PATRICE LUMUMBA
DISCURSO
EN CEREMONIA DE PROCLAMACION DE LA INDEPENDENCIA DEL CONGO
Junio
30, 1960
Hombres y mujeres del Congo,
Victoriosos luchadores de la
independencia,
Los saludo en nombre del gobierno
congolés.
Les pido a todos ustedes, amigos míos,
quienes pelearon incansablemente en nuestras filas, marcar este 30 de junio de
1960, como una fecha ilustre que quedara por siempre grabada en sus corazones,
una fecha cuyo significado le explicarán orgullosamente a sus hijos, para que
ellos en su momento les puedan contar a sus nietos y bisnietos la gloriosa
historia de nuestra lucha por la libertad.
Aunque esta independencia del Congo está
siendo proclamada hoy en acuerdo con Bélgica, un país amistoso, con el que
estamos en igualdad de términos, ningún congolés olvidará que la independencia
se ganó en lucha, una lucha perseverante e inspirada que ocurrió en el día a
día, una lucha, en la qué no nos intimidamos por la privación o el sufrimiento
y no escatimamos fuerza o sangre.
Estuvo llena de lágrimas, fuego y sangre.
Estamos profundamente orgullosos de nuestra lucha, porque era justa y noble e
indispensable para poner fin a la humillante esclavitud que nos fue impuesta.
Esa fue nuestra suerte durante los ochenta
años de dominio colonial y nuestras heridas están muy frescas y son demasiado
dolorosas para ser olvidadas.
Hemos experimentado trabajo forzoso a
cambio de una paga que no nos permitía satisfacer nuestra hambre, vestirnos,
tener alojamiento decente o criar a nuestros hijos como seres amados.
Mañana, tarde y noche éramos sometidos a
burlas, insultos y golpes porque éramos "Negros". ¿Quién podrá
olvidar que el negro era tratado como "tú", no porque fuera un amigo,
sino porque el respetuoso "usted" estaba reservado para el hombre
blanco?
Hemos visto nuestras tierras confiscadas
en nombre de leyes aparentemente justas, que daban reconocimiento sólo al
derecho de la fuerza.
No hemos olvidado que la ley nunca fue la
misma para el blanco y para el negro, que era indulgente para unos, y cruel e
inhumana para los otros.
Hemos experimentado sufrimientos atroces,
hemos sido perseguidos por convicciones políticas y creencias religiosas, y
exiliados de nuestra tierra natal: nuestra suerte fue peor que la muerte misma.
No hemos olvidado que en las ciudades las
mansiones eran para los blancos y las chozas en ruinas para los negros; que un
negro no era admitido en los cines, restaurantes y tiendas reservadas para los
"europeos"; que un negro viajaba en el compartimento, bajo los pies
de los blancos en sus cabinas de lujo.
¿Quién podrá olvidar los tiroteos que
mataron a tantos de nuestros hermanos, o las celdas en las que eran arrojados
sin piedad aquéllos que no estaban dispuestos a someterse por más tiempo al
régimen de injusticia, opresión y explotación usado por los colonialistas como
herramienta de su dominación?
Todo eso, hermanos míos, nos trajo un
sufrimiento indecible.
Pero nosotros, que fuimos elegidos por los
votos de sus representantes, representantes del pueblo, para guiar a nuestra
tierra natal, nosotros, que hemos sufrido en cuerpo y alma la opresión
colonial, nosotros les decimos que de ahora en adelante todo eso está
terminado.
La República del Congo ha sido proclamada
y el futuro de nuestro amado país está ahora en las manos de su propio pueblo.
Hermanos, comencemos juntos una nueva
lucha, una lucha sublime que llevará a nuestro país hacia la paz, prosperidad y
grandeza.
Juntos estableceremos justicia social y
aseguraremos para cada hombre una remuneración justa por su trabajo.
Le mostraremos al mundo lo que el hombre
negro puede hacer cuando trabaja en libertad, y haremos del Congo el orgullo de
África.
Vigilaremos que las tierras de nuestro
país nativo realmente beneficien a sus hijos.
Revisaremos todas las viejas leyes y las
convertiremos en unas nuevas que sean justas y nobles.
Detendremos la persecución del libre pensamiento.
Vigilaremos que todos los ciudadanos disfruten en toda su extensión las
libertades básicas previstas por la Declaración de Derechos Humanos.
Erradicaremos toda discriminación,
cualquiera que sea su origen, y aseguraremos para todos un paso por la vida
adecuado a su dignidad humana y que corresponda a su trabajo y su lealtad con
el país.
Instituiremos en el país una paz basada no
en las armas y las bayonetas sino en la concordia y la buena voluntad.
Y en todo esto, mis queridos compatriotas,
podemos confiar no solo en nuestras propias enormes fuerzas y riqueza inmensa,
sino también en la asistencia de los numerosos estados extranjeros, cuya
cooperación aceptaremos cuando no esté encaminada a imponernos una política
foránea, sino sea dada en un espíritu de amistad.
Incluso Bélgica, que finalmente ha
entendido la lección de la Historia y no necesita oponerse más a nuestra
independencia, está preparada para darnos su ayuda y amistad; para ese fin un
acuerdo acaba de ser firmado entre nuestros países iguales e independientes.
Estoy seguro que esta cooperación beneficiará a ambos países. Por nuestra
parte, trataremos, mientras permanecemos vigilantes, de observar los
compromisos que hemos hecho libremente.
Así, tanto en la esfera interna como
externa, el nuevo Congo siendo creado por mi gobierno será rico, libre y
próspero. Pero para alcanzar nuestro objetivo sin demora, les pido a todos
ustedes, legisladores y ciudadanos del Congo, darnos toda la ayuda que puedan.
Les pido a todos que entierren sus riñas
tribales: nos debilitan y pueden hacer que nos desprecien en el exterior.
Les pido a todos que no retrocedan ante
cualquier sacrificio por el bien de asegurar el éxito de nuestra gran empresa.
Finalmente, les pido incondicionalmente
que respeten la vida y propiedad de los ciudadanos y extranjeros que se han
asentado en nuestro país; si la conducta de estos extranjeros deja mucho que
desear, nuestra Justicia los expulsará pronto del territorio de la república;
si, por el contrario, su conducta es buena, deben ser dejados en paz, pues
ellos, también, están trabajando por la prosperidad de nuestro país
La independencia del Congo es un paso
decisivo hacia la liberación del continente africano entero.
Nuestro gobierno, un gobierno de unidad
nacional y popular, servirá a su país.
Hago un llamado a todos los ciudadanos
congoleños, hombres, mujeres y niños, para que adopten con resolución la tarea
de crear una economía nacional y asegurar nuestra independencia económica.
¡Gloria eterna a los luchadores de la
liberación nacional!
¡Viva la independencia y la unidad
africana!
¡Viva el Congo independiente y soberano!
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