sábado, 12 de noviembre de 2016

RONALD REAGAN “Los Padres Fundadores sabían que un gobierno no puede controlar la economía sin controlar a la gente. Y sabían que cuando un gobierno se decide a hacer, debe usar la fuerza y la coerción para lograr su objetivo”

RONALD REAGAN 
Los Padres Fundadores sabían que un gobierno no puede controlar la economía sin controlar a la gente. Y sabían que cuando un gobierno se decide a hacer, debe usar la fuerza y la coerción para lograr su objetivo”


RONALD REAGAN “Los Padres Fundadores sabían que un gobierno no puede controlar la economía sin controlar a la gente. Y sabían que cuando un gobierno se decide a hacer, debe usar la fuerza y la coerción para lograr su objetivo”


En apoyo del candidato Barry Goldwater, Convención Nacional Republicana, 1964

Voy a hablar de asuntos controvertidos. No pido perdón por ello.
Es hora de que nos preguntemos si todavía recordamos las libertades que los Padres Fundadores quisieron para nosotros. James Madison dijo que «basamos todos nuestros experimentos en la capacidad de la humanidad para el autogobierno».
¿La idea? Que el gobierno se debía al pueblo, que no tenía otra fuente de poder es todavía la más moderna y original idea en toda la larga historia de las relaciones del hombre con el hombre. Ese es el asunto de estas elecciones: si creemos en nuestra capacidad para el autogobierno o si abandonamos la Revolución Americana y confesamos que una pequeña élite intelectual en una capital distante puede planear nuestras vidas por nosotros mejor de lo que nosotros mismos podemos hacerlo.
A ustedes y a mí nos han dicho que debemos escoger entre izquierda y derecha, pero yo les sugiero que no existe izquierda ni derecha. Sólo existe arriba y abajo. Arriba está el sueño antiguo del hombre de la máxima libertad individual posible manteniendo el orden, y abajo el hormiguero del totalitarismo. Sin poner en duda su sinceridad, sus motivos humanitarios, aquellos que sacrificarían la libertad por la seguridad se han embarcado en ese camino descendente. Plutarco advirtió que «el verdadero destructor de las libertades del pueblo es aquel que reparte botines, donaciones y regalos».
Los Padres Fundadores sabían que un gobierno no puede controlar la economía sin controlar a la gente. Y sabían que cuando un gobierno se decide a hacer, debe usar la fuerza y la coerción para lograr su objetivo. Así ha llegado el tiempo para elegir.
Los servidores públicos dicen, siempre con la mejor de las intenciones, «qué gran servicio podríamos prestar si tan sólo tuvieran un poco más de dinero y un poco más de poder». Pero la verdad es que, fuera de su función legítima, el gobierno no hace nada tan bien y tan económicamente como el sector privado.
Sin embargo, cada vez que ustedes y yo cuestionamos los esquemas de esos bienhechores, somos denunciados como contrarios a sus objetivos humanitarios. Parece imposible debatir legítimamente sus soluciones sin la asunción de que todos nosotros compartimos el deseo de ayudar a los menos afortunados. Pero nos dicen que estamos siempre en contra de, no a favor de nada.
Estamos por una provisión que asegure que el abandono no debe seguir al desempleo por razones de edad, y por ese objetivo hemos aceptado la Seguridad Social como un paso para enfrentarse con ese problema. Sin embargo, estamos en contra de aquellos que confían en este programa cuando nos engañan acerca de sus defectos fiscales y acusan de que cualquier crítica sobre el mismo significa que queremos eliminar los pagos
Queremos ayudar a nuestros aliados compartiendo nuestras bendiciones matereriales con naciones que compartan nuestras creencias básicas, pero estamos en contra de repartir dinero de gobierno a gobierno, creando burocracia, si no socialismo, por todo el mundo.
Necesitamos reformas impositivas que al menos marquen el comienzo de la restauración, para nuestros hijos, del Sueño Americano de que la riqueza no se niega a nadie, que cada individuo tiene el derecho a volar tan alto como su fuerza y habilidad le lleven Pero no podremos tener tales reformas mientras nuestra política fiscal sea diseñada por gente que ve los impuestos como medios con los que lograr cambios en nuestra estructura social....
¿Tenemos el coraje y la voluntad de encarar la inmoralidad y discriminación de los impuestos progresivos, y demandar un regreso al tradicional impuesto proporcional?... Hoy en nuestro país el porcentaje que el recaudador de impuestos obtiene de cada dólar ganado es de 37 centavos. La libertad nunca ha sido tan frágil, tan cercana a resbalar de nuestros dedos.
¿Tenéis la voluntad de ocupar vuestro tiempo estudiando estos asuntos, ser conscientes de los problemas y luego trasmitir esta información a vuestra familia y amigos? ¿Resistiréis la tentación de recoger las migajas del gobierno para vuestra comunidad? Debéis daros cuenta de que la lucha de los médicos contra la medicina socializada es vuestra lucha. No podemos socializar a los médicos sin socializar a los pacientes. Debéis reconocer que la invasión del poder público es un asalto a vuestros propios negocios. Si alguien entre vosotros teme mantenerse firme por miedo a las represalias de los clientes o incluso del gobierno, debe reconocer que está alimentado al cocodrilo esperando ser comido el último
Si todo esto parece demasiado, pensad en lo que está en juego. Tenemos enfrente al peor enemigo que la humanidad ha conocido en su largo camino desde los pantanos hasta las estrellas. No puede haber seguridad en ningún lugar del mundo libre si no hay estabilidad fiscal y económica dentro de los Estados Unidos. Aquellos que nos piden comerciar con nuestra libertad por la sopa de pollo del estado del bienestar son los arquitectos de una política de acomodamiento.
Dicen que el mundo se ha vuelto demasiado complejo para tener respuestas sencillas. Están equivocados. No hay respuestas fáciles, pero hay respuestas sencillas. Debemos tener el coraje de hacer aquello que sabemos que es moralmente correcto. Winston Churchill dijo que «el destino del hombre no se mide por cálculos materiales. Cuando las grandes fuerzas se mueven en el mundo, es cuando averiguamos que somos espíritu, no animales». Y también dijo que «hay algo sucediendo en este tiempo y espacio, y más allá del tiempo y del espacio que, lo queramos o no, se deletrea como deber».
Tenemos un encuentro con el destino. Debemos preservar a nuestros hijos la última gran esperanza del hombre en la tierra, o les sentenciaremos a tomar el primer paso dentro de miles de años de oscuridad. Si fracasamos, al menos nuestros hijos y nietos dirán de nosotros que justificamos nuestro breve paso por este mundo. Hicimos todo lo que podía hacerse.


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