martes, 1 de noviembre de 2016

BARACK OBAMA “facilitaremos transacciones autorizadas entre Estados Unidos y Cuba. Se permitirá a las instituciones financieras de Estados Unidos abrir cuentas en instituciones financieras cubanas. Y será más fácil para exportadores de Estados Unidos vender productos en Cuba”

BARACK OBAMA “facilitaremos transacciones autorizadas entre Estados Unidos y Cuba. Se permitirá a las instituciones financieras de Estados Unidos abrir cuentas en instituciones financieras cubanas. Y será más fácil para exportadores de Estados Unidos vender productos en Cuba”
  
Barack Obama


Discurso en el que anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas en Cuba, 17 de Diciembre del 2014 

Buenas tardes. Hoy, Estados Unidos de América empieza a cambiar su relación con el pueblo de Cuba.
En el cambio más significativo de nuestra política en más de cincuenta años, terminaremos con un enfoque obsoleto que por décadas fracasó en promover nuestros intereses y, en cambio, comenzaremos a normalizar la relación entre los dos países. A través de estos cambios, es nuestra intención crear más oportunidades para el pueblo estadounidense y para el pueblo cubano y comenzar un nuevo capítulo entre las naciones del continente americano.
La historia entre Estados Unidos y Cuba es complicada. Yo nací en 1961, justo dos años después de que Fidel Castro tomara el poder en Cuba y unos meses después de la invasión en la Bahía de Cochinos, en la que se intentó derrocar a su régimen. En las siguientes décadas, la relación entre nuestros países tuvo lugar frente al trasfondo de la Guerra Fría y la firme oposición de Estados Unidos al comunismo. Solamente nos separan 90 millas. Pero año tras año, se endureció la barrera ideológica y económica entre los dos países.
Mientras tanto, la comunidad de exilados cubanos en Estados Unidos contribuyó enormemente con nuestro país, en la política, los negocios, la cultura y los deportes. Como otros inmigrantes lo habían hecho previamente, los cubanos ayudaron a reconstruir a Estados Unidos, a pesar de sentir una dolorosa nostalgia por la tierra y las familias que dejaron atrás. Todo esto forjó una relación única entre Estados Unidos y Cuba, al mismo tiempo amigos y enemigos.
Nos enorgullece que Estados Unidos ha apoyado la democracia y los derechos humanos en Cuba en estas cinco décadas. Lo hemos hecho principalmente a través de políticas dirigidas a aislar a la isla, y evitar que las personas que viven en Estados Unidos viajen o comercien allí, a diferencia de lo que sí puede hacer en cualquier otro lado. Y si bien esta política se originó con la mejor intención, ninguna otra nación se ha unido a nosotros para imponer estas mismas sanciones, y ha tenido muy poco efecto fuera de otorgarle al gobierno cubano una lógica para aplicar estas restricciones sobre su propia gente. Hoy, Cuba todavía está bajo el gobierno de los Castro y el Partido Comunista que tomó el poder hace medio siglo.
Esta rígida política no sirve ni al pueblo estadounidense ni al pueblo cubano y se origina en hechos que ocurrieron antes de que muchos de nosotros naciéramos. Piensen que por más de 35 años hemos tenido relaciones con China, un país mucho más grande y también gobernado por el Partido Comunista. Hace casi dos décadas, restablecimos relaciones con Vietnam, donde luchamos una guerra en la que perecieron más estadounidenses que en ninguna confrontación de la Guerra Fría.
Por eso es que, cuando asumí el cargo de Presidente de Estados Unidos, prometí volver a revisar nuestra política con Cuba. Para comenzar, levantamos restricciones para los estadounidenses de origen cubano para que pudieran viajar y enviar giros a sus familias en Cuba. Estos cambios, aunque fueron polémicos, ahora se ven como obvios. Los estadounidenses de origen cubano se han reunido con sus familias y han sido los mejores embajadores de nuestros valores. Y a través de estos cambios, una nueva generación de estadounidenses de origen cubano ha cuestionado más y más un enfoque que lo que más hace es mantener a Cuba excluida de un mundo interconectado.
Aunque personalmente he estado listo para tomar pasos adicionales desde hace algún tiempo un gran obstáculo se interpuso en el camino: la injusta encarcelación de Alan Gross en Cuba, un ciudadano estadounidense y contratista de USAID, por cinco años. Durante muchos meses mi administración ha mantenido discusiones con el gobierno cubano sobre el caso de Alan y otros aspectos de nuestra relación. Su Santidad el papa Francisco apeló personalmente y urgió para que yo y el presidente de Cuba, Raúl Castro, resolviéramos el caso de Alan y para que atendiéramos el interés de Cuba en la liberación de tres agentes cubanos que habían estado encarcelados en Estados Unidos durante 15 años.
En el día de hoy, Alan volvió a su casa y finalmente se reunió con su familia. El gobierno cubano liberó a Alan por motivos humanitarios. Por otro lado, y como intercambio por los tres agentes cubanos, Cuba hoy liberó a uno de los más importantes agentes de inteligencia que Estados Unidos tuvo en Cuba, y que había estado prisionero durante casi dos décadas. Este hombre, cuyo sacrificio era conocido sólo por unos pocos, le dio a Estados Unidos la información necesaria para arrestar a la red de agentes cubanos que incluía a los hombres que hoy se envían a Cuba, como también a otros espías en Estados Unidos. Este hombre está a salvo ahora en nuestro territorio.
Habiendo recuperado a estos dos hombres que se sacrificaron por nuestro país, puedo entonces ahora tomar las medidas necesarias para establecer, como centro de nuestra política, el interés de los pueblos de ambos países.
Primero, he instruido al Secretario de Estado Kerry a que comience inmediatamente las discusiones con Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas que han estado interrumpidas desde enero de 1961. En adelante, Estados Unidos restablecerá una embajada estadounidense en La Habana, y funcionarios de alto rango visitarán Cuba.
En donde podamos promover intereses compartidos, lo haremos, en asuntos como salud, inmigración, antiterrorismo, tráfico de drogas y respuesta a catástrofes. De hecho, ya hemos observado los beneficios de la cooperación entre nuestros países antes. Fue un cubano, Carlos Finlay, quien descubrió que los mosquitos transmiten la fiebre amarilla. Su trabajo ayudó a Walter Reed en su lucha. Cuba ha enviado a cientos de trabajadores de la salud a África a ayudar en la lucha contra el ébola y creo que los trabajadores de salud de Estados Unidos y Cuba deberían trabajar, mano a mano, para detener la transmisión de esta enfermedad fatal.
Ahora bien, en donde estamos en desacuerdo, plantearemos esas diferencias de manera directa, como lo continuaremos haciendo con los asuntos relacionados con la democracia y los derechos humanos en Cuba. Pero yo creo que podemos hacer más para apoyar al pueblo de Cuba y promover nuestros valores mediante la participación. Después de todo, estos 50 años han demostrado que el aislamiento no funcionó. Es hora de un nuevo enfoque.
Segundo, he instruido al Secretario Kerry para que revise la calificación de Cuba como un Estado que patrocina el terrorismo. Esta revisión será guiada por los hechos y las leyes. El terrorismo ha cambiado en las últimas décadas. En un momento en el que nos concentramos en las amenazas desde al Qaida hasta ISIS, una nación que cumple con nuestras condiciones y renuncia al uso de terrorismo no debería enfrentar esta sanción.
En tercer lugar, estamos tomando las medidas para aumentar el transporte, el comercio y el flujo de información de y hacia Cuba. Fundamentalmente, esto se trata de la libertad y la apertura, y también manifiesta mi creencia en el poder de participación entre las personas. Con los cambios que estoy anunciando hoy, será más fácil para las personas que viven en Estados Unidos viajar a Cuba. Ellos podrán usar tarjetas de crédito y débito de Estados Unidos en la isla. Nadie representa los valores de Estados Unidos mejor que su gente y yo creo que este contacto, en última instancia, hará más para empoderar a la gente de Cuba.
También creo que más recursos deberían llegarle a la gente de Cuba. Así que aumentamos significativamente la cantidad de dinero que se puede enviar a Cuba y eliminamos los límites en giros que apoyan proyectos humanitarios, al pueblo de Cuba y a su emergente sector privado.
Creo que las empresas estadounidenses no deberían estar en desventaja y que un aumento del comercio es bueno para los estadounidenses y los cubanos. Por lo tanto, facilitaremos transacciones autorizadas entre Estados Unidos y Cuba. Se permitirá a las instituciones financieras de Estados Unidos abrir cuentas en instituciones financieras cubanas. Y será más fácil para exportadores de Estados Unidos vender productos en Cuba.
Yo creo en el libre flujo de información. Desafortunadamente, nuestras sanciones sobre Cuba han negado a los cubanos el acceso a tecnología que ha empoderado a individuos en todo el mundo. Por lo tanto, he autorizado el aumento de las conexiones de telecomunicaciones entre Estados Unidos y Cuba. Las empresas podrán vender los productos que les darán a los cubanos la habilidad para comunicarse con Estados Unidos y otros países.
Estas son las medidas que yo puedo tomar como Presidente para cambiar esta política. El embargo que se ha impuesto durante décadas se encuentra en una legislación. A medida que estos cambios se desarrollan, espero poder involucrar al Congreso en una discusión seria y honesta sobre la eliminación del embargo.
Ayer, hablé con Raúl Castro para ultimar los detalles de la liberación de Alan Gross y el intercambio de prisioneros y para describir cómo progresaremos de ahora en adelante. Le dejé claro que creo firmemente en que la sociedad cubana está oprimida por las restricciones impuestas sobre sus ciudadanos. Además del regreso de Alan Gross y de la liberación de nuestro agente de inteligencia, nos da gusto la decisión de Cuba de liberar a un gran número de prisioneros, cuyos casos fueron planteados directamente por mi equipo al gobierno cubano. Nos agrada la decisión de Cuba de proveer un mayor acceso a internet a sus ciudadanos y la continua participación de sus instituciones internacionales como las Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja, que promueve valores universales.
Pero no dudo que persisten trabas para la libertad para los cubanos de a pie. Estados Unidos cree que ningún cubano debe enfrentar acosos, arrestos o golpizas simplemente porque ejerce el derecho universal de expresar su pensamiento, y continuaremos apoyando a la sociedad civil en ese asunto. Si bien Cuba ha hecho reformas para abrir su economía de manera gradual, continuamos creyendo que los trabajadores cubanos deben ser libres para crear sindicatos, de la misma manera que sus ciudadanos deben ser libres para participar en el proceso político.
Además, dada la historia de Cuba, también espero que Cuba siga aplicando políticas que, a veces, estarán en franco desacuerdo con los intereses de Estados Unidos. No espero que los cambios que estoy anunciando hoy brinden una transformación de la sociedad cubana de la noche a la mañana. Pero estoy convencido que a través de una política de participación, podemos defender nuestros valores de una forma más efectiva y ayudar a los cubanos a que se ayuden a sí mismos a medida que entran en el Siglo XXI.
Para aquellos que se oponen a los pasos que anuncio hoy permítanme decirles que respeto su pasión y comparto su compromiso con la libertad y la democracia. La cuestión es cómo mantenemos ese compromiso. No pienso que podamos seguir haciendo lo mismo durante más de cinco décadas y esperar un resultado distinto. Además, intentar empujar a Cuba al colapso no beneficia a los intereses de Estados Unidos ni los de los cubanos. Incluso si eso funcionara, lo cual no ha funcionado durante 50 años, sabemos por experiencia que es más probable que los países disfruten de una transformación duradera si la gente no está sujeta al caos. Hacemos un llamado a Cuba para que desencadene el potencial de 11 millones de cubanos para poner un punto final a las innecesarias restricciones impuestas en sus actividades políticas, sociales y económicas. Con ese mismo espíritu, no debemos permitir que sanciones de Estados Unidos impongan una carga aún mayor a los ciudadanos cubanos, a quienes estamos intentando ayudar.
A los cubanos, Estados Unidos les extiende una mano de amistad. Algunos de ustedes nos han buscado como fuente de esperanza, y continuaremos alumbrando una luz de libertad. Otros nos han visto como un pasado intento de colonización para controlar su futuro. José Martí una vez dijo, "la libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía". Hoy, estoy siendo honesto con ustedes. Nunca podremos borrar la historia entre nosotros, pero creemos que deben estar empoderados para vivir con dignidad y autodeterminación. Los cubanos tienen un dicho sobre la vida diaria: "No es fácil". Hoy, Estados Unidos quieren ser un socio para hacer que la vida de los cubanos ordinarios sea un poco más fácil, más libre y más prospera.
Para aquellos que han respaldado estas medidas, les agradezco por ser socios de nuestros esfuerzos. En particular, quiero agradecer a Su Santidad el papa Francisco, cuyo ejemplo moral nos muestra la importancia de proseguir en el mundo de la manera que tiene que ser, en lugar de simplemente dejarlo como está; al gobierno de Canadá, que ha sido sede de nuestros debates con el gobierno cubano; y a un grupo bipartidista de congresistas que han trabajado sin descanso para la liberación de Alan Gross, y por un nuevo enfoque con respecto a nuestros intereses y valores en Cuba.
Finalmente, nuestro cambio de política hacia Cuba llega en un momento en el que hay un liderazgo renovado en el continente americano. Para abril, todos tenemos preparada una reunión en la que Cuba se una a otras naciones del hemisferio en la Cumbre de las Américas. Pero insistiremos para que la sociedad civil se una a nosotros, y para que, de esa forma, los ciudadanos y no sólo los líderes, formen nuestro futuro. Y hago un llamado a que los demás líderes le brinden un significado a este compromiso con la democracia y los derechos humanos que están en el corazón de la Convención Interamericana de Derechos Humanos. Permítanos dejar atrás el legado de la colonización y el del comunismo, la tiranía de los carteles de droga, de dictadores y farsas electorales. Es posible tener un futuro con mayor paz, seguridad y desarrollo democrático si trabajamos juntos, no para mantener el poder, no para asegurar el interés personal, sino para promover los sueños de nuestros ciudadanos.
Estimados conciudadanos, la ciudad de Miami se encuentra a solo 200 millas o menos de La Habana. Un sinnúmero de cubanos ha emigrado a Miami, en aviones y balsas improvisadas; algunos han venido sin más que una camiseta y la esperanza en su corazón. Hoy, a menudo se le refiere a Miami como la capital de Latinoamérica. Pero también es una ciudad profundamente estadounidense; un lugar que nos recuerda que los ideales importan más que el color de nuestra piel, o las circunstancias de nuestro nacimiento; una demostración de lo que los cubanos pueden lograr, y la apertura de Estados Unidos con nuestra familia con el sur. Todos somos americanos.
El cambio es duro, en nuestras propias vidas y en las vidas de las naciones. Y el cambio es aún más duro cuando llevamos el peso de la historia en nuestros hombros. Pero hoy estamos haciendo estos cambios porque es lo correcto que hay que hacer. Hoy, Estados Unidos elige deshacerse de las cadenas del pasado para poder llegar a un mejor futuro para los cubanos, para los estadounidenses, para todo el hemisferio y para el mundo.
Gracias. Que Dios los bendiga y que Dios bendiga a los Estados Unidos.


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