MICHELLE BACHELET “hay una necesidad urgente de consolidar
la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de vivir sin violencia ni
discriminación”
Discurso
de sobre los asesinatos de mujeres por razones de género, incluido los
feminicidios el 12 de marzo de 2013
Buenas
tardes Excelencias, colegas y amigos. Muchas gracias a todas y todos por
asistir hoy a este importante debate. Agradezco a la Relatora Especial, Rashida
Manjoo, por la iniciativa de traer este tema de los asesinatos por razones de
género a la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, y a la Alta
Comisionada Adjunta para los Derechos Humanos, Kyung-wha Kang, por copresidir
este evento.
Mientras
nos encontramos aquí hoy, avanzamos la 57ª sesión de la Comisión sobre la
Condición Jurídica y Social de la Mujer, donde se está debatiendo lo que
esperamos refuerce las normas y los estándares internacionales y resulte en un
plan de acción que sirva para prevenir y poner fin a todas las formas de
violencia contra las mujeres y las niñas. Hoy estamos aquí para hablar de la
manifestación más extrema de la violencia contra las mujeres: los asesinatos de
mujeres por razones de género, también llamados feminicidios. Estamos aquí para
discutir del asesinato de mujeres por el simple hecho de ser mujeres.
Debemos
recordar que hoy, en el siglo XXI, todavía hay una necesidad urgente de
consolidar la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de vivir sin
violencia ni discriminación. Los asesinatos de mujeres por razones de género se
dan en todas las regiones, en todos los países y en todas las culturas. Es un
asunto de derechos humanos universales y de la innata dignidad humana que nos
concierne a todos, nos afecta a todos, y requiere un esfuerzo concertado y
urgente por parte de todos nosotros.
Se
estima que el alcance mundial del feminicidio fue de 66.000 víctimas por año
entre 2004 y 2009, lo que representa en promedio casi un quinto de todas las
víctimas anuales de homicidio. Hablamos de estimaciones dado que las cifras de
que disponen la mayoría de los países sobre estos asesinatos no están clasificadas
por feminicidios o por asesinatos por razones de género. Por lo tanto, resulta
imposible en la actualidad conocer su verdadera magnitud, pero estamos seguros
que el problema es mucho mayor de lo que podemos determinar por las
estadísticas y pruebas disponibles.
La
Relatora Especial Rashida Manjoo ha declarado que la falta de investigaciones,
de juicios y de sanciones por actos de violencia contra las mujeres ha
contribuido a un entorno de impunidad y de poca confianza en el sistema
judicial. Esta impunidad transmite el mensaje a la sociedad de que la violencia
hacia las mujeres infligida por los hombres no sólo es tolerada sino que es
aceptada. En muchos países vemos que la impunidad es generalmente la norma más
que la excepción. Los Estados tienen la obligación, en tanto que garantes de
los derechos de todas las personas, de castigar a los culpables de violencia
contra las mujeres y las niñas, y de proporcionar servicios, apoyo y justicia a
las supervivientes y a sus familias.
Actualmente,
160 países cuentan con leyes que se ocupan de la violencia contra las mujeres.
Sin embargo, las mujeres y las niñas víctimas de violencia sufren, por lo
general, una doble violación: la primera vez cuando son víctimas de violencia y
la segunda cuando buscan pero no encuentran los servicios y la justicia a los
que tienen derecho. Demasiado a menudo la cantidad de juicios y sanciones por
estos crímenes son escasos, y cuando se llega a pedir cuentas a los culpables,
se les castiga por delitos menores y se les da penas más cortas y más ligeras.
Los
costos de la pasividad son evidentes: muertes innecesarias, prematuras y
devastadoras de mujeres y de niñas, y sufrimiento y pérdida para las familias.
Es hora de fortalecer los sistemas de justicia, de capacitar a la policía y a
los jueces para eliminar los estereotipos y los prejuicios hacia la mujer, de
mejorar los servicios de apoyo a las supervivientes y a sus familias, y de
dedicar planes y presupuestos para prevenir la violencia contra las mujeres y
las niñas.
Se
me pregunta muchas veces qué se puede hacer y qué está haciendo ONU Mujeres
para atender este problema. Estamos trabajando conjuntamente con otros
organismos de la ONU, a menudo a través de la campaña del Secretario General,
ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres. Nos alienta ver el
trabajo que miles de organizaciones de mujeres, gobiernos y organismos de la
ONU están llevando a cabo. Los resultados son prometedores.
En
América Latina hemos creado iniciativas para erradicar la impunidad a través de
reformas jurídicas que tipifican al feminicidio como un delito específico. En
Guatemala, por ejemplo, ello llevó a la creación de unidades de fiscales y
tribunales especializados. En El Salvador y en Nicaragua hay ahora políticas y
procedimientos que se ocupan de los feminicidios, para dar sólo algunos
ejemplos.
En
México, ONU Mujeres está proporcionando asistencia técnica para mejorar la
recopilación y el análisis de los datos sobre los feminicidios. ONU Mujeres, el
Parlamento mexicano y el Colegio de México, que es una institución académica,
crearon una metodología innovadora para analizar la violencia del feminicidio,
sus características, sus tendencias y sus nuevas manifestaciones en un período
de 25 años. Este análisis ha sido fundamental para definir lo que es el
feminicidio y está siendo adoptado en otros países.
Una
iniciativa muy importante que estamos apoyando es la creación del protocolo
para la investigación de los asesinatos violentos de mujeres por razones de
género: el feminicidio en Latinoamérica. Este trabajo pionero está siendo
realizado junto con el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU,
con la Federación de Asociaciones de Derechos Humanos y con el Gobierno de
España. El protocolo establecerá directrices para investigar con eficacia las
muertes violentas de las mujeres, de modo de garantizar que el proceso tome en
cuenta el contexto, identifique la relación con el culpable y esté conforme a
las obligaciones internacionales de los Estados.
Permítanme
finalizar hablando de qué hace falta para poner fin a la impunidad y prevenir
los feminicidios.
En
primer lugar, todos los países necesitan marcos jurídicos exhaustivos que creen
un entorno para que las mujeres y las niñas vivan libres de violencia, y que
tipifiquen al feminicidio como un delito específico. Además, las leyes deben
ser ejecutadas de modo que los casos se investiguen diligentemente, que los
culpables sean juzgados y que se ofrezca reparaciones justas a las víctimas o a
sus familias.
En
segundo lugar, una intervención temprana por parte de la ley y de otras
agencias de apoyo resulta fundamental para prevenir los feminicidios. La
policía debe desarrollar sus capacidades de respaldar la evaluación del riesgo
a que están expuestas las mujeres, dar medidas de protección apropiadas y
eficaces, hacer cumplir las órdenes de alejamiento, y referir a las mujeres a
servicios sociales completos, incluyendo refugios y casas seguras.
En
tercer lugar, las supervivientes y sus familias deben tener acceso a servicios
completos que les garanticen el acceso a la policía y al sistema de justicia, a
los refugios, a la asistencia jurídica, a los servicios de salud, a la asesoría
psicosocial, a las líneas de atención las 24 horas y al apoyo a largo plazo. En
nuestros esfuerzos debemos hacer participar a las supervivientes y poner los
derechos humanos de la mujer en el centro de toda respuesta, de modo que la
recuperación y la justicia tengan apoyo y que el ciclo de violencia no se
perpetúe. Aquí es también fundamental ofrecer servicios para la salud sexual y
reproductiva de modo de proteger los derechos reproductivos de las mujeres.
En
cuarto lugar, es primordial fomentar cambios en las actitudes, en las creencias
y en los comportamientos que consienten o que perpetúan la violencia, con el
fin de prevenir la violencia antes de que se dé. Esto puede hacerse mediante
campañas de concientización, movilización comunitaria, programas educativos
incluyendo de educación sexual, y apoyo a los niños y a los jóvenes que están
expuestos a la violencia. Una cosa queda clara: prevenir todas las formas de
violencia contra las mujeres requiere la participación de todos los segmentos
de la sociedad, especialmente de los hombres y de los niños en tanto que
compañeros en la igualdad de género y en las relaciones respetuosas.
En
quinto lugar, y para terminar, los Gobiernos tienen que COMPROMETERSE a pasar a
la acción. Nos alienta ver que hasta ahora 50 gobiernos han respondido a
nuestro llamado y se han comprometido a tomar medidas para poner fin a la
violencia contra las mujeres y las niñas a través de la iniciativa NOS
COMPROMETEMOS de ONU Mujeres. Exhorto a todos los Gobiernos a unirse a esta
iniciativa.
Trabajemos
juntos para garantizar que mantendremos nuestra promesa y que las mujeres no
corren el riesgo de ser asesinadas simplemente por ser mujeres. Trabajemos
juntos para un mundo mejor y más pacífico para todos.
Muchas
gracias.
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