lunes, 7 de noviembre de 2016

ANGELA MERKEL “el Estado, como guardián del orden común, experimenta un renacimiento”

ANGELA MERKEL “el Estado, como guardián del orden común, experimenta un renacimiento”


ANGELA MERKEL “el Estado, como guardián del orden común, experimenta un renacimiento”


Discurso en el evento de la “Stiftung Ordnundspolitik” (Fundación para la Gobernabilidad Económica1 ). Friburgo, 23 de febrero del 2011

Estimado Sr.Gerken,
Estimado Sr.Ehlers,
Estimado y Apreciado
Erwin Teufel,
Estimado Herr Stächele,
 Sr. Alcalde Mayor,
Damas y Caballeros,
Me alegro de poder estar aquí esta noche y seguramente, Sr. Gerken, no llegare a cumplir las expectativas comunes en su totalidad, pues para un político real existe siempre una tensión inherente entre lo que hay que hacer diariamente, y lo que sería deseable desde el punto de vista investigativo. Además las propias opiniones científicas sobre lo que se presenta como política de regulación (Ordnungspolitik), son a veces divergentes. Pero en vista de los temas que usted ha mencionado en su discurso de apertura, sin duda será correcto y bueno hablar hoy sobre los retos en materia económica y sobre la cuestión de cómo ellos se enmarcan dentro de la historia de la Economía Social de Mercado. Y hacer esto en Friburgo es naturalmente siempre un reto particular. Pues aunque geográficamente – quiera el Sr. Alcalde Mayor disculparme - Friburgo se encuentra en uno de los bordes de la República Federal de Alemania, ocupa en términos de política de organización (Ordnungspolitik) un lugar central. De eso no hay duda. Recuerdo con ello también a su Fundación, que afortunadamente mantiene lo que han creado los precursores y arquitectos de la Economía Social de Mercado. He aceptado su invitación con mucho gusto, a fin de que hoy podamos hablar sobre cómo sacar lecciones correctas de lo que nos ha tocado vivir en los últimos años, y lo que eso significa para nosotros hoy.
En el transcurso de la crisis financiera y económica internacional una cosa ha quedado clara: el Estado, como guardián del orden común, experimenta un renacimiento. Pero mientras mas distancia nos separa de la crisis, mayor es el riesgo de que nos movamos en la agenda hacia lo cotidiano, dejando de lado algunas lecciones importantes aprendidas de este trance en una crisis internacional del tipo cuya gravedad no se había dado en varias décadas. Más, debido a que hemos salido bastante bien de esta crisis, y dado que por las diversas intervenciones estatales el impacto de la misma se ha visto disminuido considerablemente, puede parecernos en retrospectiva como que ciertamente no haya sido tan dramática. Basta entonces una mirada a la deuda de los gobiernos locales, estatales y federales, para recordarnos que allí tiene que haber sucedido algo. Sólo puedo aconsejar con urgencia no volver demasiado rápido a la agenda cotidiana. En tales momentos vale la pena de forma muy particular traer a la mente el enfoque de la Escuela de Friburgo que nos dieron Walter Eucken y Franz Böhm. Pues esos economistas que he nombrado, habiendo formulado sus ideas al final de la década de los años 30, demostraron gran previsión con la propuesta de crear un marco jurídico como la principal tarea del Estado.
Dicho Estado debe garantizar la libre competencia en beneficio de todos los ciudadanos. Este marco normativo sin embargo, debe ser creado. Es algo así como forjar ciertas barreras de protección, en el mundo en el que se desarrollan las fuerzas del mercado. No quisiera extenderme demasiado sobre la concepción humana que se plantea en esto. Es una concepción de humanidad que confía en la persona individual. Que entiende que el individuo nace libre, y en una comprensión de la propia libertad, se centra en la  responsabilidad. Con esta concepción humana es posible crear un orden de mercado (Marktordnung).
Esta imagen del ser humano ha sido muy revolucionaria, pues por primera vez concede a todos los individuos los mismos derechos y obligaciones en este régimen. La declaración de propósitos de entonces nos decía: "Planificación de las formas del Estado – sí; planificación estatal y dirección del proceso económico - no." Esto es por supuesto muy interesante:
 ¿Dónde termina la forma y dónde comienza el proceso económico? Es algo que desde el comienzo suena a la vez bueno y correcto. Este concepto ha sido más tarde llamado "Ordo-liberalismo" de forma común. El título "Ordo" tomado del Anuario creado por Eucken y Böhm 1948, nos ha llegado hasta nuestros días. Agradezco a todos los que lo mantienen vivo. A finales de los años 30 la libertad de pensamiento en Alemania no tenía ninguna posibilidad de ser implementada. Fue después de la dictadura nacionalsocialista, que se encontró mayor oído político para esto. Hay que agradecerle a Ludwig Erhard el hecho de combinar las ideas de la Ordo-liberalismo con las ideas de la doctrina social cristiana. El convertirá esto exitosamente, en una totalidad muy audaz convirtiendo un concepto teórico en un sistema económico práctico.
Es lo que ahora llamamos Economía Social de Mercado, que es algo más que un sistema económico: es un orden social para que nosotros lo hagamos. Los valores fundamentales de este orden son la libertad y la responsabilidad. El crecimiento económico y la justicia social van de la mano. Por lo tanto, la Economía Social de Mercado ha sido capaz de usar una y otra vez la fuerza innovadora de la competencia, para producir un amplio progreso social. Ella creó una alianza entre los fuertes y los débiles. También se puede decir que ha sido una forma de oponerse y resolver contradicciones aparentemente antagónicas, como aquellas enunciadas entre el capital y el trabajo. A partir de ello ha podido fundarse en nuestro país un orden social muy exitoso. El sistema económico, por medio de la Economía Social de Mercado se convierte en un orden social.
El credo de Ludwig Erhard era "prosperidad para todos". Lo realmente sorprendente es que esto no se quedo solo como un concepto teórico, sino que se ha producido medidas en la práctica. Con el debido respeto por las ideas sobre políticas públicas (ordnungspolitische Vorstellungen) - si se  quiere convencer a la mayoría de los ciudadanos, tiene que haber un orden que pueda sostener las exigencias de práctica. De lo contrario no se recibirá su apoyo. Entretanto, la economía social de mercado en Alemania ha demostrado ser eficaz a lo largo de seis décadas. Se constituyo en el fundamento para la difícil reconstrucción nacional en Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Ella ha mantenido la promesa de prosperidad. La promesa que se llevo también al otro lado del muro donde me crié, en la antigua Alemania del Este, con una fuerte atracción.
 Creo que el éxito de la Economía Social de Mercado se ha debido también a que la gente en la antigua Alemania del Este no ha olvidado la libertad de pensamiento, sino que fue en esa dirección en la que trabajaron para finalizar la división de finales de los 80. Y eso sólo tuvo éxito porque el sistema financiero de la economía planificada se debilitó gravemente. Puede ser un excelente tema de debate discutir sobre por qué no fue sino hasta finales de los anos 80 que sucedió todo. Creo que esto tuvo mucho que ver con las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología de la información y la comunicación, y el desarrollo de una sociedad del conocimiento, como lo llamamos hoy en día. Actualmente, la gente en Alemania vive en total libertad y pueden aprovechar las oportunidades de vivir en libertad. Esto nos permite a todos, a pesar de los problemas que tengamos – eso es algo que no debemos olvidar nunca - un nivel de vida que la gran mayoría de personas en el mundo anhela, y también una cohesión social envidiada de la mayoría de los casos. Y de hecho, un camino hacia una economía sustentable, donde muy pocos países han sido capaces avanzar tanto como nosotros. También durante la crisis financiera y económica internacional, nuestro sistema económico ha demostrado su eficacia.
Hemos experimentado un descenso significativo en el producto interno bruto de casi el cinco por ciento (5%). De hecho, en BadenWürttemberg aún más: alrededor del siete por ciento (7%). Pero también logramos en el 2010 un crecimiento económico que fue mayor que cualquier otro desde la reunificación. Así que estamos ya en algunas zonas, con un poder económico como el que teníamos en el 2008. El mayor éxito tal vez sea que la tasa de desempleo estuvo por debajo de tres millones el pasado otoño, alcanzando su nivel más bajo en 19 años. De hecho, esto es lo que cuenta para las personas. Las cifras de empleo han crecido a más de 41 millones de  trabajadores. Este número de empleos es el mas alto que hemos tenido nunca. Esto también constituye el éxito de la actividad económica.
Pero la crisis ha puesto de manifiesto importantes debilidades. Me gustaría mencionar dos ejemplos: tuvimos que tomar nota que el marco regulador de los mercados financieros, por decirlo de manera amistosa, no había mantenido un paso acorde con su desarrollo. Si se plantea de forma menos amable, uno diría que casi no existía. Y cuando digo "no había mantenido el mismo paso", quiero decir con ello: ni con el tipo de productos en los que habían incurrido, ni con la internacionalización de los mercados financieros. Además: todos los reglamentos existentes hasta ahora, como por ejemplo el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en Europa, no han sido suficientes para evitar el crecimiento de las deudas públicas. Se trata del caso -esto vale para Alemania desde la primera Gran Coalición a finales de los años 60 – de quien siempre vivió en la situación, (y cada año encontró otra razón por qué) de haber consumido más de lo que recaudaba, al menos a nivel federal. Uno de los errores fatales en este contexto, además, fue pretender decretar el crecimiento económico por encima de todo. El crecimiento era, por así decirlo, el objetivo supremo.
Todos los otros objetivos, como el equilibrio presupuestario, tuvieron que someterse a tal priorización. Por lo tanto, digo con toda claridad que guardo gran escepticismo sobre todos aquellos movimientos en el plano internacional, que vuelven a postular que necesitamos producir crecimiento económico a cualquier costo, aun si esto nos trajese nuevos endeudamientos los cuales serian declarados luego como efectos secundarios inevitables. Hay pues graves deficiencias en el marco normativo, que debemos cerrar. Esto requiere algún tipo de cooperación que no se han extendido tanto como la necesitamos. Debemos de hecho encontrar varias normas comunes entre los diferentes Estados que nos unan a todos por igual a nivel global. Es decir, tenemos que desarrollar la economía nacional hacia una economía global con principios internacionalmente reconocidos tanto como sea posible. Claro que es muy emocionante para mí ver como estas ideas se encuentran intactas en el pensamiento de Walter Eucken y Franz Böhm. En el prefacio a la primera edición del  Ordo-Jahrbuch, en 1948, ellos escriben: "una amplia cooperación internacional es una necesidad dado el hecho de que la producción de una alternativa viable en el orden económico internacional no es menos necesaria que una a nivel nacional". Debo decir: eso fue dicho con visión de futuro e infortunadamente es algo que durante años no ha sido llevado a cabo con toda su fuerza. Es algo que comprobadamente también ha demostrado no ser fácil. Esto significa que tenemos hoy en día - más que en 1948, aunque ya entonces se reconoció - ante nosotros y sobre todas las cosas la tarea de crear un marco normativo internacional. Esto se aplica a los mercados financieros de una manera muy especial, ya que básicamente no existen solo a nivel nacional. Por lo tanto los enfoques individuales, a menos que uno quiera poner algún efecto selectivo, no llegan lejos.
Un marco normativo eficaz en este campo puede anclarse sólo en el plano internacional. En eso es importante el uso de variables relevantes para el sistema, en los mercados financieros, por supuesto, con instituciones financieras relevantes. Ahora debe uno decir en vista de la crisis que nosotros tuvimos, que se evidenciaron claramente la interdependencia y la dependencia mutua. Lehman Brothers quedara en el futuro inmediato exactamente para simbolizar este efecto. En vista del desastre que hemos vivido, se manifestó de repente la voluntad de cooperar a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno en un formato del G-20, y esta voluntad ha crecido y se ha traducido en una práctica. Una preocupación es que en cuanto nos alejemos de la crisis aguda, la voluntad de tomar medidas conjuntas como las del G-20, vuelva a disminuir y otra vez prevalezca el pensamiento nacional. Sin embargo, hemos acordado un paquete de medidas que no quiero presentar aquí en detalle, y que proporcionarán un marco regulador.
Un marco para los mercados financieros internacionales, que es significativamente mejor que lo que había antes de la crisis, pero todavía no lo suficientemente bueno. Es por eso que debemos seguir trabajando en eso bajo la presidencia francesa de la G-20. Frente a la crisis nos habíamos propuesto que íbamos a regular cualquier producto financiero, y a cada uno de los actores y a cada centro financiero. Hemos hecho un progreso significativo. Sólo menciono aquí la palabra clave “Basilea III”, es decir, la adecuación del capital de los bancos. En el pasado, se hubieran necesitado  probablemente entre siete y diez años para negociar algo así. Hoy fue posible en un período de menos de un año. Igualmente podríamos citar varios ejemplos más. Sin embargo, me es muy importante -lo digo con toda franqueza- que no nos limitemos a la gestión de la crisis, que no sólo creemos un marco específico para un sistema financiero, sino que seamos capaces en el G-20 de elaborar una Carta - como la he llamado - para el desarrollo una actividad económica sostenible, es decir, ponerse de acuerdo internacionalmente sobre los principios de la gestión económica.
Esto resulta ser muy difícil, ya que la experiencia demuestra que cualquier tipo de marco regulador es visto - por diferentes países- una y otra vez como un freno al crecimiento y no como una guía para el desarrollo de las fuerzas del mercado. Se plantearan Ustedes la pregunta: ¿Dónde es un freno, y donde es más bien una forma necesaria para que las fuerzas del mercado se desarrollen? Hay que decirlo, Ludwig Erhard fue una persona que enfrentó muchísimas resistencias en el proceso de crear esa guía y esa forma. El hecho de que la clase media alemana hoy en día es la columna vertebral de nuestra actividad económica, tiene mucho que ver con su ley contra la restricción de la competencia. Si le hubieran preguntado al BDI (Bund Deutscher Industrie) en esa oportunidad, hubiera dicho “Jamás” con múltiples signos de exclamación. El hecho de que las oportunidades para tener una posición dominante en el mercado sean limitadas, ha hecho que muchas empresas se pudieran desarrollar, que hubo oportunidades para más participantes en el mercado. Esto quiere decir que un marco legal es algo esencial. Por lo tanto, seguimos con la tarea de encontrar un marco normativo internacional. Francia, con el presidente Sarkozy, tiene ahora una agenda muy exigente para la presidencia del G-20 - la primera agenda a trabajar después de la gestión aguda de la crisis. Aquí vamos a ver hasta qué punto existe la disposición, de imaginar por ejemplo, un sistema monetario mundial, una gestión de materias primas, una gobernanza global, como se suele decir de forma grata, a nivel de acciones de gobierno o procesos de decisión. Esto todavía requiere un cambio de cultura considerable. Por ser miembros de la Unión Europea, nosotros en Alemania hemos pasado por un proceso de cambio cultural que nos hace parecer muy natural el hecho de entregar ciertas competencias a un ente superior fuera de los límites de la nación. Todos los  miembros de la UE han delegado competencias nacionales a Bruselas. Estas son aquellas establecidas en el contrato, ahora “Tratado de Lisboa”. Otros países, como China o los Estados Unidos de América, nunca en su historia han delegado competencias de su propia jurisdicción nacional – en el sentido de tener que hacer lo que un ente internacional fuera de sus límites territoriales demande de ellos, sin tener un poder de veto.
Puede que la OMC sea quizás uno de los pocos ejemplos donde se podría dar algo así, sanciones incluidas, pero en las Naciones Unidas tanto los Estados Unidos como China tienen poder de veto, y en el FMI, los EE.UU. tiene un poder de veto de facto. Si se tiene en cuenta que una institución como el FMI podría ser el ente regulador del sistema mundial de divisas, del sistema de gestión económica, del sistema de control de los mercados financieros, lógicamente, los Estados-Naciones deberían comprometerse de alguna manera a seguir las instrucciones de esta institución, y no verlas como un comentario amable sobre la política nacional para seguir haciendo en casa lo que uno piensa que es correcto. Por eso les digo: si se trata de política económica, o de la regulación del mercado financiero o de cuestiones ambientales - en China, podemos observar lo mismo en el tema de la protección del clima - si lo que queremos es un marco global – y estoy firmemente convencida de que lo necesitamos para un desarrollo razonable y sostenible del mundo - entonces esto también está ligado a la voluntad de entregar competencias nacionales. Por supuesto que la existencia de la Unión Europea es de fundamental importancia, por lo menos podemos afirmar con 500 millones de habitantes que hacemos valer algunos intereses, los que corresponden a quienes consideran correcto el concepto de Economía Social de Mercado. Se espera dar la bienvenida a los terrícolas número siete millardos este año. Estamos en Europa, la Unión Europea ahora con 500 millones.
Podemos determinar muchas cosas, pero ciertamente no todas. Debemos trabajar duro para convencer a todos sobre nuestros conceptos de orden social y económico. Eso es algo que podemos hacer mucho mejor si le damos cabida a este orden en nuestros sistemas políticos. Por lo tanto, un punto para un efectivo marco regulatorio internacional que se inicia de nuevo en la tradición de la Escuela de Friburgo es el compromiso con el libre comercio y  con mercados abiertos. Aquí se encuentra tal vez uno de los grandes peligros derivados de la crisis financiera y económica internacional en los últimos años, y es que, aunque formalmente lo que está regulado en cuanto a barreras arancelarias en la OMC es bastante respetado, la creatividad en términos de las barreras no arancelarias es bastante grande, y por lo tanto el libre comercio mundial es muy limitado. He sido Canciller Federal de Alemania ya durante cinco años, y participo anualmente en el G-8 o ahora también en una reunión del G-20. Cada vez se comprometen los participantes allí presentes a poner fin a la Ronda de Doha en la OMC. Espero que nos hayamos comprometido en Seúl por última vez, a ver si lo logramos durante la presidencia francesa. Pero la evidencia al respecto es todavía insuficiente. Creo que el libre comercio mundial es el mejor programa de crecimiento que podemos hacer en absoluto. Si tomamos esto realmente en serio, entonces habremos hecho mucho más de lo que podemos lograr con todas las ayudas al desarrollo en general. No quiero decir que no vamos a procurar más ayuda al desarrollo. Lo que quiero decir es que el libre comercio mundial es un enorme paquete de estímulo económico, especialmente para los países más pobres.
 Señoras y señores, es por eso que debemos construir un marco normativo internacional apropiado para nuestras economías relacionadas, pero debemos dar el ejemplo dentro de la Unión Europea para poder hacer valer nuestros intereses en todo el mundo de forma creíble. Ahora el Sr. Gerken de manera provocativa me ha dado varias alternativas para elegir donde comenzar. Por lo tanto, me gustaría empezar con algo más general. Creo que todos estamos de acuerdo en que la creación de la Unión Europea después de la Segunda Guerra Mundial, fue la respuesta absolutamente correcta a siglos de guerras y conflictos entre los Estados-nación europeos. Es una obra de paz. Quienes como yo, nacieron después de la Segunda Guerra Mundial, afortunadamente carecen de experiencias personales sobre la guerra. Pero siempre se asocia esto con el riesgo de que lo que uno asume como cotidiano, puede llegar a creerse que es la única posibilidad. Basta una mirada a otras regiones del mundo para demostrarnos lo difícil que sigue siendo para otras regiones hacer tratados de paz y producir cooperación práctica entre países. Creo que la forma en que nos hemos integrado los países Europa Central y Oriental en la Unión Europea, es un ejemplo para muchas zonas del mundo.  
Por otra parte, en la actualidad la Unión Europea es para nosotros la única posibilidad de unir intereses y valores comunes, algo que tiene que ver con nuestra comprensión de la dignidad, de la libertad, y la justicia. Y ha sido posible consagrar el tema de la Economía Social de Mercado como nuestro fin común europeo en el Tratado de Lisboa y plantearlo ante la discusión general internacional. Incluso la mayor economía de la Unión Europea, Alemania, tendría pocas posibilidades, si no contase con la experiencia y localización de otros intereses internacionales. Por lo tanto, estoy firmemente convencida que la Unión Europea junto a la fuerza de la paz, ha logrado en el marco de la globalización otra razón fundamental. Por ello, la cooperación europea es para nosotros de importancia crucial. Ahora bien, en la historia de la Unión Europea siempre se procuro aumentar el grado de integración porque este proyecto, si se queda estático, se encontraría en peligro de retroceder llegando a provocar por así decirlo una re-nacionalización y el colapso sobre sí mismo. Por eso fueron pasos importantes la introducción del mercado interno - también fue de gran importancia simbólica- y la introducción del Euro. Algunas personas muy inteligentes decían después de la Segunda Guerra Mundial: si se mira históricamente las personas que tienen la misma moneda, rara vez se hacen la guerra entre sí. Por eso tanto la introducción del euro, así como la cuestión monetaria son alta política y un tema sobre la profundidad de la integración europea. Decidimos adoptar el euro sin una unión política, y con esto nos adelantamos al paso final en contradicción con la Teoría de la Coronación2 , y no dijimos que nos habíamos decidido primero por la culminación del proceso completo para tener una moneda común. Esta diferencia no ha sido concluida en términos investigativos, sino que se ha decidido políticamente.
Los Jefes de Estado y de Gobierno que actuaron en esa época específica se decidieron por la introducción del euro. El nombre de Helmut Kohl representa justo eso. Y yo lo digo claramente: creo que fue la decisión correcta. Sin embargo, es una decisión asociada con el hecho de que hay una serie de problemas por resolver. A través de la crisis financiera y económica internacional nos vemos enfrentados de una manera especial con estas dificultades. La pregunta "¿Cuánta unión política queremos?" no ha sido definitivamente aclarada hasta hoy. La intención de crear un tratado constitucional común ha servido para demostrarnos que existe todavía una considerable resistencia. El resultado fue el Tratado de Lisboa, que contiene las partes de una unión política en sí mismo como por ejemplo, la puesta en común de una política interior y jurídica que va mucho más allá de preveer la creación de un área de política común interna y jurídica para el mercado interno con votación por mayoría – algo difícil también para un país como Alemania. Pero la unión política está lejos de ser un hecho consumado. La cuestión de hasta dónde queremos llegar, no ha sido respondida de manera concluyente. Europa es, usando las palabra de un ex ministro de exteriores, una entidad sui generis. Así se puede describir lo abstracto, pero de forma suficientemente correcta. Cómo se complementa eso en la vida cotidiana, es algo que requiere la elaboración de repetidas pruebas. Mas lo que ha sucedido es lo siguiente: el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no se ha cumplido correctamente. Se dieron por hecho muchas razones políticas cuando admitimos nuevos Estados miembros en la zona Euro. En tiempos de desarrollo económico armonioso, esto no se noto de forma dramática. Pero en momentos cuando hay una crisis financiera y económica internacional en la que a) fuimos los responsables de llevar a cabo el rescate financiero; b) veíamos previsible el lanzamiento de un programa de coyuntura para evitar la caída total de la economía mundial – además, mis reservas acerca de los programas económicos me hacían prever el próximo paso: que todo redundaría en una fuerte deuda de los Estados y que cada uno de ellos, de acuerdo a su distinto poder económico, podría resistir de manera diferente. Y eso es exactamente lo que tenemos ahora. No ayuda que nos molestemos solo con los especuladores que existen en los mercados internacionales. Ello lo que hacen es aumentar los efectos, mientras que la solución del problema se ubica en las diferencias existentes en la competitividad y en los endeudamientos de los distintos Estados miembros en la zona del euro.
Ahora, por supuesto, se podría decir que a todos los que siempre han sido críticos del Euro les llego la hora de tener razón – muy bonito. A quién le agrade, puede disfrutar de esta sensación por un rato. Pero en la vida práctica de un Canciller Federal, esto no ayuda en absoluto. Para mí, el regreso al Marco alemán no es una opción. Quién quiera pensarlo en teoría, puede hacerlo. Llegaría a tener una moneda de alto valor, la cual limitaría bastante nuestra capacidad de exportación. De las consecuencias políticas, no quisiera ni hablar. Así que esto es un tema para ejercicios teóricos en las escuelas de negocios, pero no algo que se deba tratar seriamente en la práctica. Así que tenemos el Euro, y personas que entienden mucho mas de esto que yo nos han aclarado que la idea de que si alguien decidiera salirse de esta unión monetaria, nos pondría ante una cantidad enorme de problemas no resueltos. El riesgo es demasiado grande, por eso nadie lo haría. No tenemos ninguna experiencia en procesos de reestructuración dentro del área de la unión monetaria, para que hablar de salidas del mismo. Las consecuencias, las reacciones en cadena, etc. no podrían ser previstas y tratadas todas. Nos ponen a Lehman Brothers como un ejemplo, y era un banco que no era tan grande. Lehman Brothers fue, como nos dicen hoy en día, un volumen menos relevante de lo que fue por ejemplo WestLB, que de hecho tampoco es lo que era antes. En cualquier caso, se descarta este tipo de experimento. Tenemos una moneda común, lo cual nos hizo mucho bien durante la crisis. Les pido a los que sean un poco mayores recordar lo que siempre pasaba cuando teníamos que respaldar la Peseta y la Lira, o durante las turbulencias franco-alemanas de divisas. Ahora hemos atravesado bastante bien este tiempo de crisis. Pero ahora ha ocurrido algo por lo que el sistema financiero en un país como Grecia ha llegado, dado un nivel de deuda muy elevado, a producir una gran diferencia con el valor medio del Euro.
¿Qué se hace entonces con un país como este? Ha sido definido de manera muy inteligente, y lo apoyo totalmente, lo previsto en las disposiciones del artículo 125 del TFUE: "No hay rescate" – no rescatamos a un país y no respondemos por sus deudas. Pero obviamente no se pensó en esa oportunidad en las interdependencias entre los distintos Estados miembros de la zona del Euro y el peligro que puede significar para el conjunto no actuar ante la crisis de un país - con importantes consecuencias para Alemania o cualquier otro país miembro de la zona del Euro. Hay pasajes muy interesantes en la decisión de Maastricht – debo tener cuidado al tener al Sr. Gerken aquí, porque no puedo citarlos textualmente, digamos que es una cita resumida por una Físico que ha tratado con la Corte Constitucional: “si la estabilidad del  Euro como un todo no puede ser asegurada, entonces, dice la Corte Constitucional, Alemania podría considerar si se mantiene dentro de la unión monetaria”. Usted diría a esto: así es. Yo les digo: en la práctica es imposible. Esto significa que tenemos que hacer todo lo posible para garantizar la estabilidad del Euro en su conjunto. Y eso es lo que hemos hecho ahora. Se me ha criticado mucho el haber esperado demasiado en el caso de la ayuda a Grecia. ¿Por qué esperé tanto? En verdad no estaba esperando, sino que para mí y para el gobierno federal de Alemania era importante que a) estuviésemos seguros que esta era la última ratio, y b) se crearía un mecanismo para lograr que Grecia no se detuviera donde está hoy, sino que se volviera más competitiva y comprometida con la estabilidad. Ahora, los pecados de años ciertamente no se pueden revertir en meses. Si se observa cómo hemos fortalecido el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, cuya condicionalidad fue aceptada - ver la huelga general de hoy en Grecia - que el FMI como institución internacional experimentada apadrinara la elaboración de las condiciones de ayuda - y creo que tiene toda la razón – para que prevalecieran las directrices de las organizaciones internacionales, entonces ustedes verán que hemos logrado algo que hasta la fecha había sido políticamente imposible en el sistema del Euro. Hemos comprometido a los Estados Nación a implementar programas específicos que conducen a que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se pueda volver a cumplir. Bueno, Señoras y Señores, esto requiere - y aquí entramos otra vez en la cuestión de la política de ordenamiento económico (Ordnungspolitik) y la realidad política -un gran esfuerzo de parte de los políticos. El Primer Ministro Griego lo ha hecho y lo sigue haciendo. Si pienso que solo un año atrás hubiese hablado con el Presidente del Gobierno Español sobre la protección del empleo y otros asuntos del mercado laboral y me hubiera respondido con consternación que no se podía hacer absolutamente nada al respecto. Pero en solo un año ha quedado claro que el tema de un Euro estable no es sólo una cuestión de la deuda – aquí un país como España tiene pocos problemas – sino también una cuestión de competitividad. Pocas veces hemos discutido tanto sobre competitividad en el Consejo Europeo como lo hacemos ahora, y a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno. Cuando hablo de un pacto por la competitividad, quiero decir que los Mercados esperan, con razón, que en el marco de una moneda única se defina qué es lo que se quiere en los  próximos diez años en la política económica. Si es que queremos aumentar las tensiones entre los países o si uno está dispuesto a reducirlas. Ahora, es muy importante entender que no podemos reducir las tensiones por el precio de volvernos todos mediocres. La cuestión de cómo podemos hacer una política económica coherente debe responderse con que la barra con la que nos medimos siempre tiene que ser la de los mejores de Europa y no la media. Eso está perfectamente claro.
Alemania no está muy bien en todas las áreas. Por ejemplo en gastos de investigación, los países escandinavos son mejores que nosotros. Sin embargo, en algunos puntos estamos muy bien, y por lo tanto la afirmación de que en un pacto por la competitividad los elementos alemanes serían muy visibles, no es equivocada. Sin que eso signifique que seamos los campeones en absolutamente todo. Si uno se pregunta por qué la medida tienen que ser los mejores, es importante que tengamos en mente los Mercados. Quien quiera que sea, quizás se conformarían si nos decidiéramos por Eurobonos. Entonces nos encontraríamos en algún lugar del medio. Entonces habría poco sobre lo cual especular. Pero creo firmemente que orientarse por la media significaría que Europa en su conjunto sería menos competitiva y se montaría en un tren que gradualmente nos quitaría competitividad en comparación con otros continentes. Esto es exactamente lo que debe ser evitado.
Por lo tanto, estoy decididamente en contra de los Eurobonos, precisamente porque los márgenes son la expresión de diferentes niveles de competitividad. Hay que exigir el esfuerzo por medirnos contra los mejores, porque si no Europa tal vez sería más solidaria, pero la solidaridad haría que Europa se retrasara cada vez más en comparación con el mundo. Cuando echamos un vistazo al orden global, es evidente que tenemos estructuras de competencia completamente diferentes que hace 20 años. Que en esta crisis financiera y económica internacional las cartas se barajaron de nuevo y que ahora algunos países asiáticos - especialmente China, pero también podríamos mencionar a otros - se han vuelto más competitivos. Si no nos ocupamos de esto, Europa se quedará atrás. La Estrategia de Lisboa que se habían planteado los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE hace diez años – que en el 2010 debíamos ser el continente más competitivo y dinámico del mundo - evidentemente no funcionó. Los indicadores, que se colocaron en ese entonces, no se han cumplido todos y la fuerza vinculante de estos indicadores también ha demostrado no ser suficiente. Se había dicho entre otras cosas: un tres (3%)  por ciento del producto interno bruto para la investigación.
Estamos trabajando en eso, estamos en Alemania alrededor del 2.8. Sin embargo, hay países europeos que están en el cero coma nueve (0,9%) por ciento. Las diferencias son increíbles. Aquí, por ejemplo, también hay un campo en el cual tenemos que acercarnos. Así que yo creo que la política de ordenamiento económico (Ordnungspolitik) tiene su mayor reto por delante, la creación de un marco internacional, como se pedía en 1948, pero no ha sido concluido. Desafortunadamente, no hay Euckens en todos los demás países en el mundo, sino ideas bastante diferentes. Aquí también hay mucho por hacer. Usted, señor Gerken, ha identificado una serie de pecados de la política de ordenamiento económico (Ordnungspolitik) en el escenario nacional. Quizás podemos hablar de eso en el debate.
El año pasado se ha impuesto una y otra vez el tema del impuesto de valor añadido para los hoteles. Déjeme decirle que no tenía que llegar yo a ser Canciller, para que el sistema fiscal alemán desarrollara una idiosincrasia regulatoria especial. Si le pudiésemos pedir la opinión a Walter Eucken hoy, me gustaría saber quién tendría la razón: ¿si son los que dicen que un sistema de impuestos no debe guiar, que el sistema fiscal total debe ser muy simple y no tener excepciones, no al impuesto eclesiástico u otros paquetes? No quisiera pronunciar la palabra, pero a veces se ha hablado de un Flatrate (tasa única de cobro).
¿Es eso regulatoriamente correcto? Acabo de recibir hoy un informe crítico de importantes economistas que han dicho: Por supuesto, también debe incluir la promoción de la investigación en los beneficios fiscales. En un mundo donde por ejemplo, muchos países europeos, 17 creo, tienen incentivos fiscales para la investigación y 21 promueven la industria hotelera a través de deducción de impuestos, ¿es indicado tener un camino de reglamentación aparte como minoría, o es más bien necesario integrarse en un entorno competitivo para no estar a priori en desventaja?
Esta es la eterna pregunta que me hago desde que me levanto por la mañana hasta que me acuesto por la noche. Y quisiera hacer la queja que a esto la ciencia realmente no está ofreciendo muchas respuestas. Esta sería mi única queja. –
Muchas gracias.

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