Hernán Cortés
"Conquista de México"
Discurso de Hernán Cortés en la isla de Cozumel en el inicio de la conquista de México,
siglo XVI
"Cuando considero, amigos y compañeros míos, cómo nos ha juntado en esta isla nuestra felicidad, cuántos estorbos y persecuciones dejamos atrás y cómo se nos han deshecho las dificultades, conozco la mano de Dios en esta obra que emprendemos, y entiendo que en su altísima providencia es lo mismo favorecer que prometer los sucesos. Su causa nos lleva y la de nuestro rey, que también es suya, a conquistar regiones no conocidas, y ella misma volverá por sí, mirando por nosotros.
No es mi ánimo facilitaros la empresa que acometemos; combates nos esperan sangrientos, facciones increíbles, batallas desiguales en que haréis menester socorreros de vuestro valor, miserias de la necesidad, inclemencias del tiempo y asperezas de la tierra, en que os será necesario el sufrimiento, que es el segundo valor de los hombres y tan hijo del corazón como el primero, que en las guerras más sirve la paciencia que las manos y quizá por esa razón tuvo Hércules el nombre de invencible, y se llamaron trabajos sus hazañas.
Hechos estáis a padecer y hechos a pelear en estas islas que dejáis conquistadas; mayor es nuestra empresa, y debemos ir prevenidos de mayor osadía; que siempre son las dificultades del tamaño de los intentos.
La antigüedad pintó en lo más alto de los montes el templo de la fama, y su simulacro, en lo más alto del templo, dando a entender, que para hallarla, aún después de vencida la cumbre, era menester el trabajo de los ojos.
Pocos somos, pero la unión multiplica los ejércitos, y en nuestra conformidad está nuestra mayor fortaleza; uno, amigos míos, ha de ser el consejo en cuanto se resolviere; una, la mano de la ejecución; común la utilidad y común la gloria en lo que conquistare. Del valor de cualquiera de nosotros se ha de fabricar y componer la felicidad de todos. Vuestro caudillo soy, y seré el primero en aventurar la vida por el menor de los soldados.
Más tendréis que obedecer en mi ejemplo que en mis órdenes; y puedo aseguraros de mí que me basta el ánimo para conquistar el mundo entero, y aún me lo promete el corazón con no sé qué movimiento extraordinario, que suele ser el mejor de los presagios.
Así, pues, a convertir en obras las palabras; y no os parezca temeridad esta confianza mía, pues se funda en que os tengo a mi lado, y dejo de fiar de mí lo que espero de vosotros."
Más tendréis que obedecer en mi ejemplo que en mis órdenes; y puedo aseguraros de mí que me basta el ánimo para conquistar el mundo entero, y aún me lo promete el corazón con no sé qué movimiento extraordinario, que suele ser el mejor de los presagios.
Así, pues, a convertir en obras las palabras; y no os parezca temeridad esta confianza mía, pues se funda en que os tengo a mi lado, y dejo de fiar de mí lo que espero de vosotros."
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