miércoles, 7 de octubre de 2015

GENERAL JUAN DOMINGO PERON “hemos de luchar para imponer esas nuevas formas que tarde o temprano vendrán no sólo a implantarse en nuestro país sino en el mundo entero” Discurso de Perón antes de la conferencia de prensa en el restaurante Nino de Vicente López 25 de noviembre de 1972

GENERAL JUAN DOMINGO PERON “hemos de luchar para imponer esas nuevas formas que tarde o temprano vendrán no sólo a implantarse en nuestro país sino en el mundo entero”


Discurso de Perón antes de la conferencia de prensa en el restaurante Nino de Vicente López 25 de noviembre de 1972
 
En primer lugar quiero agradecerles la amabilidad que han tenido en llegar hasta acá, a fin de que podamos cambiar un poco ideas.  Estas conferencias de prensa en mí tienen la posibilidad de explicar muchas cosas que a menudo resultan inexplicables para los que observan desde lejos o desde afuera los acontecimientos.
En segundo lugar yo les ruego que hagan por lo menos cada uno una pregunta, porque si unos hacen muchas preguntas muchos se quedarán sin respuesta, porque el tiempo nos va a apremiar rápidamente.
En tercer lugar yo tenía pensado hacer algunas consideraciones, pero en vista de que el tiempo está pasando, prefiero someterlos a ustedes, si quieren, primero a una explicación de conjunto más o menos sobre nuestra posición justicialista o si prefieren directamente entrar a las preguntas y respuestas.
Bueno. Eso quizás pueda permitir evitar algunas preguntas. La posición del Movimiento justicialista es simple.  Hay mucha gente que todavía no la comprende, como también hay mucha gente que no comprende la evolución que el mundo está realizando en estos días.
Es indudable que el mundo actual está influenciado por una evolución histórica fuera de lo común.  Estamos en un momento de cambio, en los sistemas y esquemas, tanto políticos, como sociales y económicos.  Es indudable que esas etapas sean etapas de lucha, de discusión y algunas veces de pelea.
Cuando comienza el siglo diecinueve se produce un gran cambio, que reemplaza un sistema medieval por otro nuevo que hemos llamado demo-liberalismo-burgués.  Pero la separación entre esos dos sistemas no se hace por una línea divisoria, sino por una amplia faja de lucha.
El demo-liberalismo-burgués que durante dos siglos ha manejado al mundo, en su implantación le costó a Europa 20 años de guerra.  En esos 20 años de guerra se realizó el cambio y durante dos siglos el sistema demo-liberal-burgués ha manejado al mundo.
Lo ha manejado con sus empresas, con sus máquinas, ha hecho evolucionar al mundo en lo técnico y en lo científico más que en los diez siglos precedentes.  Eso no lo podemos negar.
Pero tampoco podernos negar que ese sistema se ha realizado sobre las espaldas y los sacrificios de los pueblos. Pero esos mismos medios técnicos y científicos, han dispersado la información masiva por el mundo y simultáneamente, han esclarecido a los pueblos.
Hoy, el último paisano a cientos o miles de kilómetros de las metrópolis, tiene su transistor en la oreja con el cual está viviendo lo que pasa en el mundo en ese momento.  Es esto lo que ha terminado por esclarecer a los pueblos y hoy los pueblos no quieren ya el sacrificio.
Y si se los somete a ese sacrificio se rebelan y tienen razón.  Hoy los pueblos aceptan el esfuerzo mancomunado, donde el esfuerzo esté relacionado con las ventajas que su capacidad y su esfuerzo producen.  Es este el cambio al cual estamos asistiendo en el mundo.
Y esos dos sistemas, uno que muere y otro que nace, tampoco ahora se separan por una línea.  Y si el medioevo para cambiar demandó 20 años de guerras, quizás hoy la humanidad más comprensiva de la evolución, pueda acortar los plazos de la lucha cruenta.
Pero existe indudablemente una faja representada por una lucha que presenciamos hoy en el mundo entero.  No es por casualidad que se lucha en el Polo Sur lo, mismo que en el Polo Norte.  Es la evolución que conduce a un mundo, a un sendero histórico que es totalmente insoslayable.
Y si todavía hay tontos que creen que podemos volver al medioevo, debemos confesar que están completamente equivocados. Porque el mundo moderno ya no permite semejante retroceso.  De la misma manera los que piensan que volvemos a un demo-libera-lismo capitalista y burgués que ha sido superado por los tiempos.
Es necesario conformar ese nuevo sistema, nuevo sistema basado en el esfuerzo de todos.  Porque la tierra cada día está haciendo más difícil la vida. No sólo por el impacto demográfico que ya nos amenaza sino por la destrucción desconsiderada que el hombre está haciendo de los medios naturales que la tierra ofrece.
Estamos quedándonos sin tierra, para convertirla en basurales, estamos quedándonos sin ríos, porque son cloacas; estamos quedándonos sin mares, porque los están cubriendo de una capa de aceite; han destruido los bosques y ya nos estamos sintiendo en el enrarecimiento oxigenar de la atmósfera.
El mar, de la misma manera aislado por esas capas de aceite, está también disminuyendo la liberación de oxígeno.  Vale decir, que vamos hacia un mundo sin tierra, sin agua, sin oxígeno.  Mientras una población se multiplica extraordinariamente, al punto de pensar que en este mundo de 3.800 millones de habitantes la mitad está hambrienta.
¿Qué pasará en el siglo veintiuno, que al comenzar en su año 2000 es probable que tenga de siete a ocho mil millones de habitantes?  Ya no podemos pensar con el pequeño concepto de naciones, ya debemos empezar a pensar en la tierra que es la que nos comprende, nos alimenta y nos sostiene a todos.
Y si esa evolución ha de producirse es indispensable que nuestras comunidades vayan también adaptándose a esa necesidad y vayamos evolucionando en lo económico, en lo social y en lo político, para poder enfrentar el terrible problema que, como asechanza, nos está esperando en el año dos mil.
La evolución de la humanidad que comenzó con el hombre aislado, siguió a la familia, a la tribu, al clan, al estado primitivo, a la ciudad, al estado feudal, a la nacionalidad, hoy ha llegado a los continentes y si los continentes se integran y se unen para defenderse contra la grave amenaza que se cierne sobre la humanidad,  ¿cómo podemos pensar que los países que aún subsisten no han de defenderse en una mancomunidad absoluta y en una colaboración permanente?
Esto lo anunciamos nosotros acá en la República Argentina hace treinta años.  Y el justicialismo buscó de ir creando un sistema por evolución que respondiera a todas esas necesidades.
Eso ha sido el justicialismo.  Indudablemente que en 1945 nosotros lanzamos desde acá por primera vez en el mundo la tercera posición.  Una tercera posición que ha dado origen a un tercer mundo posteriormente.  Cuando lanzamos esa posición cayó aparentemente en el vacío.
Porque no estaba el "horno para bollos", como decimos nosotros. Había terminado la segunda guerra y los vencedores se estaban repartiendo al mundo. Esa es una realidad que nadie puede negar.  Pero han pasado veinticinco años y hoy las dos terceras partes de la humanidad pujan por colocarse en ese tercer mundo.
Tercer mundo que va a tomar la defensa de ese futuro y va a realizarlo.  Dentro de esa posición es que nosotros hemos creado un sistema político, social y económico que responde a la idiosincrasia argentina, como a la especial situación que nuestro país vive.
Así llegamos hasta 1955, pero la sinarquía internacional manejada desde las Naciones Unidad nos echó todo su peso en contra.  Como ustedes habrán podido comprobar y comprobarán en la República Argentina a nosotros no nos desalojó la única fuerza que es el pueblo.
Nosotros fuimos desalojados del poder para evitar una guerra civil en que ese pobre pueblo pagará las consecuencias. Por eso dejamos el gobierno, no porque no tuviéramos razón, ni porque no tuviéramos fundamento en qué afirmar nuestra ideología y nuestra doctrina.
Señores, los pueblos no suelen equivocarse. Y nosotros hemos pensado que si tenemos razón hemos de volver y si no tenemos razón es mejor que no volvamos.  Pero hemos de luchar para imponer esas nuevas formas que tarde o temprano vendrán no sólo a implantarse en nuestro país sino en el mundo entero.
Vengo de Europa, donde he tenido oportunidad de observar perfectamente en cada país y conversar con sus hombres más importantes. En Europa se está produciendo ya el fenómeno aceleradamente, como debía ser. Hay muchos países que en 200 años de historia piensan que pueden manejar a Europa, que tiene cuatro mil.
Esos cuatro mil años de cultura, de civilización, de tradición y de historia no se pueden comprar con ningún dinero.  Por eso pienso que Europa será la cabeza del mundo todavía por muchos siglos.  Y de ella debemos tomar ejemplo.  En este momento todos los países
europeos van hacia una democracia integrada donde las formas violentas o de oposición sistemática y negativa del sistema demo-liberal han desaparecido.  Hoy es un primor contemplar que países europeos donde los conservadores y los comunistas no son enemigos, piensan distinto y discuten sus problemas para el bien del país.
Es que si en el futuro las naciones no imitan ese ejemplo y abandonan una lucha estéril de la política, difícilmente podrán subsistir frente a las asechanzas y peligros que se ciernen sobre el mundo futuro. Yo vengo acá con esas ideas que no han hecho sino confirmar lo que he pensado toda mi vida y lo que he tratado de hacer durante diez años de gobierno en este país: que pudimos formar una comunidad con una economía de abundancia, sin deudas externas.
Donde cada ciudadano argentino tenía lo suficiente para vivir con dignidad y con felicidad, porque sólo un pueblo en la dignidad y en la felicidad puede ser propenso para labrar la grandeza de los países.  Señores, yo no quiero abundar más en estas consideraciones.
Solamente he querido aclararles para que evitemos preguntas que me llevarían fragmentariamente a largas disquisiciones.


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