CAMILA VALLEJO “Debemos romper con aquella burbuja
universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo
personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y
conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la comunidad y la
colaboración entre nosotros”
Discurso
de asunción a la Presidencia Federación de Estudiantes de Chile, noviembre 2010
Mi
nombre es Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling y quisiera, antes que todo,
poder expresarle a los presentes el orgullo y el desafío que significa para mí
encabezar la Federación de Estudiantes más importante de Chile, es una gran
responsabilidad que significa hacerse cargo de 104 años de historia, 104 años
de aventuras y desventuras, 104 años de lucha en el seno del movimiento
estudiantil.
Y
es un orgullo y un gran desafío porque vengo de aquellos lugares que no reciben
condecoraciones, de los cuales poco y nada se dice, porque poco y nada se sabe,
lugares que a veces incluso se les llega a olvidar.
Mis
estudios secundarios los cursé en un pequeño colegio cuyo nombre significa
tierra florida; extraña paradoja, ya que en sus patios se respiraba más tierra
que flores y en sus salas de madera se acumula el polvo de generaciones de
alumnos no emblemáticos, que nunca llegaran a ocupar los puestos de poder más
importantes de nuestro país.
Mi
carrera, una de las más pequeñas de esta Universidad, casi no se encuentra en
el consciente colectivo, se pierde entre los pasillos de la FAU y se confunde
con otras disciplinas. La Geografía en esta Universidad casi no tiene tiempo ni
espacio, otra paradoja.
Sin
embargo, lo más terrible es darse cuenta que de pronto esto no pasa solo en
Geografía, sino que también en Administración Pública, que es carrera de ocho a
seis, porque después de las seis de la tarde no hay Universidad para ellos, una
carrera que debiese ser fundamental para fortalecer el sistema público. Y
también ocurre en Educación y de pronto, nos damos cuenta que no son solo unas
pocas carreras, sino que es toda una rama del saber, es toda un área del
conocimiento la que ha caído en la pobreza universitaria como consecuencia de
las lógicas del mercado implementadas ya a lo largo de estos últimos treinta
años.
Y
de lo pequeño y olvidado de mi lugar de origen, se suma además, mi corto tiempo
de vida, con 22 años, vengo a ser la segunda mujer presidenta de la FECH en más
de cien años de historia. Y usted rector tendrá el privilegio de ser el segundo
en la historia de la Universidad que es acompañado por una mujer en la
presidencia de nuestra federación de estudiantes.
Ahora
bien, puede que en este momento me toque a mí ejercer el cargo de Presidenta,
sin embargo, debo decir que yo sola jamás habría logrado todo esto y que mis
manos son tan solo un par más dentro de tantas otras, y en donde todas juntas
son las que levantan este proyecto colectivo que se llama Estudiantes de
Izquierda, el cual ya se encamina a su tercer período consecutivo al mando de
nuestra Federación.
Si
me permiten contarles un poco acerca de Estudiantes de Izquierda, debo decirles
que como colectivo político estamos presentes en amplios espacios de nuestra
Universidad, que en nuestro interior se expresa la máxima diversidad
estudiantil, que entendemos que la izquierda debe construirse con participación
y democracia y que esta elección en donde hemos aumentado en casi 400 votos
respecto de la elección anterior, nos demuestra que como movimiento estamos
vinculados orgánicamente con las bases estudiantiles de nuestra Universidad.
Como
Estudiantes de Izquierda sentimos la responsabilidad ética de hacer política,
porque la administración del poder por los poderosos de siempre nos obliga a
entrometernos en sus asuntos, porque estos asuntos son también nuestros asuntos
y porque no podemos dejar que unos pocos privilegiados sean quienes eternamente
definan las medidas y contornos que debe tener nuestra patria, ajustándola
siempre a sus pequeños intereses.
Creemos
que la clave del éxito para el movimiento estudiantil está en volver a situar a
la Federación en una posición de vanguardia a nivel nacional, en volver a
entretejer redes sociales con los pobladores, los trabajadores, las
organizaciones sociales y gremiales, los jóvenes que se quedaron fuera de la
Universidad pateando piedras, en otras palabras, hablamos de volver nuestra
mirada al conjunto de los problemas sociales que hoy rodean a la Universidad y
con los cuales estamos íntimamente vinculados y comprometidos.
Debemos
romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la
competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes
por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la
comunidad y la colaboración entre nosotros.
Somos
contrarios a la visión de que la Universidad es solo venir, sacarse buenas
notas, y abandonar cuanto antes sus aulas para salir pronto a ganar dinero en
el mercado laboral, tenemos los ojos lo suficientemente abiertos como para
darnos cuenta que afuera hay un mundo entero por conquistar, que este mundo
requiere de nuestra entrega, de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio y que
para quienes ya hemos abierto los ojos a las inequidades sociales que asoman
por todos los rincones de nuestra ciudad, se nos vuelve imposible volver a
cerrar la puerta y hacer como que nada hemos visto o como que nada ha pasado.
Nuestro compromiso por la transformación social es irrenunciable.
Porque
necesitamos hoy, más que nunca, una profunda discusión respecto del país que
queremos construir y a partir de aquello cuál es el tipo de Universidad que se
pondrá al centro de dicha construcción.
Porque
no creemos en la Universidad como un espacio neutro dentro de la sociedad, la
universidad es un agente vivo en su construcción y en el desarrollo del
proyecto país que como ciudadanos levantamos día a día. Nuestra responsabilidad
está en generar organización al interior de aquella, lo cual nos permita
transformar la universidad, para así poder transformar la sociedad.
Nuestro
concepto de Universidad nos habla de un espacio abierto, participativo y
democrático, con una comunidad universitaria activa, dialogante, una comunidad
que se involucra en el diseño y conducción de su casa de estudios.
Nuestra
visión es la de una Universidad que se ubique ya no en los primeros rankings de
la competencia o el marketing universitario, de los cuales hoy en día mucho se
habla, sino que se ubique en el primer lugar de aporte al desarrollo social del
país, el primer lugar en el fomento de la equidad en cuanto a la composición
social de sus estudiantes, que ocupe el primer lugar en el desarrollo de la
ciencia y tecnología al servicio de los intereses de Chile y su pueblo.
Creemos
en una Universidad permanentemente vinculada con los problemas que nuestro
pueblo le presenta, activa en la búsqueda de soluciones y en la entrega de
aportes por medio del conocimiento.
Sin
embargo, nuestra realidad actual dista mucho de estos conceptos brevemente aquí
esbozados, hoy la Universidad es cada vez más un proyecto sin otro norte que no
sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le ha puesto precio
y nuestras Universidades son medidas por criterios industriales de producción
como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la nación, una
empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo, pero empresa
al fin y al cabo.
En
este esquema, un rol fundamental lo jugó el desfinanciamiento sistemático que
vivió la Universidad Pública al momento de implementarse las políticas
neoliberales. El autofinanciamiento, establecido como doctrina, fue un golpe
seco que dio en la esencia misma de lo que constituía el quehacer universitario
hasta ese momento, condicionando y sometiendo a la Universidad a lógicas y
esquemas mercantiles que le eran desconocidos. La Universidad Pública tuvo que
verse obligada a competir en situaciones desfavorables en lo que se llamó âel
nuevo mercado de la educación superiorâ, se le puso precio, tuvo que venderse a
sí misma para poder captar mayores recursos y continuar así con su proyecto
educativo, perdió su brillo y su color, perdió su esencia transformadora y
quedó botada en un rincón, ya incapaz de reconocerse a sí misma.
Estamos
hablando que se operó un cambio estratégico en el desarrollo de la Universidad,
el cual ha sido irremontable hasta este momento. Con ello hubo sectores
importantes del quehacer universitario que producto de su no rentabilidad
económica fueron cayendo rápidamente en la desgracia y el abandono, las
Universidades Públicas se volcaron a sí mismas, viviendo casi un chauvinismo
institucional, donde cada una se preocupaba de su propia sobrevivencia,
perdiéndose la visión de conjunto que poseía nuestro antiguo sistema de
educación superior pública.
Este
procedimiento operado en plena dictadura, siguió su curso con los gobiernos de
la Concertación, la cual no operó mayores cambios, más bien, se dedicó a
administrar con comodidad el modelo heredado y en algunas líneas, incluso, lo
profundizó. No obstante lo anterior, pasaron los años y el control del gobierno
volvió a las manos de quienes tiempo atrás habían gobernado con trajes de
civiles detrás de los uniformes de soldado.
Según
nuestra mirada, esto representa un peligro fatal para la Universidad Pública
hoy día, creemos que el gobierno de los empresarios busca poner el broche de
oro a la privatización total de la educación superior, sellando definitivamente
la obra que iniciaron desde las sombras en los años ochenta. La designación de
Harald Beyer y Álvaro Saieh en nuestro Consejo Universitario, dos grandes
defensores del modelo de mercado y el actual presupuesto nacional en el área de
la educación superior son dos grandes indicativos de aquello. Son medidas que
nos muestran nítidamente que el gobierno se apresta a poner en marcha una
agenda privatizadora a gran escala y que, por lo tanto, el año 2011 será
estratégico en su implementación.
Esta
será una batalla importante que enfrentará nuestro sector el próximo año, para
dar respuesta a este desafío debemos desplegar un movimiento que escape a tan
solo los estudiantes, necesitaremos de los académicos, los trabajadores, las
autoridades universitarias, todos juntos en las calles exigiendo que el Estado
cumpla con sus Universidades, que el Estado cumpla con la educación superior
pública de nuestro país.
Pero
el problema no pasa tan solo por exigirle al Estado lo que a nuestras
Universidades le debe, sino que también debemos mirarnos con visión autocritica
y preguntarnos qué es lo que como Universidad le estamos entregando a nuestro
pueblo. Necesitamos un nuevo trato del Estado para con la educación superior
pública de nuestro país y, a la vez, necesitamos un nuevo compromiso de las
Universidades Públicas para con el pueblo de Chile y sus intereses, esta
Universidad tiene que ser la Universidad de todos los chilenos y no solo la de
unos pocos.
A
nadie le es indiferente que en nuestra casa de estudios se perpetúen
desigualdades fundamentales que determinan, por ejemplo, que el 20% más rico de
la población tenga más del 50% de las matrículas, en cualquier sociedad que se
precie de ser justa y democrática esta desigualdad fundamental es inaceptable.
¿Seguiremos
educando solo a las élites socioeconómicas?, o, ¿nos aseguraremos de
implementar un sistema de acceso que permita que todos los jóvenes con talentos
y habilidades, independiente de su origen y capacidad de pago, puedan
permanecer en la Universidad?
¿Seguiremos
dejando que solo aquellas disciplinas que son rentables en el mercado alcancen
niveles de desarrollo armónicos y de excelencia?, o, ¿aseguraremos de manera
efectiva que todas las áreas del conocimiento tengan un trato justo y así
puedan contribuir a consolidar la sociedad que anhelamos, ya no solo en
términos económicos, sino que en términos culturales, intelectuales, cívicos,
valóricos, es decir, con seres humanos íntegros?
Por
más que quieran hacernos creer lo contrario, para nosotros la Universidad no
puede ser un negocio ni mucho menos la educación puede ser una mercancía.
La
pelea será dura, pero está el futuro de la Universidad en juego y en esta
batalla nosotros no bajaremos los brazos.
No
quiero terminar mis palabras sin antes aludir a un hecho que para mí reviste
gran notoriedad, algo señalaba más arriba pero quisiera ahora poder extenderme
un poco más en aquello, me refiero a mi condición de mujer.
Como
mujer puedo ver y vivenciar en carne propia las actuales formas de opresión de
la que somos víctimas en la actual configuración machista de la sociedad. En
Chile nos decimos un país desarrollado y nos llenamos de orgullo por nuestro
reciente ingreso a la OCDE, no obstante, detrás de la cortina del progreso
económico y del optimismo del jaguar latinoamericano se esconde una historia de
opresión y sexismo que aún perdura hasta nuestros días. Las mujeres seguimos
sufriendo hoy día todo tipo de discriminaciones, a la hora de buscar trabajo,
en los planes de cobertura para nuestra salud, en la escala de sueldos, incluso
a la hora de participar en política.
Tan
solo ayer leía unas ideas que quisiera poder trasladarles en este momento ya
que me parecen esclarecedoras respecto de lo que les quiero decir, abro
comillas ârespecto de las mujeres, cuando buscan trabajo, además de
calificación se le pide presencia y no basta con que sean amables y generosas,
sino que deben además ser graciosas, simpáticas y coquetas, pero no mucho. Se
les exige estar presentables y cuando juzgan que se ha pasado un milímetro, se
les critica por presuntuosas. Se les elogia por ser madres y se les excluye por
tener hijos.
De
la mujer se sospecha cuando es joven porque desestabiliza a la manada y se le
rechaza cuando los años pasan porque ha perdido competitividad. Es excomulgada
por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva,
en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de
mediocreâ, cierre de comillas.
Estas
son las condiciones en las cuales las mujeres nos desarrollamos actualmente,
estas son las condiciones que desde mi Presidencia también buscaré transformar.
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