio ambiente, a la Madre Tierra, hoy, precisamente, tan devastada por la acción irresponsable del hombre.
Mientras en América del Sur se viven las peores inundaciones y ciclos de lluvia que generaciones enteras recuerden, en nuestro México, por ejemplo, se vive en 40 por ciento del territorio nacional la peor sequía que se tenga registro.
Debemos cerrar la brecha que hemos abierto entre el hombre y la naturaleza y, lo que es más, no cerrarla aisladamente, sino cerrar la brecha, también, entre ricos y pobres, entre el Norte y el Sur, al mismo tiempo que cerramos la brecha con la naturaleza.
De ahí la importancia de sumar esfuerzos contra el cambio climático; la importancia de diseñar, con políticas públicas nuestras, autóctonas, un modelo de desarrollo humano sustentable, una verdadera economía verde que, a la vez que preserve el ambiente, sea capaz de generar prosperidad.
Esa es la ruta para mejorar el bienestar de la población, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones que están por venir.
Unión, también, para poner un alto al crimen organizado transnacional y a su violencia. Defender a los ciudadanos; defender a las familias de nuestros pueblos, que sufren el acoso de los criminales. Garantizar su seguridad es un imperativo ético, y es un imperativo legal, un imperativo categórico para cualquier gobierno.
Es fundamental detener a los delincuentes que amenazan la vida, la libertad y los derechos de nuestros ciudadanos, y que han convertido, para tristeza de todos nosotros, han convertido a nuestra América Latina y el Caribe en la región más violenta del mundo.
La solución a este problema internacional, tiene que pasar por una respuesta, también, internacional. Una respuesta conjunta, que involucre la responsabilidad y la exigencia de todos y, especialmente, de los países consumidores de estupefacientes, donde se generan ganancias irresponsables para la criminalidad.
Estoy convencido, amigas y amigos, de que la unión y la cooperación entre nuestras naciones nos permitirá superar los más difíciles desafíos de la actualidad. Y por ello, será menester impulsar y cultivar, y regar y ampliar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños que constituyéramos allá, en febrero del 10.
Esta Comunidad nos permite sumar y articular esfuerzos, encontrarnos en nuestras diferencias para, respetuosamente, impulsar nuestras amplísimas coincidencias; y recordar las palabras que nos legara el libertador Bolívar en su última proclama, poco antes de morir, en 1830: Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión.
Ésta es la unión a la que aspiramos. Por eso, hago votos para que este mecanismo de integración sea fructífero y perdurable, y que materialice por siempre la aspiración genuina y largamente acariciada de unión entre todos nuestros países, que, desde hace rato, y siempre, sabemos que somos, ante todo, pueblos hermanos.
Señoras y señores Jefes de Estado y de Gobierno.
Señoras y señores.
Querido pueblo venezolano:
Qué ventura que nuestros esfuerzos en esta Cumbre nos acerquen a la anhelada unidad entre los pueblos latinoamericanos y caribeños.
Somos un mismo Continente, una misma alma. Como lo escribiera el gran José Martí: Del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semi por las naciones románticas del Continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva.
Qué viva la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
FELIPE CALDERON HINOJOSA


DAVID CAMERON “¿Cómo logramos mejorar las cosas sin gastar más dinero?”

DAVID CAMERON 
¿Cómo logramos mejorar las cosas sin gastar más dinero?”


david cameron


Conferencia “LA PROXIMA ERA DE LOS GOBIERNOS" Febrero de 2010]

Alguien dijo una vez, “la política es la farándula para los feos”. Así que, por ese lado, creo que ya cumplo. Otra cosa a considerar es el gran honor que es, como político, dar una TED Talk, especialmente aquí en el Reino Unido, donde la reputación de la política, con el escándalo de los gastos, se ha hundido tanto.
Incluso ha circulado hasta hace poco el chiste de que los científicos habían pensado reemplazar en sus experimentos ratas por políticos. Y alguien preguntó, “¿Por qué?” y dijeron, “Bueno, no hay escasez de políticos. A nadie le importa en lo más mínimo lo que les ocurra. Al fin y al cabo, hay cosas que las ratas no estarán dispuestas a hacer”. (Risas)
Sé que todos ustedes adoran los datos, así que comienzo con una diapositiva repleta de datos. Esto es lo más importante a tener en cuenta en la política británica o estadounidense, que nos hemos quedado sin dinero. Tenemos unos déficits presupuestarios enormes. Éste es mi reloj de deuda pública global, y, como pueden observar, es de 32 mil billones y sigue aumentando.
Y creo que esto nos lleva a reconocer algo muy sencillo. Existe una cuestión en política en este momento, por encima de todas, y es ésta: ¿Cómo logramos mejorar las cosas sin gastar más dinero? Porque no va a haber mucho dinero para mejorar los servicios públicos o para mejorar el gobierno, o para mejorar tantas otras cosas de las que hablan los políticos. Lo que se deduce de aquí es que si se piensa que se trata sólo de dinero, que sólo se puede medir el éxito de los servicios públicos de la sanidad, la educación y la política, gastando más dinero, que sólo se puede medir el progreso gastando dinero, se va a pasar bastante mal.
Pero si se piensa que importan otra muchas cosas, que implican bienestar, cosas como sus relaciones familiares, amistades, comunidad, valores, entonces, es un momento apasionante para estar en política. Y la idea sumamente simple que quiero plantear, la idea extremadamente simple es ésta, si combinamos la filosofía política correcta, el pensamiento político correcto, con la increíble revolución en la información que ha tenido lugar, y de la que todos ustedes saben mucho más que yo, creo que existe una oportunidad increíble para rehacer la política, rehacer el gobierno, rehacer los servicios públicos, y lograr lo que aparece en la diapositiva, un gran aumento en nuestro bienestar. Esa es la idea que quiero plantear esta noche.
Empecemos con la filosofía política. Yo no digo en absoluto que los conservadores británicos tengan todas las respuestas. Por supuesto que no. Pero hay dos cosas en el fondo que creo impulsan una filosofía conservadora que resultan muy relevantes en todo este debate. La primera es ésta, creemos que si a la gente se le da más poder y control sobre sus vidas, si a la gente se le da más opciones, si se les pone en el asiento del conductor, entonces se puede crear una sociedad más fuerte y mejor. Y si se une a este hecho la increíble abundancia de información que tenemos hoy en el mundo, creo que se puede, como he dicho, rehacer por completo la política, el gobierno y los servicios públicos.
La segunda cosa que creemos es en proceder según la naturaleza humana La política y los políticos no tendrán éxito si de verdad no intentan tratar a la gente como es, en lugar de como les gustaría que fuera. Si se combina este pensamiento muy simple y muy conservador… proceder según la naturaleza humana… con todos los avances en economía conductual, algunos de los cuales ya hemos oído hablar, de nuevo, creo que podemos lograr un gran aumento del bienestar, de la felicidad, de una sociedad más fuerte sin tener obligatoriamente que gastarse muchísimo dinero.
¿Por qué creo que ahora es el momento de plantear esta idea? Bueno, me temo que van a tener que sufrir una breve y condensada lección de historia sobre lo que yo diría que son los tres pasajes de la historia, la era pre-burocrática, la era burocrática, y en la que vivimos ahora, que creo que es una era post-burocrática. Una forma más sencilla de abordarlo es que hemos pasado de un mundo de control local, después pasamos a un mundo de control central, y ahora estamos en un mundo de control personal. Poder local, poder central, ahora, poder personal.
Aquí tenemos al rey Knut, fue rey hace mil años. Pensaba que podía cambiar el sentido de las olas. No pudo. En realidad no pudo hacer cambiar el sentido de casi nada, porque si eras rey hace mil años, mientras tardabas horas y horas y semanas y más semanas en atravesar tu propio país, no te hacías cargo de mucho. No te hacías cargo de la política, justicia, educación, salud, estado de bienestar. Te limitabas a ir a la guerra y ya estaba. Eso era en la era pre-burocrática, una época en la que todo tenía que ser local. Se tenía que tener control local porque no se disponía de información en el ámbito nacional porque los desplazamientos estaban muy restringidos. De modo que ésta era la era pre-burocrática.
Siguiente parte de la lección de historia contra reembolso, la preciosa imagen de la Revolución Industrial británica. De repente, todo tipo de transporte, desplazamiento, información eran posibles, y esto dio lugar a, lo que me gusta denominar, la era burocrática. Espero que esta diapositiva cambie sin problemas. Aquí lo tenemos. De repente, aparece el gran y poderoso estado central. Era capaz, tan sólo, de organizar la sanidad, la educación, la política y la justicia. Era, como digo, no el mundo del poder local sino del poder central Había absorbido todo ese poder de las entidades locales. Era capaz de hacerlo solo.
La siguiente etapa, que todos Uds. conocen tan bien, es la revolución de la información masiva. Simplemente consideren este hecho. Hace 100 años, enviar estas 10 palabras costaba 50 dólares. Ahora, aquí estamos conectados con Long Beach y con cualquier sitio, y con todos esos lugares secretos por una fracción de ese coste, y podemos enviar y recibir cantidades ingentes de información sin coste alguno. Así que vivimos en una era post-burocrática, donde es posible un genuino poder de la gente.
Bien, ¿qué implica esto respecto a nuestros políticos, respecto a nuestros servicios públicos, a nuestro gobierno? No puedo, con el tiempo del que dispongo, ofrecer muchos ejemplos, pero permítanme que les dé unas muestras de cómo la vida puede cambiar. Esto es tan obvio, en cierto sentido, porque piensen en cómo todos ustedes han cambiado la forma de comprar, de viajar, de hacer negocios. Eso ya ha ocurrido; la revolución de internet y de la información ha penetrado en nuestras sociedades de tantas formas diferentes, pero ni tan siquiera ha afectado a nuestro gobierno.
¿Cómo ha podido ocurrir esto? Creo que hay tres aspectos fundamentales que debería transformar, en transparencia, mayor elección y rendición de cuentas, en darnos ese genuino poder de la gente. Si abordamos la transparencia, éste es uno de mis sitios webs favoritos, El Portal sobre Rendición de Cuentas de Surrey. Antiguamente, sólo el gobierno podía guardar la información, y sólo unos cuantos elegidos podían intentar tener acceso a ella y cuestionarla y discutirla. Bien, en otro sitio web, de un estado de EE. UU., cada dólar gastado por el gobierno tiene la opción de búsqueda, análisis y control.
Piensen en el enorme cambio que eso supone. Cualquier empresa que desee optar a una licitación puede ver lo que se está gastando actualmente. Cualquiera que piense, yo podría hacer ese servicio mejor, más barato, todo lo tiene disponible aquí. Tan sólo, en el gobierno y en política, hemos empezado a arañar la superficie de lo que la gente hace en el ámbito comercial con la revolución en la información. Por lo tanto, la transparencia total supondrá una diferencia enorme. En este país, si ganamos las elecciones, vamos a hacer que todo el gasto público que supere las 25.000 libras sea transparente y esté disponible en Internet, para cualquiera. Vamos a hacer que cada licitación, anunciamos esto hoy, esté disponible en Internet, de forma que cualquiera vea cuáles son los términos, cuáles son las condiciones, aportando un enorme valor al dinero, pero también un enorme incremento, creo, en el bienestar también.
Elección. Todos ustedes compran en línea, comparan, lo hacen todo en línea, y sin embargo esta revolución apenas ha tocado la superficie de los servicios públicos como la educación, la sanidad, o la política, y van a ver extenderse este cambio ampliamente. Deberíamos llevar a cabo este cambio con la revolución en la información en nuestro país, con sitios con opción a búsqueda sobre sanidad, para que se vea qué operaciones salen bien, qué historiales tienen los médicos, la limpieza de los hospitales, quién realiza un mejor control de los contagios, toda la información que estaba encerrada en el Ministerio de Sanidad, ahora está a nuestra disposición.
Y el tercero de esos grandes cambios, la rendición de cuentas. Éste, en mi opinión, es un cambio enorme. Es un mapa delictivo. Un mapa delictivo de Chicago. En lugar de tener una situación en la que la policía tiene la información sobre qué delitos se cometen dónde, y tenemos que emplear a gente en el gobierno para intentar que la policía rinda cuentas, de repente, tenemos esta oportunidad inmensa para el poder de la gente, en la que nosotros, como ciudadanos, podemos ver qué delitos se comenten, dónde, cuándo y por quién, y podemos insistir en que la policía rinda cuentas. Y pueden observar que esto, parece un gorrito de chef, pero en realidad es una agresión, el azul. Pueden ver qué delito se comete y dónde, y tienen la oportunidad de insistir en que la fuerzas de seguridad rindan cuentas. Por lo tanto esos tres aspectos, transparencia, rendición de cuentas y elección, marcarán una diferencia enorme.
También mencioné que el otro principio sobre el que deberíamos trabajar es comprender a la gente, es reconocer que proceder según la naturaleza humana permite lograr mucho más. Vivimos una revolución enorme en la comprensión del porqué la gente se comporta como lo hace, y una gran oportunidad para aplicar mejor ese conocimiento e información. Estamos trabajando con algunas de esas personas. Algunas de ellas nos están aconsejando, como se ha dicho, para intentar dar cuenta de toda la experiencia.
Permítanme darles un ejemplo que me parece muy sencillo, y que me encanta. Queremos lograr que la gente utilice la energía de forma más eficiente. ¿Por qué? Reduce la escasez de combustible, sus facturas, y reduce las emisiones de carbono al mismo tiempo. ¿Cómo se hace eso? Hemos tenido campañas institucionales de información durante años en las que te dicen que apagues las luces al salir de casa. Incluso tuvimos, un ministro del gobierno nos dijo una vez que nos cepilláramos los dientes a oscuras. No creo que duraran mucho. Observen lo que esto produce. Una pequeña muestra de economía conductual. La mejor forma de lograr que alguien reduzca su factura de la luz es mostrarle su propio consumo, mostrarle lo que sus vecinos consumen, y después mostrar lo que un vecino responsable consume. Esa clase de economía conductual puede transformar la conducta de la gente de una forma que todo el acoso y toda la información y toda la presión de un gobierno posiblemente no pueda lograr. Otros ejemplos son reciclar. Todos sabemos que tenemos que reciclar más. ¿Cómo hacemos para sea así? La evidencia de EE.UU. es, si se paga a la gente por reciclar, si se le da una zanahoria en lugar de un palo, se puede transformar su conducta.
¿Qué viene siendo todo esto? Aquí tienen mis dos discursos favoritos de los EE.UU de los últimos 50 años. Obviamente, aquí tenemos a JFK con su formulación increíblemente sencilla e impactante, “No se pregunten qué puede hacer su país por Uds, sino qué pueden hacer Uds por su país”, una opinión increíblemente noble. Pero cuando él pronunció ese discurso, ¿qué se podía hacer para construir una sociedad más fuerte? Podías luchar por tu país, podías morir por tu país, podías realizar el servicio civil de tu país, pero en realidad no se tenía la información y el conocimiento y la capacidad para contribuir a hacer una sociedad más fuerte como ahora.
Y creo, un discurso incluso más maravilloso, que voy a leer un fragmento, que resume lo que dije al principio sobre creer que en la vida, hay mucho más cosas que el dinero, y más cosas que deberíamos intentar medir que el dinero. y es la preciosa descripción de Robert Kennedy de por qué el producto interior bruto refleja tan poco. “No tiene en cuenta la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación, o la alegría de sus juegos. Ni la belleza de nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios, la inteligencia de nuestro debate público. No mide ni nuestro ingenio ni nuestro coraje, ni nuestra sabiduría ni nuestro aprendizaje, ni nuestra compasión ni nuestra lealtad a nuestro país. Lo mide todo, en resumen, excepto lo que hace que la vida merezca la pena”.
De nuevo, una opinión expresada de una forma tan noble y hermosa hace 40 años, y un sueño hermoso de hace 40 años, pero ahora con los enormes avances en las tecnologías de la información, con los amplios cambios en la economía conductual, con todo lo que sabemos sobre cómo mejorar el bienestar, si combinamos esos factores, de dar poder a la gente, y utilizar la información para hacerlo posible, y utilizar el enfoque de proceder según la naturaleza humana, mientras al mismo tiempo, comprender el comportamiento de la gente, es un sueño más fácil de realizar hoy de lo que lo fue en ese hermoso discurso de hace 40 años.
Gracias. (Aplausos)
DAVID CAMERON

viernes, 30 de octubre de 2015

GEORGE W. BUSH “Estados Unidos de Norteamérica tiene la autoridad soberana de usar la fuerza para garantizar su propia seguridad nacional.”

GEORGE W. BUSH
Estados Unidos de Norteamérica tiene la autoridad soberana de usar la fuerza para garantizar su propia seguridad nacional.”


DISCURSO DE ULTIMÁTUM A IRAK 20 de Marzo de 2003

Mis conciudadanos, los acontecimientos en Irak han llegado ahora a los días decisivos finales. Durante más de una década, los Estados Unidos y otras naciones han hecho esfuerzos pacientes y honorables por desarmar al régimen iraquí sin una guerra. Ese régimen prometió divulgar y destruir todas sus armas de destrucción en masa como condición para finalizar la Guerra del Golfo Pérsico en 1991.
Desde entonces, el mundo ha participado en 12 años de diplomacia. Hemos aprobado más de una docena de resoluciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Hemos enviado a cientos de inspectores de armas a supervisar el desarme de Irak. Nuestras buenas intenciones no han sido correspondidas. El régimen iraquí ha utilizado la diplomacia como una táctica para ganar tiempo y sacar ventaja. Ha desafiado uniformemente las resoluciones del Consejo de Seguridad que exigían su desarme total. A lo largo de los años, los inspectores de armas de la ONU han sido amenazados por los funcionarios iraquíes, interceptados electrónicamente y engañados sistemáticamente. Los esfuerzos pacíficos por desarmar al régimen iraquí han fracasado una y otra vez porque no estamos lidiando con hombres pacíficos.
Los datos de inteligencia recopilados por este gobierno y hacen que no quepa ninguna duda que el régimen de Irak continúa poseyendo y escondiendo algunas de las armas más letales jamás inventadas. Este régimen ya ha utilizado las armas de destrucción en masa contra los vecinos de Irak y contra el pueblo de Irak.
El régimen tiene una trayectoria de temeraria agresión en el Medio Oriente. Tiene un odio profundo hacia los Estados Unidos y nuestros amigos. Y ha ayudado, entrenado y protegido a terroristas, incluso a agentes de Al- Qaeda.
El peligro es evidente: Al utilizar armas químicas, biológicas o, algún día, nucleares, obtenidas con la ayuda de Irak, los terroristas podrían satisfacer sus ambiciones declaradas y matar a miles o cientos de personas inocentes en nuestro país o en cualquier otro.
Los Estados Unidos y otras naciones no han hecho nada para merecer ni provocar esta amenaza. Pero haremos de todo para vencerla. En vez de ir a la deriva hacia la tragedia, fijaremos un rumbo hacia la seguridad. Antes de que pueda llegar el día del horror, antes de que sea demasiado tarde para obrar, se eliminará este peligro.
Estados Unidos de Norteamérica tiene la autoridad soberana de usar la fuerza para garantizar su propia seguridad nacional. Ese deber recae en mí, como Jefe de Estado, por el juramento que presté, por el juramento con el cual cumpliré.
Al reconocer la amenaza contra nuestro país, el Congreso de los Estados Unidos votó abrumadoramente el año pasado a favor del uso de fuerza contra Irak. Estados Unidos trató de colaborar con las Naciones Unidas para enfrentar esta amenaza porque queríamos resolver el asunto pacíficamente. Creemos en la misión de las Naciones Unidas. Una de las razones por las cuales se fundó la ONU después de la Segunda Guerra Mundial fue para confrontar a los dictadores agresivos de manera activa y temprana, antes de que pudiesen atacar a los inocentes y destruir la paz.
George W. Bush


ANDRÉS BELLO “tendremos constituciones estables, que afiancen la libertad e independencia, al mismo tiempo que el orden y la tranquilidad, a cuya sombra podamos consolidarnos y engrandecernos”

ANDRÉS BELLO

tendremos constituciones estables, que afiancen la libertad e independencia, al mismo tiempo que el orden y la tranquilidad, a cuya sombra podamos consolidarnos y engrandecernos”


LAS REPÚBLICAS HISPANOAMERICANAS: AUTONOMÍA CULTURAL 1836

El aspecto de un dilatado continente que aparecía en el mundo político, emancipado de sus antiguos dominadores, y agregando de un golpe nuevos miembros a la gran sociedad de las naciones, excitó a la vez el entusiasmo de los amantes de los principios, el temor de los enemigos de la libertad, que veían el carácter distintivo de las instituciones que América escogía, y la curiosidad de los hombres de Estado. Europa, recién convalecida del trastorno en que la revolución francesa puso a casi todas las monarquías, encontró en la revolución de América del Sur un espectáculo semejante al que poco antes de los tumultos de París había fijado sus ojos en la del Norte, pero más grandioso todavía, porque la emancipación de las colonias inglesas no fue sino el principio del gran poder que iba a elevarse de este lado de los mares, y la de las colonias españolas debe considerarse como su complemento.
Un acontecimiento tan importante, y que fija una era tan marcada en la historia del mundo político, ocupó la atención de todos los Gabinetes y los cálculos de todos los pensadores.
No ha faltado quien crea que un considerable número de naciones colocadas en un vasto continente, e identificadas en instituciones y en origen, y a excepción de los Estados Unidos, en costumbres y religión, formarán con el tiempo un cuerpo respetable, que equilibre la política europea y que, por el aumento de riqueza y de población y por todos los bienes sociales que deben gozar a la sombra de sus leyes, den también, con el ejemplo, distinto curso a los principios gubernativos del Antiguo Continente. Mas pocos han dejado de presagiar que, para llegar a este término lisonjero, teníamos que marchar por una senda erizada de espinas y regada de sangre; que nuestra inexperiencia en la ciencia de gobernar había de producir frecuentes oscilaciones en nuestros Estados; y que mientras la sucesión de generaciones no hiciese olvidar los vicios y resabios del coloniaje, no podríamos divisar los primeros rayos de prosperidad.
Otros, por el contrario, nos han negado hasta la posibilidad de adquirir una existencia propia a la sombra de instituciones libres que han creído enteramente opuestas a todos los elementos que pueden constituir los Gobiernos hispanoamericanos. Según ellos, los principios representativos, que tan feliz aplicación han tenido en los Estados Unidos, y que han hecho de los establecimientos ingleses una gran nación que aumenta diariamente en poder, en industria, en comercio y en población, no podían producir el mismo resultado en la América española. La situación de unos y otros pueblos al tiempo de adquirir su independencia era esencialmente distinta: los unos tenían las propiedades divididas, se puede decir, con igualdad, los otros veían la propiedad acumulada en pocas manos. Los unos estaban acostumbrados al ejercicio de grandes derechos políticos al paso que los otros no los habían gozado, ni aun tenían idea de su importancia. Los unos pudieron dar a los principios liberales toda la latitud de que hoy gozan, y los otros, aunque emancipados de España, tenían en su seno una clase numerosa e influyente, con cuyos intereses chocaban. Estos han sido los principales motivos, porque han afectado desesperar de la consolidación de nuestros Gobiernos los enemigos de nuestra independencia.
En efecto, formar constituciones políticas más o menos plausibles, equilibrar ingeniosamente los poderes, proclamar garantías y hacer ostentaciones de principios liberales, son cosas bastante fáciles en el estado de adelantamiento a que ha llegado en nuestros tiempos la ciencia social. Pero conocer a fondo la índole y las necesidades de los pueblos a quienes debe aplicarse la legislación, desconfiar de las seducciones de brillantes teorías, escuchar con atención e imparcialidad la voz de la experiencia, sacrificar al bien público opiniones queridas, no es lo más común en la infancia de las naciones y en crisis en que una gran transición política, como la nuestra, inflama todos los espíritus. Instituciones que en la teoría parecen dignas de la más alta admiración, por hallarse en conformidad con los principios establecidos por los más ilustres publicistas, encuentran, para su observancia, obstáculos invencibles en la práctica; serán quizá las mejores que pueda dictar el estudio de la política en general, pero no, como las que Solón formó para Atenas, las mejores que se pueden dar a un pueblo determinado. La ciencia de la legislación, poco estudiada entre nosotros cuando no teníamos una parte activa en el gobierno de nuestros países, no podía adquirir desde el principio de nuestra emancipación todo el cultivo necesario, para que los legisladores americanos hiciesen de ella meditadas, juiciosas y exactas aplicaciones, y adoptasen, para la formación de las nuevas constituciones, una norma más segura que la que pueden presentarnos máximas abstracciones y reglas generales.
Estas ideas son plausibles; pero su exageración sería más funesta para nosotros que el mismo frenesí revolucionario. Esa política asustadiza y pusilánime desdoraría al patriotismo americano; y ciertamente está en oposición con aquella osadía generosa que le puso las armas en la mano, para esgrimirlas contra la tiranía. Reconociendo la necesidad de adaptar las formas gubernativas a las localidades, costumbres y caracteres nacionales, no por eso debemos creer que nos es negado vivir bajo el amparo de instituciones libres y naturalizar en nuestro suelo las saludables garantías que aseguran la libertad, patrimonio de toda sociedad humana que merezca nombre de tal. En América, el estado de desasosiego y vacilación que ha podido asustar a los amigos de la humanidad es puramente transitorio. Cualesquiera que fuesen las circunstancias que acompañasen a la adquisición de nuestra independencia, debió pensarse que el tiempo y la experiencia irían rectificando los errores, la observación descubriendo las inclinaciones, las costumbres y el carácter de nuestros pueblos, y la prudencia combinando todos estos elementos, para formar con ellos la base de nuestra organización. Obstáculos que parecen invencibles desaparecerán gradualmente: los principios tutelares, sin alterarse en la sustancia, recibirán en sus formas externas las modificaciones necesarias, para acomodarse a la posición peculiar de cada pueblo; y tendremos constituciones estables, que afiancen la libertad e independencia, al mismo tiempo que el orden y la tranquilidad, a cuya sombra podamos consolidarnos y engrandecernos. Por mucho que se exagere la oposición de nuestro estado social con algunas de las instituciones de los pueblos libres, ¿se podrá nunca imaginar un fenómeno más raro que el que ofrecen los mismos Estados Unidos en la vasta libertad que constituye el fundamento de su sistema político y en la esclavitud en que gimen casi dos millones de negros bajo el azote de crueles propietarios? Y sin embargo, aquella nación está constituida y próspera.
Entre tanto, nada más natural que sufrir las calamidades que afectan a los pueblos en los primeros ensayos de la carrera política; mas ellas tendrán término, y América desempeñará en el mundo el papel distinguido a que la llaman la grande extensión de su territorio, las preciosas y variadas producciones de su suelo y tantos elementos de prosperidad que encierra.
Durante este período de transición, es verdaderamente satisfactorio para los habitantes de Chile ver que se goza en esta parte de América una época de paz que, ya se deba a nuestras instituciones, ya al espíritu de orden que distingue el carácter nacional, ya a las lecciones de pasadas desgracias, ha alejado de nosotros escenas de horror que han afligido a otras secciones del continente americano. En Chile están armados los pueblos por la ley; pero hasta ahora esas armas no han servido sino para sostener el orden y el goce de los más preciosos bienes sociales; y esta consoladora observación aumenta en importancia al fijar nuestra vista en las presentes circunstancias, en que se ocupa la nación en las elecciones para la primera magistratura. Las tempestuosas agitaciones que suelen acompañar a estas crisis políticas no turban nuestra quietud; los odios duermen; las pasiones no se disputan el terreno; la circunspección y la prudencia acompañan al ejercicio de la parte más interesante de los derechos políticos. Sin embargo, estas mismas consideraciones causan el desaliento y tal vez la desesperación de otros. Querrían que este acto fuese solemnizado con tumultos populares, que le presidiese todo género de desenfreno, que se pusiesen en peligro el orden y las más caras garantías... ¡Oh!, ¡nunca lleguen a verificarse en Chile estos deseos!
ANDRES BELLO

Publicado en: El Araucano, Santiago de Chile, 1836