BENJAMIN FRANKLIN
"VALORACIÓN Y APROBACIÓN DE LA
CONSTITUCIÓN "
Discurso pronunciado durante la Convención Constitucional del 27 de Septiembre de 1787.
Señor Presidente: Confieso que hoy no apruebo del todo esta Constitución, pero no estoy seguro, señor, de que nunca la apruebe; porque habiendo vivido largo tiempo, he podido observar que en muchas ocasiones me he visto obligado, debido a una mejor información o a una consideración más detenida, a cambiar de opinión, aún en asuntos de gran importancia que un día creí justos y después tuve que abandonar como erróneos. Por esto, cuanto más viejo me hago, más aprendo a dudar de mi propio juicio sobre los demás. En realidad, la mayoría de los hombres, lo mismo que la mayoría de las sectas religiosas, se creen en posesión de la verdad pura, y piensan que todos los que difieren de ellos están en el error. Un protestante, Steele, en una dedicatoria, le dice al Papa que la única diferencia entre nuestras dos iglesias sobre las opiniones de la veracidad de su doctrina, es que la Iglesia Romana es infalible y que la Iglesia de Inglaterra nunca se equivoca.
Pero,
aunque muchas personas particulares piensan casi tan elevadamente de su propia
infalibilidad como de la de su secta, pocos la han expresado tan naturalmente
como aquella señora francesa que en una pequeña disputa con su hermana, le
dijo: "Yo no me he encontrado con nadie más que conmigo que tenga siempre
razón." ("Je ne trouve que moi qui aie toujours raison. " )
Pensando
de este modo, señor, acepto esta Constitución con todas sus faltas... si
podemos considerarlas como tales; porque yo creo que un Gobierno general es
necesario para nosotros y cualquier forma de Gobierno puede ser una bendición
para el pueblo si se administra bien; y creo también que una buena
administración dura unos cuantos años solamente y al fin termina en despotismo
(como han terminado otras formas antes) ; porque el pueblo se corrompe de tal
manera que es necesario un gobierno despótico .
Dudo,
también, que ninguna otra Convención que podamos lograr sea capaz de hacer una
Constitución mejor; porque cuando se reúnendegollarse los unos a los otros.
Así,
pues, señor, apruebo esta Constitución, porque no espero nada mejor y
porque casi estoy seguro de que es la mejor. La crítica que he hecho de sus
errores la sacrifico al bien general. Jamás diré una sola palabra de esta
crítica fuera de aquí. Dentro de estos muros han nacido y dentro de estos muros
morirán. Si alguno de nosotros, al volver a nuestros Constituyentes, les cuenta
las objeciones que él ha puesto y se esfuerza en sostenerlas para ganar
partidarios, impedirá que sea bien recibida en general y hará que pierda por lo
tanto sus efectos saludables y las grandes ventajas que resulten naturalmente
en nuestro favor, lo mismo entre las naciones extranjeras que entre nosotros,
de nuestra verdadera o aparente unanimidad.
Mucha
de la fuerza y eficacia de un gobierno, al intentar y asegurar la felicidad del
pueblo, depende de la opinión, de la opinión general que se tiene de la bondad
de este gobierno, lo mismo que de la sabiduría e integridad de sus gobernantes.
Espero, por lo tanto, para nuestro beneficio, para beneficio del pueblo, y para
beneficio de nuestros descendientes, que nos conduzcamos leal y unánimemente al
recomendar esta Constitución hasta donde llegue nuestra influencia, y hacer que
nuestros futuros pensamientos y nuestros esfuerzos se acomoden a dirigirla
bien.
En
resumen, señor, no puedo menos de expresar mi deseo de que todos los miembros
de la Convención que quisieran aún hacer alguna objeción, se acojan un poco
conmigo en esta ocasión a la duda de su propia infabilidad y que para
manifestar su unanimidad pongan su nombre en este instrumento."
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