Discurso completo de Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa
1 de marzo de 2017
Señores gobernadores, miembros de la Corte Suprema, representantes de los cuerpos diplomáticos, invitados especiales, miembros del Congreso, queridos argentinos.
Estoy acá por segunda vez abriendo un período legislativo. Espero que este año en la relación del Poder Ejecutivo con el Congreso podamos repetir mucho de lo que vivimos el año anterior: un trabajo responsable y colaborativo. Juntos pudimos ir más allá de nuestras legítimas diferencias y aprobar leyes necesarias para comenzar a resolver muchos problemas.
Empiezo, entonces, agradeciendo la buena voluntad de estas cámaras y convocándolas a seguir avanzando. Agradezco también a todos los argentinos por entender que para conseguir los cambios que necesita el país hace falta tiempo.
Siempre supimos que el camino iba a ser difícil. Son muchos los que no quieren que las cosas cambien, que se resisten, que ponen palos en la rueda. Pero eso no nos tiene que desanimar. Tenemos que seguir avanzando, aferrados a nuestras convicciones y a nuestros valores, convencidos de que somos mejores que esta vida que estamos llevando.
Los argentinos tuvimos que poner el hombro pero estamos logrando cambios. Juntos estamos sentando las bases sobre las que un país crece: rutas, puertos, agua, cloacas, energía, puentes, aeropuertos. Eso que faltaba hacer y no se hacía, porque nadie se animaba al largo plazo, a cambiar las cosas en serio, a construir las bases para edificar el país que queremos.
Era más fácil mirar el corto plazo, que puede ser atractivo pero se agota y deja a muchas personas peor que antes.
El Presidente, antes de comenzar el discurso.
Estamos construyendo la estructura fundamental de un país que nos contenga a todos, a los argentinos del presente y del futuro.
Superamos lo más difícil de esta transición y el país está cambiando. Argentina se está poniendo de pie. Aparecen las señales de una mejora en la economía. El 2017 será, estoy seguro, mejor que el año anterior.
Y más importante aún, lo mismo pasará en 2018 y 2019. Cada año vamos a estar mejor porque estamos sentando bases sólidas y duraderas.
Nuestro desafío más grande es sacar a millones de argentinos de la pobreza. Para hacerlo necesitamos más acuerdos y más realidades, menos exaltación y menos símbolos, menos relato y más verdad.
Hablar con la verdad es comunicar las cifras, las reales, y también hablar de los obstáculos que encontramos y decirles que la situación requiere del aporte de todos. Es convocar a participar para que todos los argentinos colaboremos juntos en la tarea de cambiar al país. Es reconocer que este camino conlleva dificultades y tomar las medidas para cuidar a los que más sufren.
Como país, tenemos que hacernos cargo de nuestros problemas y dar respuestas contundentes que exigen un cambio de mentalidad y una nueva manera de vincularnos. Lo que complica nuestro desarrollo son nuestras propias limitaciones, nuestra tendencia a empantanarnos en problemas y rechazar las soluciones posibles.
Hay que acabar con el enfrentamiento que nos ha estancado y dar paso a una cultura del diálogo, de comprensión, de trabajo y entusiasmo.
A algunos les parecerá menos épico que la retórica de las grandes batallas, pero no asumimos la presidencia para que nos hagan un monumento.
Estamos acá para construir una Argentina donde cada persona pueda proyectar la vida que espera.
No creemos en los liderazgos mesiánicos. Vinimos a la política a aportar soluciones, dialogando y trabajando juntos. Sigamos colaborando unos con otros. Con la humildad y la madurez de entender que el cambio se logra juntos, día a día.
Hace un año compartí el diagnóstico de la situación en que encontramos el país cuando asumimos: venía de años de simulación y de un intento intencional y organizado de ocultar los verdaderos problemas. Desde ese día, pasaron 12 meses de trabajo para revertir esta situación y poner en marcha un plan de gobierno integral, con 8 objetivos y 100 prioridades. Este plan nos guía en esos tres sueños que el año pasado los invité a compartir: pobreza cero, combatir al narcotráfico y unir a los argentinos.
Hoy, quiero compartir esos avances en la hoja de ruta para que todos los argentinos sepamos hacia dónde vamos, cuál es el rumbo y la visión general del país que proyectamos.
Mi principal preocupación y prioridad es reducir la pobreza. Y como ya lo he dicho muchas veces, espero que nuestro gobierno, mi gobierno, se evalúe por el éxito que tengamos en este objetivo. Porque gobernar es una tarea humana. Implica acompañar y cuidar a quienes necesitan una respuesta del Estado. Implica también tomar las medidas necesarias para que el país crezca y genere oportunidades para todos.
Más adelante voy a referirme a estas medidas pero primero quiero hablarles de aquellos que necesitan una respuesta más urgente.
Recibimos un país donde 1 de cada 3 argentinos está en la pobreza o la exclusión total. Es una cifra real, según las estadísticas del INDEC que después de muchos años podemos volver a confiar.
Es mucho más que un número. Son personas que, mientras estamos acá en este recinto, esperan soluciones concretas.
Pese a los miedos que muchos querían imponer, mantuvimos, ampliamos y fortalecimos derechos sociales, principalmente en jubilaciones, asignaciones familiares y tarifas sociales.
Hicimos realidad muchos derechos que estaban sólo en los papeles y además creamos nuevos derechos como la Pensión Universal a los Adultos Mayores.
Con casi 9 millones de asignaciones familiares, alcanzamos el valor más alto de la cobertura de este régimen. Más de 1 millón y medio de chicos comenzaron a recibir asignaciones familiares o por hijo. Y no esperamos que vengan a las oficinas de la Anses, fuimos a buscar a todos los chicos que no tenían ni DNI.
La mejor manera de igualar oportunidades es llevar el Estado donde antes no llegaba. Sin clientelismos ni punteros. Implementamos El Estado en tu Barrio, operativos en los lugares más vulnerables, donde se puede tramitar el DNI, la AUH, vacunar a tus hijos y asesorarse sobre empleo, tarifas sociales y otros servicios.
El presidente Mauricio Macri y la vicepresidenta Gabriela Michetti.
La presencia del Estado también se traduce en obras de infraestructura social. No podemos permitir que en un país como el nuestro haya 12 millones de argentinos viviendo en villas y barrios precarios, sin agua ni servicios básicos.
Cuando les digo que trabajamos en serio para construir las bases del crecimiento hablo de esto. De algo tan básico como abrir una canilla y que salga agua limpia.
Ya identificamos las zonas más críticas. Este año vamos a mejorar la situación de más de 480.000 familias, urbanizando 381 asentamientos informales, con agua potable, cloacas, veredas iluminadas y espacios públicos de calidad.
Estamos terminando obras de agua y cloacas en más de 100 localidades de las más vulnerables, la mayoría en el territorio del Plan Belgrano, como es el caso de la comunidad “Wichi Asunción”, en Salta, donde para fin de año 650 familias tendrán por primera vez agua potable.
Recibimos el país donde sólo el 41% de los argentinos tenía cloacas. Al fin de estos cuatro años el 75% las tendrán y el 100 por 100 en las zonas urbanas tendrán agua potable.
15 millones de argentinos hoy no tienen ni obra social ni prepaga. Creamos la Cobertura Universal de Salud para que estén protegidos y si tienen un problema reciban atención.
El año pasado fortalecimos a las obras sociales sindicales, reconociendo una deuda histórica que reclamaban y haciendo reformas para servir mejor a sus afiliados.
La columna vertebral de nuestro sistema de salud es la atención primaria. Acá está Luis, un médico de La Rioja, que hizo treinta días seguidos guardia para atender las emergencias. Eso demuestra todo lo que tenemos por hacer pero también el enorme compromiso que tienen nuestros médicos por cuidarnos.
Me importa que cada chico, cada adolescente y adulto tenga los conocimientos y las herramientas para proteger su salud.
Lanzaremos en los próximos días el Plan de Personas con Discapacidad, porque también queremos trabajar los derechos humanos de hoy. La vivienda y la salud son fundamentales, pero las verdaderas oportunidades nacen con la educación.
Estamos decididos a llevar adelante una revolución educativa en todo el país. Queremos que a nuestro futuro le sobre crecimiento sin pobreza, desarrollo sin exclusión y maestros sin frustraciones. Queremos que a los jóvenes el futuro se les presente como un desafío, donde las oportunidades los encuentren a diario.
Tenemos que inspirarnos en los chicos, que tienen la imaginación más pura, el corazón más honesto, la mirada más profunda y la confianza más plena.
La confianza de los pequeños nos obliga a ser grandes. Es su futuro lo que está en juego, y nuestras decisiones deben ir más allá de cualquier diferencia.
La educación nos une. Tenemos que revolucionar la educación para que vayan a la escuela con el entusiasmo de aprender y que no abandonen. Hoy la mitad de los chicos no termina el secundario.
En pocos días lanzaremos el programa Asistiré, para detener la deserción e ir a buscar a aquellos que ya abandonaron. Nazcan donde nazcan, los chicos tienen que tener las mismas oportunidades.
Aprendan donde aprendan, tienen que contar con la tecnología para estar conectados entre sí y con el mundo. Ya no hay distancias para las escuelas rurales. Conectaremos 2.000 a internet a través del satélite ARSAT-2.
Y estamos trabajando para que cada vez más jóvenes puedan llegar a la universidad y recibirse. Las universidades públicas tienen un rol fundamental. Por eso aumentamos su presupuesto y las articulamos con los demás sistemas educativos y el científico.
Los docentes tienen un papel clave. Necesitamos docentes formados, motivados y reconocidos. Enseñen donde enseñen, tienen que poder realizarse en sus vocaciones y tener un salario digno.
Tenemos que apoyarlos en su tarea, especialmente cuando son víctimas de agresiones, como es el caso de Mónica y Raquel, en Rosario de la Frontera, Salta, que cuando quisieron no pasar a una chica de año fueron agredidas por su madre delante de las demás alumnas. O María Marta, que por querer tomar un examen fue amenazada con una bala.
Para cuidar a los docentes, que no creo que Baradel necesite que nadie lo cuide, les pido que sancionen una ley que agrave las penas a quienes los agreden. Y para mejorar, hay que medir. En 2016, casi 900 mil alumnos participaron del Operativo Aprender.
Les pido que traten el proyecto de creación del Instituto de Evaluación de la Calidad Educativa con la profundidad que se merece. Para trabajar juntos, impulsamos el Compromiso por la Educación, donde la comunidad educativa y las provincias tienen voz y participan.
Esta revolución educativa necesita sumarse a los impresionantes cambios tecnológicos que vivimos. Hace un año prometimos que, continuando un programa del anterior gobierno, en cuatro años hasta el pueblito más alejado iba a estar conectado a internet. En 2015 contábamos con 65 localidades conectadas. Hoy hemos triplicado esa cifra y a fin de año serán 800.
Dije que lo más urgente es ocuparnos de los más vulnerables. Cada 37 horas una mujer muere por violencia de género. Todos nos unimos en el grito “Ni una menos”. Es un desafío que tenemos que encarar juntos, poniendo fin a la violencia machista.
Tenemos que terminar con los patrones culturales que naturalizan la agresión a la mujer. El elemento fundamental es la educación, desde la política, la escuela y en cada casa. Por eso pusimos en marcha el Plan Nacional contra la violencia de género.
El año pasado avanzamos en una medida indispensable para cuidar a nuestros abuelos. Con la reparación histórica, terminamos con una estafa de décadas y hoy casi 1.000.000 de jubilados tienen lo que les corresponde.
Para reducir la pobreza, la Argentina tiene que crecer. Hace cinco años que no crecemos ni generamos empleo. Hay mucha gente que sufre pero estamos saliendo.
En 2017 la economía va a crecer. Estamos trabajando en las cuestiones de fondo para que sea el comienzo de un período de crecimiento sostenido, año a año. Debemos crear un contexto de confianza; confianza en nuestro potencial de crecimiento y en que la inflación estará bajo control.
La inflación es tóxica. Destruye el salario de los trabajadores, dificulta ahorrar, paraliza la inversión y nos impide mirar a largo plazo.
La oposición durante el discurso del Presidente.
Los gobiernos anteriores la fomentaron y la quisieron esconder. Nosotros la enfrentamos y hoy está en un claro camino descendente. El Banco Central cumplió con sus metas: en el segundo semestre la inflación fue del 8,9%, que anualizada es la más baja desde el 2008.
La tendencia es clara. Empresarios y trabajadores deberían tener en cuenta las nuevas metas que se ha impuesto el Banco Central para el 2017 de una inflación entre el 12% y el 17%.
El Banco Central se fijó un objetivo para 2019 de una inflación de menos del 5%. Sabemos que eso es posible con un Banco Central independiente. La experiencia muestra que los países que bajaron su inflación crecieron muchísimo más al conseguirlo.
Ya probamos con alta inflación: la economía crece menos y los salarios siempre son alcanzados y superados por ella.
Durante años el Estado le dio la espalda a esta realidad y se negó a actualizar el mínimo no imponible del Impuesto a los Ingresos. Nosotros revertimos ese daño, actualizando el mínimo no imponible y corriendo las escalas sin caer en el populismo irresponsable.
Gracias a la confianza que generamos, el año pasado salimos del default que nos aisló durante 15 años. Eso nos permitió incorporarnos al mundo y tener credibilidad internacional. Hoy el país se financia en el mercado a tasas menores, el crédito comienza a fluir para las familias y las empresas.
Entre 2015 y 2016 redujimos el déficit fiscal del 5,2% al 4,6% del PBI. Después de años de manipulación, sancionamos un presupuesto calculado sobre números reales. Para 2017, nos comprometimos a cumplir con la meta de 4,2% de déficit, y las metas del 2018 y 2019 son de 3,2% y 2,2%.
Un claro ejemplo de que la confianza aumenta es el éxito del sinceramiento fiscal. Al 31 de enero recaudamos casi 115 mil millones de pesos, lo que nos permitirá hacer los pagos de la reparación histórica a los jubilados. Sobre esa base de confianza tenemos que trabajar para ser cada día más competitivos.
Queremos una Argentina que fortalezca su cultura del trabajo y retribuya ese trabajo para que cada vez mejores estándares de vida alcancen a los argentinos.
Para enfrentar las dificultades de la transición fuimos tomando las medidas que hacían falta. Modificamos el seguro de desempleo y lanzamos el programa de transformación productiva para ayudar a quienes tienen proyectos de crecimiento a encontrarse con los trabajadores que necesitan reinsertarse en empleos sostenibles.
La Argentina tiene grandes oportunidades en distintos sectores. Los argentinos que trabajan en el campo tienen potencial para ganar lugar en los supermercados del mundo.
Al mejorar sus condiciones, los productores respondieron con inversión y crecimiento. En 2016 la venta de tractores aumentó 25%, la de cosechadoras 54%, la de sembradoras 80%. Estamos teniendo la cosecha más alta de la historia de trigo, una cosecha récord total de 130 millones de toneladas. Esto significa más exportación, más comercio, más transporte y más trabajo en toda la Argentina. Abrimos 22 nuevos mercados internacionales para 40 productos nacionales.
El turismo puede traer millones de personas. Después de 15 años reglamentamos la ley que devuelve el IVA en hotelería a los turistas extranjeros.
Tenemos que encontrar, entre todos, la manera responsable de aprovechar la gigantesca potencialidad minera que tenemos en nuestro país, cuidando el ambiente y favoreciendo a la gente. Y tenemos decenas de sectores industriales y de servicios de nivel internacional.
Con estas y otras actividades, dialogando con empresarios y trabajadores, tomamos medidas como el Plan Nacional de Turismo y la Ley Autopartista.
Necesitamos una ley de emprendedores para que quienes tengan una idea puedan lanzar ese proyecto con facilidad. Como la Ley PyME, que generó alivio fiscal, fomento a inversiones, menos retenciones, más crédito, ahora necesitamos darle un empuje a los emprendedores.
El Presidente inauguró el año legislativo con un balance de su gestión y nuevos proyectos. (Juan Manuel Foglia)
Para que la Argentina se convierta en un polo tecnológico, enviaremos una modificación a la Ley de Protección de Datos Personales: así, más empresas podrán radicarse y generar trabajo.
2016 fue el primer año desde que se impuso el cepo cambiario en 2011 en el que aumentaron las exportaciones: 2% en dólares y 7% en cantidades respecto de 2015.
Pero tenemos que cambiar mucho para que la productividad y las exportaciones lleguen a nuestro real potencial.
Necesitamos una reforma tributaria seria y profunda para dejar de aplastar a quienes crean y tener un sistema más equitativo, progresivo y simplificado. Este año trabajaremos juntos en este camino en la Comisión Bicameral para la Reforma Tributaria.
Las actitudes oportunistas nos han impedido consensuar una reforma. Nación y provincias tenemos que ir a esta discusión con generosidad, responsabilidad y una visión de largo plazo para encarar un problema que arrastramos hace décadas.
Todavía tenemos pendiente la reforma de la ley de coparticipación que, según nuestra Constitución, deberíamos haberlo hecho hace 20 años.
Estamos acompañando a quienes quieran aumentar la productividad. Durante 2016, casi un millón de personas participaron en programas de empleo y capacitación.
La competitividad no se consigue con una devaluación, ni a costa de los trabajadores. La conseguimos juntos, desatando trabas, en un camino largo pero duradero.
El acuerdo de Vaca Muerta nos muestra el camino, donde Nación, provincias, trabajadores y empresas fijamos las condiciones para recuperar el liderazgo y el empuje en nuestra producción de energía y ya se empiezan a recibir las primeras inversiones.
Para crecer, necesitamos más crédito a menores tasas, a plazos más largos y en nuestra moneda. Esto se construye con confianza, con tiempo, con el Estado que reduce su déficit fiscal y con bancos públicos más comprometidos con el desarrollo de las PyMES.
También con mejores regulaciones: el Congreso ya tiene una nueva ley de Mercado de Capitales para canalizar el ahorro para la inversión y la generación de empleo.
La ciencia, la tecnología y la innovación son clave para el crecimiento. Vamos a fomentar la inversión pública y privada en investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación productiva.
Queremos que los científicos puedan hacer cada vez más y mejor investigación, y crear un puente donde la vinculación y la transferencia con el sector productivo sea una realidad.
Tenemos que lograr que el desarrollo llegue a todo el país. Con el Plan Belgrano empezamos a saldar una deuda histórica con las provincias del norte. Y en febrero lanzamos el Proyecto Patagonia con todos los gobernadores de la región.
Las economías regionales necesitan infraestructura para crecer. Estamos implementando el Plan Nacional de Transporte más ambicioso de la historia, que va a mejorar la seguridad de todos los argentinos y generar decenas de miles de puestos de trabajo.
El Plan también va a bajar los costos logísticos, ayudando al desarrollo integral del país y evitando que más argentinos tengan que abandonar el lugar donde nacieron en busca de un trabajo.
Las obras generan trabajo y ponen en marcha el país.
En cuatro años esperamos construir 2.800 kilómetros de autopistas, los mismos que teníamos cuando llegamos. Ya hay 1.100 en construcción y para el fin de este año vamos a tener 25.000 kilómetros de rutas en obra, algo inédito en la historia de la Argentina.
El Plan Ferroviario de Cargas incluye la reparación de 1.600 kilómetros de vías del Belgrano Cargas, ya hay 500 km en reconstrucción. También una demanda histórica de las provincias del norte y para fin de año esperamos poner en reconstrucción el San Martín Cargas.
Estamos modernizando los aeropuertos para mejorar su seguridad, duplicar el tránsito aéreo, aumentar las exportaciones y fortalecer el turismo.
Con las obras que hicimos en el aeropuerto de Tucumán la exportación de arándanos creció un 58%. En 2016 dimos pasos concretos para garantizar la seguridad energética y mitigar el impacto en el cambio climático.
Después de una década de despilfarro y corrupción, empezamos a normalizar el sector energético para que las familias, los comercios y las fábricas tengan energía cuando la necesitan.
En este proceso no dejamos a nadie atrás: hoy casi 4 millones de usuarios reciben tarifa social. Eso es 1 de cada 3 hogares. Tenemos también la obligación de reducir nuestro impacto en el cambio climático, cosa que muchos argentinos sufren en primera persona, con inundaciones y sequías.
Declaramos el año 2017 como el año de las energías renovables, y con el Plan RenovAr pusimos 59 proyectos en marcha que generarán energía en 17 provincias con una inversión privada de casi 4.000 millones de dólares, que generará decenas de miles de puestos de trabajo en los próximos dos años.
Reabrimos la Escuela de Guardaparques Nacionales y avanzamos en la creación de áreas protegidas como la Reserva Natural Silvestre “El Rincón” en Santa Cruz; el Parque Nacional Aconquija en Tucumán; los Esteros del Iberá en Corrientes y el Impenetrable chaqueño. Espero que este Congreso sancione las leyes para convertir estas áreas en parques nacionales. Y ratifico nuestro compromiso de duplicar la superficie de áreas naturales protegidas.
La inseguridad es una de las máximas angustias y preocupaciones de los argentinos. Empezamos por reconstruir la estadística criminal: no teníamos números reales desde el 2008.
Enviamos parte de las fuerzas federales a los lugares con más problemas de violencia y comenzamos a trabajar juntos con los gobernadores. Por ejemplo, en Rosario redujimos un 20% la tasa de homicidios y más de un 30% los robos calificados.
Lo mismo hicimos en la provincia de Buenos Aires, donde estamos asistiendo a 31 municipios con más de 6 mil efectivos de fuerzas federales. Para que los argentinos puedan vivir más tranquilos tenemos que trabajar en equipo. Juntos hemos recapturado a más de 2.300 prófugos de la Justicia.
Debemos cuidar también a quienes nos cuidan, darles equipamiento, tecnología y capacitación. Extendimos el plan de formación de suboficiales federales de 4 a 9 meses y abrimos un centro de formación de alto rendimiento para los niveles superiores, donde se capacitarán fuerzas federales y provinciales juntas.
Si queremos resolver el problema de la inseguridad tenemos que dar un debate serio sobre un nuevo Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil.
Para combatir el narcotráfico tenemos que trabajar todos juntos. En agosto invitamos a gobernadores, ministros, diputados, senadores, miembros de la Justicia, representantes de instituciones religiosas y otras organizaciones de todas las provincias a asumir juntos el Compromiso Argentina Sin Narcotráfico.
Este combate nos obliga a trabajar en distintos campos, incluyendo la protección de nuestras fronteras, las mejoras urbanas, la inteligencia criminal y la prevención, porque no alcanza con ir detrás de la oferta. Por eso declaramos la Emergencia Nacional en materia de Adicciones.
Estamos trabajando en los puntos más complejos de nuestras fronteras e incorporamos un tercer radar, así vamos a poder monitorearlas 24 horas por día los 7 días de la semana.
Vamos a recuperar el control del territorio que el Estado fue perdiendo. Más presencia y mejoras urbanas son fundamentales para prevenir la instalación de redes criminales.
Un ejemplo es el Programa Barrios Seguros, en el Barrio 31, ex Villa 31, con la intervención estatal la tasa de homicidios se redujo en un 72%. Vamos a replicar esta experiencia en otros barrios con alta violencia en todo el país.
Estamos concentrados en desarmar la cadena de cada narco-organización. El trabajo comenzó y de a poco vamos viendo sus resultados.
En 2016 incautamos 30% más de cocaína y subproductos y 600% más de éxtasis. El Congreso acompañó estos esfuerzos con la sanción de leyes como la de flagrancia, que logra sanciones en 48 horas para terminar con la llamada puerta giratoria.
Hacia delante, tendremos que debatir proyectos como la ley contra el paco, la reforma del código procesal penal, la ley de extinción de dominio de los bienes de narco-criminales y la reforma del sistema penitenciario.
Para que los argentinos puedan vivir más tranquilos nuestra Justicia necesita cambiar. Creemos en una Justicia independiente, que dé respuesta rápida a la gente.
Estamos avanzando en el plan Justicia 2020, que busca lograr una reforma integral del sistema judicial y hacer una Justicia cercana a la comunidad, moderna, ágil y transparente.
El Congreso ya aprobó varias leyes de Justicia 2020 y tiene otras en estudio.
Vemos que se empieza a investigar con libertad y eso es positivo. Pero necesitamos avances. A más de dos años de su muerte, queremos saber qué pasó con el fiscal Nisman y con su denuncia. Es una de las tantas heridas a curar para empezar a construir un país unidos.
Las obras, los proyectos, todos los logros que necesitamos, los vamos a alcanzar si nos unimos.
Durante años fuimos conducidos a un enfrentamiento permanente, padeciendo persecuciones y un estilo de pensamiento que descalificaba al otro.
El diálogo no es sólo nuestra metodología. Es nuestra manera de entender la política y la vida.
Comenzamos a devolver a las provincias el dinero de la coparticipación que les correspondía porque queremos una argentina federal.
Nuestra función principal es servir a los argentinos; por eso hablamos con los periodistas y respondemos a las preguntas para rendir cuentas a la sociedad.
Dejamos de hacer de los medios públicos y de los programas culturales herramientas partidarias o ideológicas.
Incluso una buena iniciativa como Tecnópolis había sido usada con fines partidarios. Las buenas iniciativas tienen que permanecer. Mantuvimos Tecnópolis, la dotamos de contenidos pluralistas y la llevamos a varias provincias.
La cultura nos tiene que unir y fomentar nuestra capacidad de innovación a partir del pluralismo. La Argentina ha vuelto al diálogo. Los funcionarios de mi gobierno y yo personalmente seguimos tocando el timbre para escuchar directamente lo que la gente nos tenga para decir. La política misma tiene que cambiar para representar ese cambio que ya está en la sociedad.
Una de las decepciones del año 2016 fue el escaso avance de la reforma política.
Fue sancionada la ley que hace obligatorios los debates presidenciales, pero no la reforma electoral.
Es una vergüenza que en el siglo XXI sigamos votando con un sistema arcaico que se presta a la trampa. Esforcémonos para que en el 2019 alejemos la trampa de la política.
La corrupción es un mal que envicia lo político. Detrás de la corrupción hay millones de argentinos sin cloacas, rutas destrozadas, y tragedias que se pudieron haber evitado como la de Once.
Hoy la obra pública dejó de ser un sinónimo de corrupción. Gracias a los ahorros, a partir de licitaciones transparentes y contratación de proveedores como corresponde se ahorraron en transporte 32.000 millones de pesos.
Ese dinero alcanza para construir el puente Chaco-Corrientes, que tanto esperamos, y el puente Santa Fe-Paraná, o para hacer 65 metrobuses del largo del que estamos haciendo en La Matanza.
La corrupción se combate con transparencia e integridad. En este sentido, el Congreso de la Nación hizo grandes avances el año pasado con la sanción de la ley de acceso a la información pública y la ley del arrepentido.
Todos los gobiernos, nacional, provinciales y municipales, debemos profundizar nuestras políticas de integridad pública para cuidar la transparencia y la confianza depositada en nosotros.
Como dije hace unas semanas en la conferencia de prensa, pedí a la Oficina Anticorrupción que cree un mecanismo para separar mi actuación ante cualquier suspicacia frente a un potencial conflicto de intereses.
Quiero que todo sea transparente y abierto, que nadie dude de las decisiones que toma este presidente, y mi deber ético es defender el interés público y el patrimonio del Estado.
En los próximos días publicaremos dos decretos sobre juicios y contrataciones para la gestión de conflictos de intereses.
La ética y la transparencia no es sólo una obligación del sector público sino que compromete también al sector privado. Por eso, siguiendo los más altos estándares internacionales, pido al Congreso que debata y sancione la ley de Responsabilidad Empresaria.
Hasta hace poco tiempo, el Estado manipulaba las estadísticas públicas. Hoy los argentinos tenemos estadísticas confiables, algo indispensable, para saber dónde estamos parados.
Incorporamos tecnología: implementamos el sistema de expediente electrónico en todos los ministerios y el Plan País Digital en más de 800 municipios para agilizar y mejorar la gestión.
Estamos jerarquizando el empleo público. En 2016 capacitamos a 25.000 empleamos y este año esperamos triplicar esta cifra para que cada vez más las personas que se desempeñan en el Estado sientan el orgullo de mejorar en forma concreta la vida de los demás.
Vemos al siglo XXI y al mundo como una fuente de oportunidades y no como una amenaza.
Los beneficios de la integración van más allá de lo económico. Queremos que nuestras empresas se inserten en las cadenas globales de valor y que la inversión extranjera genere empleo en la Argentina.
La inserción tiene que ver también con colaborar en la lucha contra el crimen organizado, con enriquecernos con otras culturas, con colaborar en los grandes desafíos del planeta, desde el cambio climático hasta la paz.
Tenemos que recordar la bendición que significa vivir en una zona de paz, gracias a la alianza estratégica con Brasil y con el Mercosur que es mucho más que una plataforma comercial.
Resolvimos problemas pendientes con el Mercosur y los países de la región y comenzamos a pensar los desafíos del futuro. Establecimos relaciones maduras y pragmáticas con todos los países del mundo: recibimos las visitas de decenas de jefes de Estado y gobierno, entre ellos, 5 de los integrantes del G7.
En 2017 vamos a organizar la Conferencia de la Organización Mundial del Comercio y la reunión regional del Foro Económico Mundial. El año que viene la Argentina será sede del G20, uno de los foros más importantes del mundo. Este es el camino para avanzar en nuestros intereses, incluyendo nuestro legítimo reclamo por las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
El diálogo fortalece nuestra posición y nos permite acercarnos para encontrar una solución definitiva a este prolongado diferendo.
Argentina es cada vez más un actor protagónico en la región y en el mundo; y empieza a ser conocida por sus aciertos, por sus virtudes, y no por sus defectos. Además, todo esto nos permite potenciar las oportunidades de empleo y desarrollo para todos los argentinos.
El año pasado les dije que lo que hacía sentido a mi presidencia es trabajar para lograr la felicidad de todos los argentinos y cuidar a aquellos que sufren hace años la decepción del Estado.
Por primera vez en años, hay un gobierno que quiere cuidar a todos los argentinos, especialmente a aquellos que están preocupados por la inseguridad, por su futuro y el de sus hijos; y eso no les permite tomar contacto con lo más importante que tenemos en nuestras vidas: nuestros afectos.
Quiero profundizar en esto por más que no sea habitual para un discurso presidencial: los momentos más importantes, más plenos, más felices de nuestras vidas están vinculados con los afectos. Porque los sentimientos, las emociones son lo más real que tenemos. Y de eso está hecho el país. Una sociedad es una inmensa red afectiva.
Pero es imposible que podamos tomar contacto con esas emociones si no podemos pagar las cuentas a fin de mes o no podemos poner comida en nuestra mesa. Por eso hoy estoy contento de que hace 15 meses hayamos comenzado a caminar en la dirección de ese país que nos debemos, que nos merecemos, que tenemos que construir.
Pero para eso tenemos que terminar de convencernos de que somos la generación que vino a cambiar la historia, que vino a enfrentar el siglo XXI, que mira el siglo XXI diciendo: “queremos poner a la Argentina ahí, como un país integrado, justo, democrático, protagonista”.
Pero, este mundo que tenemos hoy es un mundo lleno de incertidumbres, de volatilidades. Vemos la tensión los debates políticos en los países centrales, los países desarrollados, cruzados por la globalización, las corrientes migratorias, la revolución tecnológica.
Autos que se manejan solos, alimentos que se producen en forma sintética, inteligencia artificial, robots, revolución genética; todos temas que hace rato dejaron de ser ciencia ficción.
Frente a esto yo siento, y quiero transmitirles, que en esas novedades hay herramientas que pueden ayudarnos a resolver nuestros problemas, pero para eso tenemos que dejar de tener una agenda mezquina, pequeña, negar lo que pasa en el mundo.
No hay más lugar para cinismos, hay que creer, realmente tenemos que actuar. Nos lo debemos a nosotros, a nuestros hijos, a los hijos de nuestros hijos. Ya no tenemos más excusas.
Hace 15 meses que gobierno la Argentina, y cuanto más viajo por el país, cuanto más los veo trabajar, cuanto más los escucho razonar, más estoy convencido de que tenemos todo lo que se necesita para salir adelante. Basta mirar lo que hemos hecho en estos 15 meses, cómo hemos echado bases para construir un país serio.
La Argentina ya está creciendo y en base a políticas sólidas, sostenibles en el tiempo, sin atajos y sin mentiras. Basta de que nos regalen el presente para robarnos el futuro. Con la verdad.
Me emociona, realmente me emociona mucho cada vez que veo que somos millones los argentinos que creemos en lo que estamos haciendo, que creemos que el cambio es posible.
He hablado con muchos, me transmitieron sus preocupaciones, sus sueños, sus aspiraciones. Algunos me pidieron ayuda y otros me criticaron. Es lógico, es legítimo, soy el presidente de todos los argentinos y así es la democracia. Pero las palabras que más me quedaron son tal vez muy simples, que me dijeron una y otra vez: no aflojes, no aflojes, Mauricio.
Y yo les digo hoy: no aflojemos.
No nos demos por vencidos, ratifiquemos nuestra convicción por el cambio, no escuchemos las voces de aquellos que nos quieren desanimar, que nunca quisieron el cambio, y que ni siquiera hacen autocrítica de lo que han hecho en el pasado.
Nos necesitamos. Nos necesitamos todos porque esto que hemos comenzado, esta decisión que hemos tomado de producir este cambio en serio, no es cuestión de un líder, no es cuestión de un gobierno o una coalición. Es algo que radica, se halla en el corazón de todos los argentinos, por la convicción que tenemos por ese cambio.
Por eso, hoy les digo: la Argentina se está poniendo de pie. Por eso, hoy más que nunca tenemos que confiar en nuestra capacidad de hacer juntos, en nuestra capacidad de hacer, en el entusiasmo de hacer.
Esa es la verdad. Por eso, con esta idea en la mente, con este sentimiento en mi corazón, doy formalmente inauguradas las sesiones ordinarias del Honorable Congreso de la Nación.
Muchas gracias.
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