ANGELA
MERKEL “el
Estado, como guardián del orden común, experimenta un renacimiento”
Discurso
en el evento de la “Stiftung Ordnundspolitik” (Fundación para la Gobernabilidad
Económica1 ). Friburgo, 23 de febrero del 2011
Estimado
Sr.Gerken,
Estimado
Sr.Ehlers,
Estimado
y Apreciado
Erwin
Teufel,
Estimado
Herr Stächele,
Sr. Alcalde Mayor,
Damas
y Caballeros,
Me
alegro de poder estar aquí esta noche y seguramente, Sr. Gerken, no llegare a
cumplir las expectativas comunes en su totalidad, pues para un político real
existe siempre una tensión inherente entre lo que hay que hacer diariamente, y
lo que sería deseable desde el punto de vista investigativo. Además las propias
opiniones científicas sobre lo que se presenta como política de regulación
(Ordnungspolitik), son a veces divergentes. Pero en vista de los temas que
usted ha mencionado en su discurso de apertura, sin duda será correcto y bueno
hablar hoy sobre los retos en materia económica y sobre la cuestión de cómo
ellos se enmarcan dentro de la historia de la Economía Social de Mercado. Y hacer
esto en Friburgo es naturalmente siempre un reto particular. Pues aunque
geográficamente – quiera el Sr. Alcalde Mayor disculparme - Friburgo se
encuentra en uno de los bordes de la República Federal de Alemania, ocupa en
términos de política de organización (Ordnungspolitik) un lugar central. De eso
no hay duda. Recuerdo con ello también a su Fundación, que afortunadamente
mantiene lo que han creado los precursores y arquitectos de la Economía Social
de Mercado. He aceptado su invitación con mucho gusto, a fin de que hoy podamos
hablar sobre cómo sacar lecciones correctas de lo que nos ha tocado vivir en
los últimos años, y lo que eso significa para nosotros hoy.
En
el transcurso de la crisis financiera y económica internacional una cosa ha
quedado clara: el Estado, como guardián del orden común, experimenta un
renacimiento. Pero mientras mas distancia nos separa de la crisis, mayor es el
riesgo de que nos movamos en la agenda hacia lo cotidiano, dejando de lado
algunas lecciones importantes aprendidas de este trance en una crisis
internacional del tipo cuya gravedad no se había dado en varias décadas. Más,
debido a que hemos salido bastante bien de esta crisis, y dado que por las
diversas intervenciones estatales el impacto de la misma se ha visto disminuido
considerablemente, puede parecernos en retrospectiva como que ciertamente no
haya sido tan dramática. Basta entonces una mirada a la deuda de los gobiernos
locales, estatales y federales, para recordarnos que allí tiene que haber
sucedido algo. Sólo puedo aconsejar con urgencia no volver demasiado rápido a
la agenda cotidiana. En tales momentos vale la pena de forma muy particular
traer a la mente el enfoque de la Escuela de Friburgo que nos dieron Walter
Eucken y Franz Böhm. Pues esos economistas que he nombrado, habiendo formulado
sus ideas al final de la década de los años 30, demostraron gran previsión con
la propuesta de crear un marco jurídico como la principal tarea del Estado.
Dicho
Estado debe garantizar la libre competencia en beneficio de todos los
ciudadanos. Este marco normativo sin embargo, debe ser creado. Es algo así como
forjar ciertas barreras de protección, en el mundo en el que se desarrollan las
fuerzas del mercado. No quisiera extenderme demasiado sobre la concepción
humana que se plantea en esto. Es una concepción de humanidad que confía en la
persona individual. Que entiende que el individuo nace libre, y en una
comprensión de la propia libertad, se centra en la responsabilidad. Con esta concepción humana es
posible crear un orden de mercado (Marktordnung).
Esta
imagen del ser humano ha sido muy revolucionaria, pues por primera vez concede
a todos los individuos los mismos derechos y obligaciones en este régimen. La
declaración de propósitos de entonces nos decía: "Planificación de las
formas del Estado – sí; planificación estatal y dirección del proceso económico
- no." Esto es por supuesto muy interesante:
¿Dónde termina la forma y dónde comienza el
proceso económico? Es algo que desde el comienzo suena a la vez bueno y
correcto. Este concepto ha sido más tarde llamado "Ordo-liberalismo"
de forma común. El título "Ordo" tomado del Anuario creado por Eucken
y Böhm 1948, nos ha llegado hasta nuestros días. Agradezco a todos los que lo
mantienen vivo. A finales de los años 30 la libertad de pensamiento en Alemania
no tenía ninguna posibilidad de ser implementada. Fue después de la dictadura
nacionalsocialista, que se encontró mayor oído político para esto. Hay que
agradecerle a Ludwig Erhard el hecho de combinar las ideas de la
Ordo-liberalismo con las ideas de la doctrina social cristiana. El convertirá esto
exitosamente, en una totalidad muy audaz convirtiendo un concepto teórico en un
sistema económico práctico.
Es
lo que ahora llamamos Economía Social de Mercado, que es algo más que un
sistema económico: es un orden social para que nosotros lo hagamos. Los valores
fundamentales de este orden son la libertad y la responsabilidad. El
crecimiento económico y la justicia social van de la mano. Por lo tanto, la
Economía Social de Mercado ha sido capaz de usar una y otra vez la fuerza
innovadora de la competencia, para producir un amplio progreso social. Ella
creó una alianza entre los fuertes y los débiles. También se puede decir que ha
sido una forma de oponerse y resolver contradicciones aparentemente
antagónicas, como aquellas enunciadas entre el capital y el trabajo. A partir
de ello ha podido fundarse en nuestro país un orden social muy exitoso. El
sistema económico, por medio de la Economía Social de Mercado se convierte en
un orden social.
El
credo de Ludwig Erhard era "prosperidad para todos". Lo realmente
sorprendente es que esto no se quedo solo como un concepto teórico, sino que se
ha producido medidas en la práctica. Con el debido respeto por las ideas sobre
políticas públicas (ordnungspolitische Vorstellungen) - si se quiere convencer a la mayoría de los
ciudadanos, tiene que haber un orden que pueda sostener las exigencias de
práctica. De lo contrario no se recibirá su apoyo. Entretanto, la economía
social de mercado en Alemania ha demostrado ser eficaz a lo largo de seis
décadas. Se constituyo en el fundamento para la difícil reconstrucción nacional
en Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Ella ha mantenido
la promesa de prosperidad. La promesa que se llevo también al otro lado del
muro donde me crié, en la antigua Alemania del Este, con una fuerte atracción.
Creo que el éxito de la Economía Social de
Mercado se ha debido también a que la gente en la antigua Alemania del Este no
ha olvidado la libertad de pensamiento, sino que fue en esa dirección en la que
trabajaron para finalizar la división de finales de los 80. Y eso sólo tuvo
éxito porque el sistema financiero de la economía planificada se debilitó
gravemente. Puede ser un excelente tema de debate discutir sobre por qué no fue
sino hasta finales de los anos 80 que sucedió todo. Creo que esto tuvo mucho
que ver con las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología de la información
y la comunicación, y el desarrollo de una sociedad del conocimiento, como lo
llamamos hoy en día. Actualmente, la gente en Alemania vive en total libertad y
pueden aprovechar las oportunidades de vivir en libertad. Esto nos permite a
todos, a pesar de los problemas que tengamos – eso es algo que no debemos
olvidar nunca - un nivel de vida que la gran mayoría de personas en el mundo
anhela, y también una cohesión social envidiada de la mayoría de los casos. Y
de hecho, un camino hacia una economía sustentable, donde muy pocos países han
sido capaces avanzar tanto como nosotros. También durante la crisis financiera
y económica internacional, nuestro sistema económico ha demostrado su eficacia.
Hemos
experimentado un descenso significativo en el producto interno bruto de casi el
cinco por ciento (5%). De hecho, en BadenWürttemberg aún más: alrededor del
siete por ciento (7%). Pero también logramos en el 2010 un crecimiento
económico que fue mayor que cualquier otro desde la reunificación. Así que
estamos ya en algunas zonas, con un poder económico como el que teníamos en el
2008. El mayor éxito tal vez sea que la tasa de desempleo estuvo por debajo de
tres millones el pasado otoño, alcanzando su nivel más bajo en 19 años. De
hecho, esto es lo que cuenta para las personas. Las cifras de empleo han
crecido a más de 41 millones de trabajadores. Este número de empleos es el mas
alto que hemos tenido nunca. Esto también constituye el éxito de la actividad
económica.
Pero
la crisis ha puesto de manifiesto importantes debilidades. Me gustaría
mencionar dos ejemplos: tuvimos que tomar nota que el marco regulador de los
mercados financieros, por decirlo de manera amistosa, no había mantenido un
paso acorde con su desarrollo. Si se plantea de forma menos amable, uno diría
que casi no existía. Y cuando digo "no había mantenido el mismo
paso", quiero decir con ello: ni con el tipo de productos en los que habían
incurrido, ni con la internacionalización de los mercados financieros. Además:
todos los reglamentos existentes hasta ahora, como por ejemplo el Pacto de
Estabilidad y Crecimiento en Europa, no han sido suficientes para evitar el
crecimiento de las deudas públicas. Se trata del caso -esto vale para Alemania
desde la primera Gran Coalición a finales de los años 60 – de quien siempre
vivió en la situación, (y cada año encontró otra razón por qué) de haber
consumido más de lo que recaudaba, al menos a nivel federal. Uno de los errores
fatales en este contexto, además, fue pretender decretar el crecimiento
económico por encima de todo. El crecimiento era, por así decirlo, el objetivo
supremo.
Todos
los otros objetivos, como el equilibrio presupuestario, tuvieron que someterse
a tal priorización. Por lo tanto, digo con toda claridad que guardo gran
escepticismo sobre todos aquellos movimientos en el plano internacional, que
vuelven a postular que necesitamos producir crecimiento económico a cualquier
costo, aun si esto nos trajese nuevos endeudamientos los cuales serian
declarados luego como efectos secundarios inevitables. Hay pues graves
deficiencias en el marco normativo, que debemos cerrar. Esto requiere algún
tipo de cooperación que no se han extendido tanto como la necesitamos. Debemos
de hecho encontrar varias normas comunes entre los diferentes Estados que nos
unan a todos por igual a nivel global. Es decir, tenemos que desarrollar la
economía nacional hacia una economía global con principios internacionalmente
reconocidos tanto como sea posible. Claro que es muy emocionante para mí ver
como estas ideas se encuentran intactas en el pensamiento de Walter Eucken y
Franz Böhm. En el prefacio a la primera edición del Ordo-Jahrbuch, en 1948, ellos escriben:
"una amplia cooperación internacional es una necesidad dado el hecho de
que la producción de una alternativa viable en el orden económico internacional
no es menos necesaria que una a nivel nacional". Debo decir: eso fue dicho
con visión de futuro e infortunadamente es algo que durante años no ha sido
llevado a cabo con toda su fuerza. Es algo que comprobadamente también ha
demostrado no ser fácil. Esto significa que tenemos hoy en día - más que en
1948, aunque ya entonces se reconoció - ante nosotros y sobre todas las cosas
la tarea de crear un marco normativo internacional. Esto se aplica a los
mercados financieros de una manera muy especial, ya que básicamente no existen
solo a nivel nacional. Por lo tanto los enfoques individuales, a menos que uno
quiera poner algún efecto selectivo, no llegan lejos.
Un
marco normativo eficaz en este campo puede anclarse sólo en el plano
internacional. En eso es importante el uso de variables relevantes para el
sistema, en los mercados financieros, por supuesto, con instituciones financieras
relevantes. Ahora debe uno decir en vista de la crisis que nosotros tuvimos,
que se evidenciaron claramente la interdependencia y la dependencia mutua.
Lehman Brothers quedara en el futuro inmediato exactamente para simbolizar este
efecto. En vista del desastre que hemos vivido, se manifestó de repente la
voluntad de cooperar a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno en un formato del
G-20, y esta voluntad ha crecido y se ha traducido en una práctica. Una
preocupación es que en cuanto nos alejemos de la crisis aguda, la voluntad de
tomar medidas conjuntas como las del G-20, vuelva a disminuir y otra vez
prevalezca el pensamiento nacional. Sin embargo, hemos acordado un paquete de
medidas que no quiero presentar aquí en detalle, y que proporcionarán un marco
regulador.
Un
marco para los mercados financieros internacionales, que es significativamente
mejor que lo que había antes de la crisis, pero todavía no lo suficientemente
bueno. Es por eso que debemos seguir trabajando en eso bajo la presidencia francesa
de la G-20. Frente a la crisis nos habíamos propuesto que íbamos a regular
cualquier producto financiero, y a cada uno de los actores y a cada centro
financiero. Hemos hecho un progreso significativo. Sólo menciono aquí la
palabra clave “Basilea III”, es decir, la adecuación del capital de los bancos.
En el pasado, se hubieran necesitado probablemente entre siete y diez años para
negociar algo así. Hoy fue posible en un período de menos de un año. Igualmente
podríamos citar varios ejemplos más. Sin embargo, me es muy importante -lo digo
con toda franqueza- que no nos limitemos a la gestión de la crisis, que no sólo
creemos un marco específico para un sistema financiero, sino que seamos capaces
en el G-20 de elaborar una Carta - como la he llamado - para el desarrollo una
actividad económica sostenible, es decir, ponerse de acuerdo internacionalmente
sobre los principios de la gestión económica.
Esto
resulta ser muy difícil, ya que la experiencia demuestra que cualquier tipo de
marco regulador es visto - por diferentes países- una y otra vez como un freno
al crecimiento y no como una guía para el desarrollo de las fuerzas del
mercado. Se plantearan Ustedes la pregunta: ¿Dónde es un freno, y donde es más
bien una forma necesaria para que las fuerzas del mercado se desarrollen? Hay
que decirlo, Ludwig Erhard fue una persona que enfrentó muchísimas resistencias
en el proceso de crear esa guía y esa forma. El hecho de que la clase media
alemana hoy en día es la columna vertebral de nuestra actividad económica,
tiene mucho que ver con su ley contra la restricción de la competencia. Si le
hubieran preguntado al BDI (Bund Deutscher Industrie) en esa oportunidad,
hubiera dicho “Jamás” con múltiples signos de exclamación. El hecho de que las
oportunidades para tener una posición dominante en el mercado sean limitadas,
ha hecho que muchas empresas se pudieran desarrollar, que hubo oportunidades
para más participantes en el mercado. Esto quiere decir que un marco legal es
algo esencial. Por lo tanto, seguimos con la tarea de encontrar un marco
normativo internacional. Francia, con el presidente Sarkozy, tiene ahora una
agenda muy exigente para la presidencia del G-20 - la primera agenda a trabajar
después de la gestión aguda de la crisis. Aquí vamos a ver hasta qué punto
existe la disposición, de imaginar por ejemplo, un sistema monetario mundial,
una gestión de materias primas, una gobernanza global, como se suele decir de
forma grata, a nivel de acciones de gobierno o procesos de decisión. Esto
todavía requiere un cambio de cultura considerable. Por ser miembros de la
Unión Europea, nosotros en Alemania hemos pasado por un proceso de cambio
cultural que nos hace parecer muy natural el hecho de entregar ciertas
competencias a un ente superior fuera de los límites de la nación. Todos los miembros de la UE han delegado competencias
nacionales a Bruselas. Estas son aquellas establecidas en el contrato, ahora
“Tratado de Lisboa”. Otros países, como China o los Estados Unidos de América,
nunca en su historia han delegado competencias de su propia jurisdicción
nacional – en el sentido de tener que hacer lo que un ente internacional fuera
de sus límites territoriales demande de ellos, sin tener un poder de veto.
Puede
que la OMC sea quizás uno de los pocos ejemplos donde se podría dar algo así,
sanciones incluidas, pero en las Naciones Unidas tanto los Estados Unidos como
China tienen poder de veto, y en el FMI, los EE.UU. tiene un poder de veto de
facto. Si se tiene en cuenta que una institución como el FMI podría ser el ente
regulador del sistema mundial de divisas, del sistema de gestión económica, del
sistema de control de los mercados financieros, lógicamente, los
Estados-Naciones deberían comprometerse de alguna manera a seguir las
instrucciones de esta institución, y no verlas como un comentario amable sobre
la política nacional para seguir haciendo en casa lo que uno piensa que es
correcto. Por eso les digo: si se trata de política económica, o de la
regulación del mercado financiero o de cuestiones ambientales - en China,
podemos observar lo mismo en el tema de la protección del clima - si lo que
queremos es un marco global – y estoy firmemente convencida de que lo
necesitamos para un desarrollo razonable y sostenible del mundo - entonces esto
también está ligado a la voluntad de entregar competencias nacionales. Por
supuesto que la existencia de la Unión Europea es de fundamental importancia,
por lo menos podemos afirmar con 500 millones de habitantes que hacemos valer
algunos intereses, los que corresponden a quienes consideran correcto el
concepto de Economía Social de Mercado. Se espera dar la bienvenida a los
terrícolas número siete millardos este año. Estamos en Europa, la Unión Europea
ahora con 500 millones.
Podemos
determinar muchas cosas, pero ciertamente no todas. Debemos trabajar duro para
convencer a todos sobre nuestros conceptos de orden social y económico. Eso es
algo que podemos hacer mucho mejor si le damos cabida a este orden en nuestros
sistemas políticos. Por lo tanto, un punto para un efectivo marco regulatorio
internacional que se inicia de nuevo en la tradición de la Escuela de Friburgo
es el compromiso con el libre comercio y con mercados abiertos. Aquí se encuentra tal
vez uno de los grandes peligros derivados de la crisis financiera y económica internacional
en los últimos años, y es que, aunque formalmente lo que está regulado en
cuanto a barreras arancelarias en la OMC es bastante respetado, la creatividad
en términos de las barreras no arancelarias es bastante grande, y por lo tanto
el libre comercio mundial es muy limitado. He sido Canciller Federal de
Alemania ya durante cinco años, y participo anualmente en el G-8 o ahora
también en una reunión del G-20. Cada vez se comprometen los participantes allí
presentes a poner fin a la Ronda de Doha en la OMC. Espero que nos hayamos
comprometido en Seúl por última vez, a ver si lo logramos durante la
presidencia francesa. Pero la evidencia al respecto es todavía insuficiente.
Creo que el libre comercio mundial es el mejor programa de crecimiento que podemos
hacer en absoluto. Si tomamos esto realmente en serio, entonces habremos hecho
mucho más de lo que podemos lograr con todas las ayudas al desarrollo en
general. No quiero decir que no vamos a procurar más ayuda al desarrollo. Lo
que quiero decir es que el libre comercio mundial es un enorme paquete de
estímulo económico, especialmente para los países más pobres.
Señoras y señores, es por eso que debemos
construir un marco normativo internacional apropiado para nuestras economías
relacionadas, pero debemos dar el ejemplo dentro de la Unión Europea para poder
hacer valer nuestros intereses en todo el mundo de forma creíble. Ahora el Sr.
Gerken de manera provocativa me ha dado varias alternativas para elegir donde
comenzar. Por lo tanto, me gustaría empezar con algo más general. Creo que
todos estamos de acuerdo en que la creación de la Unión Europea después de la
Segunda Guerra Mundial, fue la respuesta absolutamente correcta a siglos de
guerras y conflictos entre los Estados-nación europeos. Es una obra de paz.
Quienes como yo, nacieron después de la Segunda Guerra Mundial, afortunadamente
carecen de experiencias personales sobre la guerra. Pero siempre se asocia esto
con el riesgo de que lo que uno asume como cotidiano, puede llegar a creerse
que es la única posibilidad. Basta una mirada a otras regiones del mundo para
demostrarnos lo difícil que sigue siendo para otras regiones hacer tratados de
paz y producir cooperación práctica entre países. Creo que la forma en que nos
hemos integrado los países Europa Central y Oriental en la Unión Europea, es un
ejemplo para muchas zonas del mundo.
Por
otra parte, en la actualidad la Unión Europea es para nosotros la única
posibilidad de unir intereses y valores comunes, algo que tiene que ver con
nuestra comprensión de la dignidad, de la libertad, y la justicia. Y ha sido
posible consagrar el tema de la Economía Social de Mercado como nuestro fin
común europeo en el Tratado de Lisboa y plantearlo ante la discusión general
internacional. Incluso la mayor economía de la Unión Europea, Alemania, tendría
pocas posibilidades, si no contase con la experiencia y localización de otros
intereses internacionales. Por lo tanto, estoy firmemente convencida que la
Unión Europea junto a la fuerza de la paz, ha logrado en el marco de la
globalización otra razón fundamental. Por ello, la cooperación europea es para
nosotros de importancia crucial. Ahora bien, en la historia de la Unión Europea
siempre se procuro aumentar el grado de integración porque este proyecto, si se
queda estático, se encontraría en peligro de retroceder llegando a provocar por
así decirlo una re-nacionalización y el colapso sobre sí mismo. Por eso fueron
pasos importantes la introducción del mercado interno - también fue de gran
importancia simbólica- y la introducción del Euro. Algunas personas muy
inteligentes decían después de la Segunda Guerra Mundial: si se mira
históricamente las personas que tienen la misma moneda, rara vez se hacen la
guerra entre sí. Por eso tanto la introducción del euro, así como la cuestión
monetaria son alta política y un tema sobre la profundidad de la integración
europea. Decidimos adoptar el euro sin una unión política, y con esto nos
adelantamos al paso final en contradicción con la Teoría de la Coronación2 , y
no dijimos que nos habíamos decidido primero por la culminación del proceso
completo para tener una moneda común. Esta diferencia no ha sido concluida en
términos investigativos, sino que se ha decidido políticamente.
Los
Jefes de Estado y de Gobierno que actuaron en esa época específica se
decidieron por la introducción del euro. El nombre de Helmut Kohl representa
justo eso. Y yo lo digo claramente: creo que fue la decisión correcta. Sin
embargo, es una decisión asociada con el hecho de que hay una serie de
problemas por resolver. A través de la crisis financiera y económica
internacional nos vemos enfrentados de una manera especial con estas
dificultades. La pregunta "¿Cuánta unión política queremos?" no ha
sido definitivamente aclarada hasta hoy. La intención de crear un tratado
constitucional común ha servido para demostrarnos que existe todavía una
considerable resistencia. El resultado fue el Tratado de Lisboa, que contiene
las partes de una unión política en sí mismo como por ejemplo, la puesta en
común de una política interior y jurídica que va mucho más allá de preveer la
creación de un área de política común interna y jurídica para el mercado
interno con votación por mayoría – algo difícil también para un país como
Alemania. Pero la unión política está lejos de ser un hecho consumado. La
cuestión de hasta dónde queremos llegar, no ha sido respondida de manera
concluyente. Europa es, usando las palabra de un ex ministro de exteriores, una
entidad sui generis. Así se puede describir lo abstracto, pero de forma
suficientemente correcta. Cómo se complementa eso en la vida cotidiana, es algo
que requiere la elaboración de repetidas pruebas. Mas lo que ha sucedido es lo
siguiente: el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no se ha cumplido
correctamente. Se dieron por hecho muchas razones políticas cuando admitimos
nuevos Estados miembros en la zona Euro. En tiempos de desarrollo económico
armonioso, esto no se noto de forma dramática. Pero en momentos cuando hay una
crisis financiera y económica internacional en la que a) fuimos los responsables
de llevar a cabo el rescate financiero; b) veíamos previsible el lanzamiento de
un programa de coyuntura para evitar la caída total de la economía mundial –
además, mis reservas acerca de los programas económicos me hacían prever el
próximo paso: que todo redundaría en una fuerte deuda de los Estados y que cada
uno de ellos, de acuerdo a su distinto poder económico, podría resistir de
manera diferente. Y eso es exactamente lo que tenemos ahora. No ayuda que nos
molestemos solo con los especuladores que existen en los mercados
internacionales. Ello lo que hacen es aumentar los efectos, mientras que la
solución del problema se ubica en las diferencias existentes en la
competitividad y en los endeudamientos de los distintos Estados miembros en la
zona del euro.
Ahora,
por supuesto, se podría decir que a todos los que siempre han sido críticos del
Euro les llego la hora de tener razón – muy bonito. A quién le agrade, puede
disfrutar de esta sensación por un rato. Pero en la vida práctica de un
Canciller Federal, esto no ayuda en absoluto. Para mí, el regreso al Marco
alemán no es una opción. Quién quiera pensarlo en teoría, puede hacerlo.
Llegaría a tener una moneda de alto valor, la cual limitaría bastante nuestra
capacidad de exportación. De las consecuencias políticas, no quisiera ni
hablar. Así que esto es un tema para ejercicios teóricos en las escuelas de
negocios, pero no algo que se deba tratar seriamente en la práctica. Así que
tenemos el Euro, y personas que entienden mucho mas de esto que yo nos han
aclarado que la idea de que si alguien decidiera salirse de esta unión
monetaria, nos pondría ante una cantidad enorme de problemas no resueltos. El
riesgo es demasiado grande, por eso nadie lo haría. No tenemos ninguna
experiencia en procesos de reestructuración dentro del área de la unión
monetaria, para que hablar de salidas del mismo. Las consecuencias, las
reacciones en cadena, etc. no podrían ser previstas y tratadas todas. Nos ponen
a Lehman Brothers como un ejemplo, y era un banco que no era tan grande. Lehman
Brothers fue, como nos dicen hoy en día, un volumen menos relevante de lo que
fue por ejemplo WestLB, que de hecho tampoco es lo que era antes. En cualquier
caso, se descarta este tipo de experimento. Tenemos una moneda común, lo cual
nos hizo mucho bien durante la crisis. Les pido a los que sean un poco mayores
recordar lo que siempre pasaba cuando teníamos que respaldar la Peseta y la
Lira, o durante las turbulencias franco-alemanas de divisas. Ahora hemos
atravesado bastante bien este tiempo de crisis. Pero ahora ha ocurrido algo por
lo que el sistema financiero en un país como Grecia ha llegado, dado un nivel
de deuda muy elevado, a producir una gran diferencia con el valor medio del
Euro.
¿Qué
se hace entonces con un país como este? Ha sido definido de manera muy
inteligente, y lo apoyo totalmente, lo previsto en las disposiciones del
artículo 125 del TFUE: "No hay rescate" – no rescatamos a un país y
no respondemos por sus deudas. Pero obviamente no se pensó en esa oportunidad
en las interdependencias entre los distintos Estados miembros de la zona del
Euro y el peligro que puede significar para el conjunto no actuar ante la
crisis de un país - con importantes consecuencias para Alemania o cualquier
otro país miembro de la zona del Euro. Hay pasajes muy interesantes en la
decisión de Maastricht – debo tener cuidado al tener al Sr. Gerken aquí, porque
no puedo citarlos textualmente, digamos que es una cita resumida por una Físico
que ha tratado con la Corte Constitucional: “si la estabilidad del Euro como un todo no puede ser asegurada,
entonces, dice la Corte Constitucional, Alemania podría considerar si se
mantiene dentro de la unión monetaria”. Usted diría a esto: así es. Yo les
digo: en la práctica es imposible. Esto significa que tenemos que hacer todo lo
posible para garantizar la estabilidad del Euro en su conjunto. Y eso es lo que
hemos hecho ahora. Se me ha criticado mucho el haber esperado demasiado en el
caso de la ayuda a Grecia. ¿Por qué esperé tanto? En verdad no estaba
esperando, sino que para mí y para el gobierno federal de Alemania era
importante que a) estuviésemos seguros que esta era la última ratio, y b) se
crearía un mecanismo para lograr que Grecia no se detuviera donde está hoy,
sino que se volviera más competitiva y comprometida con la estabilidad. Ahora,
los pecados de años ciertamente no se pueden revertir en meses. Si se observa
cómo hemos fortalecido el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, cuya
condicionalidad fue aceptada - ver la huelga general de hoy en Grecia - que el
FMI como institución internacional experimentada apadrinara la elaboración de
las condiciones de ayuda - y creo que tiene toda la razón – para que
prevalecieran las directrices de las organizaciones internacionales, entonces
ustedes verán que hemos logrado algo que hasta la fecha había sido
políticamente imposible en el sistema del Euro. Hemos comprometido a los
Estados Nación a implementar programas específicos que conducen a que el Pacto
de Estabilidad y Crecimiento se pueda volver a cumplir. Bueno, Señoras y
Señores, esto requiere - y aquí entramos otra vez en la cuestión de la política
de ordenamiento económico (Ordnungspolitik) y la realidad política -un gran
esfuerzo de parte de los políticos. El Primer Ministro Griego lo ha hecho y lo
sigue haciendo. Si pienso que solo un año atrás hubiese hablado con el
Presidente del Gobierno Español sobre la protección del empleo y otros asuntos
del mercado laboral y me hubiera respondido con consternación que no se podía
hacer absolutamente nada al respecto. Pero en solo un año ha quedado claro que
el tema de un Euro estable no es sólo una cuestión de la deuda – aquí un país
como España tiene pocos problemas – sino también una cuestión de
competitividad. Pocas veces hemos discutido tanto sobre competitividad en el
Consejo Europeo como lo hacemos ahora, y a nivel de Jefes de Estado y de
Gobierno. Cuando hablo de un pacto por la competitividad, quiero decir que los
Mercados esperan, con razón, que en el marco de una moneda única se defina qué
es lo que se quiere en los próximos diez
años en la política económica. Si es que queremos aumentar las tensiones entre
los países o si uno está dispuesto a reducirlas. Ahora, es muy importante
entender que no podemos reducir las tensiones por el precio de volvernos todos
mediocres. La cuestión de cómo podemos hacer una política económica coherente
debe responderse con que la barra con la que nos medimos siempre tiene que ser
la de los mejores de Europa y no la media. Eso está perfectamente claro.
Alemania
no está muy bien en todas las áreas. Por ejemplo en gastos de investigación,
los países escandinavos son mejores que nosotros. Sin embargo, en algunos
puntos estamos muy bien, y por lo tanto la afirmación de que en un pacto por la
competitividad los elementos alemanes serían muy visibles, no es equivocada.
Sin que eso signifique que seamos los campeones en absolutamente todo. Si uno
se pregunta por qué la medida tienen que ser los mejores, es importante que
tengamos en mente los Mercados. Quien quiera que sea, quizás se conformarían si
nos decidiéramos por Eurobonos. Entonces nos encontraríamos en algún lugar del
medio. Entonces habría poco sobre lo cual especular. Pero creo firmemente que
orientarse por la media significaría que Europa en su conjunto sería menos competitiva
y se montaría en un tren que gradualmente nos quitaría competitividad en
comparación con otros continentes. Esto es exactamente lo que debe ser evitado.
Por
lo tanto, estoy decididamente en contra de los Eurobonos, precisamente porque
los márgenes son la expresión de diferentes niveles de competitividad. Hay que
exigir el esfuerzo por medirnos contra los mejores, porque si no Europa tal vez
sería más solidaria, pero la solidaridad haría que Europa se retrasara cada vez
más en comparación con el mundo. Cuando echamos un vistazo al orden global, es
evidente que tenemos estructuras de competencia completamente diferentes que
hace 20 años. Que en esta crisis financiera y económica internacional las
cartas se barajaron de nuevo y que ahora algunos países asiáticos -
especialmente China, pero también podríamos mencionar a otros - se han vuelto
más competitivos. Si no nos ocupamos de esto, Europa se quedará atrás. La
Estrategia de Lisboa que se habían planteado los Jefes de Estado y de Gobierno
de la UE hace diez años – que en el 2010 debíamos ser el continente más
competitivo y dinámico del mundo - evidentemente no funcionó. Los indicadores,
que se colocaron en ese entonces, no se han cumplido todos y la fuerza
vinculante de estos indicadores también ha demostrado no ser suficiente. Se
había dicho entre otras cosas: un tres (3%) por ciento del producto interno bruto para la
investigación.
Estamos
trabajando en eso, estamos en Alemania alrededor del 2.8. Sin embargo, hay
países europeos que están en el cero coma nueve (0,9%) por ciento. Las
diferencias son increíbles. Aquí, por ejemplo, también hay un campo en el cual
tenemos que acercarnos. Así que yo creo que la política de ordenamiento
económico (Ordnungspolitik) tiene su mayor reto por delante, la creación de un
marco internacional, como se pedía en 1948, pero no ha sido concluido.
Desafortunadamente, no hay Euckens en todos los demás países en el mundo, sino
ideas bastante diferentes. Aquí también hay mucho por hacer. Usted, señor
Gerken, ha identificado una serie de pecados de la política de ordenamiento
económico (Ordnungspolitik) en el escenario nacional. Quizás podemos hablar de
eso en el debate.
El
año pasado se ha impuesto una y otra vez el tema del impuesto de valor añadido
para los hoteles. Déjeme decirle que no tenía que llegar yo a ser Canciller,
para que el sistema fiscal alemán desarrollara una idiosincrasia regulatoria
especial. Si le pudiésemos pedir la opinión a Walter Eucken hoy, me gustaría
saber quién tendría la razón: ¿si son los que dicen que un sistema de impuestos
no debe guiar, que el sistema fiscal total debe ser muy simple y no tener
excepciones, no al impuesto eclesiástico u otros paquetes? No quisiera
pronunciar la palabra, pero a veces se ha hablado de un Flatrate (tasa única de
cobro).
¿Es
eso regulatoriamente correcto? Acabo de recibir hoy un informe crítico de
importantes economistas que han dicho: Por supuesto, también debe incluir la
promoción de la investigación en los beneficios fiscales. En un mundo donde por
ejemplo, muchos países europeos, 17 creo, tienen incentivos fiscales para la
investigación y 21 promueven la industria hotelera a través de deducción de
impuestos, ¿es indicado tener un camino de reglamentación aparte como minoría,
o es más bien necesario integrarse en un entorno competitivo para no estar a
priori en desventaja?
Esta
es la eterna pregunta que me hago desde que me levanto por la mañana hasta que
me acuesto por la noche. Y quisiera hacer la queja que a esto la ciencia
realmente no está ofreciendo muchas respuestas. Esta sería mi única queja. –
Muchas
gracias.
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