BASHAR AL ASSAD “Han caído las máscaras, dejando al
descubierto la terrible fealdad de quienes decían trabajar por la libertad y la
revolución cuando en realidad querían clavar sus colmillos en el cuerpo de
Siria, sembrando muerte y destrucción, devorando corazones e hígados humanos,
degollando y decapitando… no dejaron de recurrir a ningún procedimiento, por
muy abyecto y horrible que fuese. ¡Pero fracasaron! “
La
guerra contra el terrorismo, 2014-07-16
Honorables
sirios,
Honorable
pueblo libre y revolucionario,
Hace
ahora 3 años y 4 meses que algunos decretaron en nombre de ustedes: «¡El pueblo
exige!».
Sí,
el pueblo exige, el pueblo ha decidido ¡y el pueblo ha actuado!
Ciudadanos
sirios, _hermanas y hermanos míos,
Hace
años que algunos dicen reclamar la libertad. Pero ustedes han demostrado ser
libres en una época de unanimismo y soberanos en una época de complacencia
servil.
Ellos
se llenaron la boca hablando de democracia. Pero ustedes la ejercieron de la
manera más noble que existe. Ustedes rechazaron que el extranjero viniese a
dirigir la Patria. Ustedes escogieron su Constitución, su Parlamento y su
Presidente de tal manera que la decisión es de ustedes mismos y que la
democracia la hacen ustedes mismos.
Ellos
no hicieron otra cosa que decir «el pueblo sirio es uno». Pero ustedes se
irguieron ante el huracán de discordia que ellos desataron y ustedes impidieron
que los vientos de la división alcanzaran los corazones y las mentes de ustedes
demostrando de esa manera que ustedes son un solo pueblo que late con un solo
corazón.
Ellos
aullaron que se arrodillarían únicamente ante Dios. Pero ustedes no se
doblegaron, ustedes no renunciaron, ustedes no abdicaron ante los amos de
ellos. Muy por el contrario, ustedes se mantuvieron apegados a la Patria y
ustedes resistieron manteniendo la fe en un Dios único, que nada tiene que ver
con las potencias extranjeras, con el petróleo ni con los dólares… Y cuando
ellos gritaron «Allah Akbar» , Dios resultó, en efecto, ser más grande que
quienes los apoyan a ellos, porque Dios está de parte del justo y la justicia
está del lado del pueblo.
Han
pasado años en los que ellos recurrían a los discursos mientras que ustedes les
respondían con actos. Ellos se ahogaron en la ilusión. Ustedes construyeron la
realidad. Ellos trataron de hacer creer en la existencia de una «revolución».
Ustedes fueron los verdaderos revolucionarios. Felicitaciones para ustedes, por
la Revolución de ustedes, por la victoria de ustedes.
Felicitaciones
para la Siria a la que ustedes han probado pertenecer.
Felicitaciones
para Siria como pueblo que ha enfrentado todas las formas de hegemonía y de
agresión desplegando para ello todos los medios físicos, intelectuales y
patrióticos a su disposición. Algunos de ustedes han podido luchar con las
armas en la mano, otros han trabajado por transmitir la verdad y otros de
ustedes han resistido en sus corazones y se han quedado aquí a pesar de las
peores amenazas.
Felicitaciones
para este pueblo que ha desafiado todos los temores y todos los terrores
participando en el referéndum y, después, en las elecciones; un derecho que
ustedes han ejercido incluso bajo el fuego del enemigo, haciendo fracasar así a
todos los que les daban órdenes, a todos sus agentes e instrumentos. Un pueblo
cuya firmeza modificó todos los datos. Un pueblo que ha hecho que las
circunstancias y los hechos hoy sean diferentes. Algunos han modificado sus posiciones,
otros han retrocedido, han desaparecido algunas denominaciones, se han roto
alianzas, se dividido coaliciones, se han dispersado consejos… Y la brújula ha
comenzado nuevamente a indicar la dirección correcta a aquellos que ya no la
veían, ya fuese por ignorancia o por ceguera.
Han
caído las máscaras, dejando al descubierto la terrible fealdad de quienes
decían trabajar por la libertad y la revolución cuando en realidad querían
clavar sus colmillos en el cuerpo de Siria, sembrando muerte y destrucción,
devorando corazones e hígados humanos, degollando y decapitando… no dejaron de
recurrir a ningún procedimiento, por muy abyecto y horrible que fuese. ¡Pero
fracasaron!
No
lograron convencerlos a ustedes de que ellos se preocupaban por los intereses
del pueblo y por sus derechos. No lograron hacerles creer que ustedes
necesitaban tutores para manejar sus asuntos y los del país que es de ustedes.
Al final, ellos han fracasado definitivamente en su esfuerzo por lavarles el
cerebro y por quebrar la voluntad de ustedes.
Ustedes
han desafiado ese huracán de discordia a pecho descubierto. Ustedes se han
erguido como una lanza ante la traición. Y el universo ha oído las voces de
ustedes, a pesar de todos los intentos por interferirlas y ahogarlas. Ustedes
han dicho, fuerte y claramente, una verdad que ellos han tratado de escamotear,
que ellos han querido asesinar y enterrar, y ustedes han obligado al mundo a
ver esa verdad tal y como es. Una verdad que apareció para echar abajo, en unas
horas, imperios políticos, petroleros y mediáticos. Si… esas pocas horas en que
ustedes se unieron para expresar su opinión y su firme voluntad bastaron para
borrar las falsedades y el terrorismo moral y sicológico que se abate sobre
Siria desde hace años.
Estas
últimas elecciones no eran un simple procedimiento político, como en todas
partes del mundo. Se trataba de una verdadera batalla para cuyo éxito hubo que
librar todas las batallas anteriores ya que, para los enemigos de la Patria, se
trataba del argumento con el cual esperaban deslegitimar el Estado, hacer creer
que el pueblo sirio esta débil y divido, que es incapaz de ejercer su propia
autodeterminación y justificar una intervención extranjera con diversos
pretextos.
Mientras
que para nosotros, como ciudadanos, estas elecciones significaban nuestra
verdadera pertenencia a la Patria, mucho más que por tener un simple documento
de identidad o un pasaporte. Era nuestra batalla por defender la soberanía, la
legitimidad, la voluntad nacional y la dignidad de nuestro pueblo, tanto como
el referéndum fue a favor de esa misma soberanía frente a todas las formas de
terrorismo. Poco nos importaba quién iba a ganar o a perder sino quiénes van a
verse anulados.
Lo
importante es que, con sus votos, ustedes han descalificado a los terroristas,
a los agentes sirios que les han servido de cobertura, a sus amos y vasallos y,
por ende, al conjunto de Estados –pequeños o grandes–, a quienes deciden,
dictan y ordenan y a quienes se inclinan y cumplen órdenes.
Ustedes
han ido todavía más lejos eliminando a los arribistas que se aprovecharon de la
crisis a expensas de otros, a quienes se distanciaron en espera de ver de qué
lado se inclinaba la balanza de las fuerzas en pugna, eliminaron a quienes se
pronunciaron contra la voluntad del pueblo boicoteando las elecciones o
llamando a boicotearlas, incluso a posponerlas, poniéndose así del lado de los
enemigos del pueblo.
En
cuanto al voto «real o simbólico» de los sirios que residen en el exterior, la
máquina mediática hostil –que desde hace años se esfuerza por hacer creer que
todo sirio residente en el exterior está en contra de la Patria y del Estado–
ha recibido una estruendosa bofetada propinada por nuestros expatriados y
refugiados, quienes se han pronunciado, sorprendiendo al mundo. Al hacerlo,
confirmaron el patriotismo de los sirios y su tenacidad en la defensa de su
propia independencia y de la soberanía de su país. Acudieron masivamente a las
urnas, algunos a despecho de sus propios sufrimientos morales y/o físicos,
otros arriesgándose a perder sus medios de subsistencia, a pesar de sus
necesidades y de las amenazas que pendían sobre sus cabezas si decidían
participar.
Si
hubo quienes se aterrorizaron ante la idea de ver a un sirio votando por un
candidato fue porque entendieron que no se trataba de una simple elección sino
de la defensa de la unidad, de la soberanía y de la dignidad de la Patria. Es
por esa razón que prohibieron las elecciones en sus países y en los países
árabes que se les subordinan. ¡Esa es la hipocresía de Occidente! Dijeron
defender un pueblo al que le impidieron expresarse en cuanto entendieron que
ese pueblo iba a pronunciarse en contra de sus deseos e intereses. A pesar de
eso, les estamos agradecidos, porque con su ignorancia y su inconsciencia han
fortalecido la determinación de los sirios y la legitimidad de estas
elecciones, en vez de desvirtuarlas como querían.
Con
estas elecciones, los sirios, más allá de nuestras fronteras, han demostrado
que sus corazones y sus almas siguen siendo sirios, confirmando así que la
principal razón del éxodo de ciudadanos es el terrorismo y el brutal salvajismo
de los grupos armados; cosa que ya habíamos dicho desde el primer momento.
¿Cómo creer, sin estar loco, que un ciudadano agredido por su propio Estado al
extremo de huir de su tierra pueda respaldar ese mismo Estado con tanto
entusiasmo y a pesar de todas las dificultades? ¿Cómo es posible que un ciudadano
que odia a su Estado, como dicen algunos, sea capaz de darle una prueba tan
grande de solidaridad, en vez de apuñalarlo por la espalda, como ellos
esperaban?
A
todas esas personas hago llegar mis saludos y mi agradecimiento, asegurándoles
que soy ahora más optimista que antes en cuanto al retorno a una situación
favorable que permitirá el regreso de todos los ciudadanos leales y tan
valiosos para la Patria, y que confío más que nunca en que, en cuanto
desaparezcan las razones que los obligaron a partir, serán los primeros en
regresar para respaldar la Patria.
Queridos
ciudadanos,
Ustedes
han demostrado a través de la historia ser un pueblo que no teme a los
desafíos, sea cual sea el adversario. Ustedes han hecho fracasar a los
detractores. Ustedes han puesto de relieve la superficialidad de esos
detractores y su ignorancia. Sus centros de estudios necesitarán años para
encontrar explicaciones satisfactorias a sus errores y sus cálculos y
decisiones erróneas de todo este periodo. Pero no encontrarán las respuestas
porque se han acostumbrado a los lacayos y han contado siempre con sus
sirvientes. No han conocido, no han entendido o tratado con patriotas honestos.
Se inclinan por consiguiente a razonar en términos de sumisión, de
sometimiento, de dependencia, y son incapaces de entender nuestro sentido del
honor, de la soberanía y de la libertad.
Quien
trate de prever el comportamiento y las reacciones de un pueblo de antiguas
tradiciones debería disponer de la misma profundidad histórica y civilizacional
para entender dónde residen su solidez y su resistencia, cualidades que se
manifiestan claramente durante las grandes crisis y al calor de etapas
históricas decisivas. Hoy son ustedes los más autorizados para enseñar a esos
satélites serviles que existen en nuestra región árabe en qué consisten los
conceptos de soberanía, de determinación, de desafío y de dignidad para ellos
desconocidos. Son ustedes los más autorizados para darles lecciones de
democracia y enseñarles cómo participan los pueblos en las decisiones y los
destinos de las naciones. A ustedes les toca mostrarles lo que ellos nunca han
sabido sobre las elecciones, sobre la libertad, los derechos, el Estado y la
civilización porque lo único que conocen es la opresión, el extremismo, la
sumisión, la humillación y la exportación del terrorismo.
Para
muchos sirios estas elecciones presidenciales han sido como balas disparadas
contra los terroristas, y contra quienes se esconden detrás de ellos, antes de
terminar su trayectoria en las urnas electorales, las que han demostrado que
todos los discursos de los imperios de la política, del petróleo y de los
medios –discursos repetidos durante años– no resisten más que unas pocas horas
ante la voluntad de un pueblo unido, libre y honesto. Y también han demostrado
que todos los terroristas y sus cómplices no valen gran cosa y que no nos
intimidan. Cierto es que pueden infligirnos dolor y daños, pero no pueden
vencernos. Pueden amenazarnos pero no pueden intimidarnos.
Quiero
homenajear aquí al Dr. Hassan al-Nuri y al señor Maher Hajjar. Al presentarse
como candidatos a la elección presidencial han dado prueba del espíritu
civilizado de los sirios en la práctica de la democracia, del respeto de los
derechos ciudadanos y de la Constitución, garante número uno de la unidad de la
Nación y de su estabilidad. Rindo homenaje a ambos, sin importar quién haya
salido vencedor, porque esta ha sido la victoria del pueblo y, por
consiguiente, una victoria para la Patria.
Saludo
también a todos y cada uno de los ciudadanos que acudieron a las urnas, a pesar
de los disparos de mortero, de los francotiradores y de las amenazas de todo
tipo. Saludo a esa mujer majestuosa que se mantuvo, desde las 5 de la mañana,
frente a un colegio electoral, sosteniendo el retrato de su hijo mártir y
proclamando que ella había venido a votar en su propio nombre y en nombre de
todos los que han caído por la Patria.
Saludo
a ese soldado heroico, condenado a la silla de ruedas pero decidido a votar a
pesar de sus heridas. Y también saludo a esa mujer, más que centenaria, que –a
despecho del peso de sus años– también acudió a las urnas.
Saludo
a todo un pueblo que ha sabido sobreponerse a sus sufrimientos, salir adelante
con sus esperanzas y ambiciones para hacer oír su propia voz en el mundo. Así
logró alcanzar la victoria, una victoria que nunca hubiese sido posible sin la
sangre de los mártires y la sangre de los heridos, sin la resistencia de sus
familias, que han sabido crecerse ante el dolor. Sin ellos no habríamos podido
proteger la Constitución, la Ley, las Instituciones y, por consiguiente, no
habríamos logrado proteger la Soberanía de Siria. Ellos nos han enseñado el
sentido del sacrificio, del coraje y de la tenacidad. De ellos proviene nuestra
fuerza y es gracias a su grandeza y su heroísmo que la Patria ha resistido.
Ellos marcaron nuestras fronteras con su sangre y, con la fuerza de su
determinación y con sus hazañas, nos reunieron alrededor de la misma esperanza.
El Estado no escatimará esfuerzos por compensar, en lo posible, su ausencia
junto a sus familias y sus hijos.
Señoras
y señores,
La
guerra desatada contra el pueblo sirio es una guerra sucia. Pero, a pesar de la
injusticia y de los sufrimientos que han golpeado cada hogar de este país, a
pesar de toda la sangre derramada y de toda la destrucción, este pueblo se negó
a someterse. Porque somos un pueblo que ante las circunstancias más difíciles
reacciona con más determinación, al que las presiones hacen reaccionar de
manera aún más desafiante, que enfrenta los intentos de humillación con aún más
determinación, más orgullo y más confianza en sí mismo. Hoy miramos el futuro
con más decisión porque ese futuro pertenece al pueblo y a nadie más.
Nuestro
país ha sufrido los asaltos de invasores desde el alba de la Historia, hace
miles de años. Los colonos franceses salieron de aquí hace cerca de 7 décadas.
Pero Siria se mantiene viva, capaz de resistir, de construir y de renacer a la
vida partiendo de esta matriz adolorida. En eso reside la grandeza de un
pueblo, la grandeza de su Historia y de su Cultura. Un país no se define
únicamente por su superficie, su demografía, sus finanzas o su petróleo. Un
país es, en primer lugar, una civilización, una cultura y un pueblo consciente
de su papel histórico, de su soberanía y de la necesidad de enfrentar los
desafíos del presente para construir el futuro.
Y
es precisamente por haber desempeñado ese papel que Siria está siendo atacada.
La agresión que está sufriendo no apunta a personas ni gobiernos, como algunos
creyeron al principio. Apunta a las bases mismas de la Patria, a su papel y al
modo de pensar de sus ciudadanos para acabar convirtiéndolos en una manada
teledirigida e inmersa en infinitos conflictos por generaciones y generaciones,
para desviarlos de sus ambiciones nacionales y de su ansia de prosperidad, con
todo lo que ello significa para la sociedad y para el Estado.
No…
el objetivo de esta agresión no era liberar al pueblo, como se hizo creer a los
crédulos, ya que vemos cómo utilizan hasta los menores aspectos negativos de un
país árabe para acentuar su subdesarrollo y su dependencia de ellos. Prueba de
eso son sus alianzas con los países árabes más retrógrados, con los países
árabes más corruptos y más represivos en contra de sus pueblos. En nuestro
caso, no han dirigido sus ataques a nuestras carencias sino contra nuestra
soberanía nacional, nuestra identidad y nuestra pertenencia al arabismo. Han
dirigido sus ataques contra el verdadero Islam, contra el cristianismo
autentico y contra nuestro modo de vivir juntos como nunca lo hicieron antes en
ningún lugar. Han dirigido sus ataques contra todo lo que ha caracterizado a
Siria a través de toda su Historia.
El
Occidente colonial sigue siendo colonialista. Sus métodos son diferentes pero
su naturaleza profunda no ha cambiado. El fracaso de sus planes conjuntos con
sus lacayos árabes no significa que van a cesar de desangrar Siria, porque esta
es una solución de reemplazo que les permite tratar de alcanzar a más largo
plazo los objetivos que se habían tratado en un inicio y, desgraciadamente, con
la complicidad de algunos sirios que vendieron su propia Patria, a falta de
poder vender un honor del que carecen.
Nuestra
visión fue muy clara desde los primeros días de la agresión. Seguramente
recordarán ustedes ciertas reacciones negativas e incrédulas después de lo que
declaré desde el inicio de la crisis. En aquel momento, muchos pusieron en duda
los términos de «complot» y de «agresión» y sólo cuando ya era demasiado tarde
se convencieron de que lo que estaba sucediendo no tenía nada que ver con las
legítimas exigencias de un pueblo perseguido, ni con manifestaciones por la
libertad y la democracia, sino que era parte de un gran proyecto que incluía
toda la región en su conjunto y que no se limitaría a nuestras fronteras.
Eso
pudo verse cada vez más claramente desde que comenzó la invasión contra Irak.
En aquel momento, las posiciones que expresábamos contra aquella invasión no
eran fruto de un deseo de confrontación. Como ustedes saben, la diplomacia
siria nunca se ha caracterizado por la charlatanería ni por las «bandaradas» .
Si así hubiese sido habríamos buscado la confrontación inútilmente o habríamos
actuado como lo hace el Hermano Erdogan , quien dice querer liberar al pueblo
sirio de la opresión y sueña con rezar en la mezquita de los Omeyas [en
Damasco]. Sin embargo, cuando se trata de Gaza, [Erdogan] nuevamente se
convierte en dulce corderito que abriga hacia Israel el mismo tierno
sentimiento que un bebé por el seno de su madre y ya ni siquiera se atreve a
expresar el piadoso deseo de rezar en la mezquita de Al-Aqsa [en Jerusalén].
Ustedes seguramente habrán notado que sólo expresó el deseo de rezar en la
mezquita de los Omeyas y no en la Al-Aqsa. ¡Eso es charlatanería! En cuanto a
la bandarada, es lo que sucede cuando un ser humano decide echarse con la cara
hacia el piso y convertirse en un agente pagado por alguien, incluso cuando
este último no lo necesita. No apreciamos la charlatanería ni las bandaradas.
Estos dos casos son excesivamente peligrosos y conducen al abismo a quienes así
se comportan así como a sus Estados y sus pueblos.
Nuestras
posiciones en contra de la invasión de Irak tampoco fueron dictadas por un
espíritu de contradicción ni por el deseo de cosechar aplausos. Rechazamos
aquella invasión porque era el punto de partida de la consagración del
confesionalismo y de la particion. Estábamos realmente muy inquietos ante una
evolución tan peligrosa y, en nuestra opinión, tan fatal. Hoy se ha convertido
en una realidad que estamos pagando muy caro.
Partiendo
de un razonamiento idéntico, advertimos –desde el inicio de los incidentes– que
lo que está sucediendo en Siria no detendrá aquí sino que ha de ir mucho más
lejos, expandiéndose a través del terrorismo, que no conoce fronteras. Algunos
dijeron entonces que «el presidente sirio amenaza al mundo», cuando en realidad
dije:
Pero
ellos consideraron que aquello era una amenaza del presidente sirio.
Sin
embargo, lo que hoy vemos en Irak, en Siria, en Líbano y en todos los países
afectados por la enfermedad de la falsa primavera , en todos sin excepción, ¿no
aporta acaso las pruebas tangibles que confirman nuestras repetidas
advertencias? Muy pronto, otros países árabes y otros países de la región, así
como los países occidentales que apoyaron el terrorismo, tendrán que pagar muy
caro esa actitud. Muchos entenderán entonces, algunos probablemente demasiado
tarde, que la lucha del pueblo sirio por la defensa de su Patria tiene que ver
con ellos, en la medida en que el pueblo sirio defiende también a numerosos
pueblos que tarde o temprano se verán expuestos a ese mismo terrorismo por
culpa de la miopía de sus políticos, de su ignorancia absoluta de los intereses
de sus propios países, por culpa de su reflexión superficial, de su poca
capacidad para entender nuestra región y tratar con sus pueblos.
Llegados
a este punto, podemos preguntar si, como los «occidentales», estamos condenados
a aprender de nuestras experiencias sólo cuando ya es demasiado tarde. ¿Será
así? ¿Teníamos que esperar 3 años y pagar la miopía de algunos de entre
nosotros con la sangre de nuestros hijos, con nuestras almas, nuestra economía,
nuestra seguridad, nuestra reputación, antes de acabar descubriendo que lo que
está sucediendo en nuestro país es parte de un plan urdido contra nuestra
Patria? ¿Y que no se trata de primavera ni de libertad, ni de democracia?
¿Teníamos
que pagar un precio tan alto, y seguir pagándolo, para que algunos lleguen a
darse cuenta por fin de que por falta de conciencia crearon un vivero para el
terrorismo y proporcionaron un punto de apoyo a la agresión? ¿Teníamos que
esperar 12 años para entender que la invasión de Irak no traería a nuestra
región otra cosa que terrorismo y veleidades de partición?
Pero
aún, ¿teníamos que esperar 30 años y a que nos invadieran cortadores de cabezas
y comedores de corazones y de hígados humanos para descubrir que la explotación
de la religión y el terrorismo son las dos caras de una misma moneda? No nos
bastó la experiencia de los crímenes de los Hermanos del Diablo, en los años
1980 , para aprender la lección?
Fue
muy al inicio de la crisis cuando hablé de los «Hermanos del Diablo». Algunos
dijeron entonces que yo estaba cortando toda posibilidad de diálogo, que debía
considerarlo un partido político y referirme a ellos como es debido: ¡ «La
Hermandad Musulmana»! A quienes dijeron eso, les presentamos hoy todas nuestras
excusas, porque la manera como nos referimos a ellos en aquel momento resultó
inadecuada. Tendríamos que llamarlos simplemente «Diablos» porque los
asesinatos, el terrorismo, la corrupción, la fitna y todos los demás pecados son
de inspiración diabólica.
Si
las lecciones del presente agregadas a las anteriores de nuestra Historia no
fuesen suficiente, eso querría decir que nunca aprenderemos nada y que no
seremos capaces defender nuestra Patria ¡ni hoy ni mañana! Y quien no defiende
su Patria, ni la protege, no la merece, ni merece vivir en ella.
Dado
lo anterior y dada la visión muy clara que teníamos de lo que se tramaba contra
Siria, decidimos desde el inicio de la agresión seguir dos vías paralelas:
golpear al terrorismosin descanso y trabajar a favor de la reconciliación con
quienes deseaban volver al camino correcto. Teníamos la convicción de que las
soluciones eficaces eran puramente sirias, sin ninguna interferencia del
extranjero, a menos que se tratara de un respaldo honesto.
Todos
los que han querido emprender ese camino del regreso han descubierto, por sí
mismos, que el Estado actuaba como una madre tierna, capaz de expresar su
cólera ante el hijo ingrato y también de perdonarlo en caso de arrepentimiento
sincero. Son de hecho numerosos los que han vuelto para combatir en las filas
del ejército nacional, hasta ofrecer sus vidas por la defensa de la Patria.
Reitero, por lo tanto, mi llamado a los que se han dejado engañar para que
depongan las armas porque seguiremos combatiendo a los terroristas –donde
quiera que se encuentren– hasta restablecer la seguridad en todo el territorio
sirio. Ya no nos importan traidores, agentes de potencias extranjeras ni
corruptos porque el país ha ido limpiándose de ellos. Ya no queda para ellos lugar
entre los sirios, cuya consideración por demás han perdido.
En
cuanto a quienes esperan el fin de la guerra gracias a una mediación
extranjera, sepan que están haciéndose ilusiones porque la «solución política»
de la que ellos hablan se basa en las «reconciliaciones internas», cuya
eficacia ya ha podido verse en varios países de la región. Nosotros seguimos
insistiendo en esa vía por lo que representa en vidas sirias salvadas, en
materia de restablecimiento de la seguridad y para el regreso de personas
desplazadas y en cuanto a cortar el camino a todos los planes externos basados
en lagunas internas.
Las
«reconciliaciones nacionales» no reemplazan el Diálogo Nacional, iniciado por
el Estado, con las fuerzas y partidos políticos así como con los representantes
de la sociedad. El Estado proseguirá ese diálogo con apertura a todas las
ideas. El Diálogo no está por lo tanto exclusivamente vinculado a la actual
crisis, ni a la que hubo antes o a la que resultó de ella sino que tiene que
ver también con el porvenir del país y las prerrogativas del Estado en todos
los aspectos, sin excepción alguna.
Dicho
esto, aunque el Estado tendió la mano a todos al inicio de la crisis, ahora,
después del precio cruel que ha pagado la Nación, este Diálogo ya no integrará
las fuerzas que han demostrado ser antipatrióticas. Dicho de otra manera, [me
refiero a] ¡las fuerzas que evadieron el diálogo apostando por un
restablecimiento del equilibrio a su favor para finalmente decidir cambiar de
rumbo después de haber perdido aquella apuesta y las fuerzas que decían
preocuparse por la patria cuando sus declaraciones servían de excusa a los
terroristas, a cambio de promesas y financiamiento ofrecido por el extranjero!
En cuanto a quienes son notoriamente dependientes del extranjero, no
dialogaremos con ellos como sirio sino [considerándolos] representantes de los
Estados a los que han prometido su obediencia y en nombre de los cuales se
expresan.
Esta
crisis ha demostrado la realidad del «vivir juntos» entre sirios y echado abajo
la perniciosa argumentación sobre una «guerra civil», cuyo objetivo era ocultar
que se trata de una agresión externa a través de un montaje interno. En efecto,
el uso ahora exclusivo de esa expresión para describir lo que sucede en Siria
no es otra cosa que un intento más de dar un aspecto de legitimidad a los
terroristas haciéndolos aparecer como parte de un conflicto entre sirios, en
vez de instrumentos despreciables en manos del extranjero.
Además,
una guerra civil supuestamente debe incluir líneas de demarcación entre etnias,
confesiones y cualquier otro tipo de grupos rivales; líneas de demarcación que
separan claramente los diferentes componentes sociales antes de conducir al
completo derrumbe del Estado y de la sociedad. ¿Es eso lo que estamos viendo en
Siria? ¿Puede hablarse de «guerra civil» cuando el ejército, las instituciones,
la calle y la población se mantienen unidas? ¡Se trata de una ilusión que
quieren imponernos cuando la realidad muestra totalmente lo contrario!
La
realidad es que estamos ahora más allá de la coexistencia que prevalecía antes
de estos acontecimientos. Estamos viviendo los inicios de una completa fusión
entre los sirios. La imágenes de los sirios de todas las confesiones acudiendo
a las urnas, el consenso popular y la fuerte participación en las elecciones
han venido a confirmar esa evidencia. Como los miembros de un mismo cuerpo,
todos los componentes étnicos y confesionales de la sociedad se unen para
ayudarse entre sí y para servir a ese cuerpo del que forman parte,
independientemente de sus colores y funciones. Ya no se habla de coexistencia o
de tolerancia sino de complementariedad y de cohesión.
Pero,
de todas maneras, no podemos avanzar hacia el futuro sin hablar, con toda
transparencia, de las raíces de lo que nos sucede en este momento. Si bien este
pueblo demostró su patriotismo, no deja de ser cierto que fue doloroso,
vergonzoso y hasta infamante que una parte –por muy mínima que haya sido– haya
sido el punto de apoyo de esta guerra. Sin ella no habrían sido posibles la
irrupción de los terroristas extranjeros, las injerencias políticas y
económicas, las intervenciones militares y los intentos de destruir la
soberanía nacional ni siquiera habrían sido posibles. Por consiguiente, aunque
los factores externos son evidentes, dadas las declaraciones de los agresores y
de sus instrumentos, ese factor interno es fundamental en el tratamiento de la
situación actual y para evitar que algo similar vuelva a suceder en el futuro.
A pesar del consenso entre los sirios, quienes consideran que fue la ignorancia
lo que llevó a esa gente a tratar de destruir la Patria, nosotros pensamos que
esta crisis está basada principalmente en un déficit moral.
Es,
en efecto, la ausencia de moral lo que desfigura las leyes, desprecia el honor,
vende las patrias y conduce a la destrucción de las naciones. Es ese el mayor
obstáculo para el desarrollo de las sociedades, que no depende únicamente de
las reglas y las leyes –por muy importantes que sean estas– sino que depende
esencialmente de una educación basada en la moralidad. Sin moral no hay
desarrollo porque esas dos exigencias son inseparables. Los comportamientos
morales pueden llevar a la aplicación correcta de las leyes y las leyes
correctas pueden desarrollar la moral, a condición de que hayamos sembrado
previamente sus semillas en la familia y la sociedad.
En
la práctica, las reglas suponen que el ser humano existe para servir a los
demás y beneficiarse de un servicio público, ya sea asalariado, funcionario o
incluso miembro de una asociación caritativa. Por consiguiente, sin moral, el
sentimiento nacional no estaría presente en nuestra conciencia y el servicio
público ya tendría sentido. Cada uno de nosotros actuaría de forma egoísta y se
aprovecharía del prójimo. Eso lo que hemos visto a menudo durante esta crisis,
en la que muchos no tomaron las armas, pero han robado, extorsionado y
saqueado, resultando en definitiva tan peligrosos como los terroristas.
Es
así como el déficit moral nos aleja de nuestros objetivos ya que, en un momento
dado, ya no disponemos de los instrumentos necesarios para concretarlos. Y así
aspiramos al desarrollo sin poder alcanzarlo y luchamos contra la corrupción
sin lograr acabar con ella.
Esto
no nos dispensa de la revisión de leyes y reglamentos, ni constituye un
pretexto que exima al Estado de sus responsabilidades. Si el comportamiento
honesto y la educación ética son esenciales, el papel del Estado y de sus
instituciones son fundamentales, sin olvidar que toda construcción que carece
de bases sólidas está condenada a desmoronarse. Por eso es importante la lucha
contra la corrupción ya esos dos problemas [el déficit moral y la corrupción]
están estrechamente vinculados, siendo la corrupción moral el desafío más
importante que se plantea a todas las sociedades y a todos los Estados. [La
corrupción moral] es la base de la corrupción administrativa y financiera, que
a su vez engendran una corrupción aún más grave: la corrupción nacional
generadora de individuos capaces de vender su Patria y la sangre de sus hijos
al mejor postor.
La
lucha contra la corrupción debe desarrollarse simultáneamente sobre varios
ejes. Golpear con un puño de hierro a todo corrupto comprobado es necesario
pero eso no impide la aparición de otros corruptos más taimados, más sutiles
que quedarán impunes y que perpetuarán indefinidamente las condiciones que
favorecen únicamente sus propios intereses.
No
basta por lo tanto poner la lucha contra la corrupción en lo alto de la
pirámide. Se necesita una reforma administrativa de las instituciones públicas
que se hallan en el centro de esa pirámide. Es una reforma global que habíamos
iniciado hace años y que seguíamos llevando adelante pero es evidente que la
crisis la ha retrasado.
Un
segundo eje es la revisión de los programas educativos para que no se limiten a
enseñar sino que se dediquen también a educar. Es un trabajo monumental que el
ministerio de Educación ha asumido desde hace un año. Pero, también en este
campo la aplicación de los programas es necesariamente progresiva y a largo
plazo. En ese contexto se hace aún más importante que esta evolución implique
también a las instituciones religiosas que deben formar los cuadros
responsables que tanto necesitamos ¡hoy más que nunca! Con ese objetivo, el
ministerio de Waqfs , los ulemas sirios y los religiosos han dado un gran paso
colaborando sobre todo en la revisión de las referencias y las instituciones ya
han iniciado ese aprendizaje y van a proseguirlo.
Por
supuesto, no debemos olvidar el importante papel de los medios de prensa, que
no cambiarán gran cosa si se limitan a hablar de los corruptos, a criticarlos o
incluso a atacarlos públicamente. Sólo investigaciones realizadas con seriedad,
con pruebas que las apoyen podrán ser tomadas en cuenta por los investigadores
y los tribunales encargados de luchar contra la corrupción.
Ese
es el papel del Estado, es el camino más corto y más rápido. Pero el papel más
importante, que se ejerce a lo largo de años y se sitúa en la base de esta
pirámide, y que es por tanto el basamento mismo de la lucha contra la
corrupción, es el papel que debe desempeñar la sociedad y, más particularmente,
la familia.
Para
construir una sociedad que no sea corrupta, nosotros todos, padres y madres, debemos
dar a nuestros hijos una educación correcta. Tenemos que plantearnos la
cuestión de saber si lo que hemos observado como corrupción, explotación,
secuestros, robos, traiciones y tantos otros vicios aparecerían en nuestra
sociedad si los padres de esos delincuentes les hubiesen asegurado una
educación correcta. Por otro lado, ¿qué pasó con los millones de personas
honestas, que trabajan tanto en el sector público como en el privado? ¿Con
todos esos jóvenes que decidieron enrolarse [en el ejército] exponiéndose a
morir por la defensa de la Patria? ¿Con los ciudadanos que han seguido
cumpliendo con su deber hacia la Nación y con las familias que resistieron sin
abandonar su tierra a pesar de lo difícil de la situación? Ellos no actuaron
siguiendo órdenes de un superior o directivas administrativas. Lo hicieron
porque sus familias les inculcaron una buena educación, ofreciendo así personas
honestas y patriotas a la comunidad nacional.
Una
educación que hace que el ciudadano respete la ley por convicción y no por
temor a un castigo, que el funcionario está motivado por servir al público y no
por un interés personal y que el propietario de un capital está consciente de
que si defrauda el fisco está robándole a 23 millones de personas mientras que
un simple ladrón le roba solamente a una sola o a unas pocas personas.
Esa
es la base educativa que produce un ciudadano dispuesto a ayudar su familia y
su sociedad en momentos de crisis en vez de explotarlos. Es lo que impide que
un ciudadano se convierta en un mercenario utilizado contra su Patria cada vez
que un conspirador o un extranjero se lo pide. Es lo que permitirá al Estado
realizar su cometido con profundidad y con más eficacia. Convirtamos entonces
la lucha contra la corrupción en nuestra prioridad, no sólo para las
autoridades implicadas sino para cada uno de nosotros. No nos limitemos a
hablar de la corrupción, ¡ataquemos sus raíces y cesemos de aferrarnos a sus
ramas!
Señoras
y señores,
Los
Estados que se esconden tras el terrorismo han tratado de destruir todas las
bases de la vida en Siria. Paralelamente a las operaciones asesinas que
afectaron a indiscriminadamente todos los sectores de la población se dedicaron
a la destrucción sistemática de nuestra infraestructura, construida a lo largo
de décadas de esfuerzos, con el dinero y los esfuerzos de varias generaciones
de sirios. Es innegable que esa destrucción global han afectado a todos y cada
uno de nuestros ciudadanos en su vida cotidiana, sus medios de subsistencia y
sus bienes. Eso determina nuestra preocupación específica por los bienes de los
particulares.
Decimos
esto sin olvidar las constantes incursiones de los terroristas contra los
campos petrolíferos que representan los principales ingresos al tesoro de la
Nación, los ataques contra esas instalaciones para destruirlas, los sabotajes
contra las líneas eléctricas que alimentan las ciudades de cada provincia. Es
por ello que en todo el país sólo podemos disponer de una cantidad limitada de
horas de electricidad al día. En cuanto al turismo, que estaba en pleno
desarrollo y que constituye una fuente importante de ingresos para el Estado y
la ciudadanía, podemos decir que cayó casi a cero. Ese vandalismo generalizado
ha obligado a modificar las prioridades del Estado, sobre todo teniendo en cuenta
que numerosos individuos carentes de conciencia han dejado de pagar sus
facturas e impuestos.
Todos
esos problemas han ido acumulándose y han llevado a una situación económica
difícil que está afectando a cada ciudadano sirio, sin excepción. Además, los
peores daños han afectado la infraestructura vital para la economía. Habrá que
poner particular énfasis en la reconstrucción de esa infraestructura así como
en la reconstrucción de las viviendas, de las fábricas, las carreteras, de todo
lo que fue destruido o dañado. Ese trabajo tendrá consecuencias positivas para
toda la ciudadanía, sabiendo que ¡la reactivación de la economía no será
posible sin la reconstrucción!
Sí,
señoras y señores,
La
próxima etapa económica llevará el nombre de «reconstrucción». Todos juntos
dedicaremos nuestros esfuerzos a ese sector así como a los sectores
complementarios. En este punto, insisto en la artesanía y las pequeñas y
medianas empresas que pueden desarrollarse rápidamente y crear numerosos
empleos. Además, seguiremos apoyando los dos sectores estratégicos: el sector
público y el sector agrícola. Ambos han sido y siguen siendo herramientas
fundamentales de la economía siria y que ahora constituyen los instrumentos más
importantes de resistencia ante la crisis.
Decir
que «la próxima etapa económica llevará el nombre de “reconstrucción”» no
significa que tengamos que esperar el fin de la crisis. Tenemos que comenzar
desde ahora. Por su parte, el Estado ya ha votado leyes que estimulan y
facilitan la inversión en ese campo. Por ejemplo, el gobierno adoptó
recientemente toda una legislación sobre la zona de Kafar Suseh, en Damasco.
Comenzaremos la reconstrucción por esa zona. A ella se asociarán propietarios
de tierras –que no son necesariamente personas acomodadas, la mayoría son más
bien pobres porque no han podido explotar sus tierras por múltiples razones–,
empresarios, trabajadores y el Estado, que posee intereses allí. La repartición
de las cuotas se terminará en alrededor de una semana y está previsto que iniciemos
la reconstrucción en esa zona hacia fines de año o inicios del año próximo, con
la aplicación de ese modelo en otras provincias sirias, si las condiciones de
seguridad así lo permiten.
Iniciemos
entonces, de la mano, la reconstrucción de Siria para seguir siendo dignos de
ella ¡y que nuestra carrera contra el tiempo sea para reconstruirla, no para
destruirla! Demostremos, como hemos venido haciéndolo desde hace 3 años, que la
voluntad de los sirios es mucho más fuerte que las fechorías de los terroristas
y de los agentes pagados por el extranjero.
Queridos
hermanos y hermanas,
En
este día nos dirigimos todos hacia una nueva etapa. En este momento, lo que más
cuenta para nosotros es nuestro consenso sobre la protección de la Patria, su
reconstrucción moral, sicológica, física, material… y también nuestro consenso
sobre la erradicación del terrorismo y el trabajo a favor del regreso de
quienes se desviaron del buen camino en el seno de su propia Patria.
Y
ya que estamos mirando hacia el futuro, admitamos que tenemos que remediar
inmensas lagunas a nivel nacional. Eso implica que tenemos que conjugar
nuestros esfuerzos, ayudarnos unos a otros para emprender juntos esta nueva
etapa y para que haya una relación interactiva entre el pueblo, sus instancias
dirigentes y su gobierno. Dirigir y gobernar no significa pasar por alto la opinión
del pueblo, ni que el pueblo se limite a esperar que todo venga de sus
dirigentes.
Si
queremos tener éxito, tenemos que marchar juntos hacia el porvenir que
deseamos. De ahí la pertinencia de la divisa «Juntos» , que significa que
debemos compartir el sentido de las responsabilidades a todo lo largo de
nuestro recorrido y que es juntos como reconstruiremos lo que fue destruido.
Seguiremos golpeando al terrorismo, como también proseguiremos los procesos de
reconciliación en todas las regiones del país hasta que no quede ya ni un solo
sirio en los centros de relocalización ni en los campamentos de refugiados.
Lucharemos contra la corrupción con la Ley y la moral. Fortaleceremos nuestras
instituciones mediante la igualdad de oportunidades y la eliminación del
favoritismo. No tenemos razón alguna para quedarnos inactivos o ser negativos
ante los desafíos que nos esperan.
La
mayoría de los aspectos negativos de nuestra sociedad son resultado de cierta
cultura que se incrustó en nuestras mentes. Pero tenemos que sustituirla por
una cultura de la iniciativa, de la cooperación y de la preocupación por los
demás en vez de hundirnos en el individualismo y el derrotismo.
Algunos
han de preguntarse: «¿Qué hacer si los funcionarios no responden a nuestras
expectativas?». La pregunta es pertinente pero no podemos generalizar un caso
al conjunto de todos los funcionarios. Siempre habrá alguien que escuche y que
preste interés. A nosotros corresponde no bajar los brazos e insistir por todos
los medios para hacer que nos oigan para contribuir a la construcción, al
desarrollo y a que se rectifiquen los errores.
Yo
estoy perfectamente consciente de que son muchas las expectativas sobre lo que
acabo de decir. También sé que las expectativas son mucho más numerosas que las
que puedo mencionar en un simple discurso. Son expectativas legítimas en su
gran mayoría y a menudo muy lógicas, pero las guerras imponen prioridades que
es absolutamente indispensable identificar. Tenemos un ejército heroico que
defiende la Patria ofrendando miles de mártires, que defiende a las víctimas
inocentes del terrorismo que caen cada día, a los ciudadanos secuestrados o
desaparecidos que han dejado familias que sólo esperan verlos regresar. Otros
han tenido que abandonar sus hogares y se han convertido en personas sin techo
y otros más ya no tienen ni siquiera una vida decente… Es por lo tanto
imposible, en esa situación, que otras prioridades prevalezcan sobre las
preocupaciones que implican a tantos compatriotas.
Cuando
hablamos de mártires y de ciudadanos inocentes masacrados, no mencionamos
simples cifras. Tras ellos hay familias que han perdido un padre, una madre, un
hermano, una hermana, un hijo, una hija… Y cuando hablamos de ciudadanos
desaparecidos, es imperativo que nuestra primera prioridad sea tratar de saber
qué ha pasado con ellos y cómo encontrarlos. ¡Agreguen ustedes a eso que hay
quienes ya ni siquiera tienen cómo alimentarse!
Es
cierto que teníamos algo de pobreza antes de esta crisis pero no era
absolutamente comparable a lo que hoy estamos viviendo. Es para aliviar a todos
esos y para alcanzar nuestros objetivos que tenemos que dedicar todos nuestros
esfuerzos a respaldar nuestras fuerzas armadas, tanto a nivel del Estado como
de la sociedad. Porque no podemos decir a las familias de nuestros
desaparecidos, de los militares, de los hambrientos que son más importantes las
prioridades de quienes se han cansado o han perdido el entusiasmo. Ignorar eso
sería negar la realidad.
Queridos
hermanos y hermanas,
Es
la firme resistencia de ustedes lo que determinó la muerte de la falsa
«primavera árabe» para reorientar la brújula en la dirección correcta. Una
verdadera primavera habría comenzado en los países del atraso árabe. Una
verdadera revolución de los pueblos por la libertad, la democracia y la
justicia habría comenzado en los países más retrógrados, en los más opresivos y
tiránicos; en esos países que están detrás de cada catástrofe que se ha cebado
en esta nación, detrás de cada guerra desata contra ella y que han dado origen
a todas las desviaciones intelectuales y a todas las depravaciones morales; en
los países que representan la mayor realización de «Occidente», la mayor causa
de todos los éxitos de Israel y de su surgimiento en nuestra región. Testigo de
ello es la posición actual de esos países ante la agresión israelí contra
Gaza.
¿Y
qué ha pasado con el entusiasmo y la fingida buena voluntad que supuestamente
mostraban hacia Siria o hacia el pueblo sirio? ¿Por qué no apoyan a Gaza?
¿Dónde están sus yihadistas? ¿Por qué no los mandan a defender a nuestros
hermanos de Palestina? Para responder a esas preguntas, señoras y señores,
tenemos que saber lo que realmente está sucediendo en Gaza.
Lo
que está sucediendo en Gaza no es un acontecimiento aislado ni instantáneo. Desde
la ocupación de Palestina hasta la invasión y los actuales intentos de
partición de Irak, después de la partición de Sudan, hemos estado asistiendo a
una serie de acontecimientos impecablemente planificada por Israel y Occidente.
¡Todo esto resulta evidente! Agreguemos a eso que la ejecución de los planes
sucesivos ha pasado siempre por los Estados de la tiranía y el atraso.
Pero
hablemos de los hechos en vez de quedarnos en la teoría. ¿No fue Abdul Aziz ben
Abdul Rahman Al-Faisal quien confirmó a Gran Bretaña en 1915 que «no veía
inconveniente en dar Palestina a los pobres judíos?»
¿No
incitaron esos países [del Golfo] a Occidente e Israel a desatar la agresión de
1967, cuya factura seguimos pagando todavía, para deshacerse del «fenómeno
Gamal Abdel Naser» que, en aquella época, había amenazado sus tronos?
¿No
apoyaron esos países [del Golfo] a Irán, bajo el reinado del shah, para
volverse después contra ese país cuando el gobierno iraní –después de la
Revolución– decidió respaldar a Palestina y convirtió la embajada de Israel en
embajada palestina?
¿No
apoyaron esos países [del Golfo] los crímenes que la Hermandad Musulmana y los
«Hermanos del Diablo» cometieron en Siria durante la segunda mitad de los años
1970 y hasta los años 1990? ¿No los respaldaron en contra del pueblo sirio y de
su Estado, que nunca cometieron contra ellos ningún acto de hostilidad?
Esos
mismos Estados [del Golfo] son los que adelantaron en 1981 la «Iniciativa de
paz» presentada por el rey Fahd, amenazando a los palestinos con ríos de sangre
si la rechazaban. Y, efectivamente, apenas un año después de que las
organizaciones palestinas rechazaran esa iniciativa vino la invasión israelí
contra el Líbano, cuyo resultado fue la salida de la OLP, no en aras de
proteger el Líbano sino para proteger Israel.
Son
también los Estados [del Golfo] los que nos sorprendieron con la más extraña de
las iniciativas resumida en 3 palabras: «Normalización por Paz», posteriormente
modificada para convertirse en «Iniciativa árabe de paz» en la cumbre de Beirut
de 2002. La versión modificada, aún siendo menos negativa que la versión
inicial, no valía la tinta que uso para redactarla el primer ministro israelí
Ariel Sharon, quien no tardó en lanzar un ataque contra los palestinos, ataque
que costó cientos de mártires, sobre todo en Naplusa y Yenin.
Después,
cuando Israel atacó el Líbano en julio de 2006, el llamado “Saud” consideró que
la Resistencia libanesa era inconsciente y temeraria mientras que esos mismos
países [del Golfo] estimulaban a Occidente e Israel para que este último no
pusiera fin a las hostilidades antes de la eliminación de la Resistencia
libanesa.
Y
fue precisamente porque esos países [del Golfo] cumplieron satisfactoriamente
sus misiones que se les dio la tarea de financiar el caos al que se ha llamado
«primavera árabe» y que recibido órdenes de la Liga Árabe, cuando otros países
han renunciado, reduciendo su papel a lanzar llamados a la OTAN y a poner bajo
asedio los pueblos árabes y los Estados que se rebelan contra sus amos.
Todos
estos acontecimientos y muchos más son parte de una serie destinada a disolver
la cuestión palestina. Todo el dinero que esos países [del Golfo] han gastado
desde su creación ha perseguido ese único objetivo. Y ahora desempeñan en Gaza
el mismo papel que ya jugaron en Siria. Allí, lo hacen a través del terrorismo
israelí. Aquí, lo hacen a través de un terrorismo de 83 nacionalidades. Los
procedimientos son muy numerosos pero el objetivo es siempre el mismo y también
es siempre el mismo amo.
Esto
último nos lleva a subrayar otra cuestión de importancia. Hay quienes dicen no
estar interesados en lo que sucede en Gaza, convencidos de que nosotros mismos
ya tenemos suficientes preocupaciones y problemas. Otros se expresan con ironía
ante esta agresión de Israel contra los palestinos. reaccionando así ante la
ingratitud y la poca lealtad de ciertos palestinos hacia todo lo que Siria les
aportó durante décadas. Son comportamientos ingenuos ya que lo que está
sucediendo en Siria y en toda la región está directamente vinculado a Palestina
y a lo que sucede en los territorios palestinos. En este caso en específico,
distanciarse es como sentarse a mirar como el fuego devora la casa del vecino
en vez de ayudarlo a apagar el incendio creyendo que estamos al abrigo de la
misma desgracia, cuanto en realidad el fuego avanza poco a poco.
Se
hacen ilusiones, quienes creen que podemos vivir con toda seguridad y
distanciarnos de la cuestión palestina porque esta última seguirá siendo el
tema central basado también en nuestros principios y en las realidades que se
imponen y que demuestran la estrecha correlación entre lo que sucede en Siria y
lo que sucede en Palestina, sobre todo cuando sabiendo la estrecha correlación
que existe entre las políticas internacionales y regionales cuando se trata de
nuestra región.
Todo
esto exige de nosotros que sepamos distinguir entre el pueblo palestino que
resiste –al que nosotros debemos respaldar– y los comediantes que portan la
máscara de la resistencia en función de sus propios intereses, para mantener
una apariencia o obtener algún poder. No hacerlo sería ponernos, consciente o
inconscientemente, al servicio de los objetivos israelíes, que apuntan a que
nos disputemos aún más entre nosotros y a hacernos creer que nuestras crisis
son locales y sin relación entre sí. Creer esa ilusión nos llevará a tomar
malas decisiones que conducirán a soluciones ineficaces, que a su vez nos
impedirán resolver los problemas que enfrentan nuestros Estados
respectivos.
Señoras
y señores,
Un
pueblo como ustedes, que se ha mantenido en pie, que ha resistido y que se
mantuvo en un país sometido a una agresión de una crueldad nunca vista, es un
pueblo digno de la más alta consideración y del mayor respeto; es un pueblo
digno de su tierra, de su historia y de su civilización; es un pueblo que
devuelto a la Revolución su verdadero sentido; es un pueblo que ha demostrado
que los sirios viven y mueren con honor porque su dignidad es más importante
que la vida misma y su fe en Dios está estrechamente vinculada a su fe en su
Tierra, en su Patria y en su Pueblo.
Aunque
hayamos realizado últimamente grandes hazañas en nuestra guerra contra el
terrorismo, nunca podremos olvidar nuestra amada [ciudad de] Raqqa, la que
vamos a liberar con la gracia de Dios. En cuanto a Alepo, [ciudad] de la
resistencia, y sus heroicos habitantes, no descansaremos hasta devolverles la
libertad y la seguridad. Las operaciones militares cotidianas alrededor de esa
ciudad y el número de mártires, que llegaron de todas las regiones del país
para defenderla al precio de sus propias vidas, demuestran claramente que Alepo
está en el corazón de cada sirio. ¿Y cómo podría un cuerpo olvidar su
corazón?
Todos
mis saludos al Ejército Árabe Sirio, a sus oficiales y a cada uno de sus
soldados, que lo han dado todo por la defensa de la Patria, dejando tras de sí
a sus familias con la firme intención de vivir para reunirse nuevamente con
ellos.
Todos
mis saludos a los Comités Populares de Defensa , a todos los hombres y mujeres
jóvenes que han tomado lar armas para defender el honor y la dignidad de su
país hasta convertirse en importantísimos auxiliares de nuestro Ejército en
numerosas regiones del país.
Y
sobre todo, todos mis saludos a este pueblo que, al respaldar a su Ejército y
sus hijos enfrascados en el combate, ha contribuido grandemente a hacer posible
sus hazañas.
No
olvidaremos a los hijos fieles y heroicos de la Resistencia libanesa que se alzaron
codo con codo con nuestro propio Ejército para librar juntos honorables
batallas de ambos lados de nuestras fronteras comunes . A ellos hacemos llegar
nuestro saludo, así como a cada una de las familias de sus mártires, que
pagaron nuestra fidelidad con su fidelidad considerando que la defensa de Siria
era para ellos un deber tan imperioso como la defensa del sur del Líbano.
Todos
nuestros agradecimientos a Irán, a Rusia y a China, países que han respetado
las decisiones del pueblo sirio a largo de 3 largos años y que han defendido
con justicia todas las normas de la Carta de las Naciones Unidas sobre el
respeto de la soberanía de los Estados y la no injerencia en sus asuntos
internos.
Honorables
sirios,
Nos
esperan desafíos considerables y grandes tareas. Nuestro éxito a pesar de las
dificultades y nuestra confianza en nosotros mismos no significan que podamos
bajar la guardia. Nuestros enemigos son pérfidos pero es grande nuestra
determinación. Es nuestra propia voluntad lo que nos permitirá convertir la
adversidad en fortuna. Y si el precio que hemos pagado es exorbitante, hagamos
que el futuro esté a la altura de todo lo que eso nos ha costado.
Se
abre una nueva etapa. Estamos preparados para ella porque Siria merece todos
nuestros esfuerzos. Nada le negaremos, como nuestros héroes que no le negaron
ni siquiera su propia sangre, ni sus vidas.
En
lo que me concierne, yo seguiré siendo de ustedes. Viviré entre ustedes,
inspirándome en ustedes y orientándome gracias a la vigilancia de ustedes. Con
ustedes… de la mano.
Y
Siria seguirá siendo una ciudadela inexpugnable, por sí misma y por su
dignidad.
¡Que
la paz sea con ustedes!
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