GENERAL JUAN DOMINGO PERON “hemos
de luchar para imponer esas nuevas formas que tarde o temprano vendrán no sólo
a implantarse en nuestro país sino en el mundo entero”
Discurso
de Perón antes de la conferencia de prensa en el restaurante Nino de Vicente
López 25 de noviembre de 1972
En
primer lugar quiero agradecerles la amabilidad que han tenido en llegar hasta
acá, a fin de que podamos cambiar un poco ideas. Estas conferencias de prensa en mí tienen la
posibilidad de explicar muchas cosas que a menudo resultan inexplicables para
los que observan desde lejos o desde afuera los acontecimientos.
En
segundo lugar yo les ruego que hagan por lo menos cada uno una pregunta, porque
si unos hacen muchas preguntas muchos se quedarán sin respuesta, porque el
tiempo nos va a apremiar rápidamente.
En
tercer lugar yo tenía pensado hacer algunas consideraciones, pero en vista de
que el tiempo está pasando, prefiero someterlos a ustedes, si quieren, primero
a una explicación de conjunto más o menos sobre nuestra posición justicialista
o si prefieren directamente entrar a las preguntas y respuestas.
Bueno.
Eso quizás pueda permitir evitar algunas preguntas. La posición del Movimiento
justicialista es simple. Hay mucha gente
que todavía no la comprende, como también hay mucha gente que no comprende la
evolución que el mundo está realizando en estos días.
Es
indudable que el mundo actual está influenciado por una evolución histórica
fuera de lo común. Estamos en un momento
de cambio, en los sistemas y esquemas, tanto políticos, como sociales y
económicos. Es indudable que esas etapas
sean etapas de lucha, de discusión y algunas veces de pelea.
Cuando
comienza el siglo diecinueve se produce un gran cambio, que reemplaza un
sistema medieval por otro nuevo que hemos llamado
demo-liberalismo-burgués. Pero la
separación entre esos dos sistemas no se hace por una línea divisoria, sino por
una amplia faja de lucha.
El
demo-liberalismo-burgués que durante dos siglos ha manejado al mundo, en su
implantación le costó a Europa 20 años de guerra. En esos 20 años de guerra se realizó el
cambio y durante dos siglos el sistema demo-liberal-burgués ha manejado al
mundo.
Lo ha
manejado con sus empresas, con sus máquinas, ha hecho evolucionar al mundo en
lo técnico y en lo científico más que en los diez siglos precedentes. Eso no lo podemos negar.
Pero
tampoco podernos negar que ese sistema se ha realizado sobre las espaldas y los
sacrificios de los pueblos. Pero esos mismos medios técnicos y científicos, han
dispersado la información masiva por el mundo y simultáneamente, han
esclarecido a los pueblos.
Hoy,
el último paisano a cientos o miles de kilómetros de las metrópolis, tiene su transistor en la oreja con el cual
está viviendo lo que pasa en el mundo en ese momento. Es esto lo que ha terminado por esclarecer a
los pueblos y hoy los pueblos no quieren ya el sacrificio.
Y si
se los somete a ese sacrificio se rebelan y tienen razón. Hoy los pueblos aceptan el esfuerzo
mancomunado, donde el esfuerzo esté relacionado con las ventajas que su
capacidad y su esfuerzo producen. Es
este el cambio al cual estamos asistiendo en el mundo.
Y esos
dos sistemas, uno que muere y otro que nace, tampoco ahora se separan por una
línea. Y si el medioevo para cambiar
demandó 20 años de guerras, quizás hoy la humanidad más comprensiva de la
evolución, pueda acortar los plazos de la lucha cruenta.
Pero
existe indudablemente una faja representada por una lucha que presenciamos hoy
en el mundo entero. No es por casualidad
que se lucha en el Polo Sur lo, mismo que en el Polo Norte. Es la evolución que conduce a un mundo, a un
sendero histórico que es totalmente insoslayable.
Y si
todavía hay tontos que creen que podemos volver al medioevo, debemos confesar
que están completamente equivocados. Porque el mundo moderno ya no permite
semejante retroceso. De la misma manera
los que piensan que volvemos a un demo-libera-lismo capitalista y burgués que
ha sido superado por los tiempos.
Es
necesario conformar ese nuevo sistema, nuevo sistema basado en el esfuerzo de
todos. Porque la tierra cada día está
haciendo más difícil la vida. No sólo por el impacto demográfico que ya nos
amenaza sino por la destrucción desconsiderada que el hombre está haciendo de
los medios naturales que la tierra ofrece.
Estamos
quedándonos sin tierra, para convertirla en basurales, estamos quedándonos sin
ríos, porque son cloacas; estamos quedándonos sin mares, porque los están
cubriendo de una capa de aceite; han destruido los bosques y ya nos estamos
sintiendo en el enrarecimiento oxigenar de la atmósfera.
El
mar, de la misma manera aislado por esas capas de aceite, está también
disminuyendo la liberación de oxígeno.
Vale decir, que vamos hacia un mundo sin tierra, sin agua, sin
oxígeno. Mientras una población se
multiplica extraordinariamente, al punto de pensar que en este mundo de 3.800
millones de habitantes la mitad está hambrienta.
¿Qué
pasará en el siglo veintiuno, que al comenzar en su año 2000 es probable que
tenga de siete a ocho mil millones de habitantes? Ya no podemos pensar con el pequeño concepto
de naciones, ya debemos empezar a pensar en la tierra que es la que nos
comprende, nos alimenta y nos sostiene a todos.
Y si
esa evolución ha de producirse es indispensable que nuestras comunidades vayan
también adaptándose a esa necesidad y vayamos evolucionando en lo económico, en
lo social y en lo político, para poder enfrentar el terrible problema que, como
asechanza, nos está esperando en el año dos mil.
La
evolución de la humanidad que comenzó con el hombre aislado, siguió a la
familia, a la tribu, al clan, al estado primitivo, a la ciudad, al estado
feudal, a la nacionalidad, hoy ha llegado a los continentes y si los
continentes se integran y se unen para defenderse contra la grave amenaza que
se cierne sobre la humanidad, ¿cómo
podemos pensar que los países que aún subsisten no han de defenderse en una
mancomunidad absoluta y en una colaboración permanente?
Esto
lo anunciamos nosotros acá en la República Argentina hace treinta años. Y el justicialismo buscó de ir creando un
sistema por evolución que respondiera a todas esas necesidades.
Eso ha
sido el justicialismo. Indudablemente
que en 1945 nosotros lanzamos desde acá por primera vez en el mundo la tercera
posición. Una tercera posición que ha
dado origen a un tercer mundo posteriormente.
Cuando lanzamos esa posición cayó aparentemente en el vacío.
Porque
no estaba el "horno para bollos", como decimos nosotros. Había
terminado la segunda guerra y los vencedores se estaban repartiendo al mundo.
Esa es una realidad que nadie puede negar.
Pero han pasado veinticinco años y hoy las dos terceras partes de la
humanidad pujan por colocarse en ese tercer mundo.
Tercer
mundo que va a tomar la defensa de ese futuro y va a realizarlo. Dentro de esa posición es que nosotros hemos
creado un sistema político, social y económico que responde a la idiosincrasia
argentina, como a la especial situación que nuestro país vive.
Así
llegamos hasta 1955, pero la sinarquía internacional manejada desde las
Naciones Unidad nos echó todo su peso en contra. Como ustedes habrán podido comprobar y
comprobarán en la República Argentina a nosotros no nos desalojó la única
fuerza que es el pueblo.
Nosotros
fuimos desalojados del poder para evitar una guerra civil en que ese pobre
pueblo pagará las consecuencias. Por eso dejamos el gobierno, no porque no
tuviéramos razón, ni porque no tuviéramos fundamento en qué afirmar nuestra
ideología y nuestra doctrina.
Señores,
los pueblos no suelen equivocarse. Y nosotros hemos pensado que si tenemos
razón hemos de volver y si no tenemos razón es mejor que no volvamos. Pero hemos de luchar para imponer esas nuevas
formas que tarde o temprano vendrán no sólo a implantarse en nuestro país sino
en el mundo entero.
Vengo
de Europa, donde he tenido oportunidad de observar perfectamente en cada país y
conversar con sus hombres más importantes. En Europa se está produciendo ya el
fenómeno aceleradamente, como debía ser. Hay muchos países que en 200 años de
historia piensan que pueden manejar a Europa, que tiene cuatro mil.
Esos
cuatro mil años de cultura, de civilización, de tradición y de historia no se
pueden comprar con ningún dinero. Por
eso pienso que Europa será la cabeza del mundo todavía por muchos siglos. Y de ella debemos tomar ejemplo. En este momento todos los países
europeos
van hacia una democracia integrada donde las formas violentas o de oposición
sistemática y negativa del sistema demo-liberal han desaparecido. Hoy es un primor contemplar que países
europeos donde los conservadores y los comunistas no son enemigos, piensan
distinto y discuten sus problemas para el bien del país.
Es que
si en el futuro las naciones no imitan ese ejemplo y abandonan una lucha
estéril de la política, difícilmente podrán subsistir frente a las asechanzas y
peligros que se ciernen sobre el mundo futuro. Yo vengo acá con esas ideas que
no han hecho sino confirmar lo que he pensado toda mi vida y lo que he tratado
de hacer durante diez años de gobierno en este país: que pudimos formar una
comunidad con una economía de abundancia, sin deudas externas.
Donde
cada ciudadano argentino tenía lo suficiente para vivir con dignidad y con
felicidad, porque sólo un pueblo en la dignidad y en la felicidad puede ser
propenso para labrar la grandeza de los países.
Señores, yo no quiero abundar más en estas consideraciones.
Solamente
he querido aclararles para que evitemos preguntas que me llevarían
fragmentariamente a largas disquisiciones.
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