RICARDO BALBIN
“Vote por estos hombres, porque los necesita Perón”, y el pueblo no votó a los hombres, sino que votó por Perón”
DISCURSO SOBRE LA
INICIATIVA DE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL LOS DIAS13 Y 14 DE
AGOSTO DE 1948
SR. BALBÍN. – Es de responsabilidad la actitud de un legislador que debe intervenir en un debate acerca de la necesidad de reformar la Constitución; y es honrosa la circunstancia de que yo deba hacerlo en representación del bloque de la Unión Civica Radical, e invocando la doctrina de mi partido.
El señor diputado Uranga ha explicado
las circunstancias por las cuales el sector de la Unión Civica Radical, en este
instante y por este asunto, ha ocupado sus bancas.
Los señores diputados del oficialismo, en varias oportunidades, dijeron que antes de llegar a la reforma habrían de consultar la voluntad y el deseo de su agrupación. Nosotros nos habíamos anticipado, y nuestra Convención Nacional pronunció su palabra al respecto. Nuestro máximo organismo ha dicho que no es extraño al partido el deseo de reformar la Carta Fundamental. Entiende que hay que adecuarla a la vida actual económica y social del país, pero considera poco apropiado el momento de encarar esa reforma.
Teníamos también la obligación de decir cuál era el punto de vista radical a ese respecto. Nuestros legisladores venían preparados, pero han sido sorprendidos por este proyecto que malogra todo debate sobre los aspectos de la Constitución.
Nos hubiera alegrado, en suma, que se hubiesen considerado las iniciativas presentadas por los propios diputados de la mayoría, que aludían a reformas concretas. Este proyecto coloca al país en el vacío, frente a la reforma de la Constitución. Por eso tienen el tono que han tenido los discursos pronunciados hasta ahora por los señores diputados de la mayoría. Ellos se refieren en general a la necesidad de la reforma y han soslayado, en la medida de su capacidad y de su ilustración –porque no está en sus propias manos determinarlo-, en que forma habrá de resolverse.
Este proyecto impide toda ilustración al país sobre la reforma; impide la consulta honrada al pueblo de la República, a quien se le solicitará el voto para reformar la Constitución y no se determinará el sentido de esta reforma.
Hubiera agradado que de ese modo claro y prolijo se dijera, con honor y con orgullo, en que medida sirvió la Constitución del 53, en que medida sirve, y en que medida hemos progresado tanto, como para rectificar el pasado y dar el paso hacia el porvenir. Pera nada: silencio de incapacidad, declaración de reforma de la Constitución sin decir dónde está la virtud y dónde esta el defecto de esta Constitución; consulta de tipo totalitario al pueblo de la República, por sí o por no, para poner la reforma al servicio de la mayoría que no ha expresado cuál es el alcance de ella.
Necesariamente, entonces, cambia el rumbo del debate, cambia la fisonomía de la ilustración del legislador, dirigida a definir con precisión donde está lo modificable, donde está lo que debe mudar. Por lo tanto, debemos, lógicamente, colocarnos en la realidad argentina actual, en lo que ocurre en la actualidad, para de ahí sacar las conclusiones de cómo ha de hacerse, de cómo será esta reforma constitucional.
Por otra parte, la fisonomía actual del país permite suponer que no ha de diferir la personalidad del constituyente de la actual personalidad del legislador peronista, lo que es tanto como decir que la nueva fisonomía de la Constituyente será parecida a la fisonomía del actual sector de la mayoría.
SR. VISCA. - ¿Quiere decir que no tenemos capacidad?
SR. BALBÍN. – Quiero decir que la identidad de propósitos en el concepto revolucionario que ustedes defienden, la convicción que demuestran ustedes de esa revolución, acredita plenamente y permite asegurar que la fisonomía y la orientación que marca actualmente el sector de la mayoría será la fisonomía y la orientación que marque la nueva convención.
SR. BUSTOS FIERRO. – Si ganamos le elección, porque si la ganan ustedes será distinto.
SR. BALBÍN. – Si, pero para mi argumento acepto la jactancia de ese sector, que se atribuye la mayoría de la República.
SR. BUSTOS FIERRO. – No es jactancia.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – No interrumpa al orador, el señor diputado por Córdoba.
SR. BALBÍN. – Quiere decir que debemos analizar los hechos y tomar la reforma como viene –porque se ha repetido en la Cámara tantas veces por el señor diputado Colom cuando bregaba por la inmediata ley de las reformas de la Constitución, y tantas veces por los señores diputados en la actualidad y en el debate de hoy –bajo el signo de la revolución peronista y del jefe virtual de la revolución.
Si estuviéramos a la palabra, a la expresión verbal, a las múltiples expresiones de orientación que ha dado el jefe de esa revolución, podríamos en cierta manera pensar en la reforma bajo el signo del mensaje de la paz por ejemplo, bajo las expresiones verbales dirigidas a destacar el respeto de la personalidad humana que se encuentra en varios discursos del señor presidente de la República. Podría suponerse que puede ser bajo el signo de colocar la economía argentina al servicio del pueblo, porque también ésas han sido expresiones del primer magistrado de la República. Podría suponerse por los hombres de trabajo que está orientada y se afianza en el concepto de la libertad de la organización de los sindicatos obreros.
Podría afirmarse que tiene el signo de lo republicano, de lo representativo y de lo federal, a estar también a las expresiones del presidente y de los líderes del peronismo.
Pero es lo que tenemos que manejarnos con la realidad actual, señor presidente, con los hechos producidos, con la legislación dada por este cuerpo y entonces puede suponerse con verdad que la reforma constitucional está inspirada en la conferencia del señor presidente de la República que diera al inaugurar los discursos de la cátedra de Defensa Nacional, ratificada por desgracia en los hechos y en la legislación.
Puede suponerse con verdad que puede estar inspirada en el decreto ley que reprime los delitos contra la seguridad del Estado, rompe el Habeas Corpus y crea una barrera dentro del país, que llega hasta declarar delito la huelga.
Podría suponerse, también, -porque son hechos producidos- que le reforma constitucional está inspirada en la que ayer dictó esta Cámara, la del servicio civil de la defensa nacional, que reitera el concepto de la preconscripción y otorga al primer magistrado de la República facultades exageradas. Tan rápido se hizo ese debate, tan pronto la mayoría otorgó ese instrumento, que hasta fastidiaba el informe del miembro informante, y lo apremiaron.
Puede suponerse que esta reforma está inspirada en un absurdo concepto nacionalista que surge de este proyecto que acaban de presentar y que establece que es imprescindible ser nativo para ser convencional, contradicción de la mayoría de ayer, con un discurso de un diputado de su sector y violando la Constitución, incorporaba a un hombre que no reunía las cualidades constitucionales ni la antigüedad requerida; y hoy nos sorprenden con este artículo que pone al nacionalizado al margen de la constituyente: le otorga el voto y le impide legislar en una Nación que tiene los brazos abiertos a la inmigración del mundo.
SR. DEL CARRIL. – Los brazos y las cárceles.
SR. BALBÍN. - ¿Inspira esta reforma para estructurar el Poder Legislativo del futuro la expulsión de Sammartino? Ese es otro hecho que condiciona la conducta de la revolución.
¿Puede estar la modificación en la condición económica de la nueva Constitución por lo que se declara o por esta conducción totalitaria de la economía argentina?
La intimidación pública: otro signo de la época. Si el parlamento dijera cuáles son las disposiciones constitucionales que habrán de modificarse, esta inquietud desaparecería porque habría de suponer que la nueva constituyente estaría a tono con las declaraciones de reforma que diera este Congreso; pero esta disposición que le somete sus facultades extraordinarias permite suponer que la reforma tendrá el signo de estas arbitrariedades argentinas. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)Reforma y revisión de la Constitución: sin decir una palabra en la letra ni que pueda surgir del espíritu de la exposición del señor diputado por Corrientes, que sea republicana, representativa, federal. Podría, por lo menos, en resguardo de esta magnífica organización argentina, haber dicho que dentro de esas formas se hará la reforma constitucional.
No se dice en este instrumento que se entrega a la nueva constituyente que tendrá facultades de poner en quiebra el Pacto Federal y hasta tendrá las facultades de establecer en el país una monarquía con calidad hereditaria para cónyuges, pero no lo impide el Parlamento de la democracia argentina en el momento preciso de declarar la necesidad de la reforma. Jamás se ha hecho cosa igual. Jamás se ha puesto al país en trance tan difícil.
¿Subsistirá o no el federalismo argentino? No hay garantías en esta disposición. Todo hace suponer que se pondrá en quiebra el federalismo argentino porque a la expresión de mantenerlo se oponen los hechos realizados. Más de una vez en esta Cámara, frente a leyes vinculadas con la organización impositiva nacional; mas de una vez cuando de modo arbitrario se legislaba para la Nación tomando facultades de las provincias, nosotros, en nombre de la buena doctrina federal levantamos nuestra protesta y defendimos el derecho de las autonomías provinciales.
No sé si por omisión o por complacencia, la mayoría fue sorda a ese reclamo.
La nueva Constitución se va a hacer bajo el signo de la Policía Federal en todo el territorio del país, vulnerando la autonomía provincial; bajo el signo de la organización de Trabajo y Previsión que ha arrebatado a las provincias el derecho de legislar en esas materias y de aplicar su ley autonómica dentro de los distritos provinciales; bajo el signo del decreto ley que legisla sobre los alquileres y coloca a la provincia de Buenos Aires y algunos de sus pueblos dentro de la órbita del gobierno nacional, al margen de los derechos de esa provincia; bajo el signo del avasallamiento de las autonomías en el régimen impositivo, por el cual el país tiene para sus lujos en el orden nacional lo que con sus leyes impositivas roba al hambre de las provincias. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)Estas manifestaciones no van exclusivamente en tono de crítica. Ustedes hicieron la legislación y han dado tonalidad a la nueva forma de gobierno argentino; y al permitir que se declare la reforma de la Constitución facilitan la posibilidad de una reforma constitucional, que termine con el régimen federal del país.
El centralismo actual del Poder Ejecutivo es innegable. No podrán los miembros del sector de la mayoría hablar con verdad, si no dicen que este Poder Ejecutivo se distingue por ser un gobierno centralista, que ha tomado bajo su égida todas las facultades que la magnífica Constitución otorgaba al Poder Ejecutivo argentino, pero que también se ha arrogado facultades que son privativas de las provincias y ejerce un gobierno central de fuerza respecto de las autonomías provinciales.
Frente a la reforma, el país tendrá esas dudas. Pienso que la constituyente nueva hará realizaciones que podrán perdurar. Puede ser que en este momento argentino la constituyente llegue a consolidar el régimen que anuncia el estado actual de cosas del país, pero tengo plena confianza en el interior de la República, tengo completa seguridad en el viejo arraigo de las convicciones federalistas de mi país. Alguna vez frente a la nueva Constitución centralista que se anuncia habrá de sentirse el vigoroso impulso de las autonomías provinciales para derogarla en el hecho con la misma sangre con que los hombres de antes derrocharon generosamente para crear la Constitución del 53. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos)
Se ha dado en decir –y con verdad- que el mundo vive bajo un sistema extraordinariamente evolucionado; que nuevas cosas, nuevos hombres y nuevas teorías permitirán una organización mejor. En algunas partes, se pone en aplicación con justo criterio, haciendo un equilibrio entre lo que podría decirse lo material de la vida y el concepto de la independencia espiritual del hombre. En muchos países, cuando el Estado tomó para sí el derecho de hacer felices a los hombres en la medida que el Estado quería, mediante una legislación de este tipo, se oyó decir con frecuencia: ¡que importa que falta un poco de libertad si ahora estamos mas satisfechos que antes! Y esos pueblos murieron luego en el hambre, en la miseria y en la desesperación.
Esta reforma constitucional se hace bajo el signo de una falta de libertad argentina innegable; no se puede negar la realidad que se toca casi en el país. No hay voz autorizada que hable de libertad de prensa; los diarios han sido clausurados; no hay posibilidades –no obstante las declaraciones consignadas en decretos por el señor ministro del Interior- de hablar por radio para los hombres que no comparten las teorías peronistas. Es claro que el señor ministro del Interior firma el decreto otorgando el derecho, pero da la contraorden por teléfono y luego dice que se trata de una cuestión personal de las radios.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – No es exacto, señor diputado.
SR. LÓPEZ SERROT. – Es exacto.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – El señor diputado por Buenos Aires ha hecho una acusación que debería probar.
SR. ROJAS (N). – No se puede probar, pero es cierto.
SR. VISCA. – Lo dice el señor diputado.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Sírvanse no interrumpir los señores diputados al orador que está en uso de la palabra.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – Solicito la palabra para una aclaración.
-Varios señores diputados hablan a la vez, y suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Continúa en el uso de la palabra el diputado por Buenos Aires. Oportunamente concederé la palabra al señor ministro.
SR. BALBÍN. – Así vive el país, señor presidente...
SR. VISCA. – Recuerden todo lo que hablaban desde Montevideo.
SR. ROJAS (N). – Aquél es un país libre.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Sírvanse no interrumpir al orador los señores diputados.
SR. BALBÍN. - ... no obstante que las leyes fundamentales están en plena vigencia en la República. Se expulsa a los hombres que no piensan como el gobierno. Alguien ha dicho con jactancia que lo que interesa es que el pueblo vive en felicidad, en abundancia de cosas, aunque estas cosas se den por la ventanilla de los trenes; que el país vive bien porque tiene más dinero que antes, aunque nunca ser tenga la explicación cierta de cómo están las cosas financieras de la República.
Así va disminuyendo el concepto de lo libre y de lo democrático. Pero esta lucha no empieza y termina; es eterna. Lo interesante, porque es la vida, es hacer el justo equilibrio de las cosas; dar la libertad, las instituciones libres y otra felicidad al hombre; no hacerle creer que va a vivir mejor en lo material, alejado de lo espiritual y de lo libre.
Temo, con razón, que esta Constitución tenga ese tipo porque no se lo anuncia en el contenido de su reforma, que legisla sobre todas las posibilidades del hombre en el terreno de tener. Es muy posible, que se haga la prédica para obtener votos, que en cuanto al régimen de la propiedad se establecerá que la tierra será de aquel que la trabaje. Eso no basta en la Constitución. Resultará necesario e imprescindible; pero la propiedad ha de ser para un hombre libre y no para un hombre sojuzgado; la propiedad para un hombre espiritualmente dotado y no para un hombre que haya vendido el espíritu por tener la propiedad.
Este es el clima del país. Por eso la Unión Civica Radical está en contra de la reforma en este instante, porque no está en plenitud la conciencia argentina. No sé, señores diputados, por culpa de quién. Soy generoso hasta en eso. Tal vez sea un estado del mundo y de la humanidad. Nuestro país forma parte del mundo, y parecería que en él se han encontrado quienes se ofuscan con este nuevo estado de cosas de la humanidad, pero seamos suficientemente fuertes, serenos y tranquilos como para que, cuando entre en plenitud la conciencia argentina, recién digamos que está autorizada para hacer la reforma constitucional.
Los hombres del peronismo avalan esta reforma diciendo que se hace en nombre de la revolución, y bajo la conducción del señor presidente de la República, declarado líder del peronismo.
Frente a los enunciados y frente a la realidad, frente a la preocupación del país entero antes del 43, cuando verdaderamente afloraba un concepto revolucionario, como dando un paso gigante hacia delante, porque la oligarquía había detenido con el fraude la evolución natural del país, pienso que bajo el signo de esas convicciones podría decirse que la reforma constitucional se hacía al impulso de una revolución: pero los hechos, la legislación, la forma de conducir el Estado por el señor presidente, autorizan a decir que esta reforma se hace en nombre de la contrarrevolución argentina (¡Muy bien!). No la alienta un concepto revolucionario de gran porvenir, sino un concepto reaccionario de contrarrevolución. El peronismo, por lo que muestra, por lo que hace, y como se comporta, pasará en el tiempo con este lema: fue en su época la contrarrevolución argentina.
SR. DE LA TORRE. – Recuerdo el Decálogo de los Trabajadores, señor diputado.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – No interrumpa al orador el señor diputado por Mendoza.
SR. VISCA. – Son seiscientos mil votos.
SR. BALBÍN. – Sí, señor diputado; y mucho más, todos los necesarios y todos los que obtenga en esta época en que vive la República.
Nosotros estamos conduciendo esta posición política con el justo equilibrio que toca a la verdadera felicidad del hombre: afianzamiento de su libertad, recuperación democrática de la República- Sin tener en cuenta la felicidad del hombre, se le dará todo, hasta que un día éste advierta que ha perdido el espíritu.
Este sistema de reclamar el voto a la ciudadanía no es nuevo; es un sistema de actuación peronista, que habla muy bien de su líder, pero que habla muy mal de sus políticos solidarios. Ayer las calles de la República se llenaron de carteles, que decían: “Vote por estos hombres, porque los necesita Perón”, y el pueblo no votó a los hombres, sino que votó por Perón.
SR. VISCA. – Como votaron por Yrigoyen a los hombres de la Unión Civica Radical.
SR. BALBÍN. – Con este proyecto que habrá de sancionar la mayoría, se llenarán las calles y las plazas de la República con grandes letreros que dirán: Vote por estos constituyentes, que los necesita Perón y nosotros estamos en contra de eso, señor presidente, porque queremos una reforma para el pueblo y no una reforma para uso del presidente de la República (¡Muy bien, Muy bien! Aplausos).SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Tiene la palabra el señor ministro, para una aclaración.
SR. ROJAS (N). - ¿Me permite? Así aclarara...
-Suena la campana.-SR. ROJAS (N). - ¿Me permite una interrupción?
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – No, señor diputado. Tiene la palabra el señor ministro del Interior.
-Varios señores diputados hablan simultáneamente, y suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Los diputados del bloque de la minoría han sido respetados en el uso de la palabra; la Presidencia solicita el mismo respeto para el sector de la mayoría.
SR. ROJAS (N). – Yo no falto el respeto pidiendo una interrupción.
-Suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Tiene la palabra el señor Ministro.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – No pretendo hacer un escándalo de una frase pronunciada por el señor diputado por Buenos Aires, pero me parece que conviene que la aclare.
Ha dicho, con toda precisión, que el ministro que habla firmó un decreto y luego habló por teléfono a las radiodifusoras para que no concedieran el uso de las mismas al partido al cual pertenece el señor diputado. Como eso es absolutamente inexacto, rogaría al señor diputado que aclarara las palabras que pronunció.
-Varios señores diputados hablan simultáneamente, y suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Para una aclaración, tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. BALBÍN. – Señor ministro: antes de concretarle otro episodio que viví personalmente, me voy a referir a esta circunstancia: para la elección del 7 de marzo la radio de Corrientes recibió un telegrama del jefe de Transmisiones del Interior de la Dirección de Radiocomunicaciones prohibiendo las trasmisiones de carácter político no oficiales.
Se suspendieron las transmisiones de la Unión Civica Radical, pero se autorizaron las del Partido Peronista, que monopolizó la radio con su propaganda. Ante la protesta de mi partido, se declaró que el Partido Peronista era un “partido oficial”, y que, por lo tanto, estaba comprendido dentro de la circular del jefe de la oficina, que controla el señor ministro.
SR. DÍAZ DE VIVAR. - ¿El 7 de marzo, señor diputado?
-Varios señores diputados hablan simultáneamente, y suena la campana.-SR. BALBÍN. – Cuando el señor ministro dictó un decreto estableciendo que las radios del país debían dar tratamiento igual a todos los partidos políticos, personalmente concurrí a varias radiodifusoras. El Partido Comunista había conseguido contrato con varias radios, y para poder hacer eficaz y posible su política, tenía frases angelicales, mucho más simples que las del Partido Peronista: el Partido Comunista, digo, contrató y pagó. Al día siguiente, le fueron impedidas las transmisiones por disposición del señor ministro del Interior.
El señor ministro debe saber que concurrí personalmente a contratar y que no me valí en cierta manera de las propias radios en forma directa, sino de hombres que disponían de espacios, y los contraté. Inmediatamente me informaron que era imposible hacer uso de esos espacios porque el decreto del señor ministro estaba “mal interpretado”; hablaba de igual tratamiento a los partidos políticos, pero para el señor ministro no había mas que un partido político, que no era otro que el del señor ministro.
Entonces, ante la protesta de la Unión Civica Radical, como le es cómodo, el señor ministro llamó a los periodistas, y frente al reclamo de nuestro partido, dijo que el decreto subsistía y que si a la Unión Civica Radical le impedían o no le proporcionaban espacio en las emisoras, eso era un asunto netamente comercial. Y yo le digo al señor ministro que todas las emisoras me sostuvieron que no había espacio para la Unión Civica Radical porque estaba en peligro la concesión de esas empresas.
En una de ellas –que no he de citar, porque no está en mi propósito denunciar a nadie- me dijeron: “Por este teléfono llega una orden que no sabemos quién la da; por este otro llamamos a un número convencional y ahí nos dicen que es cierta la orden”. Esto también se hacía en Alemania. Era la Gestapo, señor ministro del Interior. (¡Muy bien, Muy bien! Aplausos).
Los señores diputados del oficialismo, en varias oportunidades, dijeron que antes de llegar a la reforma habrían de consultar la voluntad y el deseo de su agrupación. Nosotros nos habíamos anticipado, y nuestra Convención Nacional pronunció su palabra al respecto. Nuestro máximo organismo ha dicho que no es extraño al partido el deseo de reformar la Carta Fundamental. Entiende que hay que adecuarla a la vida actual económica y social del país, pero considera poco apropiado el momento de encarar esa reforma.
Teníamos también la obligación de decir cuál era el punto de vista radical a ese respecto. Nuestros legisladores venían preparados, pero han sido sorprendidos por este proyecto que malogra todo debate sobre los aspectos de la Constitución.
Nos hubiera alegrado, en suma, que se hubiesen considerado las iniciativas presentadas por los propios diputados de la mayoría, que aludían a reformas concretas. Este proyecto coloca al país en el vacío, frente a la reforma de la Constitución. Por eso tienen el tono que han tenido los discursos pronunciados hasta ahora por los señores diputados de la mayoría. Ellos se refieren en general a la necesidad de la reforma y han soslayado, en la medida de su capacidad y de su ilustración –porque no está en sus propias manos determinarlo-, en que forma habrá de resolverse.
Este proyecto impide toda ilustración al país sobre la reforma; impide la consulta honrada al pueblo de la República, a quien se le solicitará el voto para reformar la Constitución y no se determinará el sentido de esta reforma.
Hubiera agradado que de ese modo claro y prolijo se dijera, con honor y con orgullo, en que medida sirvió la Constitución del 53, en que medida sirve, y en que medida hemos progresado tanto, como para rectificar el pasado y dar el paso hacia el porvenir. Pera nada: silencio de incapacidad, declaración de reforma de la Constitución sin decir dónde está la virtud y dónde esta el defecto de esta Constitución; consulta de tipo totalitario al pueblo de la República, por sí o por no, para poner la reforma al servicio de la mayoría que no ha expresado cuál es el alcance de ella.
Necesariamente, entonces, cambia el rumbo del debate, cambia la fisonomía de la ilustración del legislador, dirigida a definir con precisión donde está lo modificable, donde está lo que debe mudar. Por lo tanto, debemos, lógicamente, colocarnos en la realidad argentina actual, en lo que ocurre en la actualidad, para de ahí sacar las conclusiones de cómo ha de hacerse, de cómo será esta reforma constitucional.
Por otra parte, la fisonomía actual del país permite suponer que no ha de diferir la personalidad del constituyente de la actual personalidad del legislador peronista, lo que es tanto como decir que la nueva fisonomía de la Constituyente será parecida a la fisonomía del actual sector de la mayoría.
SR. VISCA. - ¿Quiere decir que no tenemos capacidad?
SR. BALBÍN. – Quiero decir que la identidad de propósitos en el concepto revolucionario que ustedes defienden, la convicción que demuestran ustedes de esa revolución, acredita plenamente y permite asegurar que la fisonomía y la orientación que marca actualmente el sector de la mayoría será la fisonomía y la orientación que marque la nueva convención.
SR. BUSTOS FIERRO. – Si ganamos le elección, porque si la ganan ustedes será distinto.
SR. BALBÍN. – Si, pero para mi argumento acepto la jactancia de ese sector, que se atribuye la mayoría de la República.
SR. BUSTOS FIERRO. – No es jactancia.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – No interrumpa al orador, el señor diputado por Córdoba.
SR. BALBÍN. – Quiere decir que debemos analizar los hechos y tomar la reforma como viene –porque se ha repetido en la Cámara tantas veces por el señor diputado Colom cuando bregaba por la inmediata ley de las reformas de la Constitución, y tantas veces por los señores diputados en la actualidad y en el debate de hoy –bajo el signo de la revolución peronista y del jefe virtual de la revolución.
Si estuviéramos a la palabra, a la expresión verbal, a las múltiples expresiones de orientación que ha dado el jefe de esa revolución, podríamos en cierta manera pensar en la reforma bajo el signo del mensaje de la paz por ejemplo, bajo las expresiones verbales dirigidas a destacar el respeto de la personalidad humana que se encuentra en varios discursos del señor presidente de la República. Podría suponerse que puede ser bajo el signo de colocar la economía argentina al servicio del pueblo, porque también ésas han sido expresiones del primer magistrado de la República. Podría suponerse por los hombres de trabajo que está orientada y se afianza en el concepto de la libertad de la organización de los sindicatos obreros.
Podría afirmarse que tiene el signo de lo republicano, de lo representativo y de lo federal, a estar también a las expresiones del presidente y de los líderes del peronismo.
Pero es lo que tenemos que manejarnos con la realidad actual, señor presidente, con los hechos producidos, con la legislación dada por este cuerpo y entonces puede suponerse con verdad que la reforma constitucional está inspirada en la conferencia del señor presidente de la República que diera al inaugurar los discursos de la cátedra de Defensa Nacional, ratificada por desgracia en los hechos y en la legislación.
Puede suponerse con verdad que puede estar inspirada en el decreto ley que reprime los delitos contra la seguridad del Estado, rompe el Habeas Corpus y crea una barrera dentro del país, que llega hasta declarar delito la huelga.
Podría suponerse, también, -porque son hechos producidos- que le reforma constitucional está inspirada en la que ayer dictó esta Cámara, la del servicio civil de la defensa nacional, que reitera el concepto de la preconscripción y otorga al primer magistrado de la República facultades exageradas. Tan rápido se hizo ese debate, tan pronto la mayoría otorgó ese instrumento, que hasta fastidiaba el informe del miembro informante, y lo apremiaron.
Puede suponerse que esta reforma está inspirada en un absurdo concepto nacionalista que surge de este proyecto que acaban de presentar y que establece que es imprescindible ser nativo para ser convencional, contradicción de la mayoría de ayer, con un discurso de un diputado de su sector y violando la Constitución, incorporaba a un hombre que no reunía las cualidades constitucionales ni la antigüedad requerida; y hoy nos sorprenden con este artículo que pone al nacionalizado al margen de la constituyente: le otorga el voto y le impide legislar en una Nación que tiene los brazos abiertos a la inmigración del mundo.
SR. DEL CARRIL. – Los brazos y las cárceles.
SR. BALBÍN. - ¿Inspira esta reforma para estructurar el Poder Legislativo del futuro la expulsión de Sammartino? Ese es otro hecho que condiciona la conducta de la revolución.
¿Puede estar la modificación en la condición económica de la nueva Constitución por lo que se declara o por esta conducción totalitaria de la economía argentina?
La intimidación pública: otro signo de la época. Si el parlamento dijera cuáles son las disposiciones constitucionales que habrán de modificarse, esta inquietud desaparecería porque habría de suponer que la nueva constituyente estaría a tono con las declaraciones de reforma que diera este Congreso; pero esta disposición que le somete sus facultades extraordinarias permite suponer que la reforma tendrá el signo de estas arbitrariedades argentinas. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)Reforma y revisión de la Constitución: sin decir una palabra en la letra ni que pueda surgir del espíritu de la exposición del señor diputado por Corrientes, que sea republicana, representativa, federal. Podría, por lo menos, en resguardo de esta magnífica organización argentina, haber dicho que dentro de esas formas se hará la reforma constitucional.
No se dice en este instrumento que se entrega a la nueva constituyente que tendrá facultades de poner en quiebra el Pacto Federal y hasta tendrá las facultades de establecer en el país una monarquía con calidad hereditaria para cónyuges, pero no lo impide el Parlamento de la democracia argentina en el momento preciso de declarar la necesidad de la reforma. Jamás se ha hecho cosa igual. Jamás se ha puesto al país en trance tan difícil.
¿Subsistirá o no el federalismo argentino? No hay garantías en esta disposición. Todo hace suponer que se pondrá en quiebra el federalismo argentino porque a la expresión de mantenerlo se oponen los hechos realizados. Más de una vez en esta Cámara, frente a leyes vinculadas con la organización impositiva nacional; mas de una vez cuando de modo arbitrario se legislaba para la Nación tomando facultades de las provincias, nosotros, en nombre de la buena doctrina federal levantamos nuestra protesta y defendimos el derecho de las autonomías provinciales.
No sé si por omisión o por complacencia, la mayoría fue sorda a ese reclamo.
La nueva Constitución se va a hacer bajo el signo de la Policía Federal en todo el territorio del país, vulnerando la autonomía provincial; bajo el signo de la organización de Trabajo y Previsión que ha arrebatado a las provincias el derecho de legislar en esas materias y de aplicar su ley autonómica dentro de los distritos provinciales; bajo el signo del decreto ley que legisla sobre los alquileres y coloca a la provincia de Buenos Aires y algunos de sus pueblos dentro de la órbita del gobierno nacional, al margen de los derechos de esa provincia; bajo el signo del avasallamiento de las autonomías en el régimen impositivo, por el cual el país tiene para sus lujos en el orden nacional lo que con sus leyes impositivas roba al hambre de las provincias. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)Estas manifestaciones no van exclusivamente en tono de crítica. Ustedes hicieron la legislación y han dado tonalidad a la nueva forma de gobierno argentino; y al permitir que se declare la reforma de la Constitución facilitan la posibilidad de una reforma constitucional, que termine con el régimen federal del país.
El centralismo actual del Poder Ejecutivo es innegable. No podrán los miembros del sector de la mayoría hablar con verdad, si no dicen que este Poder Ejecutivo se distingue por ser un gobierno centralista, que ha tomado bajo su égida todas las facultades que la magnífica Constitución otorgaba al Poder Ejecutivo argentino, pero que también se ha arrogado facultades que son privativas de las provincias y ejerce un gobierno central de fuerza respecto de las autonomías provinciales.
Frente a la reforma, el país tendrá esas dudas. Pienso que la constituyente nueva hará realizaciones que podrán perdurar. Puede ser que en este momento argentino la constituyente llegue a consolidar el régimen que anuncia el estado actual de cosas del país, pero tengo plena confianza en el interior de la República, tengo completa seguridad en el viejo arraigo de las convicciones federalistas de mi país. Alguna vez frente a la nueva Constitución centralista que se anuncia habrá de sentirse el vigoroso impulso de las autonomías provinciales para derogarla en el hecho con la misma sangre con que los hombres de antes derrocharon generosamente para crear la Constitución del 53. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos)
Se ha dado en decir –y con verdad- que el mundo vive bajo un sistema extraordinariamente evolucionado; que nuevas cosas, nuevos hombres y nuevas teorías permitirán una organización mejor. En algunas partes, se pone en aplicación con justo criterio, haciendo un equilibrio entre lo que podría decirse lo material de la vida y el concepto de la independencia espiritual del hombre. En muchos países, cuando el Estado tomó para sí el derecho de hacer felices a los hombres en la medida que el Estado quería, mediante una legislación de este tipo, se oyó decir con frecuencia: ¡que importa que falta un poco de libertad si ahora estamos mas satisfechos que antes! Y esos pueblos murieron luego en el hambre, en la miseria y en la desesperación.
Esta reforma constitucional se hace bajo el signo de una falta de libertad argentina innegable; no se puede negar la realidad que se toca casi en el país. No hay voz autorizada que hable de libertad de prensa; los diarios han sido clausurados; no hay posibilidades –no obstante las declaraciones consignadas en decretos por el señor ministro del Interior- de hablar por radio para los hombres que no comparten las teorías peronistas. Es claro que el señor ministro del Interior firma el decreto otorgando el derecho, pero da la contraorden por teléfono y luego dice que se trata de una cuestión personal de las radios.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – No es exacto, señor diputado.
SR. LÓPEZ SERROT. – Es exacto.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – El señor diputado por Buenos Aires ha hecho una acusación que debería probar.
SR. ROJAS (N). – No se puede probar, pero es cierto.
SR. VISCA. – Lo dice el señor diputado.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Sírvanse no interrumpir los señores diputados al orador que está en uso de la palabra.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – Solicito la palabra para una aclaración.
-Varios señores diputados hablan a la vez, y suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Continúa en el uso de la palabra el diputado por Buenos Aires. Oportunamente concederé la palabra al señor ministro.
SR. BALBÍN. – Así vive el país, señor presidente...
SR. VISCA. – Recuerden todo lo que hablaban desde Montevideo.
SR. ROJAS (N). – Aquél es un país libre.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Sírvanse no interrumpir al orador los señores diputados.
SR. BALBÍN. - ... no obstante que las leyes fundamentales están en plena vigencia en la República. Se expulsa a los hombres que no piensan como el gobierno. Alguien ha dicho con jactancia que lo que interesa es que el pueblo vive en felicidad, en abundancia de cosas, aunque estas cosas se den por la ventanilla de los trenes; que el país vive bien porque tiene más dinero que antes, aunque nunca ser tenga la explicación cierta de cómo están las cosas financieras de la República.
Así va disminuyendo el concepto de lo libre y de lo democrático. Pero esta lucha no empieza y termina; es eterna. Lo interesante, porque es la vida, es hacer el justo equilibrio de las cosas; dar la libertad, las instituciones libres y otra felicidad al hombre; no hacerle creer que va a vivir mejor en lo material, alejado de lo espiritual y de lo libre.
Temo, con razón, que esta Constitución tenga ese tipo porque no se lo anuncia en el contenido de su reforma, que legisla sobre todas las posibilidades del hombre en el terreno de tener. Es muy posible, que se haga la prédica para obtener votos, que en cuanto al régimen de la propiedad se establecerá que la tierra será de aquel que la trabaje. Eso no basta en la Constitución. Resultará necesario e imprescindible; pero la propiedad ha de ser para un hombre libre y no para un hombre sojuzgado; la propiedad para un hombre espiritualmente dotado y no para un hombre que haya vendido el espíritu por tener la propiedad.
Este es el clima del país. Por eso la Unión Civica Radical está en contra de la reforma en este instante, porque no está en plenitud la conciencia argentina. No sé, señores diputados, por culpa de quién. Soy generoso hasta en eso. Tal vez sea un estado del mundo y de la humanidad. Nuestro país forma parte del mundo, y parecería que en él se han encontrado quienes se ofuscan con este nuevo estado de cosas de la humanidad, pero seamos suficientemente fuertes, serenos y tranquilos como para que, cuando entre en plenitud la conciencia argentina, recién digamos que está autorizada para hacer la reforma constitucional.
Los hombres del peronismo avalan esta reforma diciendo que se hace en nombre de la revolución, y bajo la conducción del señor presidente de la República, declarado líder del peronismo.
Frente a los enunciados y frente a la realidad, frente a la preocupación del país entero antes del 43, cuando verdaderamente afloraba un concepto revolucionario, como dando un paso gigante hacia delante, porque la oligarquía había detenido con el fraude la evolución natural del país, pienso que bajo el signo de esas convicciones podría decirse que la reforma constitucional se hacía al impulso de una revolución: pero los hechos, la legislación, la forma de conducir el Estado por el señor presidente, autorizan a decir que esta reforma se hace en nombre de la contrarrevolución argentina (¡Muy bien!). No la alienta un concepto revolucionario de gran porvenir, sino un concepto reaccionario de contrarrevolución. El peronismo, por lo que muestra, por lo que hace, y como se comporta, pasará en el tiempo con este lema: fue en su época la contrarrevolución argentina.
SR. DE LA TORRE. – Recuerdo el Decálogo de los Trabajadores, señor diputado.
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – No interrumpa al orador el señor diputado por Mendoza.
SR. VISCA. – Son seiscientos mil votos.
SR. BALBÍN. – Sí, señor diputado; y mucho más, todos los necesarios y todos los que obtenga en esta época en que vive la República.
Nosotros estamos conduciendo esta posición política con el justo equilibrio que toca a la verdadera felicidad del hombre: afianzamiento de su libertad, recuperación democrática de la República- Sin tener en cuenta la felicidad del hombre, se le dará todo, hasta que un día éste advierta que ha perdido el espíritu.
Este sistema de reclamar el voto a la ciudadanía no es nuevo; es un sistema de actuación peronista, que habla muy bien de su líder, pero que habla muy mal de sus políticos solidarios. Ayer las calles de la República se llenaron de carteles, que decían: “Vote por estos hombres, porque los necesita Perón”, y el pueblo no votó a los hombres, sino que votó por Perón.
SR. VISCA. – Como votaron por Yrigoyen a los hombres de la Unión Civica Radical.
SR. BALBÍN. – Con este proyecto que habrá de sancionar la mayoría, se llenarán las calles y las plazas de la República con grandes letreros que dirán: Vote por estos constituyentes, que los necesita Perón y nosotros estamos en contra de eso, señor presidente, porque queremos una reforma para el pueblo y no una reforma para uso del presidente de la República (¡Muy bien, Muy bien! Aplausos).SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Tiene la palabra el señor ministro, para una aclaración.
SR. ROJAS (N). - ¿Me permite? Así aclarara...
-Suena la campana.-SR. ROJAS (N). - ¿Me permite una interrupción?
SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – No, señor diputado. Tiene la palabra el señor ministro del Interior.
-Varios señores diputados hablan simultáneamente, y suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Los diputados del bloque de la minoría han sido respetados en el uso de la palabra; la Presidencia solicita el mismo respeto para el sector de la mayoría.
SR. ROJAS (N). – Yo no falto el respeto pidiendo una interrupción.
-Suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Tiene la palabra el señor Ministro.
SR. MINISTRO DEL INTERIOR. – No pretendo hacer un escándalo de una frase pronunciada por el señor diputado por Buenos Aires, pero me parece que conviene que la aclare.
Ha dicho, con toda precisión, que el ministro que habla firmó un decreto y luego habló por teléfono a las radiodifusoras para que no concedieran el uso de las mismas al partido al cual pertenece el señor diputado. Como eso es absolutamente inexacto, rogaría al señor diputado que aclarara las palabras que pronunció.
-Varios señores diputados hablan simultáneamente, y suena la campana.-SR. PRESIDENTE (CÁMPORA). – Para una aclaración, tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. BALBÍN. – Señor ministro: antes de concretarle otro episodio que viví personalmente, me voy a referir a esta circunstancia: para la elección del 7 de marzo la radio de Corrientes recibió un telegrama del jefe de Transmisiones del Interior de la Dirección de Radiocomunicaciones prohibiendo las trasmisiones de carácter político no oficiales.
Se suspendieron las transmisiones de la Unión Civica Radical, pero se autorizaron las del Partido Peronista, que monopolizó la radio con su propaganda. Ante la protesta de mi partido, se declaró que el Partido Peronista era un “partido oficial”, y que, por lo tanto, estaba comprendido dentro de la circular del jefe de la oficina, que controla el señor ministro.
SR. DÍAZ DE VIVAR. - ¿El 7 de marzo, señor diputado?
-Varios señores diputados hablan simultáneamente, y suena la campana.-SR. BALBÍN. – Cuando el señor ministro dictó un decreto estableciendo que las radios del país debían dar tratamiento igual a todos los partidos políticos, personalmente concurrí a varias radiodifusoras. El Partido Comunista había conseguido contrato con varias radios, y para poder hacer eficaz y posible su política, tenía frases angelicales, mucho más simples que las del Partido Peronista: el Partido Comunista, digo, contrató y pagó. Al día siguiente, le fueron impedidas las transmisiones por disposición del señor ministro del Interior.
El señor ministro debe saber que concurrí personalmente a contratar y que no me valí en cierta manera de las propias radios en forma directa, sino de hombres que disponían de espacios, y los contraté. Inmediatamente me informaron que era imposible hacer uso de esos espacios porque el decreto del señor ministro estaba “mal interpretado”; hablaba de igual tratamiento a los partidos políticos, pero para el señor ministro no había mas que un partido político, que no era otro que el del señor ministro.
Entonces, ante la protesta de la Unión Civica Radical, como le es cómodo, el señor ministro llamó a los periodistas, y frente al reclamo de nuestro partido, dijo que el decreto subsistía y que si a la Unión Civica Radical le impedían o no le proporcionaban espacio en las emisoras, eso era un asunto netamente comercial. Y yo le digo al señor ministro que todas las emisoras me sostuvieron que no había espacio para la Unión Civica Radical porque estaba en peligro la concesión de esas empresas.
En una de ellas –que no he de citar, porque no está en mi propósito denunciar a nadie- me dijeron: “Por este teléfono llega una orden que no sabemos quién la da; por este otro llamamos a un número convencional y ahí nos dicen que es cierta la orden”. Esto también se hacía en Alemania. Era la Gestapo, señor ministro del Interior. (¡Muy bien, Muy bien! Aplausos).
DIARIO DE SESIONES HCD – T° IV –
Págs. 2667 a 2672 del 13 y 14 de Agosto de 1948
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