domingo, 24 de mayo de 2015

Rafael Correa ceremonia de traspaso de la presidencia pro tempore de la UNASUR

Rafael Correa 

ceremonia de traspaso de la presidencia pro tempore de la UNASUR



10 de agosto de 2009
Compañera Michele Bachelet, Presidenta de la hermana  República de Chile,
Queridos Presidentes de los países miembros de la Unión de Repúblicas Suramericanas,
Compatriotas:
Bienvenidos a la mitad del mundo. Reciban un abrazo solidario de las ciudadanas y ciudadanos del Ecuador en la celebración de la memoria, en la fiesta de nuestros primeros doscientos años de independencia política, en el segundo centenario de la constitución de nuestro primer gobierno soberano.
Hace dos siglos ya, nuestros antepasados, en representación de todo el pueblo de la Audiencia de Quito, constituyeron una Junta Soberana de Gobierno. Desde aquí, desde esta Sala Capitular, con sus voces llenas de pueblo, levantaron la convocatoria para ser libres; desde aquí, realizaron la invitación a los delegados de los cabildos de Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá, para que se unieran a la causa de la emancipación. Nada nos puede hablar mejor del espíritu insurgente y libertario de nuestros pueblos, que las campanadas que atronaron el aire y la madrugada aquel 10 de agosto de 1809, convocando a todas y a todos a la proclamación de la Junta Soberana, en la Plaza Grande, en esta plaza de la Independencia, en donde se anunciaba al mundo la “Luz de América” sellada con firma y rúbrica de patriotas para establecer un pacto de libertad, poniendo la vida en garantía. Aquí mismo, bajo esta Sala, reposan los restos de los próceres del 2 de agosto de 1810, que fueron ejecutados sumariamente en el Cuartel Real de Lima, casi un año después de la insurgencia, junto a cientos de víctimas anónimas de la represión  que siguió a la masacre. En las calles hubo por lo menos 300 muertos aquel día. Los frailes agustinos fueron los encargados de recoger los cadáveres para darles sepultura.
¡Mucha sangre costó la independencia, la soberanía, la libertad; pero, su ejemplo, su dignidad, siguen flameando todavía, siguen con vida!
El pueblo ya no podía soportar tanta opresión, tantos abusos, tanta injusticia, y su rebeldía germinó en las ideas de Eugenio de Santa Cruz y Espejo, nuestro Precursor. Su pensamiento emancipador abrasó las conciencias, levantó llamaradas de dignidad por todas partes. El ejemplo de las luchas indígenas que se venían librando desde mucho tiempo antes en distintas regiones de la Real Audiencia, abonó la simiente sembrada a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII por notables filósofos, teólogos y juristas, que desde las cátedras de la Universidad de San Gregorio iniciaron una profunda renovación del pensamiento, que no solo incluyó la superación del viejo y anquilosado pensamiento escolástico, reducido ya a una caricatura de sí mismo, sino que sentó, en forma crítica y audaz, los fundamentos para la concepción de un nuevo Estado. 
Por primera vez nuestra América mestiza pudo verse a sí misma de cuerpo entero reflejada en ese Espejo iluminado que la mostró india, chola, negra, variopinta. Médico y filósofo, ese duende que buscaba la libertad, que trabajaba por la libertad desde la palabra, desde el ejemplo, desde sus libros, desde las célebres “Primicias de la Cultura de Quito”, nuestro primer periódico,  cuyo pensamiento nutrió la conciencia de los próceres del Diez de Agosto, ya desde antes dispuesta a aplaudir el levantamiento de Túpac Amaru y Túpac Catari en el lejano Alto Perú y en la Paz; se instruyeron con El Nuevo Luciano de Quito, publicado en 1779, y con otros textos que le costaron la cárcel, la vida a Espejo.
Se manejaron conceptos políticos nuevos, especialmente los de libertad, soberanía y representación de los pueblos. Después, en 1812 esta revolución es claramente independentista, formó el Estado Libre de Quito y dictó la primera Constitución. Aquí está el germen, el origen de un nuevo país.
El movimiento libertario tuvo cientos, miles de protagonistas en las calles, en los campos; la llama insurgente prendió en las vendedoras del mercado, en los arrieros, en los artesanos, en las amorosas y aguerridas guarichas, las mujeres tan heroicas y tan nuestras que cocinaban en campaña, que curaban a los enfermos y eran las que enterraban a los caídos en combate. Era hace 200 años bastante sexista, pero así es, esas eran las mujeres que apoyaban a nuestros soldados.
Se diferencia: las mujeres siempre han cocinado, atendido, planchado, y peleado; los hombres hemos peleado pero no hemos hecho lo que adicionalmente han hecho las mujeres. Ese es el gran desafío del siglo XXI 
No es posible recordar a la Junta Soberana de Quito sin recordar enseguida la gran epopeya cumplida por los pueblos de la América Nuestra nueva y milenaria, mestiza y morena, bajo la guía insustituible de Bolívar, San Martín y O’Higgins: Carabobo, Boyacá, Pichincha, Junín, Ayacucho y Maipú, son los nombres que nos ennoblecen la voz al pronunciarlos, y están para siempre ligados a esa llama inicial encendida el Diez de Agosto de 1809.
Es esa historia gloriosa, queridos amigos, compartida y solidaria de nuestros pueblos la robusta raíz que hoy sostiene y alimenta a esta Unión de Naciones, Unasur.  
Fue la historia común, los sueños compartidos, lo que nos guió a Cusco, en diciembre de 2004; a Brasilia, en septiembre de 2005, y a Cochabamba en diciembre de 2006, a reafirmar nuestra determinación de construir una identidad y ciudadanía suramericanas y desarrollar un espacio regional integrado en lo político, económico, social, cultural, ambiental, energético y de infraestructura,  para contribuir al fortalecimiento de la unidad de América y el Caribe, con Guyana y Suriname; para encaminar nuestra historia, por fin y para siempre, hacia la constitución de la Patria Grande en la que soñaron nuestros Libertadores.
La Unasur, materializa nuestra convicción de que la integración y la unidad suramericanas son imprescindibles para el desarrollo sostenible y el bienestar de nuestros pueblos, así como para contribuir a resolver las lacras sociales, lo que se refería allá Michelle, que nos siguen aquejando, en especial: la pobreza, la inequidad y la exclusión.
En su estadio final, esta Unión podría conformar la cuarta economía más grande del mundo, con un producto superior a los 2,9 millones de millones de  dólares anuales, una población de 380 millones de personas en 17 millones de kilómetros cuadrados; con un tercio de las fuentes de agua dulce del planeta, ubicada en el primer lugar en la producción mundial de alimentos y con reservas de hidrocarburos para los próximos 100 años. Esa es la potencialidad de UNASUR compañeros
Esa meta será posible si avanzamos decididamente hacia el fortalecimiento del multilateralismo y de la vigencia del derecho en las relaciones internacionales, a fin de lograr un mundo multipolar, equilibrado y justo, en el que prime la igualdad soberana de los Estados. Los temas de implicación e impacto regional deben ser tratados en el marco de la UNASUR y no en forma bilateral.
Unasur constituye, por su pluralismo, la más promisoria expresión de la vocación integracionista suramericana, fundada en el irrestricto respeto a la soberanía, la integridad y la inviolabilidad territorial de los Estados; la autodeterminación de los pueblos; la solidaridad; la cooperación, la paz y la democracia; la participación ciudadana; la vigencia plena de los derechos humanos universales, indivisibles e interdependientes; la reducción de las asimetrías y la armonía con la naturaleza, para un desarrollo sostenible.
Por todas estas cualidades, la Unasur constituye una opción política capaz de incluir en su seno todos los logros avanzados en los procesos del Mercosur y de la Comunidad Andina; sumando, al mismo tiempo, la experiencia de Chile, Guyana y Suriname, para converger hacia un nivel superior de integración suramericana, esa integración siempre soñada por el Libertador Simón Bolívar.
Este no es un objetivo menor. Es un reto colosal pero posible, lo dijo Michelle, si dotamos a nuestra Unión de la flexibilidad apropiada, fijándonos estratégicamente objetivos parciales y plausibles, graduales en su implementación, asegurándonos que cada uno de nosotros asuma los compromisos que pueda asumir sin perturbaciones innecesarias.
Dicho en otras palabras, debemos definir un plan estratégico; es decir, un conjunto de acciones lógicamente priorizadas para la consecución de nuestra meta final. Para ello, no comenzamos con poca cosa. En este día de tanta trascendencia para el Ecuador, asumimos el firme compromiso de continuar el trabajo realizado, con la extraordinaria labor de nuestra querida ex Presidenta Pro Tempore Michelle Bachelet, presidenta de Chile, y ojalá nos pueda acompañar en una futura reunión antes que en marzo deje la presidencia, después podemos intentar la reelección en Chile
Queremos conjugar este firme compromiso con una visión pragmática de las acciones más apropiadas para consolidar la existencia y las acciones de la Unasur. En lo jurídico y formal, reiteramos nuestra más cordial invitación a todos los Estados miembros que todavía no han ratificado el Tratado Constitutivo suscrito en Brasilia el 23 de mayo de 2008, a promover, de acuerdo a sus diferentes ordenamientos constitucionales, las correspondientes ratificaciones. Esto es importantísimo compañeros, solo 3 países han rectificado el acuerdo. Esto es urgente.
El ímpetu demostrado en el seno del Consejo de Delegadas y Delegados para constituir grupos de trabajo y consejos sectoriales, merece el respaldo jurídico, que significa la ratificación política del Tratado, por parte de todos y cada uno de sus miembros.
Pero tanto o más importante que este necesario paso jurídico-formal, es la urgente reacción que debemos consensuar para impedir que esos rancios grupos sociales acostumbrados a gobernar a espaldas del pueblo, pretendan retroceder las manecillas del reloj para reconquistar por la fuerza lo que no pudieron mantener por virtud del ejercicio de la democracia.
Como ya lo ha hecho prácticamente toda la comunidad internacional, instamos a los miembros de la Unasur a reiterar nuestra condena más enérgica al acto de usurpación perpetrado en la hermana República de Honduras el 28 de junio pasado y, al mismo tiempo, a exigir una vez más la restitución inmediata e incondicional del Presidente Manuel Zelaya a su cargo legítimo.
Nuestra intolerancia con el rebrote de la barbarie, ocurrido en Honduras con el respaldo de las armas y acaso también de otros oscuros intereses, debe ser tan perentorio como nuestra agilidad para evitar que los peores efectos de una crisis internacional originada en el centro del sistema capitalista se transmitan hacia nuestra región, perjudicando en forma desproporcionada a las personas de menores recursos de nuestros países.
La debacle financiera mundial es apenas un síntoma de la crisis de un sistema que privilegió la economía especulativo-financiera sobre la economía real. Aunque, desde octubre de 2007, se han destinado inmensas sumas de dinero para “rescatar” al sector financiero privado del Norte, con desembolsos estimados en nueve mil millones de dólares solo en 2008, sin mecanismos de veeduría y control y sin que se sepa con certeza su destino, América Latina perderá en 2008 entre 2,3 y 3,2 millones de empleos, según estimaciones de la OIT.
En este año, el PIB de América Latina y el Caribe decrecerá entre 1,5% y 2%. Las drásticas medidas en contra de nuestros migrantes, junto a la contracción de las actividades productivas en los países del Norte, provocarán una reducción de 5% en los envíos de remesas sin contrapartida.  
Dada la magnitud de la crisis, no creemos que sea suficiente reformar Bretton Woods; desde hace tiempo sus instituciones solo han servido para  promocionar el Consenso de Washington. Si son los mercados especulativos del núcleo capitalista los responsables directos de esta crisis mundial, sería irresponsable dejar que las soluciones sean planteadas, programadas y ejecutadas por el mismo sistema que las provocó.
Tenemos la responsabilidad histórica de buscar el resurgimiento de nuestros pueblos, de marchar con nuestras propias fuerzas, comenzando por redefinir el sistema financiero regional, liberándonos de los chantajes a los que nos han sometido los países ricos. Con este propósito, en varios foros internacionales hemos propuesto profundizar la integración de espacios supranacionales de soberanía monetario-financiera, capaces de reducir los efectos perversos que sufren nuestras economías por su vinculación con el sistema financiero internacional.
En primer lugar, crear, de una vez por todas el operativo, el Banco del Sur como el corazón de la nueva banca de desarrollo para nuestra región, manejado por latinoamericanos participando de manera equitativa, para financiar proyectos de desarrollo, mejorar nuestra competitividad sistémica y la conectividad entre nuestros países.
En segundo lugar, constituir un fondo de reservas común para Suramérica, lo que evitaría que más de 200 mil millones de dólares de nuestros países sean depositados en bancos del Norte. Yo sé que la mayoría de ustedes me ha escuchado decir esto muchas veces, pero para mí como economista es algo tan elemental, tan urgente, tan claro, que creo que creo sinceramente que no tenemos un día más para perder; cómo es posible que estemos financiando al norte y muchas veces sometiéndonos para que organismos multilaterales nos den unos cuantos dólares. No tiene ningún sentido económico aquí. En plena crisis permitimos que nuestro dinero financie a los países ricos, a cambio de unos pocos dólares recibidos por intereses. Al unir nuestras reservas en un fondo común, el monto necesario para enfrentar contingencias regionales será menor, y el dinero sobrante serviría para capitalizar el Banco del Sur. No es lo mismo que cada país tenga su reserva independientemente a que tengamos la reserva junta, como no es lo mismo que en un barrio cada familia asegure su casa a que todos pongan diez mil dólares cada uno; si las casas cuestan cien mil dólares y cada uno pone diez mil dólares aparte ninguno va a poder asegurar su casa si entre mil familias ponen diez mil dólares tienen diez millones de dólares y podrán asegurar muchas casas con el mismo dinero y con menos dinero también muchas casas tiene igualmente. Algo similar es con los países, si ponemos en conjunto las reservas, con el mismo dinero tenemos mucha más seguridad o igual seguridad con menos dinero. Este fondo podría complementarse con un sistema de pagos regional, que sería el preámbulo de un banco central regional que nos daría más autonomía respecto de los circuitos financieros del Norte.
En tercer lugar, proponemos consolidar un sistema monetario común, que puede empezar como una divisa electrónica capaz de facilitar nuestros intercambios regionales. Tampoco estimados colegas tiene ningún sentido que para nuestros intercambios defendamos una moneda extra regional; el que tiene la moneda pone las reglas, no solo eso, capta nuestra producción por medio de lo que se llama el señorial. Si por ejemplo la silla en nuestro país cuesta diez dólares cada silla que producimos y con eso en dólares intercambiamos realizamos comercio regional, el que produce los dólares, solo por imprimir cien dólares se está apropiando diez sillas más de producción nuestra, eso es lo que se llama el señorial, es decir, el ingreso del señor es un término que viene de la edad media del señor feudal, el ingreso por el solo hecho de emitir dinero porque ese traspaso enriquece el primer mundo, porque hay que depender de una moneda extra regional para nuestro intercambio, ya demuestra eso Brasil, Argentina y el ALBA, como con un sistema de pagos de compensaciones mutuas se puede minimizar la dependencia de estas monedas extra regionales. Dar este paso solo es cuestión de coordinación y decisión política. No se requiere nada tecnológicamente o inventar teoría, nada; todo está hecho, solo coordinación y decisión política. En el seno de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) ya se ha adelantado significativamente este mecanismo, conocido como Sistema Único de Compensación Regional de Pagos (SUCRE) y esperamos hacer las primeras pruebas de operación en octubre próximo. ¿Qué sentido tiene utilizar una moneda extra regional para nuestros intercambios, si con ello solo mantenemos nuestra dependencia y, además, pagamos señoreaje?
Pero, dado que la crisis avanza incontenible, y que está lejos de superarse, necesitamos medidas más urgentes. No podemos incurrir en el error histórico de caer en una guerra de depreciaciones en la que perderá valor nuestra producción y que solo beneficiará a los países del Norte, que comprarán nuestros bienes a precios más baratos. Debemos negociar inmediatamente un acuerdo monetario regional para coordinar nuestras políticas monetarias y evitar ahondar la crisis en nuestra región, en beneficio de terceros países.
Es perfectamente posible adoptar acuerdos para que las oscilaciones monetarias se realicen solo dentro de determinados márgenes o bandas cambiarias, que nos permitan predecir la evolución de las monedas de nuestros socios comerciales, evitar guerras devaluatorias y calmar a los mercados financieros.
Esta es, queridos colegas, nuestra oportunidad de conquistar una presencia más destacada en el concierto internacional para, por fin, ser dueños de nuestros propios destinos. El imperativo de redefinir el orden financiero mundial, desquiciado por la especulación y el privilegio, también se justifica desde una visión de derechos humanos. En el nivel global, los seres humanos tienen menos derechos que el capital, gracias a los tratados bilaterales de inversiones, a los sistemas de arbitraje internacional regulados en el CIADI, por el Banco Mundial y a la Organización Mundial de Comercio.
Y, mientras el orden económico mundial se desmorona, los mercados financieros pretenden hacer mutis por el foro para dejar al margen de la hecatombe carteras adquiridas –muchas de ellas- mediante oscuros procedimientos. Urge emprender acciones de restructuración masiva de la carga de la deuda de los países del Sur. La ortodoxia, que hoy guarda un silencio encubridor, consideraba que la sostenibilidad de la deuda solo tenía que ver con los equilibrios macroeconómicos nominales. Poco o nada le ha preocupado el derecho de nuestros pueblos a vivir una vida digna. La reforma de la arquitectura financiera global pasa por un nuevo concepto de sostenibilidad de la deuda, que puede ser por ejemplo relacionar a los Objetivos del Milenio, servir la deuda en la medida que no ponga en el peligro alcanzar en el 2015 muchos objetivos.
El derecho de nuestros pueblos a la vida, a la salud, a la educación, está sobre el interés de los especuladores de Wall Street. En el Ecuador, con una inversión cercana a los 900 millones USD, hemos evitado un pago de capital más intereses de casi 9.000 millones de dólares, de aquí al 2030, obviamente en valores nominales. Si este principio mínimo se considera insubordinación, que así sea. Pero por fin le ganamos, por fin Ecuador venció a los especuladores financieros
La recuperación económica será imposible, y más imposible todavía el desarrollo humano, si no se enfrenta el problema de la sostenibilidad de la deuda externa. De ahí la necesidad de prever la declaración de moratorias, cancelaciones parciales y pagos flexibles, en respuesta a perturbaciones exógenas. Las auditorías de deuda deben ser una norma, y no casos de excepción, como la realizada por mi país el año pasado.
Necesitamos que Suramérica establezca procedimientos de regulación financiera que eviten la corrupción y la hipertrofia, tanto como la competencia desleal entre naciones. Las nuevas reglas deben someter al sistema financiero para ponerlo al servicio de la necesidad del aparato productivo, grande y pequeño, con el fin primordial de ampliar la demanda de trabajo, de promover industrias limpias y de poner la tecnología al servicio de los seres humanos.
No nos cansaremos de reivindicar el derecho de todo ser humano a la libre movilidad en todo el Planeta. La reducción de las remesas solo es la expresión monetaria de la discriminación social y de las restricciones al empleo de los trabajadores migrantes. La UNASUR debe alcanzar la capacidad para promover la eliminación de toda medida discriminatoria en su contra, porque, como lo hemos expresado en otros foros, para nosotros no existen seres humanos ilegales; lo que existe es un conjunto de prácticas ilegales e inmorales, como el racismo, la xenofobia, y, de otro lado, el coyotismo, el coyoterismo y la explotación.
La UNASUR es un espacio privilegiado para revertir esta situación, pues estamos capacitados para consolidar una identidad suramericana por medio del progresivo reconocimiento de derechos a los nacionales de un Estado miembro, residentes en cualquiera de los otros Estados miembros, con el fin de alcanzar una ciudadanía suramericana.
No es veleidoso afirmar que la Unasur es, hoy por hoy, y pese al retraso ya anotado en temas jurídico-formales, el espacio de integración más promisorio de la región sudamericana. La dinámica mostrada en los consejos de Salud, Defensa y Energía, ha sido admirable. En estos tres espacios estamos a punto de comenzar a cosechar los primeros resultados plausibles de una nueva forma de integración, más ágil, más concreta, más libre de la tradicional y limitada integración a base de espacios comerciales administrados desde complejos aparatos lamentablemente captados por intereses parciales.
Los programas de escudo epidemiológico y de medicamentos genéricos que se adelantan en el Consejo Suramericano de Salud, prueban con claridad mi percepción en este punto.
Tan pronto como sea posible, esperamos crear cuatro consejos más: Desarrollo Social; Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología e Innovación; es fundamental para no tener agendas paralelas en investigación y desperdiciar recursos por doquier; Infraestructura y Planeamiento; y, Lucha contra el Narcotráfico. Tras su debida maduración, los grupos de trabajo sobre Integración Educativa, Mecanismos de Solución de Controversias en Materia de Inversiones, Integración Financiera y Políticas Sociales, también puede confluir en sendos consejos suramericanos.
Nuestro continente, queridas amigas y amigos, es el mayor reservorio permanente de agua dulce en el mundo, alrededor del 27%, continuamente reciclada por el ciclo hidrológico interno, aspecto que puede variar con impredecibles consecuencias si es que no acordamos políticas comunes.
Una de las principales amenazas que nuestro continente está enfrentando, e ineludiblemente, tendrá que enfrentar a futuro, al igual que el resto del planeta, son las consecuencias del fenómeno DEL CAMBIO CLIMÁTICO, inducido por el modelo de desarrollo inequitativo, de altos consumos y de baja sustentabilidad, que han mantenido los países industrializados del norte, desde los inicios de la revolución industrial, hasta nuestros días.
La irresponsabilidad de los países más desarrollados no puede ser un ejemplo para nuestras aspiraciones de desarrollo; por lo tanto, consideramos prioritario impulsar un proceso sostenido de diálogo, para lograr a la mayor brevedad posible que nuestro continente construya a través de consensos, una Agenda Política Sudamericana para la conservación, el manejo sustentable y la protección del agua.
Este instrumento deberá servir de guía, de marco estratégico para el desarrollo de políticas regionales y nacionales que permitan preservar a futuro, como un regalo a nuestro planeta y A LAS FUTURAS GENERACIONES, el elemento más preciado para la supervivencia del ser humano, y de todos los seres vivos terrestres: el agua dulce.
Convoco a ustedes, a una profunda reflexión, que nos permita impulsar operativamente el proceso necesario para que al final de mi mandato, podamos presentar al mundo, una declaratoria que sirva de ejemplo de nuestra voluntad por aportar decididamente, al mantenimiento de la vida, en este, nuestro planeta.
Somos optimistas, pero las dudas nos han hecho tropezar en temas tan importantes como la solución de controversias en materia de inversiones, en donde a nuestro pesar hemos cedido soberanía a favor de instancias claramente favorables al capital transnacional. Consideramos que no es suficiente un centro de asesoramiento en esta materia. Lo que requerimos, para garantía de nuestros intereses, es una instancia de arbitraje regional, verdaderamente imparcial y seguro para todas las partes que pudieren incurrir en conflicto. Si en lugar de competir entre nosotros logramos esa acción colectiva, nos ponemos de acuerdo para todos someternos a ese centro de arbitraje regional habremos vencido a las transnacionales compañeros, si competimos entre nosotros las transnacionales nos vencerán. Insisto, los temas de implicación e impacto regional deben ser tratados en el marco de la UNASUR y no en forma bilateral.
La estructura de la Unasur permite expandir su ámbito de acción de forma que una entidad de integración de corte tradicional requeriría una modificación de su estatuto. Afortunadamente aquí no tenemos para qué someternos a ese tipo de trámites para impulsar proyectos que ayudarán significativamente a la integración de nuestros pueblos y mercados, o a la consolidación de nuestras democracias, siempre expuestas a ataques de grupos interesados, como lo prueba lo ocurrido en junio pasado, en Centroamérica.
Con este propósito proponemos a nuestros delegados que inicien el tratamiento de un mecanismo de evaluación, acreditación universitaria y homologación de títulos académicos y profesionales, esto es también sumamente importante, la universidad sudamericana está en crisis con numerosas decepciones, en general el nivel es bastante mediocre, miren el ranking de universidades; de las 100 mejores universidades del mundo no hay una sola latinoamericana. Dadas las diferencias que sin duda se encontrarán en esta materia, este mecanismo debería acompañarse de proyectos concretos para corregirlas. Los resultados que se avizoran en un proyecto como éste son extraordinarios y sin duda tendrán gran impacto en la innovación, ciencia y tecnología, tan asimétricamente distribuidos en nuestra región.
También proponemos la creación de un centro de estudios de la democracia y los procesos electorales. (Ya basta que vengan observadores de la unión europea, la próxima vez propongamos observadores de la UNASUR a las elecciones en Europa, qué les parece; nos vienen a dar cátedra de democracia y a mostrarnos cómo se hacen bien las cosas. Podemos hacerlas bien nosotros mismos, nosotros solos.)  Constituimos una región en la que las instituciones democráticas todavía no han fraguado con toda solidez. Pero, al mismo tiempo, tenemos la madurez suficiente como para no requerir patrocinios ni veedurías externas a la región, que solo contribuyen a perpetuar los complejos lazos de la dependencia. Nuestros procesos electorales pueden ser revisados por nuestras propias organizaciones regionales especializadas para el efecto. No dudemos que podemos hacerlo, igual o mejor, y con más legitimidad que cualquier misión de observadores foráneos.
Las empresas que controlan los medios de comunicación han creído que por la simple circunstancia de hacerlo, tienen ya la calidad moral para constituirse en censoras de todos los pasos, y aun de las intenciones de los gobiernos. Pretenden así ganarnos la batalla moral, privar de legitimidad a nuestras acciones, minimizar el sentido transformador de nuestras políticas, desvalorizar nuestros esfuerzos. Todo ello sin ninguna legitimidad democrática, pretenden en convertirse en legisladores, jueces, instaladores o eliminadores de presidentes, etc.
Pero, hay en todo esto una enorme tergiversación. Coincido plenamente con quienes sostienen que la vigencia de la democracia exige medios de comunicación libres,  independientes y críticos. Pero, una cosa es la existencia de medios dotados de esas características y, otra, muy distinta, la suplantación de la opinión pública por los intereses privados de los negocios informativos.
Lo que hemos tenido, con muy raras excepciones, hablemos claro, perdamos el miedo, desmitifiquemos, derrumbemos a cierta prensa del pedestal en donde ellos mismos se han instalado. Lo que en verdad hemos tenido ha sido un conjunto de medios guiados por la lógica del capital, cuyas únicas y exclusivas razones son las del lucro. Proponemos establecer un centro de análisis y reflexión de los canales de información a los que son expuestos nuestros connacionales por parte de las empresas de la información.
La Unasur es un espacio de integración que aporta a la democracia y que fortalece la ciudadanía, afirma nuestra identidad y estrecha los lazos sociales económicos y culturales en la región. Sin embargo, debemos considerar que nuestro proceso, en cuanto proceso, requiere de un acuerdo político estable e institucionalizado. En este sentido, hasta el momento no ha reconocido la importancia de los actores sociales; y, hasta la fecha, poco o nada ha considerado la participación de la ciudadanía.
Estimada Compañera Presidenta Bachelet, estimados presidentes y jefes de Estado de los países miembros de la Unasur: nuestros países, nuestros pueblos, son, en todo sentido, hermanos; fuimos libres, dueños y señores de Abya-Yala; vivimos, un mismo yugo que nos asfixió durante tres siglos; experimentamos juntos la republicana ruptura de ese orden feudal que se nos extendió más de la cuenta. Ya, en el siglo XX, nos sometió por igual el vasallaje de las transnacionales, pagamos un alto tributo de sangre, sudor y soberanía; y, ahora, vivimos auténticos procesos democráticos de liberación, de construcción de soberanía, de cambios en paz, en democracia.
Frente a esta crisis global que estamos viviendo, que no es una crisis coyuntural, que es una de las más graves crisis del sistema capitalista, tenemos que encontrar soluciones de fondo, soluciones que no se van a encontrar al interior del sistema que está colapsando, tenemos que construir respuestas creativas, revolucionarias, construyendo algo nuevo, algo mejor.
Estoy, más que nunca, convencido de que es inexorable nuestro camino a los cambios definitivos que necesitan nuestros pueblos para lograr el bienestar común, el desarrollo equitativo, el respeto a los derechos humanos, a la alegría, al cariño, de la manera más pacífica.
Nada ni nadie podrá frenar la marcha de nuestros pueblos hacia la construcción de la Patria Grande, de Nuestra América, de nuestra Segunda y Definitiva Independencia.
Si tal vez los europeos tendrán que explicar a sus hijos por qué se unieron, nosotros tendremos que explicar a nuestros descendientes por qué nos demoramos tanto. Bienvenidos a la mitad del mundo, disfruten de esta también su Patria.
Y Hasta la victoria siempre compañeros.

Señora Presidenta, señores presidentes.

Rafael Correa Delgado


PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR

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