HUGO CHÁVEZ
“No es entonces mera
retórica nuestra bolivarianidad”
DISCURSO EN EL ACTO
DE TOMA DE POSESION COMO PRESIDENTE DE VENEZUELA 2 de Febrero de 1999
«La Constitución
está moribunda y va a morir para que nazca otra».
«Dichoso el
ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando convoca a la soberanía
nacional para que ejerza su voluntad absoluta». Por mil pueblos, por mil caminos,
durante miles de días recorriendo el país durante estos últimos casi cinco
años, yo repetí delante de muchísimos venezolanos esta frase pronunciada por
nuestro Padre infinito, El Libertador. También delante de otro Congreso, el
Congreso de la República Grande, el Congreso de Angostura de 1819, el Congreso
de donde nació la Tercera Gran República, la del poder moral, la de la Gran
Colombia, de la de unidad latinoamericana, caribeña, repetía yo mucho esa frase
y en los últimos meses de la insólita campaña electora de 1998, porque fue
insólita de verdad, dije inspirado por la certeza aquella de Walt Whitman
cuando decía: «seguro como la más segura de las certidumbres» así andábamos por
los caminos seguros de que este día iba a llegar.
Decía yo con esa certeza
de que este día iba a llegar aquí en este escenario, 2 de febrero 1999, yo le
dije al pueblo venezolano de muchas maneras y en muchos lugares que iba a
comenzar mi discurso de hoy al asumir la Presidencia de Venezuela por mandato
del pueblo venezolano y por el favor de Dios también, que iba a comenzar con
esa frase; he comenzado estas palabras con esa frase y yo la voy a repetir,
permítanme: «dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando,
convoca la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta».
Ahora ¿por qué esa
frase? ¿de dónde viene esa frase? ¿por qué Bolívar? no se trata de una
repetición meramente protocolar y rebuscada de cualquier frase de Bolívar, por
hablar de Bolívar, como recuerdo que una vez hizo un soldado de mi pelotón de
tanques hace varios años y tenía él que hacer todos los días la orden a la
compañía, y todos los días él, que era su riel, estaba en la obligación de
comenzar la orden escrita con un pensamiento del Libertador para leerlo en el
patio; y tenía un libro para tomar los pensamientos y escoger cualquiera de
ellos. Un día el libro se le perdió y entonces el cabo, cuando estábamos a
punto de formar la tropa para leer la orden rigurosamente, él inventó un
pensamiento: «Cuidemos los árboles que son la vida».Simón Bolívar. No se trata
de eso, de rebuscar frases y traerlas aquí al Congreso de la República para
decirlas delante del país y del mundo. No. Se trata más bien de darle razón a
Pablo Neruda, ese grande de nosotros, de los nuestros, cuando cantándole a
Bolívar dijo: «es que despierta cada cien años, cuando despiertan los pueblos».
Se trata de reconocerle razón al grande de nosotros también que fue Miguel
Ángel Asturias cuando dijo cantándole a Bolívar: «los hombres como tu
Libertador no mueren Capitán, sino que cierran los ojos y se quedan velando»;
es reconocerle razón al indio Chocaguanca Presidente Fujimori cuando le cantó a
Bolívar y le dijo: «tu gloria crecerá con el tiempo como crece la sombra cuando
el sol declina». O es reconocerle razón a José Martí, Presidente Castro cuando
dijo: «Ahora es cuando Bolívar tiene que hacer en América todavía, porque lo
que no hizo él está sin hacer todavía».
No es entonces mera
retórica nuestra bolivarianidad. No. Es una necesidad imperiosa para todos los
venezolanos, para todos los latinoamericanos y los caribeños fundamentalmente,
rebuscar atrás, rebuscar en las llaves o en las raíces de nuestra propia
existencia, la fórmula para salir de este laberinto, terrible laberinto en que
estamos todos, de una o de otra manera. Es tratar de armarnos de una visión
jánica necesaria hoy, aquella visión del Dios Mitológico Jano, quien tenía una
cara hacia el pasado y otra cara hacia el futuro. Así estamos los venezolanos
de hoy, tenemos que mirar el pasado para tratar de desentrañar los misterios
del futuro, de resolver las fórmulas para solucionar el gran drama venezolano
de hoy. Y mirando hacia el pasado en este día crucial para la República, para
la nación, para la historia venezolana; en este día, que no es un día más; en
esta transmisión de mando presidencial que no es una transmisión de mando
presidencial más. No, es la primera transmisión de mando de una época nueva. Es
el abrir la puerta hacia una nueva existencia nacional; tiene que ser así. Es
obligatorio que sea así.
En Venezuela,
cuando revisemos, compatriotas, o cuando revisamos nuestra historia reciente,
para no irnos muy lejos, en Venezuela bien pudiera estudiarse como un caso y
sacar experiencias de aquí, hermanos del continente, hermanos del mundo entero.
Un ejemplo de lo que no debe ocurrir más nunca, ¡jamás! ¡Nunca jamás!
Venezuela pareciera
que fue escogido por algún investigador especial para estudiar y aplicar un
caso que es estudiado en la teoría política y social con aquel nombre de la
teoría de las catástrofes. Aquí en Venezuela se ha cumplido cabalmente la
teoría de las catástrofes. Esta teoría la conocemos, voy solamente a
refrescarla un poco, de aquellos días de los estudios de ciencia política y de
ciencia militar que en el fondo es lo mismo, decía Clausewitz, uno de los
grandes estudiosos de la ciencia miliar: La teoría de las catástrofes ocurre de
manera progresiva. Cuando sucede alguna pequeña perturbación en un entorno, en
un sistema determinado y no hay capacidad para regular esa pequeña perturbación;
una pequeña perturbación que pudiera regularse a través de una pequeña acción.
Pero cuando no hay capacidad o no hay voluntad para regular una pequeña
perturbación, más adelante viene otra pequeña perturbación que tampoco fue
regulada, y se van acumulando pequeñas perturbaciones, una sobre la otra y una
sobre la otra; y el sistema y el contorno va perdiendo la capacidad para
regularlas, hasta que llega la catástrofe, la catástrofe es así la sumatoria de
un conjunto de crisis o de perturbaciones.
En Venezuela, yo
nací en 1954, en 1971 era el ex presidente Caldera Presidente de la República
cuando ingresé yo a la Academia Militar de Venezuela. Cuatro años después, era
el ex presidente Carlos Andrés Pérez Presidente de Venezuela y de sus manos,
con estas mismas manos recibí yo el sable de mando de Subteniente del Ejército.
Cinco de julio 1975. Ya comenzaba algo a oler mal en Venezuela. Comenzó la
crisis ética. Reconozcámoslo, creo que es momento de reconocer nuestras culpas,
todos las tenemos, yo también. ¿Quién lanza la primera piedra?
Yo hago un llamado
y es mi primer llamado, como Presidente de Venezuela, a que todos reconozcamos
nuestras culpas como hacemos en la Iglesia, Monseñor: «Por mi culpa, por mi
culpa, por mi gran culpa», pero lo más importante como lo aprendí yo cuando era
monaguillo, es y como me lo recordaba el Gobernador Arias en la Academia
Militar cuando me sancionaba leyéndome los textos largos de la Historia de la
Religión, lo importante no es darse golpes de pecho, lo importante es darse
golpes de pecho y salir renovados en el espíritu, en el alma, en el vigor. Eso
sí es lo importante. Yo hago un llamado a todos los venezolanos para que
hagamos ese acto individual y colectivo: ya basta. Aquella crisis moral de los
años setenta fue la gran crisis y esa es la crisis más profunda que todavía
tenemos, ese es el cáncer más terrible que todavía tenemos allí presente en
todo el cuerpo de la República, esa es la raíz de todas las crisis y de toda
esta gran catástrofe, mientras no curemos ese mal seguiremos hundiéndonos en la
catástrofe, aunque el petróleo llegue de nuevo ¡ojala que no! a 40 dólares el
barril, no lo queremos, no queremos que llegue a 40 dólares el barril, pero
aunque llegara y aunque lloviesen petrodólares y mucho dinero, igual sería como
un alivio momentáneo, pero igual nos seguiríamos hundiendo un poco más allá, en
un pantano ético y moral. Esa crisis no hubo capacidad para resolverla, la más
mínima capacidad ni la más mínima voluntad para resolverla y siguió galopando
como un pequeño cáncer que no es extirpado a tiempo y así llegaron los años 80
y ocurrió la segunda gran crisis, después de una serie de pequeñas
perturbaciones, vino el «viernes negro».
Ahora carcomió
instituciones, carcomió el modelo económico y la crisis se hizo económica y
comenzamos a oír en Venezuela a hablar de devaluación, de inflación, términos
que habían quedado durante muchos años al recinto de los estudiosos de la
economía. Pero tampoco se reguló esa crisis, ni la moral ni la económica y la
acumulación de estas dos crisis originó una tercera espantosa, espantosa porque
es visible, porque las otras, la moral y la económica son así como los volcanes
que por debajo van madurando hasta que explotan y revientan y se hacen visibles
y arrasan pueblos, vidas y ciudades.
Aquí hace una
década ya, dentro de pocos días vamos a recordar con dolor aquella explosión de
1989, 27 de febrero, día horroroso, semana horrorosa, masacre, hambre y miseria
y aún no hubo, a pesar de eso, capacidad ni voluntad para tomar las acciones
mínimas necesarias y regular, como pudo haberse hecho, la crisis moral, la
crisis económica y ahora la galopante y terrible crisis social.
Y esa sumatoria de
crisis generó otra que era inevitable, señores del mundo, señores del
continente, la rebelión militar venezolana de 1992 era inevitable como lo es la
erupción de los volcanes; no se decreta una rebelión de ese tipo, y yo
aprovecho este momento para darle un recuerdo imperecedero a los jóvenes
militares y civiles de las rebeliones de 1992, 4 de febrero y 27 de noviembre
de aquel año que quedará para la historia; aquí hay algunos de ellos con
nosotros en este recinto, en este signo de la unidad, de la reunificación: el
Gobernador del Zulia, por aquí veo su cara conocida desde hace muchos años; el
Diputado Joel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta Hernández, Hernán Grüber Odremán;
allá están los muchachos de la juventud militar observando: el Teniente
Andrade, el Capitán Carreño, el Teniente Isea. Muchachos, parte de la juventud
que tuvo que tomar una actitud, a alguien le tocó, otros están sembrados. No
tienen la suerte de nosotros de estar aquí. Y otros están en las Fuerzas
Armadas y han cargado una cruz durante años. Señores del mundo, señores del
continente, los militares rebeldes venezolanos del 92 hicimos una rebelión que
fue legitimada, sin duda alguna, no hoy porque yo soy Presidente ahora de
Venezuela, sino que al día siguiente de la rebelión, mucho más del porcentaje
que me trajo aquí de apoyo popular apoyó aquella rebelión militar. Esa es la
verdad. No queremos más rebeliones, ya se los dije a mis hermanos de armas. Fui
al Alma Mater y lo dije: que nunca ocurra, pero que nunca más ocurra un 27 de
febrero; que nunca más los pueblos sean expropiados de su derecho a la vida,
porque si eso sigue ocurriendo nadie puede garantizar que otro día, mañana o
pasado, pueda ocurrir otro acontecimiento indeseado, como los acontecimientos
de 1989 y de 1992.
Yo he sido traído
aquí por una corriente originada en esos hechos. Clamo a todos, los partidarios
de nuestra propuesta o nuestro proyecto, los adversarios de nuestra propuesta,
los llamo a que jugando cada quien su papel, pensemos primero y antes que nada
en el interés del país y en el interés del colectivo, y pongamos en último
término el interés de nuestra fracción o el interés de nuestro partido o el
interés de nuestro grupo o el interés de nuestra familia o el interés de
nosotros mismos. Eso va en último lugar de prioridad. Llamo a todos que esa la
norma de trabajo a partir de este mismo instante. Para que podamos polemizar, a
regular las perturbaciones compatriotas todos, porque ustedes lo saben, la
crisis moral está allí; la crisis económica está aquí. Salgamos a la esquina y
la vemos y la sentiremos que nos golpea el rostro y el alma.
La crisis social,
está allí, palpitando amenazante. La crisis política que se sumó a todo esto,
por supuesto, está aquí, aquí la tenemos representada. Este recinto es una caja
donde se encierra la crisis política. Abrámoslo.
Tenemos que buscar
la manera de regular estas crisis, porque así llegamos al presente, al día de
hoy, y lo más grave es que después de 1992, ¡cuánto golpes de pecho hubo!,
¡cuántas declaraciones de rectificación!, ¡cuántos juramentos y compromisos! y
nada, el barco se sigue hundiendo, señores.
Yo voy a repetir una
frase que no es mía, como ninguna de las que he dicho, ninguna es mía; yo más
bien creo que tengo un poquito de cada cosa que uno va recogiendo en los
caminos. Una frase que dijo aquí en esta misma tierra venezolana otro militar
como yo, pero por supuesto muchísimo inmensamente más glorioso, yo no tengo
glorias, lo que tengo son ganas de ser útil... Aquel inmenso venezolano,
infinito, que fue Don Francisco de Miranda, el Generalísimo, cuando Simón
Bolívar, Coronel, perdió el Castillo de Puerto Cabello, la plaza de Puerto
Cabello, que era el último punto fuerte de la Primera República, cuando al
Generalísimo Francisco de Miranda le dan la noticia de que el Coronel Simón
Bolívar había perdido la plaza de Puerto Cabello y con ella el parque, el
último, la reserva del parque, Francisco de Miranda, dice la Historia, que
lanzó la frase en francés (como no hablo francés voy a decirla en español y
porque en español es que es apropiada) quizás el Generalísimo no quería que le
entendieran quienes estaban cerca de él para no desmoralizarlos, a lo mejor, me
imagino, y dijo en francés: «Venezuela está herida en el corazón». Hoy, después
de siglo y medio yo retomo esa frase: nuestra Patria hoy está herida en el
corazón, nosotros estamos en una especie de fosa humana. Por todas partes hay
niños hambrientos, índices macroeconómicos sí —aquí tengo algunos, no los voy a
leer, los sabemos, los conocemos en libros, en estudios y ya me suenan fríos a
mí, prefiero ir por las calles a ver, a sentir, a llorar como uno llora cuando
consigue los niños limpiando las tumbas de los cementerios, porque de eso
viven, como vi en Barinas el 2 de enero cuando fui al cementerio a ponerle una
corona a mi abuela Rosa Inés y salieron unos niños a decirle a Chávez: «Chávez,
no hay tumbas para limpiar, tenemos hambre». Son niños de Venezuela y son
también nuestros hijos. Yo tengo cinco, allá están, pero no tengo cinco, todos
los niños que me consiga a mi paso, aunque sean los hijos de mis más duros
adversarios, también yo los considero mis hijos porque ellos son inocentes de
las pasiones que a nosotros nos impulsan.
Hoy Venezuela está
así, en una situación, doctor Velásquez, usted que conoce mucho más la historia
que yo, habría que revisar como estaba Venezuela después de la Guerra de
Independencia en aquellos años cuando Simón Bolívar se enteró que había
regresado de Europa su tío Esteban Palacios y le escribió aquella famosa y
hermosa y dolorosa carta «Tío Esteban, usted de nuevo en Caracas, Caracas no
existe». Yo no estoy de acuerdo, si aquella época comparándola con ésta, no
estoy seguro cuál, en cuál de las dos había más miseria, más hambre, más
necesidades, 80% de pobreza, me da vergüenza, señores del mundo. Decir esto,
algunos no creen, por allá en la lejana Europa donde cae mucha nieve, cuando
uno habla estas verdades y es difícil que crean esto; es muy difícil creer que
en una suma de factores, todos positivos, el resultado sea negativo. ¡Tanta
riqueza¡, se preguntarán ustedes; la reserva de petróleo más grande del mundo,
la quinta reserva más grande del mundo en gas, oro, un inmenso Mar Caribe rico
y hermoso que nos une con tantos hermanos de ese mare nostrum, ríos inmensos,
caudalosos, hay pueblos que han tenido que hacer ríos debajo del desierto, han
tenido que construir ríos debajo de la arena para llevarle agua a sus pueblos,
nosotros somos uno de los países con mayor reserva de agua dulce del mundo
entero, millones de hectáreas de tierra fértil, inmenso territorio propicio
para el turismo, un pueblo joven, alegre, dicharachero, caribeño y pare ahí de
contar, con una suma, todo eso igual 80% de pobreza ¿quién puede explicar eso?
¿qué científico puede explicar esto? Decía Galileo Galilei que el alfabeto con
el que Dios escribió al mundo fueron las matemáticas, tendremos que llamar a
Galileo Galilei y a sus asesores a ver si ellos desentrañan el misterio
matemático que hay en Venezuela.
Decía el doctor
Uslar hace unos días atrás, hace unos meses atrás, hace unos años atrás que
aquí en Venezuela se evaporaron 15 planes Marshall con los cuales se hubiesen
reconstruido 15 Europas, incluyendo todas las bombas que lanzaron y todas las
invasiones y los muertos y las bombas atómicas. 15 Planes Marshall, Presidente
Banzer, aquí se evaporaron, 15 Planes Marshall ¿dónde están?; el que sepa,
dígame; el que tenga alguna información de dónde está eso, dígamelo.
Esa es nuestra
realidad señores, y yo aunque hay un viejo dicho que por allí anda rodando,
según el cual «por la verdad murió Cristo», se dice mucho en nuestros pueblos;
Leonel, también allá en Santo Domingo, seguro; bueno. Yo soy uno de los que
cree que si por la verdad murió Cristo, y si por la verdad tiene que morir uno
más, pues aquí estoy a la orden; pero no podemos seguir mintiéndonos a nosotros
mismos, no podemos seguir engañando a nuestros hijos, a nuestros jóvenes,
hablándoles de mundos que no existen. No. Una de mis principales tareas
queridos amigos y así la asumo, es decir las verdades en las que creo, porque
la verdad, la verdad verdadera, sabemos nosotros los católicos que la tiene
Dios. Pero las verdades de las que uno está convencido, yo las voy a decir, de
diversas maneras.
Estaba recordando
ahora mismo aquel «Delirio sobre el Chimborazo», cuando Bolívar se consiguió
con el tiempo, con el Eterno y nunca olvido una de las cosas que el Eterno le
dijo a Bolívar allá en el Chimborazo. Presidente Mahual: Bolívar deliró y subió
y tocó al Eterno y el Eterno le dijo: «Tú, pequeño mortal ¿qué te crees? anda
allá y di la verdad a los hombres». La verdad es esa, Venezuela está herida en
el corazón; estamos al borde de un sepulcro; pero como los pueblos no pueden
morir porque los pueblos son la expresión de Dios, porque los pueblos son la
voz de Dios, resulta queridos compatriotas que felizmente, por encima y más
allá de toda esta catástrofe inmensa, hoy en Venezuela estamos presenciando,
estamos sintiendo, estamos viviendo una verdadera resurrección. Sí, en
Venezuela se respiran vientos de resurrección, estamos saliendo de la tumba, y
yo llamo a que unamos lo mejor de nuestras voluntades porque es el momento de
salir de la tumba. Es el momento de repetirnos también aquello de que vacilar es
perdernos. A todos les llamo sin excepción, a todos. Vamos juntos a salir de
esta fosa. Vamos a discutir, pero también vamos a actuar de la manera más
rápida para salir de esta fosa.
Nosotros tenemos un
proyecto, que no es nuevo, no, ni es original nuestro tampoco, no. Desde
aquellos tiempos de Yare, de aquella escuela que fue Yare comenzábamos entonces
a tratar de definir algunas líneas de un proyecto; pero no un plan de gobierno
¡por Dios! No, ya basta de estar dando tumbos, de estar zigzagueando, de dar
marchas y contramarchas como un barco sin brújula, sin timonel, sin capitán;
donde la tripulación no sabe que hacer sino sobrevivir. Nosotros ante esta
realidad tremenda que tenemos, le hemos planteado a los venezolanos un
proyecto, le hemos dado varios nombres a lo largo de estos años, pero ya por
1995 lo llamábamos Agenda Alternativa Bolivariana, y lanzamos líneas para la
discusión. Luego, en plena campaña electoral, insólita, lo lanzamos al mundo
como el proyecto de transición; pero en el fondo, es el mismo viejo sueño
bolivariano: un proyecto de desarrollo integral para Venezuela.
Desde hoy
comenzaremos a aplicar las medidas que a nosotros, como Poder Ejecutivo
Nacional, nos corresponde, pero claro que no bastará eso. No será suficiente
eso, será necesario —insisto— en que cada quien aquí asuma sus
responsabilidades, y especialmente quienes tenemos responsabilidades de
conducción de instituciones públicas, privadas, religiosas, económicas,
sociales, educativas, etc. Afinemos el rumbo, démosle a nuestros hijos y a
nuestros nietos una patria que hoy no tenemos.
Nunca olvido el
verso de Pedro Mir, ese gran poeta dominicano: «Si alguien quiere saber cuál es
su patria, no la busque, tendrá que pelear y luchar por ella». Yo llamo a los
venezolanos a luchar todos para que tengamos Patria, para que tengamos una
Venezuela verdadera, una democracia verdadera. En lo político nuestra propuesta
y desde hoy nuestra acción orientada hacia la transición transformadora, porque
eso también es conveniente decirlo, señores, nosotros tenemos que darle cauce a
un movimiento que corre por toda Venezuela.
Esa resurrección a
la que me refería, tiene una fuerte carga moral, social, es un pueblo que
recuperó por su propia acción, por sus propios dolores, por sus propios amores,
recuperó la conciencia de sí mismo y allí está clamando, en las afueras del
Capitolio y por donde quiera que vayamos. Eso no tiene otro nombre que una
revolución. Terminando el siglo XX y comenzando el siglo XXI venezolano aquí se
desató una verdadera revolución, señores y yo tengo la certeza de que nosotros
le vamos a dar cauce pacífico, que nosotros le vamos a dar cauce democrático a
esa revolución que anda desatada por todas partes.
Yo tengo una gran
fe en que le vamos a poder dar cauce, como se le puede dar cauce a un agua o a
un río para que vaya al mar de manera ordenada y lleve vida a las riberas y a
los pueblos, pero en el supuesto negado, digo yo negado, y ojala, Dios mío, que
sea negado, en el supuesto negado de que los dirigentes de hoy, de que nosotros
no podamos darle cauce a esa fuerza desatada, igual que los ríos se desbordan
como el Arauca en el invierno o como los ríos de cualquier parte que se
desbordan y arrasan las sementeras y se llevan las vidas de los hombres en vez
de darle la vida. Ese pueblo necesita cauce. No podemos defraudarlo de nuevo,
no podemos desfigurar el proceso. Asumamos con coraje y con valentía la tarea
de darle cauce a la revolución venezolana de este tiempo o la revolución nos
pasa por encima, tenemos dos alternativas, son dos opciones que tenemos: o le
damos cause a esa fuerza o esa fuerza nos pasa por encima.
Yo estoy seguro que
ese pueblo que está allí resucitado va a buscar sus caminos, hoy recuperó
credibilidad en una oferta, en una propuesta, en un camino, si la perdiera
mañana esa fuerza, así como el agua, va a buscar salida. Por eso imploro la
voluntad, la buena voluntad de todos para que entre todos le demos cauce a la
revolución necesaria, porque es necesaria en lo social, en lo económico, en lo
político, en lo ético. Tenemos que revolucionarnos, incluso nosotros mismos, es
hora de oír a Bolívar de nuevo y ahora es cuando los venezolanos van a oírme
hablar de Bolívar, porque ese es el faro. El 4 de julio de 1811 se debatía aquí
en Caracas también, Presidente Menem ¡qué cosas de la historia que se repiten!
¿no? entre los revolucionarios de la sociedad patriótica que clamaban por la
independencia y los conservadores apoltronados que decían: ¡no! reconozcamos
más bien los derechos de Fernando VII y Bolívar, que era uno de los líderes de
la Sociedad Patriótica, dio aquel memorable discurso: «Piden calma, ¿acaso 300
años de calma no bastan?, que hay que esperar a ver que decisión toma España,
que nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o los conserve, si
nosotros estamos dispuestos a ser libres», hoy es el mismo dilema, estamos
entre el mismo dilema.
Nosotros por
supuesto y yo, sin duda, estoy en las barras bolivarianas, vacilar sería
perdernos, no podemos vacilar. Por mi parte, tengan ustedes la certeza que yo,
como estoy seguro muchos venezolanos, pero hablo por mí en este instante como
Presidente de Venezuela, yo no vacilaré un instante en hacer lo que tenga que
hacer; no hay marcha atrás. El consenso si, lo quiero, pero no el consenso
retrógrado, porque también decía Bolívar aquello en ese mismo discurso, ahora
que lo recuerdo; el decía: No es que haya dos Congresos, nosotros queremos la
unión, no podemos estar dividiendo el Congreso, pero el Congreso debe oír a la
sociedad patriótica, Y entonces decía Bolívar: «Unirnos para apoltronarnos,
unirnos para observar como pasan los acontecimientos, antes era una infamia,
hoy es una traición». Hoy señores, unirnos a los que quieren conservar esto tal
cual está, buscar consenso con los que se oponen a los cambios necesarios, yo
digo hoy como Bolívar: ¡es una traición!.Y si alguien debe tener claro eso es
este que está aquí hablándoles a ustedes, porque yo estoy aquí no por mí, yo
estoy aquí por un compromiso; yo no soy causa, soy consecuencia. Así que yo,
Dios me perdone, siempre lo digo, yo prefiero la muerte antes que la traición;
así lo declaro ante el mundo y lo declaro ante Venezuela: no hay marcha atrás
en la revolución política que tenemos que impulsar y que claman las calles del
pueblo de toda esta tierra de Bolívar.
Por tanto, dentro
de esa propuesta política que es, ustedes lo saben, el eje central de ese
proyecto en lo político, pero que tiene fuerte impacto en lo económico y en lo
social y en lo moral y en lo jurídico y en el todo. Yo he recibido con mucho beneplácito
los cambios de posición; a veces uno no se explica muy bien pero bueno,
avancemos. Yo a veces no me explico cómo y tampoco voy a buscar explicaciones,
personas que hace apenas un mes se referían a la Asamblea Constituyente como el
caos, una obra maléfica de Satanás que nació en Barinas de nuevo y anda por
Venezuela oloroso a azufre; un plan preconcebido por el tirano Chávez para
establecer una dictadura en Venezuela, para acabar con la democracia; un plan
maléfico. Ahora, hoy veo con alegría que dicen que «venga la Constituyente»,
«me lanzo a la Constituyente» han dicho algunos aquí en este Congreso.
¡Láncense!, vamos a
lanzarnos todos. Eso sí, cuando uno se lanza, yo lo aprendí por obligación y
por necesidad, cuando uno se lanza debe tener un buen paracaídas. No se vayan a
lanzar así al vacío. Lancémonos pues, eso es lo que se quiere. Ahora, lo que sí
es conveniente señalar es que el proceso lleva su ritmo, el proceso lleva su
marcha. No podemos frenar el proceso. No, mucho menos desviarlo de cauce para
que dé vuelta sobre sí mismo y se hunda de nuevo. No, no lo vamos a permitir,
hasta donde yo pueda no lo voy a permitir, y yo estoy seguro que más de 12
millones, por lo menos, de venezolanos, no lo van a permitir. Así es que lo que
yo le sugiero a todos, a todos ustedes y a las diversas toldas y tendencias
políticas, es que sigamos el proceso, alimentémoslo, démosle un esfuerzo
creador, pero siempre oyendo allá afuera. No cometamos el error, craso sería,
de oírnos solamente a nosotros mismos. No, es el momento de oír la voz de la
nación y de oír ese tintineo que anda por todas partes; de recogerlo en un lazo
y de hacerlo realidades.
Y dentro de esta
propuesta política yo debo hacer un reconocimiento, ahora ya como Presidente de
la República, a la Corte Suprema de Justicia, porque también tenemos que
recordar esto, señores: después del 6 de diciembre, con aquel triunfo del
pueblo comenzaron a cambiar de opinión algunos que decían que la Constituyente
era un salto al vacío, que era una locura. Entones comenzaron a decir otras
cosas —yo siempre les sigo la pista— ya no es un salto al vacío, ya no es una
locura; pero ahora para poder ir a una Constituyente hay que reformar la
Constitución. Lo señalamos en su momento como la «trampa constitucional», lo
mismo que hizo Adolfo Hitler con la República de Weissmar para parar un
proceso. El entrampamiento a través de una interpretación interesada,
inflexible y rígida de una Constitución que, ciertamente, como lo dije cuando
juré: estaba moribunda y va a morir para que nazca otra. Tiene que morir y
junto a ella el modelo político nefasto al que dio nacimiento en estos últimos
cuarenta años. Eso tiene que morir. Va a morir, señores. Acéptenlos todos y es
necesario que muera, pero claro que, al mismo tiempo es necesario que nazca
otro modelo.
La decisión de la
Corte Suprema de Justicia es para la Historia, ciudadana presidenta. Sin duda
que es para la Historia, sentando cátedra de lo que es el Poder Constituyente
originario, de lo que es la soberanía, como lo decía Rousseau y como también
Bolívar en ese pensamiento que ya cité al comienzo. «Convoquemos la soberanía
popular para que ejerza su voluntad absoluta». Pero ¿acaso le podemos tener
miedo a la soberanía popular? ¿No hablamos de democracia, pues? La soberanía no
es nuestra, el Presidente de la República no es soberano, el Congreso de la
República aunque lo llamen soberano no es soberano, la Corte Suprema y los
tribunales no son soberanos, el único soberano aquí en la Tierra, en el pueblo,
en la tierra venezolana es ese pueblo, no hay otro. Ese es un principio
universal y elemental. Después de la decisión histórica de la Corte Suprema de
Justicia, se apagaron las voces de los que clamaban todos los días que había
que reformar la Constitución y ahora ha cambiado también la dinámica. La
decisión de la Corte Suprema de Justicia ha acelerado el proceso y eso habrá
que reconocerlo para la Historia, porque todo esto que está ocurriendo en
Venezuela, hora tras hora, compatriotas, día tras día, está quedando grabado
para las páginas de la Historia.
Cuando los nietos
de nuestros hijos estudien la Historia de Venezuela tendrán que detenerse, sin
duda, en estos años finales del siglo XX, en estas sesiones del Congreso, en
ese juramento, en las elecciones que pasaron, en la decisión de la Corte
Suprema de Justicia, en la posición que cada quién asuma. Es momento grande, es
un momento estelar el que estamos viviendo, no es un momento cualquiera, es
importante que lo digamos, porque es muy importante aún más que todos tomemos
conciencia de lo esplendoroso que estamos viviendo en esta patria de Bolívar,
para que hagamos honor a nuestro barro, a nuestro espíritu, a nuestra herencia;
nosotros somos uno de los pueblos libertarios del mundo, nosotros somos un
pueblo de creadores, de poetas, de luchadores, de guerreros, de trabajadores,
ahí está la historia que lo diga, hagamos honor a eso, hagamos honor al
espíritu de nuestros aborígenes, de nuestros libertadores, de nuestras mujeres,
de nuestra juventud en La Victoria, todo eso lo tenemos nosotros en las venas y
en el barro con que fuimos hecho, demostrémoslo, es el momento de demostrarlo.
Entonces la decisión de la Corte Suprema de Justicia ahí quedará para la
historia, ya no se oye por ninguna parte, gracias a esa justa oportuna y sabia decisión
de los Magistrados de la Corte, ya no se oye por ninguna parte decir lo que se
oía y se leía hace apenas dos semanas atrás: que llamar a referéndum era
violatorio de no sé cual ley y no sé cual otro ley, que aquello era violar la
Constitución Nacional en su artículo tal y en el alcance tal y en la enmienda
tal y no sé cual otra ley, todo un leguleyerismo, cuando no es tiempo
leguleyerismo, es tiempo de historia y es tiempo de grandes decisiones
políticas.
Ahora después de
esa decisión, se apagaron esas voces y también se apagaron las voces de las que
amenazaban, ya a mi me tenían amenazado algunos sectores políticos que me
hacían llegar como para disuadirme, yo les confieso con toda la humildad que
pueda tener, que como yo ya he pasado por tantas cosas, no soy disuadible, no
le tengo miedo sino a Dios, porque ni a la muerte, lo repito, creo que la
muerte no existe, es una mentira como era la mentira del «Silbón de la sabana»
o de «la sayona» que salía por la esquina del Caña de Raya en el Río Boconó, eso
no existe. Estaban preparando ya una acción contra el Presidente Chávez para
destituirlo, Presidente Pastrana; lo conversé con usted, lo conversé con el
Presidente Gaviria que también vivieron en Colombia un proceso constituyente
parecido, y la decisión de la Corte de Colombia fue tal cual a la de Venezuela
ahora, sentando cátedra. Pero ya se estaban preparando jugadas para inhabilitar
entonces al Presidente Chávez por haber violado la Constitución si convocaba a
referéndum. Todo eso se quedó atrás gracias a Dios, gracias al proceso mismo,
gracias a la Corte Suprema y gracias al pueblo; en menos de una semana
dirigentes políticos y sociales recogieron más de millón y medio de firmas en
las calles. ¿Quién puede oponerse a eso, si esa es la voluntad del pueblo, si
es la voluntad del soberano?
Ahora, en los
últimos días hemos observado entonces el debate de que el Congreso puede llamar
a referéndum. Ciertamente y yo lo decía en la campaña electoral, ojala que el
Congreso llame a referéndum decía yo; ojala que el Congreso tome la batuta.
Claro que hubiese sido mucho mejor que en la campaña electoral hubiésemos
discutido el tema, ¡cuánto hubiésemos avanzado hasta esta hora, hasta este día
si en vez de satanizar la constituyente y la propuesta constituyente nos hubiésemos
dado todos los candidatos de aquella hora, los partidos, el Congreso mismo, las
instituciones a discutir lo que es una constituyente!; pero no, la idea fue
satanizarla y evitar el debate, desviar el debate. Se perdió un tiempo. Ahora
no podemos perder tiempo, el proceso se ha acelerado gracias a la decisión de
la Corte y gracias a también el clamor de un pueblo.
Yo como he estado
oyendo y discutiendo, oyendo posiciones aquí en el Congreso o de sectores que
están en el Congreso, y también en la calle, y como se ha creado entonces
ahora, sin que esto quiera decir que ese sea el ánimo de algunos sectores del
Congreso, pero en la calle se ha venido formando como una matriz de opinión
acerca de una especie de rivalidad a ver quién convoca primero al referéndum, y
es lo que anda en las calles y como la gente dondequiera que voy me dice:
«Chávez no te dejes quitar la bandera», «Chávez no te descuides porque en el
Congreso pueden manipular el referéndum y hacerlo a su justa medida y necesidad
para tratar de detener el proceso»; «Chávez creemos en ti». Pues yo como estoy
comprometido con un pueblo, he decidido adelantar la firma del Decreto
convocando al referéndum; no voy a esperar el 15 de febrero como había dicho.
No, ese es un clamor que anda por las calles, es un clamor del pueblo. Así
dentro de pocos minutos en el Palacio de Gobierno de Caracas, de Miraflores,
juramentaré al próximo Gabinete e inmediatamente convocaré al primer Consejo de
Ministros Extraordinario. Y hoy mismo, antes de salir de Palacio, al encuentro
popular en Los Próceres firmaré el decreto presidencial llamando a referéndum
al pueblo venezolano. De tal manera, es un compromiso sencillamente, es un
mandato de un pueblo. Yo estoy aquí para ser instrumento de un colectivo, por
eso señores del Congreso, señor presidente del Congreso, señor presidente de la
Cámara de Diputados, honorables senadores y diputados, yo creo que les estoy
quitando un poco de trabajo y de angustias y de carreras y de sinsabores. ¡No,
ya! ¡ya! El referéndum va, y hoy mismo tendré el gusto de entregarle al señor
presidente del Consejo Nacional Electoral una carta solicitándole sus acciones
para preparar el referéndum en el plazo que la Ley indica, que es entre 60 y 90
días. Y ya he dado instrucciones al próximo ministro de la Defensa, para que a
partir de hoy el general de división Raúl Salazar y al próximo jefe del Comando
Unificado de las Fuerzas Armadas Nacionales, el general Marín Gómez, vayan
preparando un Plan República igual, para hacer un referéndum amplio, donde
todos tengan participación, no habrá exclusiones. No, no, creamos en nosotros
mismos, creamos en nuestro pueblo, seamos verdaderos demócratas. Vamos todos,
todos. «Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa» y ya basta.
Ahora, de forma tal
que el Congreso, mi sugerencia, porque vuelvo a tomar la frase de Bolívar: no
es que haya dos Congresos. No, no quiero ni obstaculizar ni interferir las
deliberaciones y la libertad del poder Legislativo. No. Cumplan ustedes,
legisladores, con su responsabilidad, tal cual. Háganlo. El país clama, pero
eso sí, traten de oír siempre el clamor del pueblo, no se encierren aquí a
oírse ustedes mismos y a dar grandes discursos. Discutan lo necesario.
Dentro de varias
horas, mi gobierno introducirá aquí en el Congreso la solicitud de una Ley
Habilitante, una Ley Habilitante para enfrentar en el corto plazo, porque el
pueblo no puede esperar la Constituyente y esa es una verdad absoluta, la
Constituyente no es una panacea, nunca la planteamos así. Tiene un objetivo
fundamental como es la transformación de las bases del estado y la creación de
una nueva República, la refundación de la República, la relegitimación de la
democracia. Ese es el objetivo fundamental de la Asamblea Constituyente. Es
político, es macropolítico pero no es económico ni es social en lo inmediato y
el gobierno que yo hoy comenzaré a dirigir y he comenzado ya, tiene que
enfrentar una situación heredada, terrible, un déficit de casi 9 puntos del
Producto Interno. Solamente para el gasto de Caja, solamente para el pago para
que no se apague la luz y la gente no se vaya, hacen falta para el primer
trimestre del año, casi Bs. 800.000 millones, solamente para eso, solamente
para el pago, para no irnos de aquí, pues.
Además de eso,
tenemos un desempleo (las cifras oficiales hablan del 11-12%, pero hay otras
cifras por allí que apuntan al 20%) Un subempleo rondando el 50% de la fuerza
económicamente activa, casi un millón de niños en estado de sobrevivencia, casi
un millón de niños, niños como mi hija Rosa Inés, de un año y cuatro meses, en
estado de sobrevivencia. Veintisiete, casi veintiocho por mil nacidos vivos es
la mortalidad infantil de Venezuela, de las más altas de todo el Continente. La
incidencia de la mortalidad infantil o la incidencia de la desnutrición en la
mortalidad infantil está llegando al 15% de niños que mueren y la causa de su
muerte: desnutrición. No podemos esperar Constituyente para eso.
La vivienda, hay un
millón y medio casi de déficit de viviendas en toda Venezuela. Más del 50% de
los niños y esto es lo más salvaje, porque no tengo otra palabra, ustedes me
perdonan, ¡salvaje! Así llama el Papa Juan Pablo II Su Santidad al
neoliberalismo y yo lo llamo así también, permítame Su Majestad llamarlo así,
es salvaje saber que en un país como el nuestro, más de la mitad de los niños
en edad preescolar no están yendo al preescolar; es salvaje saber que sólo uno
de cada 5 niños que entran a la escuela preescolar, sólo uno de cada cinco
termina la escuela básica, eso es salvaje porque ese es el futuro del país.
Un viejo proverbio
chino dice: «si estás pensando en el corto plazo, anda a pescar; si estás
pensando en el mediano plazo, siembra un árbol y si estás pensando en el largo
plazo, educa un niño». Nosotros no podemos permitir que ese salvajismo siga
ocurriendo aquí en nuestras narices, ¡por Dios! 45% de los jóvenes
adolescentes, no están en la escuela secundaria, andan sobreviviendo por allí y
muchos de ellos, claro, a la delincuencia para sobrevivir, porque el hombre no
es malo por naturaleza, nosotros somos hijos de Dios, no somos hijos del
diablo. Esa situación yo la estoy recibiendo aquí, aquí la tengo en mis manos y
es la acumulación de todas esas crisis a la que me he referido hace varios
minutos atrás.
Me decía un grupo
de amigos hace unas noches atrás, que es como que a uno le entreguen en sus
manos una bomba de tiempo: tic tac, tic tac, tic tac, y uno se ofrece a
desarmarla, a desmontarla, hay un gran riesgo que la bomba te estalle en la
cara, la bomba social venezolana está latiendo, compatriotas, por eso creo que
el Congreso en vez de estar debatiendo lo que ya está debatido hace meses
atrás, ese debate ya pasó, en vez de estar debatiendo ahora cómo hacer un
referéndum, no, acepten la verdad, el pueblo venezolano en un 60% casi de los
que fueron a votar, eligió al presidente Hugo Chávez para que él cumpla lo que
dijo: convoque a un referéndum para la Constituyente, esa es la verdad,
acéptenlo señores, no duden eso, esa es una verdad como el sol que está allá
arriba. Mi sugerencia al Congreso, dedíquense a estudiar la posibilidad de
darle al gobierno que hoy comienza, una Ley Habilitante, dirigida especialmente
a la materia económica, porque en lo económico es urgente solucionar el déficit
que ustedes lo saben y para ello nosotros necesitamos una profunda reforma
fiscal, que ya se ha anunciado en algunos escenarios de manera fragmentaria, la
Ministra de Hacienda Maritza Izaguirre ha estado explicando de alguna manera a
los venezolanos las medidas que en ese orden fiscal estamos ya preparando, la reducción
del impuesto al consumo suntuario y ventas al mayor, por ejemplo, que es de los
más altos en el continente, pero su transformación en un impuesto al Valor
Agregado y la ampliación de la base de recaudación es algo urgente; según
nuestros cálculos, ahí pudiéramos recabar o incrementar la recaudación casi en
un punto del Producto Interno Bruto, para ir haciendo manejable ese inmenso
hueco fiscal que estamos heredando.
Por otra parte, es
necesario que hagamos reformas —así lo creemos necesario— al Impuesto sobre la
Renta para adelantar los pagos de las personas jurídicas y no esperar hasta el
fin de año, sino que se vayan cancelando los pagos a medida que vayan pasando
los meses. Igualmente, tenemos listo el esquema para volver a aplicar de manera
temporal el Impuesto al Débito Bancario, con ellos según nuestros cálculos,
podemos recabar un 1,5 aproximadamente por ciento del Producto Interno Bruto
para reducir el déficit fiscal en este primer año de gobierno, al menos a la
mitad.
Pero por otra
parte, hemos ido por el mundo y hemos conseguido, así lo he dicho, comprensión
y esperamos seguirla consiguiendo. Desde su Majestad el Rey Juan Carlos de
Borbón hasta el Primer Ministro Canadiense, desde el Presidente del Gobierno
Español Don José María Aznar hasta el Presidente de los Estados Unidos Bill
Clinton, el Presidente o Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional,
el señor Camdessus, pasando por el Director del Banco Mundial y del Banco
Interamericano de Desarrollo, del Club de París, con todos ellos hemos estado
hablando en estos últimos cuarenta días; nosotros no hemos descansado y ustedes
lo saben, buscando, viajando, hablando, tratando de convencer, primero: que yo
no soy el diablo, porque por la campaña salvaje que me hicieron mucha gente por
allá en esas tierras frías llegaron a pensar que de verdad Hugo Chávez casi que
el diablo era. Y segundo, explicando nuestra verdad.
La deuda externa
nosotros queremos pagarla, sencillamente no podemos pagarla según la manera
como se ha diseñado y como yo estoy recibiendo, con un perfil de deuda que se
lleva una tajada grandísima del Presupuesto Nacional, más del 30%, que es la
acumulación de intereses y capital. Así que tenemos la esperanza firme y así lo
digo al mundo, y vamos a seguir trabajando con mucha intensidad ahora mucho más
que antes, para lograr en el más corto plazo posible un refinanciamiento de
nuestra deuda externa, de forma tal que podamos este mismo año 99, reducir al
menos en dos puntos, 1.5 ó 2 puntos el peso terrible de la deuda sobre el
golpeado presupuesto venezolano.
Para ello, algunos
de estos puntos que he mencionado, medidas en el orden económico del corto
plazo, en el orden interno, nosotros creemos que es necesario que el Congreso
discuta y decida acerca de una Ley Habilitante como ha ocurrido en ocasiones
anteriores. Igual es urgente para nosotros, y esa es la otra dirección
estratégica para transformar el modelo económico en el corto, en el mediano y
en el largo plazo, es necesario —porque de esto se ha hablado mucho en Venezuela,
pero no se ha hecho casi nada— diversificar la economía, impulsar el aparato
productivo. Para ello, también en estos viajes que hicimos a Sur América, a
Norteamérica, a Europa y al Caribe, hemos llamando a los inversionistas del
mundo entero. Nosotros somos gente seria, el gobierno que yo empiezo a dirigir
hoy es un gobierno serio que respetará los acuerdos que se firmen y las
inversiones internacionales que vengan aquí de cualquier parte del mundo,
especialmente dirigidas al sector productivo, que genere empleo, valor agregado
a la producción, tecnología propia para impulsar el desarrollo del país. No
podemos seguir dependiendo únicamente de esa variable exógena que es el precio
del barril de petróleo, que se vino abajo como todos sabemos, y todas las perspectivas
indican que va a seguir allí entre 8 y 9, si acaso tocando algún día el 10
durante a lo mejor, no un año, sino dos o tres años.
Acostumbrémonos a
eso, porque eso también nos obliga. Al respecto, los equipos de transición y
los equipos del proyecto de gobierno y de desarrollo que hemos venido formando
hacen varios años, pues hemos decidido impulsar y arrancar con inversión
privada. Y también le hacemos un llamado a los inversionistas nacionales con
los que hemos tenido fecundas, amplias y diversas conversaciones aclarando,
explicando, preguntándoles también; recibiendo sus opiniones a la inversión
privada nacional.
Le hago un llamado
a todos los venezolanos que tienen capitales en el exterior. ¡Piénsenlo! El
país necesita capitales. ¡Vengan aquí! Claro, me refiero a los capitales bien
habidos. Los otros difícilmente vendrán, a menos que de verdad hagan un mea
culpa. Ojala lo hagan, también los llamo: Vengan, entreguen lo que se llevaron
y asuman su responsabilidad. Yo creo que tengo algo de moral para pedirlo. Yo
un día hice algo, entregué lo que me llevé: mi fusil, y aquí estoy. «Asumo mi
responsabilidad, hagan conmigo lo que quieran». Cada quien asuma su
responsabilidad. Necesitamos un proceso económico urgente de acumulación de
capital nacional. Estamos descapitalizados, señores.
Honorables
dignatarios del mundo, del continente, de Europa, del Asia, del Caribe, de
dondequiera que hayan venido, este es un mensaje a los inversionistas como se
los he dado en Santo Domingo, en La Habana, en Buenos Aires. No he ido aún por
la Cordillera de los Andes, pero pronto iré; a Guyana, a Centroamérica, en
Colombia, en todas partes, en Madrid, en París, Islas Canarias. Al Perú espero
ir pronto, igual a Nicaragua, a la hermana; a todos los inversionistas, los
petroleros en Canadá. Me sentí muy complacido después de una reunión en Canadá
con empresarios del gas y del petróleo, y llegaron casi con nosotros. Se
vinieron a Venezuela y están haciendo planes para invertir en gas, en
petroquímica, en turismo. En Europa se están preparando varias misiones, en
España, en Francia, en Alemania. Hemos tratado de motivarlos, de llamarlos, de
atraerlos. Venezuela puede ser un emporio gigantesco de riqueza, ya lo es, pero
en potencia. Vamos todos a desarrollar. El proyecto nuestro no es un proyecto
estatista. No, tampoco es extremo al neoliberalismo. No, estamos buscando un
punto intermedio, tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea
posible. La mano invisible del mercado y la mano visible del Estado, leí y
usted, Presidente Mahuad cuando asumió su digno cargo allá en la hermana
República del Ecuador.
Bienvenidos todos a
la inversión, al impulso de un proyecto. Nosotros, algunos elementos de ese
proyecto vamos a declarar y lo declaro e invito a todos a que lo hagamos, de
sentimiento y acción: la agricultura es un sector estratégico para el país y
debe ser ese criterio llevado a rango constitucional, así lo aspiramos de la
Asamblea Constituyente que se elegirá en los próximos meses.
Por ahora, hemos
seleccionado para el corto y mediano plazo, cuatro proyectos bandera en
agricultura: un proyecto arrocero —Venezuela tiene un potencial gigantesco para
el arroz. Un proyecto de palma africana, sería otro de los grandes proyectos
donde hay muchos estudios al respecto, ha faltado voluntad, capital,
tecnología, para hacerlo; nosotros queremos reunir todo eso e inyectarlo a los
proyectos de desarrollo nacional. Un proyecto de caña de azúcar y un proyecto
pesquero, al menos esos cuatro proyectos bandera, según los estudios de
nuestros técnicos, indican que allí tenemos inmensas ventajas comparativas y
que pueden ser competitivas para el desarrollo, para crear empleo.
¿Cómo puede ser que
se estén muriendo de hambre los muchachitos de Apure a la orilla del inmenso
Apure, del inmenso Arauca o los muchachitos de oriente al lado del Orinoco o
los de Guayana? ¿Y los pueblos de la costa, con tanta riqueza pesquera, tanta
riqueza marítima, Igual la gente de los campos? Tenemos que volver a los
campos, pero de verdad.
Yo, que campesino
también soy y así fui y así me crié y me formé, estaré al frente de esos
proyectos, hasta donde el tiempo y la fuerza me lo permitan, pero ustedes, más
que decirlo, Dios mediante, ustedes lo van a ver. Yo seré un soldado, el
primero de la batalla, trataré de estar en todas partes, hablando con el campesino,
con el obrero, con el Gobernador, con el Alcalde, con el empresario, con el
político, con el soldado, con el Comandante, con el General, con todos, para
darnos la mano y que esos proyectos, cuando tenga que entregar el gobierno
dentro de cinco o diez años, no sé cuántos, o uno o dos, puede ser uno, puede
ser dos, yo no sé, nadie sabe cuántos, uno o diez, yo no quiero venir aquí a
leer o a decirles: «hice hasta dónde pude pero el país está hundido». No, yo
incluso prefiero, de verdad se los digo, entregar el gobierno que es lo que
menos importa, créanmelo, a los dos años, al primer año, si ese año, si esos
seis meses o si esos dos años sirvieron para dejar atrás el pasado y hundirlo y
que de verdad prenda un nuevo motor nacional. París bien vale una misa; de
verdad que lo menos que me importa es mi destino personal, absolutamente me
importa. Lo importante es que arranquemos un nuevo motor nacional, un nuevo
proyecto de largo plazo, como el navegante que va y no ve el puerto pero cada
milla, cada kilómetro que navega sabe que va en dirección correcta porque tiene
una brújula y un mapa para navegar, necesitamos un mapa nacional, necesitamos
una brújula, necesitamos un timonel, aquí estoy yo, pretendo ser timonel por un
tiempo, pido ayuda a todos, pido ayuda a todos porque todos vamos en el barco y
lo más terrible es que con nosotros van nuestros hijos y nuestros nietos,
tenemos que echar el barco adelante, es una responsabilidad y después que otros
se encarguen de navegarlo.
Ahora, dentro de
esa concepción social yo ante Venezuela y el mundo y siendo intérprete como
quiero ser siempre del sentir del pueblo venezolano que está en su inmensa
mayoría viviendo por debajo de un umbral humanitario, interpretando esa
realidad, yo como haría un capitán de un barco o de un avión que vaya en
emergencia, yo declaro al mundo que Venezuela está en emergencia social.
Nosotros tenemos que enfrentar la emergencia social, pero para restringir o
eliminar garantías, no, ¿quién va a eliminar garantías en Venezuela si ya todas
están eliminadas? ¿cómo vamos a suspender lo que ya está suspendido? ¿qué
garantías más le vamos a quitar a nuestros pueblos? No, y fíjense que, en mi
criterio, ese es una de las desviaciones de la Constitución moribunda del Pacto
de Punto Fijo; esa Constitución prevé la emergencia con toda formalidad, yo no
me agarro de esa formalidad, yo me agarro de una realidad en este caso.
Pero la
Constitución dice que se podrá decretar la emergencia nacional y en base a
ella, suspender garantías, es una visión nefasta de la emergencia, es una
visión unilateral represiva prevista en las leyes. Así como a los pueblos de la
frontera le suspendieron las garantías constitucionales dada la situación
difícil en la frontera con la República de Colombia... y aprovecho para hacer
un reconocimiento pero muy especial, de corazón, a su Presidente, el doctor
Andrés Pastrana, quien a pesar del dolor del pueblo colombiano por la tragedia
de hace unos días, aquí está con nosotros. Hermano mi abrazo y nuestro abrazo
para ti y para tu pueblo, somos amigos de Colombia, porque Colombia es tierra
bolivariana, nuestro pesar, nuestro dolor, nuestro apoyo para ti y para tu
pueblo que es también parte de nuestro pueblo, de nuestra esencia.
En Colombia tenemos
que hacer todo lo posible para que haya paz; yo le he dicho, se lo dije al
Presidente Pastrana, lo dije públicamente, lo conversamos en La Habana con el
Presidente Fidel Castro. Yo estoy dispuesto Andrés, permíteme llamarte así como
en privado lo hacemos, a ir donde haya que ir y a hablar con quien haya que
hablar para tratar de aportar un granito de arena; un granito de arena que bien
puede ahorrar una gotita de sangre, en ese pueblo tan querido como es el pueblo
de Colombia.
E igualmente el
saludo que le he dado a nombre del pueblo bolivariano de Venezuela al
Presidente Colombiano, pues a todos y cada uno de ustedes. Tenemos que
reconocer el esfuerzo que ustedes han hecho porque las tragedias son muy
parecidas, el terremoto de Colombia doloroso, igual terremoto doloroso también
financiero está pasando nuestro hermano pueblo del Brasil, causa por la cual el
Presidente Cardoso no pudo venir aquí hoy. Igual a todos ustedes de la
Nicaragua, de todos ustedes de todos estos pueblos y países aquí representados
por sus Presidentes, sus Jefes de Gobierno, o Primeros Ministros; la Presidenta
Guyanesa Janeth Jagan, nuestro afecto a sus luchas, a su esfuerzo, a sus
dificultades. A todos, el Presidente Banzer, nuestro amigo, todos amigos; el
Presidente Dominicano Leonel Fernández, el Presidente Cubano, ratifico mi
amistad y nuestra solidaridad con el pueblo hermano de Cuba. El Papa bien lo
dijo, Cuba es parte de este mundo, Cuba es un pueblo hermano, es un pueblo
bolivariano. Así que igual que a todos, vaya mi abrazo y mi afecto al pueblo
cubano, al pueblo de Martí, y a todos los pueblos y naciones.
Pero volviendo a la
emergencia social que proclamo como Presidente de Venezuela, esa emergencia
social hermanos no es para suspender más garantías. No. Es para tomar acciones
de emergencia para restituir las garantías, y sería una de mis sugerencias a la
nueva Constitución o a la Constituyente que dentro de pocos meses —yo creo que
este escenario sería muy bueno para que la Constituyente trabaje, si ustedes lo
permiten señores del Congreso. Sería el más adecuado creo yo; también ustedes
pueden, como algunos lo han dicho, renunciar para ir al proceso constituyente;
pero donde sea, dondequiera que se reúna la Asamblea Constituyente, yo creo que
eso es algo que se debe discutir allí. Una emergencia para restituir garantías.
No toda emergencia puede ser vista para suspender garantías constitucionales.
En ese orden de
ideas, para dar una señal de arranque inmediato en lo social no podemos esperar
ni una hora, no hay sábado ni domingo para los que estamos en emergencia y
tenemos tan gran responsabilidad, tan gigantesca responsabilidad, con tantos
millones de seres humanos que en este mismo instante cuando estamos nosotros
aquí, no tienen qué comer o no tienen escuela para ir o no tienen un parque
para jugar o no tienen un techo para dormir en paz. Decía José Martí, el
grande, cuando hablaba de los seres honrados: «para ser honrado no basta sentir
o decir que no se le hace daño a nadie». No, eso no basta, para ser honrado de
verdad un hombre, una mujer, un ser humano, si sabe que alguien está sufriendo
cerca de él, tiene que hacer todo lo que él pueda para evitarle ese sufrimiento
a ese ser humano. Es la única forma de ser honrado. Es más ¡de ser cristiano
pues! porque la primera Ley de Dios dice así: «ama a tu prójimo como a ti
mismo».
Yo a veces me he
atrevido a decir un juicio que yo recomendaría a esa primera Ley de Dios, que
Dios me perdone: en este momento en emergencia nosotros los católicos y
cristianos deberíamos decir más bien: ama a tu prójimo más que a ti mismo.
Así que para dar
señales al respecto, que de que está comenzando hoy una verdadera guerra contra
esos males sociales, una verdadera batalla. Yo he dado instrucciones al nuevo
ministro de Defensa a partir de hoy, el general Raúl Salazar; a los nuevos comandantes
de fuerza, a mis hermanos de las Fuerzas Armadas, a quienes saludo con especial
también deferencia y a quienes, incluso, pedí perdón por allá en nuestros
espacios militares, y lo hago ahora delante de la nación: perdón por los
dolores causados, perdón por tantos años juntos. Gracias a Dios y al pueblo de
Venezuela que estamos juntos de nuevo, hemos regresado de nuevo con la frente
en alto; pero ahora yo regreso como comandante en jefe, y yo aprendí de algunos
de los que están aquí a ser comandante, y creo que lo fui medianamente, y un
verdadero comandante tiene que estar allí en el sentir de su gente; un
verdadero comandante tiene que estar pendiente de cumplir con una misión y del
bienestar de su gente, de sus comandados. Yo aspiro ser ahora mucho mejor
comandante que antes. Espero que estos 7 años que han transcurrido desde que
dejé el comando de mi batallón de paracaidistas, me hayan enseñado, me hayan
dado más recursos, me hayan dado más vigor para ser mejor comandante que antes.
Pero ahora vengo como
comandante en jefe no a comandar paracaidistas, me honró comandarlos. Ahora
vengo como comandante en jefe a impulsar un proceso de incorporación de los
hombres y mujeres de uniforme de Venezuela a este proceso de emergencia y de
recuperación social. Por lo tanto, he dado instrucciones para que pasado mañana
4 de febrero haremos el desfile de la unidad, el desfile del futuro. No es como
algunos han dicho por allí, para hacer banderas a la rebelión armada. No, eso
no es, eso quedó atrás, es para volver juntos, es un desfile hacia el futuro y
ese mismo día, yo voy a activar de nuevo los Batallones de Paracaidistas que
deben seguir llevando los nombres que siempre llevaron de Antonio Nicolás
Briceño y José Leonardo Chirinos, pero además de eso, vamos a ordenar la
activación de una Brigada Especial y esa Brigada Especial se va a activar en
este mismo mes de febrero, una Brigada Especial para el desarrollo, porque el
desarrollo es parte de la defensa. Nuestros hermanos de Armas no pueden estar
encerrados en cuarteles y en bases navales y en bases aéreas con la gran
capacidad, con el gran activo humano, con la gran cantidad de recursos que
están allí como desactivados, como si fuera otro mundo eso, separados de una
realidad pasmosa, una realidad cruenta que clama por inyección de recurso, de
moral, de disciplina.
Le decía al General
Salazar hace unas noches que me consiguiera una lista de todos los militares
activos que son ingenieros. La lista nos sorprendió tanto a él como a mí:
centenares de Oficiales activos que son ingenieros y desde ingenieros
nucleares, hay varios en las Fuerzas Armadas, hasta ingenieros civiles,
electrónicos, eléctricos, de las diversas ramas. No es que estando en un
cuartel todo el día no signifique algo indigno, no, comandar un pelotón, comandar
un batallón es algo digno para un Oficial, para eso nos formamos, pero un
Teniente Coronel que sea, al mismo tiempo, ingeniero nuclear, en este momento
un Coronel o un Capitán que sea experto en producción agrícola, especializado
en los búfalos, por ejemplo, que haya tenido cursos en el exterior durante
años, o un sargento que sea experto en telecomunicaciones en este momento
crítico para el país, yo creo y esa es la orientación, como Comandante en Jefe,
que sin abandonar, por supuesto, las funciones básicas del militar, se
incorporen, buena parte de ellos, a proyectos de desarrollo a través de
Unidades Especializadas.
En Barinas
funcionará, dentro de poco tiempo, una Brigada Especial donde habrá un cuerpo
de Ingenieros Militares y donde podrán incorporarse para el servicio
voluntario, los venezolanos que quieran, donde podrán incorporarse hombres y
mujeres de las diversas ramas técnicas, habrá un cuerpo de ingenieros. Poco
hacemos con un lote de maquinarias de ingeniería aquí en Caracas. No, dí la orden
que el 12 de Febrero, que habrá desfile en La Victoria de nuevo, ese día debe
salir una columna, no de tanques, más nunca debe salir ninguna columna de
tanques, una columna de maquinarias de trabajo manejada por soldados rumbo a
los campos y los pueblos de Venezuela, el Día de la Juventud y eso comienzo
haciéndolo. Igual formaremos batallones agrícolas y batallones de sanidad para
atender no un día y volver a los seis meses. No, para abrir operaciones de
guerra contra la miseria, contra la desnutrición, contra la desmoralización de
un pueblo, ahora los militares solos no llegarían muy lejos, yo invoco el
espíritu nacional, invoco el alma nacional, invoco la buena voluntad de todos,
la Iglesia Católica, ¡vamos! los curas, los curas, los obispos por los caminos,
¡vámonos! los caminos del pueblo que son los caminos de Dios, la Iglesia
Evangélica, los empresarios, la juventud, los estudiantes de medicina, ¡vamos!
un estudiante del último año de medicina ya está capacitado para librar la
guerra contra las enfermedades que están acabando con nuestros pueblos, los
estudiantes universitarios ¡vamos a levantar las banderas de la lucha, vamos a
salir del aula de clase y vamos a lucha social, no podemos esperar a tener un
título o a ver quien me da un empleo, busquemos empleo y busquemos trabajo, ese
es el sentido venezolano, ese es el sentido, compatriotas, de este pueblo
bolivariano, de esa emergencia social a la que me refiero.
Igual pido a todas
las fuerzas del país, los gobernadores, los alcaldes, las Asambleas Legislativas,
los representantes de las diversas regiones ¡vamos por los pueblos! que ese
país recupere credibilidad en nosotros, yo les repito, seré el primer soldado a
tiempo completo de esa batalla, batalla que estoy seguro vamos a ganar contra
el atraso, contra la miseria, contra el hambre y dentro de esa misma visión
estaremos impulsando más allá de Venezuela en el orden macropolítico la
Constituyente, en el orden económico un proceso de desarrollo y dinamización de
la producción nacional y un proyecto de estabilización macroeconómica, algunas
de cuyas medidas ya el país conoce de afianzamiento sólido de una disciplina
fiscal a la par de eso un proyecto internacional.
El tratamiento
prioritario y urgente de nuestra política exterior estará orientada en primera
instancia hacia la fachada caribeña, hacia la fachada andina y hacia la fachada
amazónica, es el viejo sueño de Bolívar y de Martí y de Sandino y de O’Higgins
y de Artigas, es la unión, es la unión de todos, la unión en lo interno de cada
país, la consolidación de todos nosotros uno a uno, pero al mismo tiempo la
consolidación de un gran bloque de fuerza en esta parte del mundo, gracias a
Dios y a la historia ya el mundo del siglo XXI no será bipolar ni unipolar será
multipolar y así como la Europa unida da ejemplo al mundo, demos ejemplo
nosotros también al mundo, marchemos hacia un proceso unitario y es mi llamado
y es mi pregón y será así por los pueblos y los países y los amigos y hermanos
a quienes visite y a quienes conozca.
Las negociaciones
entre la Comunidad Andina y el Mercosur deben continuar, nosotros abogamos
porque continúen, porque se aceleren, pero hay que pisar el acelerador y dentro
de ese mecanismo de unidad nuestro gobierno se ha planteado también la
posibilidad de hacer algún acuerdo de libre comercio con el Mercosur, como lo
hizo Chile, como lo hizo Bolivia. Pero con el sólo interés de acelerar los
procesos de unión del subcontinente, igual con Centroamérica, igual con el
Caribe. Yo seré un pregonero y un acelerador, hasta donde pueda, de los
procesos de integración. Lo decía el Senador Luis Alfonso Dávila en sus
palabras: es el sueño del Congreso de Panamá, de esa Panamá que Bolívar veía
como los griegos veían al Istmo de Corinto; el Istmo de Panamá para nosotros
como el Corinto para los griegos. Es momento de retomar aquello, es momento de
retomar el sueño de unión entre nosotros, de plantearnos una moneda para la
América Latina y el Caribe para la próxima década y busquemos y luchemos por
ella; de plantearnos una confederación de naciones de esta parte del mundo, de
plantearnos una unidad que vaya mucho más allá del intercambio comercial,
porque algunos pareciera que tienden o tendemos a quedarnos a veces en el ese
visor nada más del intercambio comercial; no, la unidad es mucho más allá,
mucho más completa, mucho más profunda. Es la unidad de lo que estuvo unido una
vez.
Así que termino
este mensaje de hoy ante el pueblo venezolano, ante ustedes termino por ahora,
invocando lo mismo que invoqué al comienzo, porque cuando uno habla de unidad
latinoamericana y caribeña de relaciones con el mundo de proyectos sociales,
cuando uno habla de proyectos económicos humanistas, de proyectos políticos
estables, sencillamente estamos nosotros aquí en esta Venezuela caribeña,
amazónica, andina, universal, estamos retomando el sueño bolivariano; estamos
retomando el auténtico bolivarianismo, y así lo decía Bolívar: «para formar un
gobierno estable, es necesario que fundamos el espíritu nacional en un todo, el
alma nacional en un todo, el espíritu y el cuerpo de las leyes en un todo».
Unidad, unidad, esa tiene que ser nuestra divisa. Que Dios nos acompañe, no
solamente al Presidente Chávez sino que Dios acompañe a todo el pueblo de
Venezuela en este momento estelar que estamos viviendo, en este momento de
resurrección. Un abrazo para todos y muchas gracias por su atención. Un abrazo
solidario, un abrazo bolivariano. Y vamos pues por los caminos, vacilar es
perdernos. Señoras y señores.
HUGO CHAVEZ
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