HENRY RAMOS ALLUP “encontramos, a veces por consenso, a
veces por unanimidad, la unidad que nos estaba exigiendo Venezuela”
Discurso
pronunciado luego de ser juramentado como nuevo presidente de la Asamblea
Nacional, 5.1.2016
“Deploro
que los colegas de la bancada del Partido Socialista Unidos de Venezuela o Polo
Patriótico, como ellos se denominan, hayan abandonado el Hemiciclo en un
momento tan importante y solemne como este. Me atrevo a presumir que
seguramente es porque no quieren escuchar las cosas que aquí vamos a decir, y
tendrán que acostumbrarse y tendrán que atemperarse porque en estos próximos 5
años, desde esta Asamblea Nacional, habrá libertad de opinar y todos vamos a
respetar las opiniones discrepantes o divergentes o que no concuerden con la
nuestra. Pensé bastante antes de la intervención en esta cámara hoy porque es
una sesión muy importante. Quisiera comunicarles a ustedes que estoy seguro de
que no me equivoco cuando digo que nadie en este recinto tiene más sensibilidad
ante el hecho y la actividad parlamentaria, como la tengo yo. Aquí
transcurrieron 26 años de mi vida, mi principal dedicación, y lo hice con
fervor, con entusiasmo, con hidalguía, con dedicación plena, consciente de la
importancia que los electores habían depositado en mis manos, de que es la
función más importante que la de cualquier organismo del poder Ejecutivo.
Imagínense ustedes lo que significa plasmar en una ley un texto para que rija
sobre 30 millones de ciudadanos. Yo creo que no existe un ministerio más
importante que ese. Pero en este momento no hablo como presidente de la cámara,
que lo voy a ser circunstancialmente por el lapso de un año; le hablo a mis
colegas de cámara como par, como uno más, y pensé bastante si traer un discurso
escrito, pero preferí la espontaneidad de la improvisación con todo el riesgo
que la improvisación supone. A veces uno peca por exceso o por defecto, cuando
no encuadra el discurso en un texto escrito. Pues asumo el riesgo de la
improvisación. Lo que les voy a decir me sale de muy adentro, me sale de la
experiencia de haber sido un parlamentario a dedicación exclusiva, y una
persona, y aspiro a que todos digamos igual, que cuando salgamos de esta cámara
salgamos con nuestro sano orgullo intacto, de frente al sol con la mirada
altiva. Así como entramos hoy, así de dignos, así de entusiastas, así de
alegres, así de fervorosos, que el último día de nuestro mandato podamos salir
a la calle con esa misma dignidad.
Nosotros
ofrecimos en la campaña, unidad y cambio. La unidad puede ser por unanimidad o
por consenso y a nosotros nos costó mucho, porque en la Mesa de la Unidad
Democrática somos muchas organizaciones de distintas tendencias, de distintos
credos y distintos propósitos; inclusive, a veces no nos poníamos de acuerdo
sobre los instrumentos para lograr unos mismos objetivos, pero invertir muchos
días y muchas horas en intercambiar puntos de vista y en conciliar posiciones,
finalmente encontramos, a veces por consenso, a veces por unanimidad, la unidad
que nos estaba exigiendo Venezuela. La mayoría que logramos, el respaldo que
logramos, porque la gente creyó en nuestro mensaje unitario fue plasmado y
concretado con nuestras propias conductas.
Cambio.
Escuche algunas intervenciones, no diría que conmovido, porque uno después de
cierta experiencia pierde el don del asombro, de colegas diputados del gobierno
que decían que cómo es eso de cambio cuando quienes íbamos a ocupar los cargos
directivos teníamos determinada edad, que teníamos, por decirlo de alguna
manera, mucho calendario. ¡Qué análisis tan superficial confundir cambio con
rostro o cambio con edad! Rómulo Betancourt decía que había que desconfiar de
los que no tenía en el curriculum otra cosa que calendario, y eso, que podía
interpretarse como una advertencia a los jóvenes con poco calendario, en
realidad era también un mensaje para los que se ufanaban de tener mucho
calendario. Les digo a todos mis pares de cámara, y lamento que los diputados
del gobierno no estén aquí, que el cambio no es cuestión de calendario, de
mucho calendario o poco calendario, no es una cosa etaria ni cronológica: es un
cambio de actitud, un cambio de sistema, de cambiar lo que está mal, muy mal, y
derivará en peor. ¿Qué se cambia? No es el pasado, que ya pasó y es
inmodificable. Del pasado, la experiencia: lo positivo se aprovecha, lo
negativo se desecha. El futuro tampoco se cambia, es incierto, es
probabilístico; uno puede prever, preparar cosas, el futuro, si se desea mejor
o superior a lo actual, pero nadie lo puede predecir. Lo que se cambia es el
presente y cuando nosotros en la campaña electoral propusimos cambio y la gente
acepto esa propuesta s porque estábamos diciendo que queríamos cambiar esto que
está aquí en este momento, esta realidad que ya lleva 17 años y que le ha
causado un profundo daño a Venezuela. Hemos dicho, además, para que se nos
entienda bien, porque con esa tendencia casi irreversible de que siempre
distorsionen lo que uno dice, y le imputen a uno delitos imaginarios, y nos
consideren incursos en conspiraciones inexistentes, estos que se empeñan
siempre en buscar como excusa para sus propios hierros y desaciertos, siempre,
un enemigo anterior, un enemigo interior y un enemigo exterior, a esos les
decimos que el cambio que estamos proponiendo es constitucional, democrático,
pacífico y electoral y de ahí nadie nos va a sacar. Nuestro mandato es a
término, es cierto, y el mandato del poder Ejecutivo también lo es, pero el
nuestro y el del ejecutivo pueden cesar antes del vencimiento cronológico del
lapso por alguna de las causas que están en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.
¿Qué
ofrecimos en la campaña, además de unidad y cambio? Recuperar la autonomía de
este poder Legislativo para que sea el poder autónomo que no ha sido en 17
años. Este ha sido al altoparlante de Miraflores, la caja de resonancia del
poder Miraflores, el sitio acrítico donde se hacen discursos pero se hace
siempre lo que quiere el poder Ejecutivo. En segundo lugar, y hablo de lugares
no de manera de que se tenga que agotar una cosa primero que la otra, todo al
mismo tiempo, pari passu como dicen los economistas; ofrecimos también una ley
que para nosotros fue emblema e insignia, no simplemente por razones
electorales, sino por convicción de fe, por creer en el valor de la libertad,
en esa esencialidad de la que nadie puede estar privado por sus ideas, porque
no puede ser que por juicios que avergüenzan en cualquier parte del mundo,
tengamos hoy ciudadanos presos simplemente por razones de sus ideas políticas.
Ofrecimos esa ley emblemática, la ley de amnistía para presos y exiliados
políticos.
También
ofrecimos que en un lapso de seis meses contados a partir de la instalación de
la Asamblea Nacional, propondríamos un método, un sistema, para cambiar el
gobierno por vía constitucional. Eso lo haremos. Por supuesto que también hay
leyes de suma importancia que vamos a discutir y a aprobar al mismo tiempo en
que examinaremos y aprobaremos la ley de amnistía, un conjunto de leyes a las
que se refirió el diputado Julio Borges. Tenemos capacidad para despacharlas
todas a la brevedad posible, leyes muy bien pensadas y pensando en Venezuela, y
no en el oportunismo político. Vamos a sesionar varias veces a la semana. Esta
no puede ser una cámara para la vagancia, los diputados tienen que ir a las
sesiones. Los proyectos legislativos tienen que venir con la debida
anticipación para que los conozcan todos los diputados, aquí se acabaron los
sobresaltos, las emboscadas legislativas, los diputados no pueden trabajar a
ciegas sino que tienen que trabajar con conocimiento de causa y nos proponemos
aplicar estrictamente el reglamento. Por cierto, un reglamento que no
modificamos nosotros y que consagra casi una monarquía en la cabeza del
presidente de la cámara, y no lo vamos a modificar. Y les digo a mis compañeros
de cámara, insisto en el término, soy par, uno más de los 167 diputados, y a los
de mi bancada les digo que soy uno de los 112 y a esa bancada y a esta cámara
me debo.
RECUPERAR
AUTONOMÍA DEL PODER LEGISLATIVO
Vamos
a legislar, no a delegar. No concederemos más leyes habilitantes inútiles,
inservibles, para que alimenten esa especie de raspado de olla de última hora,
creyendo que por esa vía resolverán los problemas del país. Tampoco seremos un
contrapoder, no somos una trinchera para disparar a mansalva contra los otros
poderes, sino un poder auténtico, pero tampoco un poder subordinado, una
trastienda del poder Ejecutivo que fue esta Asamblea Nacional hasta ayer en la
noche.
Vamos
a controlar, otra de las grandes funciones parlamentaria. Vamos a controlar
aquí y afuera. Se investigaran a parlamentarios que ejercieron cargos públicos
y administraron dineros públicos. No se olviden que los dos únicos órganos del
poder público electos directamente por sufragio popular son el Ejecutivo,
órgano unipersonal electo por mayoría relativa, y el Legislativo, un cuerpo
colegiado donde se concentra el 100 por ciento del sufragio popular aunque
dividido en las distintas tendencias que representan los diputados. Esa
situación de nuestra propia legitimidad, sumada a la condición de que somos
nosotros quienes designamos todos los demás poderes del Estado, esos poderes
los vamos a controlar, esos poderes no pueden actuar por la libre y mucho menos
cuando alguno de esos poderes, indebidamente constituido, pretende, para
servicio del Ejecutivo, convertirse en una especie de contrapeso de esta
Asamblea Nacional que tiene su origen en el sufragio popular. Cuando digo
controlar, digo controlar al Tribunal Supremo de Justicia, eso no puede andar
por la libre, ni mucho menos constituido de manera írrita en una decisión que
dejó estupefacto al país y al mundo, en un acto perpetrado en los últimos días
de la anterior Asamblea Nacional. Vamos a investigar y a controlar. Si algún
poder está percudido en Venezuela, es el poder Judicial, nadie confía en una
justicia que esta percudida del copito hasta las raíces, por no decir que la
justicia no existe. Ninguna burocracia de ningún carácter puede hacer
nugatorias las facultades de la Asamblea Nacional. Y vamos a exigir cuentas a
la Fiscalía y a la Contraloría, que no controla nada, y al CNE, autor del
sistema electoral más perfecto, transparente y blindado del mundo. Cuando
pienso en esta administración de justicia, en esta sala Constitucional (del
TSJ) desde la que creen que van a convertir esta Asamblea Nacional en cero,
recuerdo una célebre frase del Talmut judío: “Ay de los pueblos cuyos jueces
merezcan ser procesados”. En manos del poder Judicial está el control de la
constitucionalidad, la moderación de los extremos en que puedan incurrir los
demás poderes, pero cuando ese poder falla, prácticamente fallan todos, cuando
falla el sistema de administración de justicia, todos los demás poderes tienden
a desplomarse. No existe un verdadero estado de Derecho. Me decía mi entrañable
maestro de los días del aula universitaria, Hernando Grisanti Aveledo, dolido,
al ver como marchaba la administración de justicia, “Ramos, la mejor doctrina
del supremo Tribunal es la que consta en los votos salvados”. Otra vez me dijo:
“en el máximo Tribunal ya no hay jurisprudencia, sino jurisimprudencia. Eso hay
que revisarlo, que no se ufanen, no terminen por creer la sala Constitucional
que es una especie de poder Legislativo alterno. No lo es ni lo va a ser. Quien
norma, disciplina, y que no piense, ni por asomo, que esa sala Electoral,
constituida, como todos sabemos, de manera express, es una especie de sustituto
del CNE. Eso lo digo porque hay cuatro diputados electos por el pueblo cuya
elección no la puede hacer ilusoria una decisión burocrática del poder
Judicial. Una vez escuché, uno que cree haber perdido la capacidad de asombro,
un señalamiento que hizo una presidenta del TSJ, hace pocos años, supongo que
fue una expresión obsequiosa para rendir pleitesía o premio de sumisión a aquel
mesianismo, a aquella idolatría que existió en Venezuela hasta hace tres años,
decía ella en una expresión que hizo que a uno le corriera frío por el
espinazo, que la separación de poderes se tenía que acabar, que eso era
inconcebible. Frase tan infortunada como sus propias sentencias. Aquella
atrocidad, una de las mayores conquistas de la civilización occidental, que
hasta costó guerras, la despachó con esa frase. En un instante hizo trizas la
Constitución, algo que en la práctica ya había extinguido con la entrega del
poder que ella presidía al Ejecutivo. Pero la separación de poderes existe,
aunque en teoría el poder del Estado es uno solo, existe diversificación de
funciones en cada una de las ramas del poder público.
Quiero
decir entonces a todos mis pares, a los de la oposición y a los del gobierno,
que aquí desde hoy la cosa cambió, y escuchando algunas de las intervenciones
enfebrecidas del señor jefe de la fracción parlamentaria del gobierno, con
ciertos aires de petulancia, que se comprende, le respondo casi que con un
piropo, con aquella célebre copla llanera: “no te remontes tan alto/ prenda de
tanto valor/que al árbol que mucho sube/le tumba el viento la flor.
Otra
cosa que quiero decir a mis pares porque aquí nos tenemos que ver la cara en
los próximos cinco años, salvo que se presenten circunstancias extraordinarias
que no están en nuestros cálculos, algo que he dicho en mi partido y que he
dicho en la Mesa de la Unidad, porque ha sido para mí una gran lección de vida,
es que donde no hay afecto, no hay equipo. Cuando en la MUD comenzamos a limar
asperezas y a tratarnos como seres humanos, incluso a veces a contarnos
nuestras cuitas personales, en muchas ocasiones y las más de las veces
alegrías, cuando comenzamos a tenernos afecto, las cosas funcionaron mejor. No
perdamos esa gran conquista y ojalá en esta cámara, unos y otros, sin dejación
de sus principios, de sus ideologías, posiciones y aspiraciones, lleguemos a
tenernos todos afecto, y estoy seguro de que las cosas funcionarían mejor. En
los próximos días vendrá el presidente de la república a rendir su mensaje
anual, a presentar la memoria y cuenta de su gestión, y lo recibiremos con
dignidad y respeto porque es nuestra condición cívica, no por rendirle culto a
nadie sino porque esa es nuestra condición cívica. Nosotros no chiflamos, no
pitamos, tenemos un riguroso respeto por la urbanidad, la personal y cívica.
Escucharemos su mensaje, no tenemos facultad para aprobar ni improbar su
mensaje, pero sí para debatir sobre ese mensaje y emitir un pronunciamiento
político y eso es lo que vamos a hacer. La memoria y cuenta tendrá que ir a las
diferentes comisiones y los integrantes de esas comisiones deben interpelar a
los ministros para derivar una conclusión sobre la gestión realizada con el
dinero de los venezolanos.
Se
ha dicho también, y lo reflejan las encuestas de opinión, que la gente quiere
paz, todo el derecho tienen a la paz. Nosotros mismos quisiéramos estar en paz
con todo el mundo y no en una situación de guerra virtual en todos los ámbitos,
en todos los frentes. Ojalá la tengamos, pero no la paz de los sepulcros, esa
no; no la paz de nuestros muchachos en el exterior buscando la vida que un
sistema injusto y un gobierno peor, les escamotea, expulsándolos al exterior.
Las dos únicas cosas que estamos exportando los venezolanos en este momento,
además de la pésima reputación, son petróleo, cada vez menos, porque ya sabemos
lo que pasa en la industria petrolera arruinada, decadente, destartalada; y
cada vez más venezolanos, fundamentalmente jóvenes, que van, repito, a buscar
afuera la vida que su país no es capaz de otorgarles. Vendrá a rendir su
mensaje y lo escucharemos con respeto, pero como los venezolanos quieren paz y
tenemos que trabajar por ello, y también quieren diálogo, las sociedades o
dialogan o se matan; diálogo no supone entrega ni claudicación ni cobardía,
diálogo supone intercambio de opiniones para, incluso haciendo las
transacciones en el buen sentido de la palabra, para mejorar, es un recurso que
no lo puede negar ni la clase política civilizada ni el gobierno. Pero
necesitamos mucha comprensión para esto, mucho diálogo para buscar resultados.
Diálogos públicos de los que se conozca su contenido y sus resultados. Ahora,
como poder constituido, como poder autónomo, como poder que va a cumplir con
sus deberes constitucionales, como poder que va a controlar al gobierno sin delegaciones,
sin dejaciones, sin entrega, estamos dispuestos a dialogar en términos públicos
y honorables que debamos discutir, eso sí, sin que cedamos en los propósitos
que antes mencioné: recuperar nuestra autonomía como poder, la ley de amnistía
y reconciliación nacional y la búsqueda, por parte de nosotros, dentro del
lapso de seis meses a partir de hoy, de una salida constitucional, democrática,
pacífica y electoral para la cesación de este gobierno. Estos compromisos no
son transables. Acabamos de jurar y termino como empecé: Que cuando cese
nuestro mandato salgamos de aquí como hoy entramos: intacto nuestro sano
orgullo, de frente al sol, con la mirada altiva. Que Dios nos bendiga a todos,
que Dios bendiga a Venezuela. Muchas gracias”.
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