SALVADOR
ALLENDE “Es fuerte y poderoso el imperialismo, pero, en conjunto, los pueblos
oprimidos son mucho más fuertes que él y están en condiciones de vencerlo”
Discurso en la Primera Conferencia Tricontinental 5 de Enero de 1966
A tanto han
llegado la insolencia y la inquietud del imperialismo, frente al súbito
desarrollo del movimiento popular, que descaradamente ha debido plantear la
llamada Doctrina Johnson, según la cual los Estados Unidos se reservan el
derecho de intervenir unilateralmente, por la fuerza de las armas, en cualquier
lugar de América Latina en que estimen amenazado el orden social, vale decir,
sus intereses económicos y políticos.
La doctrina Johnson significa la negociación
absoluta del principio de autodeterminación de los pueblos, de la no
intervención y de la soberanía de nuestros países.
Además,
frente a las fronteras geográficas, plantea las denominadas fronteras
ideológicas, lo que implica la limitación del pensamiento y la bastarda defensa
de sus bastardos intereses.
Finalmente,
envuelve una advertencia y una notificación de que los Estados Unidos impedirán
con la violencia el triunfo de los movimientos de liberación nacional en
nuestras tierras.
La doctrina
Johnson constituye para el pueblo chileno, como para todos los países de
América Latina, una declaración explícita de que los imperialistas opondrán la
violencia a cualquier movimiento popular que en nuestro continente esté en
condiciones de alcanzar el poder. Ello determina que el movimiento popular
chileno, que ha logrado señalados triunfos en la ampliación y profundización de
la democracia en nuestro país, sepa ahora, claramente, que los Estados Unidos
le impedirán por las armas el acceso democrático y legal al poder.
Ello
determina, también, en consecuencia, nuestra obligación de acentuar la lucha;
movilizar las masas, vincular la acción antiimperialista a las reivindicaciones
cotidianas de la población: la huelga, la ocupación de tierras, la movilización
colectiva y la toma de conciencia de que a la violencia reaccionaria se opondrá
y opondremos la violencia revolucionaria.
Será el
propio pueblo de Chile y las condiciones de nuestro país lo que determine que
hagamos uso de tal o cual método, para derrotar al enemigo imperialista y sus
aliados.
No se nos
escapa que esta lucha es excesivamente dura y difícil para un país solo y que,
para hacerla más fácil, deberá contar con el respaldo, el apoyo y la
solidaridad internacional.
Es fuerte y
poderoso el imperialismo, pero, en conjunto, los pueblos oprimidos son mucho
más fuertes que él y están en condiciones de vencerlo. De ahí por qué valoramos
nosotros, extraordinariamente, la lucha antiimperialista de todos los pueblos
del mundo y la sentimos como nuestra.
La Segunda
Declaración de La Habana, aprobada en la Asamblea General del Pueblo de Cuba,
dijo:
“¿Qué es la
historia de América Latina?” “¿Y qué es la historia de América Latina sino la
historia de África, Asia y Oceanía?” “¿Y qué es la historia de estos pueblos
sino la historia más despiadada y cruel del imperialismo en el mundo entero?”
Estamos con
los pueblos de Asia y África y el mundo árabe, que combaten con las armas en el
Congo, en las colonias portuguesas, en el Yemen, en Laos, especialmente en el
Vietnam, en contra del enemigo común.
Estimamos que
sus luchas son valiosas ayudas para los pueblos latinoamericanos que, a su
manera y en cada uno de los frentes, se oponen al imperialismo.
Estamos con
los combatientes de Guatemala, Colombia, Venezuela, Perú, y en especial con el
valeroso pueblo dominicano, con cuya heroica batalla por conquistar su libertad
y expulsar a los invasores yanquis nos solidarizamos.
Estamos
también con los que bregan por derrotar al imperialismo.
Hemos estado,
estamos y estaremos con Cuba, que construye valerosamente el socialismo. No
olvidemos que, contra este país, se descarga día a día una feroz acción
imperialista que, entre otros aspectos, se traduce en el despiadado bloqueo
económico. Esta isla que, a menos de cien millas de sus costas, levanta en sus
aguerridos brazos la bandera de la dignidad, no sólo de su pueblo sino de
América Latina toda y de todos los pueblos oprimidos del mundo.
Compañeros
delegados: los representantes del movimiento popular chileno hemos llegado a
esta histórica Conferencia para insistir en que su máxima importancia consiste
en la posibilidad de lograr, sobre la base de la lucha sin renuncios contra el
imperialismo, una combativa unidad a favor de la liberación de Asia, África y
América Latina. La unidad de los pueblos en su lucha emancipadora es la base
esencial de la victoria definitiva.
Esperamos que
de esta Conferencia emerja una acción concertada y permanente de sus
organizaciones de masas, representadas aquí para luchar resueltamente contra el
imperialismo, creando las autoridades y mecanismos adecuados que, sin perjuicio
de los organismos regionales existentes o por existir, permitan ligar más
estrechamente sus luchas con la de los países de América Latina.
Sostenemos,
asimismo, que de esta Conferencia debe salir una iniciativa destinada a
relacionar y coordinar en forma permanente la acción antiimperialista del
pueblo latinoamericano.
La
Conferencia de México, en 1961, por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica
y la Paz, y el Congreso de los Pueblos, realizado en La Habana en 1962 en pro
de la autodeterminación y la no intervención, constituyen jalones señalados de
un proceso de coordinación de los movimientos populares antiimperialistas del
continente.
Compañeros:
la delegación de Chile se esforzará porque la solidaridad de los pueblos de los
tres continentes alcance en esta Conferencia los mejores instrumentos de
acción, colocando, por sobre todo, su afán de unidad mundial antiimperialista.
Unidad basada en la lucha intransigente que lleva a la derrota a las fuerzas
que obstaculizan el avance de los pueblos de Asia, África y América Latina
hacia la democracia, el socialismo y la paz; unidad para pasar con decisión a
la ofensiva y conquistar la independencia económica y la soberanía política de
nuestros pueblos. Unidad para darle al hombre la dignidad que hoy se le niega.
Unidad para
terminar con el hambre, la enfermedad y la miseria moral y fisiológica.
Unidad para
estructurar la nueva sociedad, sin explotados y explotadores.
Unidad para
construir el socialismo.
SALVADOR
ALLENDE
Nota:
* En esta Primera
Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina”
denominada comúnmente “La Tricontinental”, celebrada en la Habana, se acordó crear,
a propuesta de Allende, la Organización Latinoamericana de Solidaridad
(OLAS). Merece subrayarse que la misma Salvador Allende -luego presidente
de Chile- la presidió en esa oportunidad.
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