ADOLF HITLER “Un mundo de
enemigos se alza contra nosotros y el alemán debe decidirse también hoy si
quiere ser un soldado libre o un esclavo blanco”
"Derrotaremos
a los enemigos de Alemania", 10 de abril de 1923
¡Mis
queridos compatriotas, hombres y mujeres alemanes!
En
la Biblia está escrito: "Lo que no es ni caliente ni frío lo quiero
escupir de mi boca". Esta frase del Gran Nazareno ha conservado hasta el
día de hoy su honda validez. El que quiera deambular por el dorado camino del
medio debe renunciar a la consecución de grandes y máximas metas. Hasta el día
de hoy los términos medios y lo tibio también han seguido siendo la maldición
de Alemania. La situación de nuestra patria, según la condición geográfica una
de las más desfavorables en Europa, fue comprendida en realidad por primera
vez, por el pequeño estado Prusia, odiado, un rival en sentido espiritual y
material para todos los pueblos circundantes, le quedo reservado a este pequeño
estado modelo llegar a ser el adalid del pensamiento alemán hasta aquella unión
de los troncos alemanes que en el fondo, a pesar de dos guerras ganadas, aun no
era una unión.
Aun
hoy somos el pueblo menos apreciado de la tierra. Un mundo de enemigos se alza
contra nosotros y el alemán debe decidirse también hoy si quiere ser un soldado
libre o un esclavo blanco. Las precondiciones bajo las cuales solo puede
desenvolverse una estructura estatal alemana han de ser por consiguiente: unión
de todos los alemanes de Europa, educación para la conciencia nacional y la
disposición de poner todas las fuerzas nacionales enteramente al servicio de la
Nación.
Estas,
solamente, son las condiciones fundamentales bajo las cuales podemos vivir en
el corazón de Europa. El anciano gigante de la vida estatal alemana, Bismarck,
ha mantenido totalmente esta línea directriz, y cuando él se fue vino el dominio
de los términos medios, de lo tibio. En lugar de representación de intereses
patrios se hizo política dinástica, en lugar de política nacional, la
internacionalización. Las palabras-impacto de "echar un puente entre todos
los antagonismos", de fraternización, de tregua y otras similares minaron
la fuerza del pueblo alemán hacia adentro y hacia afuera. La judaización fue la
consecuencia inmediata de esta política tibia, la judaización de la nación
alemana, porque el judío no renuncia a su propia nacionalidad.
Industrialización,
conquista económica pacifica del mundo fueron otros objetivos, según los cuales
se procedió, sin tener en cuenta que no existe ninguna política económica sin
espada, ninguna industrialización sin poder. Hoy no tenemos ya una espada en el
puño, ¿Donde tenemos entonces una política económica exitosa? Inglaterra ha
reconocido muy bien este primer principio de la vida estatal, de la salud estatal,
y actúa desde hace siglos de acuerdo al fundamento de convertir fuerza
económica en poder político, y el poder político debe a su vez, a la inversa,
proteger la vida económica. El instinto de conservación del estado puede
construir una economía; pero nosotros quisimos conservar la paz mundial en
lugar de defender con la espada los intereses de la nación, la vida económica
de la nación, y de abogar sin consideraciones por las condiciones de vida del
pueblo.
Y
en esto participan por igual todos los partidos del Parlamentarismo. Los
demócratas quieren salvar la democracia aunque Alemania sucumba por ello. Por
la democracia afirma el demócrata que quiere morir, por lo general nunca se
llega tan lejos. Una enormidad seria para él si la Democracia sucumbiera. En la
práctica se desarrolló, gracias a esta idea que conduce a la paralización del
pueblo, el dominio de la bolsa y de los manejos bursátiles.
El
centro representa la idea de la solidaridad de un determinado credo. Otros
pueblos, por fanáticamente que piensen y actúen de acuerdo a los principios de
su credo, son en primer término hijos de su pueblo y recién después abogan por
una confesión determinada.
La
Socialdemocracia representa intereses político-mundiales; pero un proceder
conjunto con los trabajadores de todo el mundo, por cierto, solo es posible en
base a un mutuo respeto y posición de igualdad. El alemán debe ser en primer
término un alemán, así como el inglés es un inglés, si quiere ganarse el
respeto de los otros; y este respeto existe hoy en día menos que nunca. No se
trata de si el obrero alemán se declara solidario con los obreros de otros
países, sino si el obrero de otros países quiere declararse solidario con el
obrero alemán.
Por
lo demás el pueblo alemán no quería ser Internacionalista. El mejor corazón del
alemán dejo ir a la guerra hace nueve años a incontados millones entusiastamente,
y hoy los obreros de Essen, cuando ametralladoras francesas tabletearon en
aquel funesto sábado dentro de sus filas, no fijaron su mirada en la
solidaridad internacional, sino sobre Alemania y sobre aquel día que alguna vez
llegara a ser el día de la venganza.
Debido
a la mediocridad y debilidad de los partidos parlamentarios sobrevino,
lógicamente, la mediocridad de los gobiernos. De esta manera, a partir del
momento en que debía ser mantenida la "paz mundial" bajo cualquier
circunstancia, por necesidad natural debió desarrollarse la guerra mundial.
Hubiéramos podido concertar alianzas con metas firmes y grandes; con decisiones
a medias no se lo puede hacer, y los canallas que anteriormente reflexionaron,
y ponderaron ahorraron y fueron tacaños, tiran hoy millones sin provecho para
el pueblo alemán*. Todo estaba bajo el signo de la mediocridad, de la tibieza,
hasta la lucha por la existencia en la guerra mundial y más aún la concertación
de la paz. Y hoy la continuación de la política a medias de entonces ha llegado
a ser triunfo. El pueblo unido entre sí en la ardua lucha, y aclaro que en la
trinchera no había partidos ni confesiones, ha sido desgarrado por el dominio
de los intermediarios rapaces y pillos. La reconciliación y la compensación de
los antagonismos, por cierto vendrían pronto si a toda "la compañía"
se la colgara. Pero es que los intermediarios rapaces y pillos son
"ciudadanos" y lo que es aún más importante, adeptos de aquella
religión que el Talmud santifica.
No
es el proletario quien ha llegado a ser señor, sino que el judío galiztiano se
puso en el lugar de reyes que van cayendo. Ahora ya hace más de cien años que está
trabajando en la desintegración de los estados europeos; siempre ha encontrado
auxiliares y los encuentra aún hoy: severing aquí, poincare alla! No se hubiera
podido hacer nada contra un pueblo de setenta millones si previamente no se le
hubiera quitado la fuerza. Y el que quita al pueblo este poder de decisión
interior es el culpable del hundimiento de la Nación.
Hace
tres años he declarado en este mismo lugar que el derrumbe de la conciencia
nacional alemana también arrastrara conjuntamente al abismo la vida económica
alemana. Porque para la liberación se requiere más que política económica, se
requiere más que laboriosidad, ¡para llegar a ser libre se requiere orgullo,
voluntad, terquedad, odio, y nuevamente odio!
¿Qué
se puede esperar de los gobiernos? Ellos sueñan con un milagro. Ellos sueñan
con negociar, pero ¡para negociar se requiere poder! Una delegación con
refuerzos de cuero en las rodillas va a París, trae de allí la decisión como
don de gracia que allí es dictada por un poder superior, y la Nación Alemana da
las gracias a la delegación por su "sentido del tacto", por su
"sabia mesura", por su comportamiento en el "sentido de la más
auténtica democracia", y el pueblo sucumbe a consecuencia de ello. Aun se
puede comprar carbón, aún no ha desaparecido el último marco de oro. Tres
cuencas carboníferas ya han sido enajenadas por dinero, pero yo creo que no nos
será ahorrado aplicar a nosotros la sentencia de Clemenceau que rezaba:
"Me batiré delante de Paris, en París y detrás de París". Por cierto
con una pequeña modificación: no nos quisimos batir delante del Ruhr, no nos
quisimos batir en el Ruhr, tendremos que batirnos detrás del Ruhr. Los
hambrientos que en los tiempos venideros clamaran por pan no serán alimentados
por el munchester post y los 20 millones de alemanes que se dijo están de más
en Alemania, deberán enfrentarse con un terrible destino. Y cada cual deberá
preguntarse: ¿también estarás tú entre ellos?
Hoz
y martillo, la Estrella roja y la Bandera roja ascenderán sobre Alemania; pero Francia
no devolverá el territorio del Ruhr. ¿Qué se puede hacer contra estos dos
terribles peligros que amenazan con aniquilarnos? Desde arriba no viene el
espíritu, el espíritu que purifique Alemania, que con escoba férrea limpie el
gran establo de la democracia. Hacer esto es el cometido de nuestro movimiento.
No ha de gastarse en superfluas batallas oratorias, sino que el estandarte con
el disco blanco y la Esvástica negra será enarbolado sobre toda Alemania el día
que será el día de la liberación de todo nuestro pueblo.
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