SALVADOR ALLENDE "FORMACIÓN DE LA UNIDAD POPULAR"
Discurso
pronunciado el 6 de Enero de 1970 en el Senado
"Señor presidente, pocas veces en la vida política chilena
ha habido mayor inquietud en vastos sectores ciudadanos ante las perspectivas
del pueblo de expresar sus anhelos y sus ansias en la lucha presidencial que se
avecina.
No deseo, ni sería pertinente, hacer un análisis relativo a la
significación del esfuerzo unitario de partidos o grupos que, a nuestro juicio,
evidenteinente representan la mayoría del país. Tan sólo deseo señalar que, en
mi opinión, en esta hora inquietante de nuestra vida nacional, se hace más
necesario que nunca tener fe y confianza en la voluntad de las masas populares
y en la capacidad de sus dirigentes para enfrentar la responsabilidad histórica
que tenemos los hombres de izquierda.
Hoy, desde el punto de vista personal, como precandidato del
Partido Socialista, he tomado una resolución, condensada en un documento que me
permitiré leer en el Senado, porque su contenido es de tipo político y porque
ésta es nuestra tribuna. Sería petulancia de mi parte imaginar que los señores
senadores se preocuparan de un problema de orden personal. Pero siendo, como
es, una materia esencialmente política, quiero que mi pensamiento quede incorporado
al Diario de Sesiones del Senado.
He entregado al conocimiento del país la siguiente declaración:
La designación del candidato único de los partidos de izquierda
ha provocado lamentables dificultades, después de los significativos avances
que se alcanzaron con la redacción de un programa, del acuerdo acerca del
carácter del futuro Gobierno Popular y de un docu mento sobre la orientación de
la campaña presidencial.
La circunstancia de que sea mi nombre el postulado por el
Partido Socialista para aspirar a la representación unitaria y de que no se
haya producido acuerdo en torno de la nominación, me han inducido a adoptar una
actitud —ya conocida por mi partido— que creo necesario explicar públicamente.
Estoy cierto de que el Comité Central y los militantes del
partido acordaron mi postulación teniendo presente mi invariable lealtad al
socialismo, observada durante mi vida política y los esfuerzos que nunca
escatimé en pro de la unidad popular.
Hace más de treinta años, me correspondió participar en forma
activa en la erección del Frente Popular, movimiento unitario de izquierda que,
con el sacrificio de legítimas aspiraciones de los partidos de la clase obrera
—como el socialista— hizo posible el triunfo del presidente Pedro Aguirre
Cerda, en cuyo Gobierno tuve el honor de ser ministro de Salubridad, como
personero de mi colectividad.
En 1952, en momentos difíciles para la clase trabajadora y sus colectividades políticas, enfrenté la dura tarea de encabezar un movimiento de esclarecimiento ideológico, asumiendo su representación en una contienda sin posibilidad alguna de buen éxito electoral.
En 1958 y en 1964, fortalecido ya el proceso iniciado en 1951,
me correspondió personificar al Frente de Acción Popular en dos campañas
presidenciales, que si bien no culminaron en la conquista del poder,
contribuyeron de manera decidida a esclarecer y ampliar el proceso
revolucionario.
El esfuerzo para unificar los partidos populares tiene ahora
importancia aún más relevante.
La Unidad Popular se plantea como la alternativa de un Gobierno
diferente; es la conquista del poder para el pueblo, precisamente después que
el país ha experimentado el fracaso del reformismo demócrata-cristiano y cuando
aún están a la vista los resultados del anterior régimen, inspirados ambos en
el capitalismo tradicional.
El panorama internacional nos señala la urgencia de enfrentar la
intromisión imperialista, cada día más insolente y traducida en el
fortalecimiento de las fuerzas represivas y contrarrevolucionarias y de la que
es gráfica demostración el informe del gobernador Rockefeller.
El proceso unitario en desarrollo abarca una amplitud nunca
antes alcanzada y muestra en su seno la definitoria gravitación de los partidos
revolucionarios. Las proyecciones de estos últimos son producto, en buena
cuota, de la acción conjunta desplegada durante más de 14 años por socialistas
y comunistas. La unidad también aparece reforzada por la radicalización de los
partidos de clase media; como consecuencia de la dramática realidad social que
castiga también a sus militantes y simpatizantes. Estas características
diferencian nítidamente al proceso actual de anteriores experiencias, como el
Frente Popular.
Los acuerdos suscritos por los partidos populares constituyen
una expresión promisoria de los propósitos que orientan el proceso unitario.
Por lo mismo, se tornaa más extraño y lamentable que surjan dificultades en la
designación de quien habrá de representar a los sectores de izquierda en la
próxima elección presidencial.
Al no vislumbrarse acuerdo en las conversaciones bilaterales, de
inmediato comuniqué a mi partido, hace días, la petición de que se considerara
seriamente la expectativa de levantar la postulación de otro de sus miembros,
solicitud que he reiterado con posterioridad.
La Comisión Política del socialismo no consideró que procedía
acoger mi sugestión. También puse oportunamente en conocimiento del Partido
Comunista mi actitud. Actué de igual manera con algunos dirigentes del Partido
Social Demócrata y con el senador don Luis Fernando Luengo, único parlamentario
de esta misma colectividad.
E! Partido Socialista nunca atribuyó al hecho de no apoyar en
esta etapa una determinada candidatura, extraña a sus filas, el significado de
un veto o descalificación, circunstancia que había implicado prepotencia
política. Durante la prolongada trayectoria cumplida con dedicación y esfuerzo
incansable a favor de la Unidad Popular, nadie ha pretendido aplicar
procedimientos discriminatorios.
En este momento tan trascendental para el proceso popular y para el país, no podría yo jamás asumir una actitud diversa de aquella que invariablemente he mantenido: consecuencia política y que es, sin duda, el mejor atributo que puedo exhibir después de tan dilatada participación en la lucha revolucionaria.
Fue seguramente la consideración de esta circunstancia la que
indujo a mi partido a levantar, una vez más, mi nombre. En forma correlativa,
por mi parte consideré que debía prestar, también una vez más, mi contribución
a la causa a que siempre me he esmerado en servir con honestidad, decisión y
clara conciencia doctrinaria.
En la misma medida en que estuve dispuesto a hacer el aporte
personal que me correspondía, si se consideraba mi nombre como garantía para
alcanzar el cumplimiento de las aspiraciones unitarias, he resuelto solicitar a
la dirección de mi partido, como ya lo he hecho, que se prescinda de mí, si mi
nombre constituye obstáculo para el logro de metas que se hallan muy por encima
de todo personalismo y en las que están en juego el presente y el futuro de la
clase trabajadora.
Al plantear esta petición a mi partido, lo he hecho porque
pienso que en la actualidad no estamos empeñados en la mera lucha por elegir un
presidente de la República sino tras la conquista del poder para el puebbo, a
fin de abrir caminos a un proceso efectivamente revolucionario, que inicie la
construcción de la nueva sociedad chilena y que señale también una ruta para
América Latina.
La tarea que tiene ante sí la Unidad Popular es de tal urgencia
histórica, que, si no se cumple con prontitud, incontenibles tensiones sociales
arrastrarán a Chile al caos, como consecuencia del fracaso del sistema. Hasta
un ciego puede ver las proyecciones y el significado que han tenido y tienen
las huelgas del poder judicial y del regimiento Tacna. La hoguera de rebeldía
juvenil no se apaga sino con su presencia activa y creadora en la construcción
del socialismo.
Si los partidos que reivindican para sí la responsabilidad de
vanguardia no son capaces de cumplir adecuada y unitariamente su papel
revolucionario, surgirán en forma inevitable la insurgencia desesperada o la
dictadura como proyección de la insuficiencia cada vez más notoria del régimen.
No es el camino de la asonada, sin conducción política
responsable, la solución que puedan sustentar los verdaderos revolucionarios.
Luchamos por crear el más amplio y decidido movimiento antiimperialista,
destinado a que se cumpla la revolución chilena. Los emboscados que hubieran
podido llegar hasta nosotros, serán aplastados por la clarividencia
revolucionaria del pueblo. No somos sectarios ni tampoco excluyentes; somos y
seremos, sí, exigentes, para que en Chile el pueblo no aparezca burlado en sus
ansias de independencia económica y política.
La dictadura contrarrevolucionaria no sená capaz, por cierto, de
abrir posibilidades al país ni de acallar, por el imperio de la fuerza, la
legítima rebeldía de los chilenos altivos y combatientes.
El cuadro nacional nuestro es muy claro. La frustración se
expresa desde el intelectual al campesino, y la juventud busca tácticas de
lucha que señalan su decisión de desafiar resueltamente el actual estado de cosas,
aunque aquéllas no sean las más convenientes para el desarrollo orgánico del
proceso revolucionario. Quienes tenemos serias responsabilidades en el
movimiento popular y hemos fundido nuestra suerte con la suya, nos hallamos más
obligados aún para asumir una actitud de desprendimiento y de consecuencia
moral.
Es precisamente lo que estoy dispuesto a hacer. Al dar este paso
de responsabilidad personal, reitero mi decisión de que, en caso de no
alcanzarse la nominación de un candidato de unidad, hecho lamentable que nunca
podría ser atribuido a intransigencias del socialismo, cumpliré las tareas que
el partido me señale. Si en tales circunstancias se viera obligada nuestra
colectividad a enfrentar separadamente la próxima elección presidencial y
reitera su decisión de que yo lo represente, mis camaradas podrán contar, como
siempre ocurrió, aun en los momentos y condiciones más difíciles y
sacrificadas, con mi concurso para tan honrosa tarea partidaria.
Destaco, asimismo, la actitud del secretario general del partido
y la dirección, en resguardo de mi candidatura.
Por último, quiero agradecer a los miles y miles de chilenos,
miembros o no de los partidos populares, y a todos y cada uno de los
socialistas su adhesión, expresada en las concentraciones multitudinarias
realizadas a lo largo del país. A su lealtad de siempre, responderé con mi
lealtad de siempre; no seré un desertor de la lucha revolucionaria, aunque no
figure como candidato. Por el contrario, en tal situación, será para mí más
imperativo seguir junto al pueblo. Nuestra responsabilidad se acrecienta, sobre
todo en momentos en que sólo se descubren horas caracterizadas por amenazas
reaccionarias o dictatoriales que, de concretarse, significarán violencia y
represión contra la juventud y los trabajadores.
Personalmente, sólo aliento un anhelo íntimo: que vaya donde
vaya, esté donde estuviere, seguiré siendo para el pueblo el «compañero
Allende»."
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