EL DISCURSO DE RAFAEL CORREA
EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES AL RECIBIR “DOCTOR HONORIS CAUSA”
“ECONOMÍA PARA EL DESARROLLO: LA EXPERIENCIA ECUATORIANA”
Quilmes, mayo 17 de 2017
INTRODUCCIÓN
Agradezco a todos ustedes por tan caluroso
recibimiento en esta bellísima Alma Mater que tiene poco menos de 30 años de
vida, pero que los ha recorrido con excelencia. Aprovecho para felicitarlos por
haber sido pioneros en materia de educación no presencial en Latinoamérica.
Siempre me es grato volver a la Argentina, la
patria de Belgrano, creador de la bandera nacional y promotor de las primeras
instituciones educativas y culturales de este querido país. La patria de San
Martín, prócer de la independencia de varias naciones, tal como también lo fue Bolívar.
La tierra de grandes deportistas, artistas,
escritores, y también la cuna de uno de los grandes líderes espirituales como
lo es el Papa Francisco. Aquí, se
gestaron extraordinarios luchadores por las causas de la paz, la justicia y la
dignidad en América Latina como Ernesto “El Che” Guevara, Adolfo Pérez Esquivel
y otras personalidades que le otorgaron
a esta tierra cinco premios Nobel.
Quiero expresarles mi agradecimiento por este
Doctorado Honoris Causa que lo recibo en nombre del pueblo ecuatoriano que, con
lucidez, ha sostenido todos estos años el proceso de cambio revolucionario y
pacífico que vive mi país.
Tal vez ustedes no lo sepan pero antes de ser
presidente fui profesor universitario toda mi vida, y por eso regresar a la
Academia me renueva el alma, más aún, cuando las diferencias entre la vida
académica y la vida política son abismales. Mientras en la vida académica es un
pecado no decir la verdad, parecería ser que en la vida política es un pecado
decirla.
¡Qué grato volver a la Academia! Gracias por
permitirme hacerlo, en esta ocasión, conjugando mi pasión por la enseñanza con
lo que he podido lograr en los últimos diez años como Presidente de la
República de Ecuador.
PRESENTACIÓN
DEL PAÍS
Reciban un cariñoso saludo del Ecuador, pequeña
nación sudamericana ubicada exactamente en la mitad del mundo, en la latitud
cero.
Con apenas 257.217,07 kilómetros cuadrados, una extensión menor que la provincia de Buenos Aires
y similar población, Ecuador es el país megadiverso más
compacto del mundo, lleno de tesoros
naturales, históricos y con una gran riqueza étnica y cultural. Somos el país
que ama la vida, el país de los 4 mundos, 4 hermosas regiones naturales: la
costa marina, la sierra andina, la Amazonía y las islas Galápagos.
Los argentinos, muy orgullosos, dicen: “El Papa es
argentino”; mi querida amiga Dilma Rousseff, ex presidenta de Brasil –eterno
rival de Argentina en fútbol- dice: “Bueno, el Papa será argentino, pero Dios
es brasileño”… Nosotros, los ecuatorianos, no tenemos ningún problema con
aquello: de seguro el Papa es argentino, probablemente Dios es brasileño, pero
el Paraíso… ¡es ecuatoriano! Bienvenidos siempre a Ecuador.
Los invito a visitar mi país, a disfrutar de sus
tesoros y a presenciar los profundos cambios ocurridos en los 10 años de
nuestra Revolución Ciudadana.
Gracias por
permitirme compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la experiencia
ecuatoriana en lo que llamamos la década ganada.
EL
ECUADOR ANTES Y DESPUÉS DEL 2006
Estamos en el continente más desigual del planeta.
También somos el continente más cristiano. El signo más recurrente del
evangelio es el compartir el pan, y el pan se comparte muy poco en nuestra
América. El problema no es la escasez de golpes de pecho, sino la abundancia de
pellejos demasiado duros.
América Latina es la clase media mundial, pero los
promedios esconden terribles realidades. En nuestra América ustedes pueden
encontrar ricos más ricos que en Suiza, y pobres más pobres que en África.
Por eso, cualquier proceso de cambio verdadero en
nuestra América, tiene que hablar de distribución del ingreso y riqueza, y de
justicia social.
En
el caso de Ecuador, la comparación entre la década de la Revolución Ciudadana y
la década neoliberal que la precedió, permite ver las diferencias en la
distribución de la riqueza.
Entre
1996 y 2006, en la larga y triste noche neoliberal, la economía ecuatoriana,
medida a través del PIB nominal, creció 85% al pasar de 25.214 a 46.802
millones de dólares; mientras que entre el 2006 y el 2016 más que se duplicó al
alcanzar una producción estimada de 97.802 millones de dólares. (cuadro 1)
En
la década neoliberal el crecimiento de los ingresos personales fue pro-rico, en
el período de la Revolución Ciudadana fue pro-pobre. Mientras que entre 1996 y
2006 el ingreso del 10% más rico creció 112%, el del 10% más pobre aumentó
apenas 20% en toda la década. (cuadro 2)
Entre
el 2007 y el 2016, los ingresos del 10% más pobre crecieron 112% mientras que
los ingresos de los más ricos crecieron 40%.
Dicho
de otra forma, mientras en la década neoliberal del crecimiento del pastel se
dio 5,6 veces más al 10% más rico que al 10% más pobre, en la Revolución
Ciudadana tuvimos un pastel más grande, y se le dio 3 veces más de pastel al
10% más pobre que al 10% más rico. Por ello la concentración del ingreso medido
por el coeficiente de Gini decreció 9 puntos, siendo Ecuador uno de los países
que más ha reducido desigualdad en América Latina. (cuadro 3)
La
supremacía del trabajo humano sobre el capital es el signo fundamental del
socialismo del siglo XXI. Es lo que nos define, más aún cuando enfrentamos un
mundo completamente dominado por el capital. No puede existir verdadera
justicia social sin esta supremacía del trabajo humano, expresada en salarios
dignos, estabilidad laboral, adecuado ambiente de trabajo, seguridad social y
justa repartición de la producción y de los frutos del progreso técnico.
Hemos
avanzado mucho, pero falta mucho por hacer.
Antes la
remuneración al capital representaba el 36% del ingreso nacional, y los
trabajadores tomaban menos del 32%. Hoy ese capital tan solo se lleva el 25%
del ingreso nacional y los trabajadores el 37%. (cuadro 4)
La excesiva
remuneración al capital es una de las mayores fuentes de inequidad en nuestra América
Latina. Sin duda, durante la larga y triste noche neoliberal, con el argumento
de ganar competitividad, la gran sacrificada fue nuestra clase trabajadora.
Las mejoras
laborales siempre han sido difíciles de lograr por el chantaje del capital de
“mal con ellos” –por la explotación laboral-, pero “peor sin ellos” –por el
desempleo-.
En Ecuador,
resolvimos el dilema trabajo-capital con medidas creativas e inéditas. En
nuestra legislación siempre ha existido el salario mínimo, pero nosotros
introdujimos una nueva categoría: el
salario digno, definido como aquel que permite a una familia salir de la
pobreza con su ingreso familiar. Se puede pagar el salario mínimo para evitar
ese mal mayor, el desempleo, pero con la nueva legislación, ninguna empresa puede
declarar utilidades si no paga el salario digno hasta al último de sus
trabajadores. Pese a que algunos pronosticaron el fin de nuestro sector
productivo con esta nueva legislación, los efectos han sido asombrosos y han
superado nuestras expectativas. Desde su implementación, en el año 2011,
empezaron a subir los salarios promedios, y ya en el año 2014, sin trauma
alguno, el salario mínimo igualó al salario digno.
La pobreza por
consumo pasó de 38,3% a 25,8% entre 2006 y 2014. Esta reducción de 12,5 puntos
porcentuales se explica por 5,4 puntos por efecto crecimiento del consumo
promedio y 7,1 puntos corresponden al efecto redistribución. (cuadro 5)
En el período
1995-2006 la pobreza por consumo tan solo tuvo un punto de reducción, y la
pobreza extrema por consumo incluso menos, pero cuando empiezan los problemas
económicos de los 90 la pobreza se incrementa para luego descender
nuevamente. Analizando el período
1998-2006 la pobreza por consumo decreció 8,4% por efecto crecimiento, pero se
incrementó 1,9% por efecto distribución, reduciéndose en total sólo 6,5%.
Como veremos en mayor detalle más adelante, con la
recompra de deuda externa a valor de mercado, la renegociación de los contratos
petroleros, y la mejora en eficiencia en recaudación, se liberaron miles de
millones de dólares para la inversión pública, la cual con respecto al 2006 se
duplicó en términos porcentuales y creció más del 400% en valores absolutos, y
pasó a ser de las más altas del continente. (cuadro 6)
Esta inversión pública ha generado grandes
transformaciones en educación y salud públicas, vialidad, infraestructura
logística, telecomunicaciones, generación eléctrica, seguridad ciudadana y, en
general, en competitividad sistémica y desarrollo social. Gracias a esta
inversión estratégica hemos podido afrontar de mejor manera los factores
externos negativos que nos han golpeado en los dos últimos años.
Un ejemplo es el duro invierno que nos ha azotado
desde inicios de este año. Tenemos afectadas menos de 18.500 hectáreas. Sin las
grandes obras de infraestructura que hemos construido para riego y control de
inundaciones serían cerca de 150.000. Cuatro de estas grandes obras –a las que
llamamos multipropósitos- costaron 791,8 millones de dólares y las pérdidas
evitadas son alrededor de 300 millones anuales. Es decir, en apenas 3 años se
recupera la inversión.
Esto ratifica el principio que siempre hemos
sostenido de que no hay mejor ahorro que una buena inversión.
El manejo adecuado de los recursos públicos nos ha
permitido pagar la deuda social. Mientras en el 2006 se destinaba el 5,3% del
Producto Interno Bruto para el sector social, en el 2016 se destinó 10,0%, lo
cual significa en términos monetarios absolutos cerca de 4 veces más. (cuadro 7)
Esto es importante: el destino de los recursos
sociales demuestra las relaciones de poder al interior de una sociedad, y los
datos evidencian incuestionablemente que antes en el Ecuador mandaban los
acreedores, los banqueros, las burocracias internacionales, y que ahora manda
el pueblo.
En
definitiva, en esta década ganada, no solamente tenemos un país más próspero,
sino también un país menos injusto, y prácticamente en todos los aspectos
sociales y económicos han existido importantes y sólidos avances. (cuadro 8)
MEDIDAS ECONÓMICAS FUNDAMENTALES
Como ya mencionamos, se tomaron tres medidas
fundamentales para mejorar los ingresos netos fiscales: recompra de la deuda
externa, renegociación de los contratos petroleros, e incremento de la
eficiencia en la recaudación tributaria.
1.- Gracias a un manejo inteligente
y de muchísima rigurosidad técnica,
al inicio del Gobierno, logramos recomprar gran parte de nuestra deuda externa
a valor de mercado, es decir, a cerca de un tercio de su valor nominal, con lo
cual el servicio de la deuda externa se redujo del 24% del Presupuesto del
Estado en el 2006 al 5.3% en el 2013.
2.-
También renegociamos los contratos petroleros llamados “de participación”, establecidos en los años noventa cuando el precio
del barril bordeaba los 16 dólares, y por los cuales el Estado recibía apenas 4
o 5 dólares por barril. Cuando los precios del petróleo se dispararon, las
ganancias de las compañías petroleras se volvieron multimillonarias, pero nos
seguían dando los mismos 4 o 5 dólares. Ahora tenemos contratos de “prestación
de servicios” donde ocurre exactamente lo contrario: se paga una tarifa fija
por barril a la petrolera en función de una razonable rentabilidad y el resto,
no importa el precio, va para el dueño del recurso que es el pueblo
ecuatoriano.
Sin
esta renegociación estimamos que el Estado ecuatoriano habría dejado de recibir
33 mil millones de dólares entre 2008 y 2016. (cuadro 9)
Ese
monto representa el 41,6% del total de ingresos petroleros del Sector Público
No Financiero (SPNF) en ese período. (cuadro
10)
Algunos
argumentan que los grandes avances de esta última década en Ecuador han sido
“suerte”, porque supuestamente hemos tenido los más altos precios petroleros de
la historia. Sin embargo, sin la renegociación petrolera los precios
equivalentes a los que hubiéramos recibido nuestro petróleo hubiesen sido mucho
más bajos. (cuadro 11)
Pero
incluso con la renegociación de los contratos, el ingreso neto petrolero real
per cápita, la forma rigurosa para comparar los ingresos del petróleo, es
decir, descontando costos de producción,
y el neto ponerlo en valor constante y per cápita, en promedio ha sido
menor: entre 1971-2006 fue 310 dólares de 2014, en comparación con 279 dólares
de 2014 para el período 2007-2016. (cuadro
12)
La
verdad es que, como lo reconocen estudios serios internacionales, Ecuador fue
de lejos el país que más y mejor aprovechó el llamado nuevo boom petrolero. (cuadro 13)
3.- Por otro lado, casi se triplicó la recaudación
tributaria, que pasó de 4.672 millones de dólares en 2006 a 12.662
millones en 2016. El 86,1% de este aumento de la recaudación es por mayor
eficiencia y transparencia, y tan solo un 13,9% por nuevos impuestos, esto sin
incluir la Ley de Solidaridad que se aprobó en respuesta al terremoto que
sufrimos el 16 de abril de 2016. (cuadro 14)
Nos quieren transmitir la idea de que el gasto
público es un indicador de la calidad de las políticas económicas: menor gasto
público, mejor política económica. Eso es pura ideología. Dinamarca, uno de los
países más desarrollados del mundo, tiene 55% de gasto público con relación al
PIB, Sudán, uno de los países con menor desarrollo humano, tiene 12% de gasto
público.
No hay teoría ni evidencia que nos indique el tamaño
óptimo del Estado, medido sobre todo por el gasto público. Depende de la
situación, cultura y valores de cada país.
Se puede argumentar que el problema son los déficits
fiscales y la consecuente deuda pública y su servicio. En realidad, a marzo de
2017 tenemos un coeficiente de deuda pública externa total de 26,3% respecto al
PIB. En tiempos modernos tan solo el gobierno de Alfredo Palacio finalizó en
1996 con menor coeficiente deuda externa/PIB. (cuadro 15)
Una
de las tantas trampas de la contabilidad de las finanzas públicas, es hacer
creer que todo déficit fiscal es desahorro público. Esto equivale a decir en
contabilidad privada que si una empresa obtiene 100 en utilidades e invierte en
una nueva planta que cuesta 120, esos 20 de diferencia que tendrá que
financiar, es desahorro.
Ahorro
es sencillamente la parte del ingreso que no se consume. No todo egreso es
consumo, y los déficits fiscales no implican desahorro si se está acumulando
activos.
Realmente
se requiere una revisión profunda de la contabilidad de las finanzas públicas.
La ideología se encuentra impregnada incluso en la forma de contabilizar las
cosas.
También nos dicen que hemos conseguido deuda “cara”.
La verdad es que el costo ponderado de nuestra deuda externa es de 5,8%, menor
al 7,1% de antes de nuestro gobierno. (cuadro 16)
Me voy a referir a la situación que hemos tenido que
enfrentar durante los últimos dos años en el Ecuador. La hemos llamado “La
Tormenta Perfecta”. De ella se pueden sacar muchas lecciones para América
Latina.
Por primera vez en los últimos 30 años tuvimos dos
años consecutivos de caída de exportaciones. A finales de 2016 nuestro total de
exportaciones fue tan solo alrededor del 64% del valor correspondiente al 2014,
es decir, una pérdida de aproximadamente 10.000 millones de dólares. (cuadro 17)
No fue solo desplome de los precios del petróleo, el
cual pertenece al Estado y es –después de los impuestos- la más importante
fuente de ingreso fiscal. Disminuyeron prácticamente todas las exportaciones.
En el 2016 las cosas
empeoraron e iniciamos el año con un verdadero colapso del mercado petrolero,
situándose el precio de nuestro crudo en un nivel inferior al mítico piso de 20
dólares, por debajo del cual ya ni siquiera se planificaban escenarios.
Con un precio de menos de 37,7 dólares por barril de
petróleo, el Gobierno Central no recibe ni un dólar de ingreso petrolero,
debido a que los ingresos totales por exportaciones de petróleo y ventas de
derivados no cubren el valor de los costos de producción, más la importación de
derivados cuya venta interna es fuertemente subsidiada por el Estado. Esto
significa que durante los dos últimos años hemos gobernado sin un solo dólar de
ingreso petrolero. Esto, hace pocos años, hubiese sido imposible.
Pero no solo aquello, por primera vez en 40 años
como exportadores de petróleo, lejos de recibir ingresos, el Gobierno Central tuvo que entregar cerca de 1.600
millones de dólares a las petroleras públicas para que no quebraran.
La pérdida de ingresos petroleros en estos dos años
fue de 7.816 millones de dólares. La disminución en recaudación de impuestos
por la recesión fue de 955 millones de dólares.
A ello debemos sumar cerca de 1.100 millones de
dólares de pago en apenas seis meses a las petroleras Occidental y Chevron, por
los írritos juicios que perdimos en manos de tribunales arbitrales espurios,
fruto de los tratados de protección recíproca de inversiones que de recíprocos
no tienen nada, y donde todo está en función del capital.
Precisamente lo último que hice antes de tomar el
avión para venir a Argentina fue firmar la denuncia de 17 de estos tratados,
luego de un riguroso proceso de auditoría que demostró su inconveniencia para
el país, su absoluta falta de eficacia, y su incompatibilidad con nuestra
Constitución.
Las pérdidas totales por disminución de ingresos
petroleros, reducción de ingresos tributarios, transferencia a las petroleras
públicas, y pagos por litigios arbitrales, suman aproximadamente 11.500
millones de dólares, casi 12 puntos del PIB en pérdida neta de ingresos del
Gobierno Central (cuadro 18)
Pese a esta hecatombe, el principal problema de la
economía ecuatoriana no era fiscal, sino externo. Una menor entrada de
dólares implica menos liquidez, menos depósitos, menos crédito, y disminución
de la actividad económica, pero además compromete grandemente el sistema
bancario y la sostenibilidad del sistema monetario dolarizado, si nuestro Banco
Central llegara a quedarse sin reservas para respaldar a los bancos.
Por ello lo primero que
teníamos que hacer era cerrar el inmenso déficit externo.
Todos los economistas
conocen que para ello lo más eficiente es la depreciación de la moneda
nacional, de la que carecemos desde enero del 2000, cuando un gobierno neoliberal
adoptó el dólar como moneda de curso legal en el Ecuador sustituyendo, al
Sucre.
Es la típica mentalidad
neoliberal: la moneda tan solo como medio de cambio. La realidad es que la
moneda nacional, además de un símbolo de soberanía, es el principal mecanismo
de coordinación económica y social.
EJEMPLO
DEL HOTELERO-PANADERO
El mejor ejemplo para graficar esto es:
en un pueblo pequeño, el hotelero, como no le han venido clientes, le debe 100
dólares al panadero y por ello no ha podido seguir produciendo. Por ello el
panadero le debe 100 dólares al industrial y este no ha podido trabajar. Como
el industrial no recibió los 100 dólares del panadero no ha podido pagarle al
agricultor que le vende el trigo y por ende éste dejó de producir. Y como el
agricultor no recibió esos 100 dólares y no puede producir, no puede ir a pasar
un fin de semana con su esposa en el hotel.
Cierto día, una pareja de turistas
llega al hotel y le pide al hotelero mirar la suite matrimonial. Entonces, el hotelero, que piensa muy rápido,
les pide una garantía de 100 dólares hasta que miren la suite, y, de forma
discreta, le dice a un empleado del hotel que les enseñe la suite y que se
demore lo más posible.
El hotelero toma los 100 dólares y muy
rápidamente va a pagarle al panadero, éste corre a pagarle los 100 dólares al
industrial y el industrial corre a pagarle al agricultor. Finalmente el
agricultor puede ir a pasar un fin de semana al hotel con su esposa.
La pareja, después de ver la suite,
decide que no se quedarán en ese hotel y al bajar, el dueño del hotel
simplemente les devuelve sus 100 dólares.
Ya
quedaron saldadas todas las deudas y se reactivó la economía.
Pero sin moneda nacional
el tema es más complejo. Lejos de depreciarse, que era lo que necesitábamos, el
dólar norteamericano se ha apreciado fuertemente en los últimos años.
Precisamente por ello la llamamos
“La Tormenta Perfecta”: el desplome de exportaciones y la apreciación del
dólar, lo cual tritura la economía. Las depreciaciones de la moneda en los
países vecinos llegaron hasta el 80%, como en el caso colombiano.
Como si todo lo anterior fuera poco, en los primeros
meses de 2016 tuvimos la activación del volcán Cotopaxi; en 2016 y 2017 hemos
soportado inviernos muy fuertes, cuyas mayores consecuencias, como ya
mencionamos, se evitaron gracias a los proyectos multipropósitos inaugurados
durante nuestro gobierno; y, de lejos lo más grave, el 16 de abril de 2016
sufrimos un terrible terremoto de cerca de 8 en la escala de Richter, la
tragedia más grande del país en los últimos 70 años, que nos costó 671 vidas,
redujo el crecimiento ecuatoriano en 0,7%, y produjo pérdidas por más del 3%
del PIB. Hasta la fecha, el sismo ha tenido más de 3.500 réplicas, una decena
de ellas mayor a 6 grados, es decir, comparables al terremoto que destruyó en
agosto del año pasado la ciudad italiana de Amatrice.
Nunca, en toda la historia del país, habíamos tenido
tantos choques externos negativos y en tan poco tiempo.
MEDIDAS
Ante esta complicadísima situación tuvimos que tomar
básicamente tres importantes decisiones de política económica.
1.- Ante la carencia de política monetaria, tuvimos
que utilizar política comercial para proteger nuestro sector externo.
Básicamente se trató de sobre aranceles temporales llamados “salvaguardias” y
permitidos por la OMC.
2.- Redujimos el gasto público de inversión en 6
puntos entre el 2015 y 2016, de lejos el ajuste más grande de América Latina.
Frente a los ineficientes fondos de liquidez recomendados por la ortodoxia
económica, nosotros siempre dijimos que nuestra variable de ajuste en caso de
problemas sería la inversión pública, la más alta del continente.
Recuerden que uno de los principios fundamentales de
la Macroeconomía es movilizar los más rápida y eficientemente el ahorro hacia
la inversión, pero ahora se nos dice exactamente lo contrario: que hay que
tener inmovilizado ese ahorro en forma de liquidez, y, más aún, en el exterior.
Nadie niega la importancia de la liquidez para
momentos difíciles, lo que argumentamos es que ésta se puede obtener de manera
mucho más eficiente, como lo demostraremos más adelante.
3.- Realizamos una agresiva búsqueda de adecuado
financiamiento, tanto interno como externo, para tratar de hacer política contra
cíclica y cubrir los inevitables déficits fiscales que se generarían por la
pérdida de ingreso fiscal y los desastres naturales.
Con mucha imaginación y creatividad, también
logramos acceder a muy variadas fuentes de financiamiento externo, tales como ventas
anticipadas de petróleo, down payments por
concesiones de campos petroleros, préstamos bilaterales, operaciones con
nuestro oro, etcétera.
A nivel interno,
gracias a la cuenta única del Tesoro y a la coordinación con el Banco
Central se optimizó el uso de la liquidez y el Gobierno Central se pudo
financiar ágilmente con los depósitos de todo el sector público y los
excedentarios de la banca privada.
La cuenta única del Tesoro en el Banco Central es
parte de la mal llamada “reserva monetaria”, que no sirve para respaldar una
moneda nacional inexistente, sino que constituyen los depósitos del sector
público más los encajes de los bancos privados en el Banco Central.
En dolarización, no se requiere reserva monetaria en
el sentido tradicional del concepto, y, de hecho, tampoco se necesita un banco
central. Lo que sí hay que tener, es respaldo para los depósitos del sistema
financiero, lo cual siempre se cuidó.
RESULTADOS
Las políticas adoptadas produjeron grandes
resultados. La balanza comercial del 2016 registra un superávit de 1.247
millones de dólares, frente a un déficit de 2.130 millones del año anterior. (cuadro 19)
El Estado se pudo financiar sin necesidad de ajustes
que perjudicaran a la población, y cerramos 2016 con una reserva internacional
de 4.259 millones de dólares. (cuadro
20)
A partir del segundo semestre del 2016 se evidencian
claros signos de recuperación y reactivación de la economía ecuatoriana. La
liquidez está subiendo y el crédito se está recuperando. Los depósitos se
incrementaron entre abril del 2016 y abril del 2017 en 3.316 millones de
dólares. En el mismo periodo, el crédito creció en 2.513 millones. Tenemos la
mayor liquidez agregada desde que se dolarizó la economía ecuatoriana. (cuadros 21 y 22)
La banca -que fue unos de los puntos más débiles de
la crisis de 1999- se mantiene con un índice de solvencia del 14%, muy superior
al 9% exigido por la ley.
Además, ya tenemos resultados de recaudación y
ventas al mes de abril de 2017, que verifican una importante recuperación económica. Todos los impuestos
reflejan crecimiento interanual. El crecimiento interanual de la recaudación de
enero a abril de 2017 es del 9% y del IVA interno 9%. (cuadro 23)
Abril de 2017 es el quinto mes consecutivo de
crecimiento en ventas de los principales
contribuyentes, las cuales muestran una importante recuperación desde agosto de
2016. Las ventas de marzo tuvieron el mejor resultado de los últimos dos años
con un 9% de crecimiento interanual. (cuadro
24)
Lo más importante: ya
llevamos tres trimestres consecutivos de crecimiento t-1, y el último trimestre
del 2016 tuvimos crecimiento t-4 (1,5%), lo que significa técnicamente que ya
no estamos en recesión. (cuadros 25 y
26)
El próximo 24 de mayo,
cuando entregue el poder, también entregaremos una economía en crecimiento y
estabilizada.
Se ha superado la fuerte
recesión con el mínimo costo y en tiempo récord. La realidad es que con la tercera parte de lo que
nos ha pasado, hace pocos años el país hubiera colapsado. Ecuador ha mostrado
una increíble capacidad de recuperación.
En los años 1998 y 1999
también cayó el precio del petróleo, ocurrió un fenómeno de El Niño y la
economía internacional se complicó. Por todo ello tuvimos que soportar
la peor crisis de la historia reciente. La inflación superó el 90% en el año
2000, quebró el 65% del sistema financiero, nos congelaron los depósitos y el
salvamento bancario costó más de 6.000 millones de dólares, equivalentes a más
de la tercera parte de nuestro Producto Interno Bruto de aquel entonces.
Más de la mitad de la
población cayó bajo la línea de la pobreza y el desempleo alcanzó el 14,4%,
reduciéndose luego no por la creación de empleo sino por la migración forzosa
de millones de ecuatorianos.
Hoy, pese a tener choques
externos mucho más fuertes y numerosos, y no tener moneda nacional, hemos
enfrentado las dificultades de mucha mejor manera.
Para tener una idea de lo
complejo de la situación y de lo adecuado de las medidas adoptadas, recordemos la
convertibilidad argentina, sistema menos rígido que la dolarización, que solo
duró diez años porque no soportó la crisis de México en 1994 –el llamado efecto
tequila-, la crisis asiática de 1997, y la depreciación del real brasileño en
1999.
Gracias a las decisiones
tomadas, hemos podido superar situaciones mucho más graves, con un sistema
monetario más rígido y con un
terremoto de 7,8 en la escala de Richter, todo en apenas dos años.
EL AJUSTE A LA INVERSA: ROMPIENDO LA LEY DE LA
GRAVEDAD
La
decisión política fue no afectar a las grandes mayorías y que el costo del
ajuste lo asuman los ricos. Ejemplo claro de esto fueron las salvaguardias para
productos suntuarios importados, o el impuesto sobre patrimonio de más de un
millón de dólares, para financiar la reconstrucción post terremoto.
De
esta forma, el ajuste ha significado la reducción en
promedio de 19 dólares per cápita del ingreso del 30% más rico (4% de su
ingreso total), mientras que el
70% más pobre de la población en promedio no redujo su ingreso. (cuadro 27)
Ni
la pobreza y ni la desigualdad se han incrementado, y, por el contrario, se
continuó reduciendo la pobreza estructural o multidimensional. (cuadro 28)
REFORMAS INSTITUCIONALES
Las reformas institucionales han sido claves para
enfrentar la recesión y evitar que se convirtiera en crisis.
Durante la crisis económica de 1999, que terminó con
la imposición de la dolarización a inicios del 2000, un Banco Central autónomo
del Estado pero al servicio de los intereses del sistema financiero nacional,
salió al rescate de los bancos privados, triplicando la emisión monetaria para otorgarles créditos de liquidez que
luego servirían para que esas mismas instituciones especularan en el mercado
cambiario y pulverizaran la moneda nacional.
Ahora, la Constitución de 2008 establece que la
formulación de las políticas monetaria, crediticia, cambiaria y financiera es
facultad exclusiva de la Función Ejecutiva y se instrumentará a través del
Banco Central. Así pudimos implementar medidas coordinadas para administrar los
flujos externos, manejar la liquidez y generar incentivos productivos.
La
Constitución de 2008 creó también la cuenta única del Tesoro, es decir, la
obligación de todas las instituciones públicas, tales como universidades,
municipios, empresas públicas o ministerios, de tener sus depósitos en una sola
cuenta en el Banco Central. Antes existían más de dos mil cuentas en el sector
público, muchas de ellas en bancos privados.
Anteriormente, los entes de “control financiero” con
participación directa de la banca privada, minimizaron la supervisión bancaria
y permitieron que las entidades financieras relajaran sus normas de prudencia y
solvencia. La principal causa remota de la crisis de 1999 fue la desregulación
financiera de 1994, producto de la reforma a la Ley de Instituciones
Financieras, bajo el fundamentalismo de que el mercado financiero se regularía
a sí mismo.
Hoy, esos entes de control son absolutamente
independientes de los controlados. La regulación financiera y una efectiva
supervisión permiten un adecuado control del sistema financiero nacional. Para
afrontar los problemas que pudieran surgir en el sistema financiero y proteger
a los depositantes, se constituyó una Red de Seguridad Financiera. Esta red
comprende un fondo de liquidez y un seguro de depósitos, que son capitalizados
con dinero de las mismas instituciones financieras. A diferencia del pasado, ya
no se utilizan recursos públicos para dar créditos de liquidez o cubrir un
salvataje bancario como el de finales de los 90.
Esto no es casualidad. Las
reformas institucionales demuestran los cambios en las relaciones de poder, y la independencia del poder político con respecto al
poder financiero.
La defensa de nuestra
soberanía también ha significado eficiencia y bienestar, como lo demuestra la
negativa a aceptar las medidas ortodoxas de las burocracias internacionales, la
recompra de deuda, y la renegociación de los contratos petroleros.
Por último, nos preparamos muy bien
para la época de vacas flacas. Hace 3.000 años en Egipto, esto significaba guardar granos para la
época de sequía. En el siglo XXI es poder seguir produciendo incluso con
sequía, como ya lo podemos hacer con los proyectos multipropósitos que ha
construido la Revolución Ciudadana; es seguir teniendo energía, como ya la
podemos tener con las 8 nuevas hidroeléctricas que construimos; es seguir
teniendo competitividad sistémica gracias a que hoy tenemos una de las mejores
redes viales de la región; es mantener
la protección social con la gratuidad en educación, salud, universidad pública,
lo cual lejos de contradecir al mercado, lo complementa, lo hace más eficiente,
al cuidar de los posibles afectados de la situación económica.
CLAVES PARA EL ÉXITO
¿Cuáles son las
claves para haber enfrentado exitosamente la “tormenta perfecta”, especialmente
si la comparamos con el manejo de la crisis de 1999?
Básicamente tres:
1.- En aquel
entonces, el poder político lo tenía el poder financiero, ahora lo tiene el
pueblo ecuatoriano.
Durante los últimos 10 años, nuestro Gobierno ha
luchado por lograr el cambio de las relaciones de poder en favor de las grandes
mayorías, por transformar el Estado burgués dominado por unos pocos en un
Estado verdaderamente popular, que defienda el bien común y el interés general.
Hemos gobernado y enfrentado los problemas en
función del bien común, no en función de ciertos grupos.
Gracias a un claro liderazgo político, la política
económica, las instituciones de control como la Superintendencia de Bancos, y
la propia Asociación de Bancos Privados, fueron alineadas en función de los
intereses nacionales.
2.- Las reformas institucionales, fruto
esencialmente de la Constitución de 2008 que acabó con el neoliberalismo y
fortaleció al Estado. Entre las principales, como ya mencionamos, tenemos: un
Banco Central ahora dependiente del Gobierno; la Cuenta Única del Tesoro; y las
nuevas instituciones de control.
3.- Un equipo extremadamente coherente y brillante
de jóvenes economistas, que se encontraban dirigiendo el Banco Central, el
Ministerio de Finanzas, el Ministerio Coordinador de Política Económica, el
fondo de liquidez de la banca y el seguro de depósitos, e incluso las
instituciones de control. Todos compartiendo la misma visión, todos muy bien
preparados técnicamente, todos patriotas.
Esto puede parecer poca cosa, pero hasta no hace
mucho, el mayor anhelo de nuestros equipos económicos era hacer méritos ante el
FMI o el Banco Mundial para ir a acabar su vida de “sacrificada labor” en
Washington.
CIERRE
Queridos jóvenes:
Si ustedes quieren hablar de economía para el
desarrollo, tienen que hablar de poder.
El desarrollo
es básicamente un problema político, luego viene la indispensable cuestión
técnica. Como punto de partida, es fundamental cuestionarse quién debería
mandar en una sociedad: ¿las élites o las grandes mayorías?, ¿el capital o los
seres humanos?, ¿el mercado o la sociedad?
Queremos sociedades CON mercado, pero no sociedades DE mercado, donde vidas, personas y la propia sociedad son una
mercancía más. El mercado es un gran siervo, pero un pésimo amo. El mercado
debe ajustarse a las necesidades sociales, y no la sociedad a las necesidades
mercantiles. Pero todo esto es cuestión de poder. Detrás del mercado está el
capital privado, y detrás de ese capital privado, las élites que siempre nos
han dominado.
John Kenneth Galbraith decía que el economista que
hace abstracción de las cuestiones de poder, es un completo inútil. Primero
está el problema político, luego viene lo técnico.
Las instituciones, políticas, programas, asignación
de recursos, reflejan las relaciones de poder.
El más grave daño que se le ha hecho a la
Economía es quitarle su naturaleza original de Economía Política. Nos han hecho
creer que todo es un asunto técnico y al hacer abstracción de las relaciones de poder
dentro de una sociedad, nos han vuelto funcionales a los poderes dominantes.
Los grandes avances en la última década, el
manejo de dificultades nunca vistas con el menor costo para los más pobres, es
porque en Ecuador ya se gobierna para las grandes mayorías, y aunque falta mucho por hacer, tengan la seguridad
que en mi país ya manda el pueblo ecuatoriano.
Muchas gracias.
RAFAEL CORREA DELGADO
Presidente Constitucional de la República del
Ecuador