ALBERT EINSTEIN
"MI VISIÓN DEL MUNDO"
Reflexiones
de Albert Einstein
¡Qué
extraños somos la mayoría de los mortales! Cada uno de nosotros estamos
aquí durante un breve tiempo; ¿con qué propósito? no lo sabemos, aunque
algunas veces pensamos que lo presentimos. Pero sin una reflexión más profunda
uno sabe, por la vida diaria, que existe para otras personas -- primero que
nada para todos aquellos cuyas sonrisas y bienestar dependen totalmente de
nuestra propia felicidad y después para los muchos, desconocidos para nosotros,
a cuyos destinos estamos unidos por los lazos de simpatía. Cientos de veces al
día me recuerdo a mí mismo que mi vida interior y mi vida exterior están
basadas en las labores de otros hombres, vivos o muertos, y que así mismo yo
debo esforzarme por dar en la misma medida en que he recibido y aún estoy
recibiendo...
Nunca
me he fijado en el bienestar o la felicidad como fines en sí mismos - esta base
crítica yo la denomino el ideal de una pocilga. Los ideales que han
iluminado mi camino una y otra vez y que me han dado el coraje para afrontar la
vida con alegría han sido la Bondad, la Belleza y la Verdad. Sin el sentido del
parentesco con hombres de la misma mentalidad, sin la actividad con el mundo
objetivo, los eternamente inalcanzables esfuerzos en los campos de las artes y
ciencias, la vida para mí estaría completamente vacía. Las cosas tan trilladas
de los esfuerzos humanos - posesiones, éxito externo, lujos - siempre me han
parecido contemplativos.
Mi
apasionado sentido de justicia y responsabilidad social han contrastado
siempre, extrañamente, con mi pronunciada falta de necesidad de contacto
directo con otros seres humanos o comunidades. Yo soy verdaderamente un
'solitario' y nunca he pertenecido a mi patria, mi casa, mis amigos o aún a mi
familia inmediata con todo mi corazón; a la vista de todas estas uniones, nunca
he perdido el sentido de la distancia y la necesidad de la soledad...
Mi
política ideal es la democracia. Dejar que cada hombre sea respetado como un
individuo y que no se idolatre a ningún hombre. Es una ironía que yo mismo haya
sido el receptor de una excesiva admiración y reverencia por parte de mis
semejantes, sin culpa ni méritos propios. La causa de esto puede ser más bien
el deseo, inalcanzable para muchos, de comprender unas pocas ideas a las cuales
yo, dentro de mis poco convincentes poderes, haya podido llegar en mi constante
lucha.
Estoy
muy al tanto que para que cualquier organización alcance sus metas, un hombre
debe representar la idea y generalmente cargar con la responsabilidad. Pero
esta guía no debe de ser forzada, ellos deben de escoger a su líder. En mi
opinión, un sistema autocrítico de coacción pronto degenera; la fuerza atrae a
hombres de baja moral... Lo verdaderamente valioso en el espectáculo de la vida
humana, me parece a mí que no es el estado político, sino la creatividad, el
sentido individual y la personalidad que por si sóla crea al noble y al
sublime, mientras que las masas como tales permanecen apagadas en sus
pensamientos y sentimientos.
Este
tópico me recuerda el peor afloramiento de la vida de las masas, el sistema
militar, al cual aborrezco... Esta plaga de nuestra civilización debería de
abolirse a la mayor velocidad posible. Heroismo a la orden, violencia sin
sentido, y todas esas tonterías que van unidas al nombre de patriotismo --
¡cuán profundamente las odio!
La
experiencia más hermosa que podemos tener es el misterio. Es la emoción
fundamental que está en la cuna del verdadero arte y la verdadera
ciencia. Quien no la conoce y no puede maravillarse, está igual que muerto
y sus ojos están nublados. Fue la experiencia de lo misterioso - aún mezclada
con temor - lo que engendró la religión. El conocimiento de la existencia
de algo que no podemos penetrar, nuestras percepciones de la razón profunda y
de la más radiante belleza, que solamente en sus formas más primitivas son
accesibles a nuestras mentes: es este conocimiento y esta emoción lo que
constituye la verdadera religiosidad.
En
este sentido, y solamente en este sentido, yo soy un hombre profundamente
religioso... Estoy satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con
un conocimiento, un sentido, de la maravillosa estructura de la existencia - al
igual que del humilde intento por entender una pequeña porción de la Razón que
se manifiesta a sí misma en la naturaleza.
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